peninei halaja Eliezer Melamed Rabino y Jefe de la Yeshivá de la localidad de Har Berajá
Leyes referentes a Rosh Jodesh, el conteo del Omer, Yom Haatzmaut, los ayunos recordatorios de la destrucción del Templo, las Tres Semanas intermedias, el nueve de Av, Jánuca y Purim.
Las halajot y su significado explicadas desde su origen hasta su implementación práctica de acuerdo con las tradiciones ashkenazí y sefaradí.
Editado por el Instituto Har Berajá
Todos los derechos reservados al autor. Se pueden copiar partes del libro de no mediar interés comercial. La edición electrónica se puede encontrar en el sitio: http://ph.yhb.org.il/es/
Editado por el Instituto Har Berajá perteneciente a la Yeshivá de Har Berajá
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Prólogo
Le agradezco a D´s que me concedió el privilegio de poder estudiar y enseñar Torá tanto en la Yeshivá como en la localidad de Har Berajá. Debo agradecerle al Eterno especialmente, el hecho de que a pesar de la tensión y las dificultades que nos rodean por efecto de la hostilidad de nuestros enemigos externos e internos, me ha concedido las energías suficientes para poder estudiar Torá con la constancia necesaria, difundir sus enseñanzas al público en general y ocuparme de la escritura de compilaciones halájicas.
Este libro está dedicado a diferentes fechas, mayoritariamente de origen rabínico, tanto se trate de días de regocijo como Purim y Janucá o días de duelo como los del conteo del “Omer”, los ayunos y las Tres Semanas intermedias. En el inicio de esta obra nos referimos a dos fechas que tienen su origen en la Torá, Rosh Jodesh y el conteo del “Omer”. Quiera D´s que pueda completar las leyes de Shabat (ya fue publicado el tomo primero), las leyes de Yom Tov, Jol HaMoed, Rosh Hashaná, Yom Kipur y Sucot.
El objetivo de la presente obra es resumir la halajá desde sus fundamentos, señalando sus orígenes y explicándolos para así, a partir de estos, llegar a los detalles de la implementación en la práctica, de acuerdo a las tradiciones de las diferentes comunidades. La idea general es abreviar lo más posible, para que de esa manera quien estudie, aprenda lo máximo en el menor tiempo posible. Por esta razón nos hemos remitido principalmente a las raíces de los temas y a las halajot prácticas.
A los efectos de no agobiar al lector con detalles que opaquen la comprensión de los temas generales, me abstuve en gran medida de abundar en referencias bibliográficas, razón por la cual cité principalmente de los libros más conocidos, como lo son, en primer lugar el Shulján Aruj, Mishná Berurá y Kaf Ha-Jaím, en los cuales el lector puede encontrar con relativa facilidad a la mayoría de los comentaristas y juristas. Cuando hay un sabio de las últimas generaciones que fijó un método de praxis halájica lo menciono, sin citar la lista de quienes coinciden con su opinión. Para quienes quieran profundizar en su estudio señalé libros de los sabios de las últimas generaciones, que resumieron las diferentes opiniones de los juristas y corresponde mencionarles y recordarles con bien. Primeramente los libros del Rav Ovadiá Yosef de bendita memoria “Iabía Omer”, “Iejavé Da´at” y de su hijo el Rav David Yosef “Torat Hamoadim”, con sus cuatro tomos, tres de los cuales se refieren a temas de los que se ocupa la presente obra (Januca, Purim, los ayunos y las Tres Semanas. Asimismo mencioné reiteradamente la serie de libros “Hiljot Jag Bejag” del Rabino Moshé Mordejai Karp, que se destacan por sus análisis concienzudos. Otro libro es la compilación de respuestas halájicas escrito por el Rabino Simja Rabinovich de acuerdo con el orden del Shulján Aruj y la Mishná Berurá, que trae una formidable síntesis de las sentencias de los sabios de las últimas generaciones. Cité también los libros de mi amigo el Rabino Moshé Harari “Mikraei Kodesh” sobre las leyes de las Tres Semanas, Januca y Purim, que recoge las sentencias que escuchó de nuestros maestros en la Yeshivá “Merkaz Harav”. Traje a colación varias halajot de días festivos de nuestro maestro el Rabino Mordejai Eliahu de bendita memoria. Asimismo recomendé consultar los detallados libros del Rabino Yaakov Tenenboim “Rosh Jodesh” y “Birkat Halevaná”. En temas referidos a Januca recomendé consultar los libros del Rabino Iosef Mordejai Pak “Iemei Halel ve Hodaá” y “Iemei Hajanucá” del Rabino Liberman. En los sitios en los que consideré que podía ser de provecho, recomendé consultar los debates talmúdicos ya elaborados por el Instituto “Halajá Berurá” perteneciente a la Yeshivá “Merkaz Harav”.
Allí donde recomendé ver o revisar, a veces la intención es agregar fuentes de consulta, otras veces la intención es que en la fuente está redactado de un modo algo diferente y en ciertas oportunidades me refiero a ambas cosas conjuntamente.
Agradezco a mi padre y maestro el Rabino Zalman Baruj Melamed Shelita Jefe de la Yeshivá de Beit El y Rabino de esa localidad, a mi madre y maestra y a mi querida esposa. Quiera D´s que podamos criar a todos nuestros hijos a la luz de las enseñanzas de la Torá, para el cumplimiento de sus preceptos, la formación de familias judías, las buenas acciones y que no dejen de ser pronunciadas estas sagradas palabras por nuestras bocas y las de nuestros vástagos nunca jamás. Agradezco también la colaboración de Yaakov Katz (Kátzale) director general de las “Instituciones Beit El”, “Instituciones Har Berajá” y “Arutz Sheva” (INN) y junto a él al director de la Yeshivá de Har Berajá David Saada, Israel Saadia y Yaakov Weinberg. Que D´s les ilumine, conceda inteligencia y energías para tener éxito en su labor y colme todos sus deseos con bien.
Quisiera agregar un agradecimiento especial a los habitantes de la localidad de Har Berajá así como a los alumnos de la Yeshivá, ya que en virtud del estudio cotidiano con ellos, los diferentes temas fueron adquiriendo forma, por lo que son socios plenos de este libro. Un particular agradecimiento al Rabino Shlomi Badash por sus observaciones oportunas, al Rabino Ionadav Zar que ayudó en gran medida con la revisación del texto y las correcciones, al Rabino Rafael Delavía experto en las tradiciones de las comunidades judías de Marruecos y África del Norte y a mi viejo amigo el sabio Rabino Zeev Sultanovich por sus consejos y observaciones oportunas. Quiera D´s que tengamos todos el mérito de aumentar el estudio de la Torá, difundirla y participar del desarrollo de nuestra sagrada tierra, ver el arribo del Mashíaj y participar de la construcción del Templo de Jerusalén pronto en nuestros días.
Eliezer Melamed Verano del 5765.

En los tomos anteriores de Peninei Halajá fueron publicadas cartas de asentimiento por parte de los siguientes eminentes eruditos: El Gran Rabino de Israel (5743-5753) y Jefe de la Yeshivá de “Merkaz Harav” el Rabino Abraham Shapira de bendita memoria. El Gran Rabino de Israel (5743-5753) Ha Rishón Letzión Mordejai Eliahu de bendita memoria. El Gran Rabino de Israel (5733-5743) Shlomó Goren de bendita memoria. E Jefe de la Yeshivá “Merkaz Harav” el Rabino Shaul Israeli de bendita memoria. Mi padre y maestro el Rabino Zalman Baruj Melamed Shlita Jefe de la Yeshivá de “Beit El” y rabino de la localidad. El Gran Rabino de Israel (5753-5763) el Rishón Letzión Eliahu Bakshi Dorón Shlita. El Jefe de la Yeshivá “Kisé Rajamim” el Rabino Meir Mazuz Shlita. El Rabino de Kiriat Arba y Jefe de la Yeshivá en esa localidad el Rabino Dov Lior Shlita. El Jefe de la Yeshiva de Maale Adumim y autor del libro “Yad Peshutá” el Rabino Najum Eliezer Rabinovich Shlita.

Dedicado a la elevación del alma de:
Mijael ben Yaakov y su señora esposa Nejama (Naomí) bat Israel Werner por Izhar y Anat Ashur.
Rajel bat Gisella Pitoussi (fallecida el 19 de Adar 2 del año 5765) por las familias Pitoussi de Atzmona y Har Berajá.
Eitán (Sabij) ben Tzalja Samoja por su hija y yerno Shifra y Uriel Cohen.
Efraim ben Shlomo Hacohen Herman (fallecido el 25 de Yiar del 5762) por su familia.
Shimon George ben Fortuna Bismut por las familias Bismut de Bat Iam y Har Berajá.
Biniamin ben Moshé Zar por la familia Zar de Har Berajá.
Rabí Iosef Dov ben Rabí David y Fruma Ben David y a la eterna memoria de la Señora Sara Bat Rabí Menashé y Rajel Ben David por la familia Finkler.
Lea bat Aarón Sultanovich de Siani por su hijo el Rabino Zeev Sultanovich.
Abraham ben Shlomo Jaiavi (16 de Tevet 5733- 3 de Tevet 5763) por Aviad Kapara.

Rosh Jodesh (Novilunio)
Capítulo 1-
1- El mes hebreo. 2- La autoridad para fijar los meses fue concedida al Pueblo de Israel. 3- Historia de la fijación de los novilunios. 4- ¿Cuándo tenemos novilunio de un día y cuándo de dos? 5- El status del novilunio (Rosh Jodesh) en la Torá. 6- La alegría y el banquete de Rosh Jodesh junto con las prohibiciones del ayuno y la tristeza. 7- La costumbre de las mujeres de abstenerse de la realización de labores en Rosh Jodesh. 8- Shabat Mevarjim. 9- Tiempo propicio para la expiación y pequeño día de Kipur. 10- Se agrega “Yaalé ve Yavó” en el rezo. 11- “Yaalé ve Yavó” en el “Birkat Ha Mazón” 12- Recitado de “Halel” en Rosh Jodesh. 13- Las diferentes costumbres del recitado del “Halel”. 14- La lectura de la Torá y el servicio de Musaf. 15- El significado de la bendición de la luna. 16- La bendición de la luna debe recitarse con alegría. 17- Ver la luna. 18- ¿Cuándo se recita la bendición de la luna?

1- El mes hebreo.
El Eterno creó las luminarias, la luna y el sol, las suspendió en el firmamento y conforme sus ritmos se establecen los tiempos. Durante el día ilumina el sol y por la noche lo hace la luna. El año se fija de acuerdo al ciclo del sol y el mes conforme a la rotación de la luna, tal como está escrito (Génesis 1:14): “Dijo Elokim: Haya luminares en la extensión de los cielos para distinguir entre el día y la noche y que sirvan como señales para ciclos del tiempo, para días, para años”.
Cada mes, la luna completa una rotación alrededor de la Tierra. Al inicio del mes, la luna se ve muy pequeña cual línea delgada y va creciendo hasta llegar a su máximo tamaño a mitad del mes, cuando se ve como un círculo completo. Durante la segunda mitad del mes se va reduciendo, hasta que al finalizar el mes desaparece de nuestra vista por unas veinticuatro horas aproximadamente. A continuación, nuevamente se comienza a divisar como una tenue línea de luz y esta es la señal de que se ha iniciado un nuevo mes.
El ciclo completo de la luna dura veintinueve días y medio y tres cuartos de hora. Dado que el ciclo de la luna no coincide con el ciclo de la jornada, sino que dura veintinueve días y medio, resulta que a veces, el mes dura veintinueve días y otras veces treinta. Cuando el mes dura solo veintinueve días, se le denomina “mes faltante” (“Jodesh jaser”), mientras que cuando dura treinta se le denomina “mes completo” (“Jodesh malé”).
La fijación del inicio del mes tiene una importancia crucial, ya que de ello depende la determinación de las fechas de todas las festividades: Pesaj el quince de Nisán, Yom Kipur el diez de Tishrei y Sucot el quince del mismo mes. Tan importante era la fijación del novilunio, que la Torá les permitía a los testigos profanar el Shabat para viajar a Jerusalém y presentar testimonio ante el tribunal (Rambám, Hiljot Kidush Hajodesh 3:2). En base a su testimonio, el tribunal consagraba el nuevo mes y paso seguido enviaba emisarios para avisar a todo el Pueblo de Israel cuándo se fijó el novilunio.
2- La autoridad para fijar los meses fue concedida al Pueblo de Israel.
El mero hecho de divisar el novilunio no da inicio al nuevo mes, sino que es el tribunal quien debe consagrar y declarar iniciado el mes, tal como está escrito (Éxodo 12:2): “Este mes será para vosotros”, D´s le mostró a Moisés la forma de la luna al renovarse y le dijo: “este testimonio os es entregado a vosotros” (Tratado de Rosh Hashaná 22(A)). Esto significa que los testigos se deben presentar ante el tribunal y testimoniar que vieron la renovación de la luna, y en virtud de su testimonio se consagra el nuevo mes.
Cuando falleció Moisés, la autoridad de la fijación del novilunio pasó al Tribunal Mayor de cada generación, con la condición de que los jueces que en él sirvan sean nombrados u autorizados unos por otros desde Moisés. No se ordenan (“somjim”) sabios, salvo en la Tierra de Israel (Maimónides Leyes del Sanhedrín cap. 4). La Halajá indica que si llega un día en el cual ya no se puede consagrar el novilunio mediante el tribunal, los meses habrán de ser consagrados según los cálculos del Pueblo de Israel.
Vemos entonces que si bien el ciclo de la luna es natural, el novilunio solo no consagra el nuevo mes, sino que es el Pueblo de Israel que lo consagra y por su intermedio se revela la santidad del tiempo. Es por esto que nuestro sabios, dispusieron finalizar la bendición de Musaf de Rosh Jodesh con las palabras “que consagras a Israel y los novilunios” (Tratado de Brajot 49(A)). Esta es probablemente la razón por la cual el primer precepto que fue ordenado al Pueblo de Israel es la consagración del novilunio (Éxodo 12:2), ya que mediante éste se revela la santidad especial del Pueblo de Israel, que tiene el poder de revelar la santidad inherente al tiempo.
3- Historia de la fijación de los novilunios.
En tiempo de los amoraítas (sabios del Talmud, en los años 200 al 500 E.C.), por efecto de los edictos persecutorios romanos, la población judía en la tierra de Israel se redujo en número, al tiempo que la comunidad judía de Babilonia creció en magnitud e importancia en todos los parámetros. Sin embargo, la potestad de consagrar los novilunios y fijar los años embolismales quedó en manos de los sabios de la Tierra de Israel, tal como está escrito (Isaías 2:3): “Desde Sion saldrá la Torá”. En esos tiempos, salían mensualmente emisarios de la Tierra de Israel, para anunciar a los habitantes de la diáspora cuándo había sido consagrado el mes. Solamente en circunstancias muy poco frecuentes, en que la situación era muy compleja, como lo fueron los días de la rebelión de la ciudad de Betar, en los que no se podía reunir el tribunal y fijar los meses, jueces rabínicos ordenados y autorizados en la Tierra de Israel, establecían sus tribunales allende los límites administrativos de los edictos persecutorios romanos y desde allí dictaminaban los comienzos de los meses y de los años.
Con el correr del tiempo, las persecuciones romanas se incrementaron y a instancias de la influencia cristiana, éstas se orientaron específicamente contra los sabios, procurando evitar que consagren los novilunios, al punto de que en algunas oportunidades, la fijación se llevaba a cabo en secreto, y debían informar a los sabios de Babilonia mediante el envío de mensajes encriptados (ver Tratado de Sanhedrín 12(A)).
Hacía los finales de los días de los amoraítas, Hilel II llegó a la conclusión que ya no se podía seguir consagrando los novilunios en el tribunal de la Tierra de Israel. Asimismo se temía que por causa de los problemas, la ordenación o autorización de los sabios de la Tierra de Israel se suspenda. Dado que la autorización para consagrar novilunios en esos días era detentada por Hilel II, quien la recibió en heredad generación tras generación desde el tribunal de Rabí Iehudá Hanasí, se reunió pues el tribunal y decidió mediante cálculos astronómicos, consagrar los meses y los años para todas las generaciones. Es así que desde el año cuatro mil ciento diecinueve desde la creación del mundo (359 de la Era Común), el Pueblo de Israel comenzó a contabilizar los meses de acuerdo al cálculo del calendario hebreo que estableció Rabí Hilel Nasí (Hilel II). Nosotros oramos para que pronto en nuestros días seamos meritorios de la redención y volvamos a consagrar los meses en el tribunal de Jerusalém.
Maimónides escribió una opinión novedosa cuando afirmó que aún, tras quedar sin efecto la autoridad y potestad (Smijá) de los sabios, la consagración de los novilunios pasó a depender de los judíos que habitaban Eretz Israel, que cuando calculaban los meses según el cálculo fijo del calendario, entonces los meses quedaban consagrados. Empero si ¡D´s no lo quiera! la Tierra de Israel quedase sin judíos, los meses se verían anulados y junto con ellos las festividades. De todas maneras D´s no haría semejante cosa, ya que en la Torá nos prometió que no habría de borrar las señales de la nación judía jamás.
4- ¿Cuándo tenemos novilunio de un día y cuándo de dos?
Cuando estamos ante un “mes faltante” (29 días), el novilunio que le sigue es de un solo día. Empero si el mes es “completo” (30 días), el novilunio que le sigue dura dos días, de manera que el día treinta es el primer día del novilunio, mientras que el primero del mes siguiente es el segundo. Si bien en el caso del novilunio de dos días el más importante es el segundo, pues es el inicio del mes siguiente y el inicio del conteo de los días, de todas maneras sobre el día treinta del mes anterior rigen todas las reglas de novilunio, se reza el servicio de Musaf, se recita “Halel”, se agrega “Yaalé ve Yavó” en el rezo y en el “Birkat ha Mazón”. Quien se haya olvidado agregar “Yaalé ve Yavó” en los servicios de Shajarit o Minjá debe volver a rezar.
5- El status del novilunio (Rosh Jodesh) en la Torá.
“Rosh Jodesh” es enumerado en la Torá junto con las demás festividades en las que se sacrifican ofrendas de Musaf, en honor a la santidad inherente del día. Nuestros sabios aprendieron del texto que Rosh Jodesh es también llamado “Moed” o fecha de reunión (Tratado de Pesajim 77(A)), en la cual se tocaban trompetas tal como está escrito (Números 10:10):
“Y en el día de vuestro regocijo y de vuestros plazos festivos, y de vuestros novilunios, tocaréis con las trompetas sobre vuestros holocaustos y sobre vuestros sacrificios shelamím…”.
En virtud de la santidad de Rosh Jodesh, se acostumbraba ir a recibir al Rabino, tal como se acostumbra en Shabat de saludar al Rabino con el tradicional “Shabat Shalom” (Libro segundo de Reyes 4:23, Tratado de Rosh Hashaná 16(B), Beur HaHalajá 301:4). Asimismo en ese día se acostumbraba a celebrar banquetes (según Libro primero de Samuel 20).
En la Torá aparece una expresión sorprendente, en lo referente al chivo que se sacrificaba en el Templo de Jerusalém en Rosh Jodesh (Números 28:15): ” Y un macho cabrío para sacrificio Jatát (expiación) ante HaShem”. Esta expresión es explicada en el Talmud (Tratado de Julín 60(B)), en virtud del relato según el cual en un inicio D´s creó dos grandes lumbreras, el sol y la luna. La luna vino a reclamar ante el Creador que ¿cómo es posible que dos reyes gobiernen con una misma corona?, siendo su intención que el Eterno redujese al sol. Sin embargo D´s le dijo a la luna: “ve y redúcete tú”, por lo que la luna le increpó: “¿por haber dicho algo razonable debo reducirme?”. D´s la consoló diciéndole que el Pueblo de Israel habría de consagrar sus novilunios en base a la observación de su ciclo y que los justos serán llamados por su nombre, (Yaakov Hakatán, Shmuel Hakatán, David Hakatán…) mas la
luna se negó a consolarse. Entonces dijo el Eterno: “Traed una ofrenda expiatoria porque reduje a la luna” y por eso está escrito (Números 28:15): “… Y un macho cabrío para sacrificio Jatát (expiación) ante HaShem”.
Esta cuestión es sumamente profunda, y en términos simples se puede decir que la idea de la reducción de la luna expresa la carencia presente en la Creación, el descenso por el que atraviesa el alma al llegar a este mundo y todas las caídas que el ser humano aquí experimenta. Todos estos descensos y carencias tienen por finalidad última nuestra elevación, ya que superando y confrontando las diferentes dificultades, tendremos el mérito de alcanzar un nivel más alto, tal como lo expresaba Rabí Abahu (Tratado de Brajot 34(B)): “El sitial que han alcanzado aquellos que hicieron teshuvá, jamás podrá ser alcanzado aún por los justos que nunca pecaron”. Sin embargo, mientras tanto, abundan las transgresiones en nuestro mundo, las cuales generan gran sufrimiento, y a los efectos de mitigar un poco el dolor que provocan y corregir las carencias, el Eterno ordenó que sacrifiquemos un macho cabrío expiatorio. Este es el tema central de Rosh Jodesh, demostrar cómo a partir de la reducción de la luna producto de su pecado y su protesta, surge un nuevo comienzo. Por esta razón Rosh Jodesh es un buen momento para nuevos comienzos y para la teshuvá (retorno o arrepentimiento) con profunda alegría, empero hasta que el mundo no esté redimido de todas sus faltas, la alegría de este festival se mantiene un tanto oculta y no se revela en su plenitud (ver más adelante inciso 15).
6- La alegría y el banquete de Rosh Jodesh junto con las prohibiciones del ayuno y la tristeza.
Rosh Jodesh es uno de los días festivos en los que corresponde alegrarse, aunque no haya un precepto explícito de hacerlo, con comida y bebida especiales. Por esta razón es bueno comer abundantemente en este día, empero no se trata de un deber (Shulján Aruj, Oraj Jaím 419:1).
Así y todo, está prohibido entristecerse en Rosh Jodesh, por lo que queda prohibido ayunar (Shulján Aruj 418:1), y todo aquel que se abstiene de comer aunque solo sea por una hora en virtud de un ayuno intencional transgrede, empero si por mera casualidad pasa varias horas sin comer, no trasgrede de manera alguna (Beur Ha Halajá 418 párrafo que inicia con las palabras ראש חודש אסור , Kaf HaJaím 3).
Desde un punto de vista estrictamente reglamentario, aunque la persona haya ingerido únicamente frutas ya no se considera que ayuna, por lo que no transgrede, empero no cumplió con el precepto de comer abundantemente en Rosh Jodesh.
El precepto de abundar en comida se cumple agregando a la comida un platillo más de lo habitual y también en el caso de que Rosh Jodesh caiga en Shabat, se debe agregar un platillo extra a lo acostumbrado sábado a sábado en su honor (Mishná Berurá 418:2, 419:1-2).
Si bien no hay obligación de hacer una comida de Rosh Jodesh con pan es recomendable hacerlo (Shaar Hatziún 419:1).
Es bueno servir la mesa en honor a la comida de Rosh Jodesh y hay quienes lo hacen con especial excelencia, sirviendo carne y vino para la ocasión.
Cuando Rosh Jodesh se celebra dos días, es bueno comer abundantemente los dos días. El precepto se cumple principalmente con la comida en horas del día, empero hay quienes opinan que comer abundantemente por la noche en honor al festival también es preceptivo.
En Rosh Jodesh está prohibido realizar actividades que puedan generar pena o dolor, por lo que no se pronuncian sermones fúnebres, pero si el difunto era un erudito de la Torá, se lo puede hacer en su presencia (Shulján Aruj Oraj Jaím 420:1, Mishná Berurá 1, Shulján Aruj Ioré Deá 401:5).
Se acostumbra a no concurrir al cementerio en Rosh Jodesh y en caso de que el día treinta del duelo o el aniversario del fallecimiento caigan en este día, se ha de adelantar en un día la asistencia. De no ser posible concurrir antes de Rosh Jodesh, se puede hacerlo después. Se pueden visitar las tumbas de los justos en Rosh Jodesh ya que estas visitas no generan pena ni dolor.
Un novio y una novia quienes acostumbran a ayunar en el día de su boda (de acuerdo a la tradición ashkenazí y según algunos sefaradím), no habrán de hacerlo si se casan en Rosh Jodesh (Shulján Aruj 573:1).
7- La costumbre de las mujeres de abstenerse de la realización de labores en Rosh Jodesh.
Está permitido realizar labores en Rosh Jodesh. Sin embargo, en un inicio era oportuno abstenerse de realizar labores en este día al igual que en “Jol Hamoed”, ya que la regla general indica que cuanto más sagrado es el día, más se dedica éste a cuestiones espirituales, por lo que corresponde reducir la ocupación en las distintas labores mundanas. Es así que como Shabat es el más sagrado de los días, están prohibidas en él todas las labores. En un nivel por debajo del Shabat, se encuentran los días festivos de la Torá, en los que se prohíben todas las labores, salvo las relacionadas con la preparación de alimentos. En un nivel inferior a estos días se encuentran los de Jol Hamoed, en los que se prohibieron algunas labores. Rosh Jodesh debería encontrarse en un mismo nivel con los días de Jol Hamoed, empero por cuanto que las doce tribus de Israel pecaron en el desierto con el becerro de oro, perdieron, como contrapartida, el atributo de los doce novilunios del año. Sin embargo, las mujeres no participaron del pecado del becerro y no consintieron en contribuir con sus pendientes para la elaboración del ídolo, por lo que D´s las recompensó en este mundo con el mérito de “observar el Rosh Jodesh más que los hombres”. Además, las recompensó en el mundo venidero en el que renovarán su lozanía tal como la luna que se renueva mes a mes, como está escrito (Salmos 103:5): “Quien satisface tu vejez con cosas hermosas para que tu juventud sea renovada como el águila” (Pirkei DeRabí Eliezer 45). Vemos así que las mujeres son más receptivas de la santidad del Rosh Jodesh, por lo que acostumbraban a no realizar labores en ese día.
En los tiempos en que se ofrendaba el sacrificio de Musaf de Rosh Jodesh, había hombres que acostumbraban a abstenerse de la realización de labores importantes en ese día, empero esa costumbre hoy carece de vigencia, por cuanto que los varones trasgredieron con el becerro de oro. Sin embargo, por cuanto que las mujeres no participaron de ese episodio, tienen mayor conexión con la santidad del día por lo que su costumbre de abstenerse de labores se mantiene vigente.
Por lo tanto, toda mujer debe abstenerse de realizar algunas labores en Rosh Jodesh como por ejemplo tejer, para así diferenciarlo de un día común. Asimismo corresponde que no se programe la realización de labores importantes para Rosh Jodesh.
Aquellas que cumplen esta costumbre con excelencia, se abstienen de realizar toda labor que esté prohibida en Jol Hamoed, absteniéndose, entre otras, de las labores de costura, tejido y reparación de objetos en el hogar. Sin embargo las labores de cocinar, hornear y planchar están permitidas al igual que en Jol Hamoed. Se permite lavar ropa a máquina pues no implica prácticamente esfuerzo alguno, y en el caso de que el lavado esté destinado a preparar ropas para vestir el mismo día de Rosh Jodesh, se permite hacerlo también a mano. Si la labor es realizada por la mujer con el fin de ganarse el sustento, se le permite hacerla incluso a las mujeres que cumplen la costumbre con excelencia, pues abstenerse de trabajar cada comienzo de mes en forma constante, le puede generar un daño económico. Aunque no se ponga en peligro su puesto de trabajo, si necesita el dinero o si su lugar de trabajo se puede ver perjudicado por su ausencia, tienen permitido trabajar.
8- Shabat Mevarjim.
El Shabat anterior a Rosh Jodesh se acostumbra anunciar en la sinagoga qué día cae el novilunio y se lo bendice, deseando que el Eterno renueve la nueva luna con bien para nosotros y para todo el Pueblo de Israel. En este anuncio hay un rastro recordatorio de la consagración del novilunio por parte del tribunal, y por esta razón, además, se acostumbra a anunciar la hora exacta de la renovación de la luna. Durante el anuncio, el público en la sinagoga acostumbra a estar de pie, ya que en los días en que el tribunal consagraba la luna el público se ponía de pie ante éste. El único mes que no es bendecido en la sinagoga es el de Tishrei, pues todos saben cuándo habrá de acontecer, ya que es la festividad de Rosh Hashaná.
El novilunio es anunciado en Shabat, ya que toda la congregación se encuentra reunida en la sinagoga y pueden así enterarse. Además, todos los días son bendecidos por el Shabat e incluso la santidad de Rosh Jodesh se deriva de la santidad del Shabat anterior, por lo que corresponde anunciar el nuevo mes ese sábado, día a partir del cual se comienza a percibir la alegría festiva de la llegada del nuevo mes.
9- Tiempo propicio para la expiación y pequeño día de Kipur.
Rosh Jodesh es tiempo de expiación, tal como leemos en el rezo de Musaf: “tiempo de expiación para todos sus descendientes” y a esos efectos se ofrendaba un macho cabrío en el Templo.
A fin que el perdón alcanzado fuese completo, los antiguos (“minhag vatikín”) acostumbraban a retornar en teshuvá ante el arribo de Rosh Jodesh. Así también, había quienes acostumbraban ayunar en la víspera del nuevo mes y recitar el rezo de “Yom Kipur Katán” (pequeño día de Kipur) previo al servicio de Minjá. La víspera de Rosh Jodesh fue denominada “Yom Kipur Katán”, pues así como Kipur es el tiempo de expiación para todo el año, la víspera de Rosh Jodesh lo es para todo el mes transcurrido (ver Mishná Berurá 417:4, Kaf HaJaím 10:21). Hoy en día la costumbre de ayunar en víspera de Rosh Jodesh no está muy extendida, y en su lugar es bueno incrementar el estudio de Torá y la entrega de donativos de Tzedaká.
10- Se agrega “Yaalé ve Yavó” en el rezo.
El tema de Rosh Jodesh debe tener su expresión en el contenido del rezo del día, ya que las plegarias fueron instituidas como sustitutas de las ofrendas que se sacrificaban en el Templo. Es así que como en Rosh Jodesh se ofrendaba un sacrificio especial de Musaf, nosotros hoy recordamos la santidad del día en la letra del rezo. A estos efectos nuestros sabios dispusieron que se adicione la plegaria de “Yaalé ve Yavó”, en la que pedimos a D´s que nos recuerde para bien en Rosh Jodesh. Esta adición fue ubicada en la bendición de “Retsé” (‘Acepta…’) en la oración “Shmone Esré”, pues en ésta le pedimos al Eterno que reinstaure pronto la “Avodá” (el culto de los Korbanot) del Templo, siendo éste el sitio apropiado para recordar Rosh Jodesh, pues en el marco de la reinstauración de los sacrificios podremos ofrendar el Musaf correspondiente al novilunio. Quien se olvida de recitar “Yaalé ve Yavó” en Shajarit o Minjá debe volver a rezar (Tratado de Shabat 24(A)).
Si se acordó inmediatamente después de concluir la bendición de “Retsé”, agregará allí “Yaalé ve Yavó” y continuará con la bendición de “Modim”. Si se acuerda cuando ya comenzó a recitar la bendición de “Modim” pero antes de dar los pasos finales hacia atrás que concluyen con el servicio, vuelve al comienzo de la bendición de “Retsé” y continúa hasta el final. Todo esto se refiere a los servicios de Shajarit y Minjá, pero si el olvido acaece durante el servicio de Arvit, si ya pronunció el nombre de D´s correspondiente al final de la bendición de “Retsé”, no habrá de volver hacia atrás, pues no se consagraba el novilunio por la noche. De todas maneras, a priori, se debe recitar “Yaalé ve Yavó” por la noche, pero en caso de olvido, no se ha de volver atrás ni en una sola bendición (Tratado de Brajot 29(B), 30(B), Shulján Aruj 422:1).
11- “Yaalé ve Yavó” en el “Birkat Ha Mazón”
También en “Birkat ha Mazón” se debe de agregar “Yaalé ve Yavó” y si bien no es obligatorio ingerir una comida festiva en Rosh Jodesh, por cuanto que el día es importante, al punto que en el Templo se ofrendaba un sacrificio de Musaf, corresponde recordarlo en la bendición de agradecimiento después de la comida (Tratado de Shabat 24(A) y Tosafot en el lugar). Se agrega “Yaalé ve Yavó” en la bendición de “Rajem”, pues ambas bendiciones tienen en común su tema central que son las súplicas a D´s.
Quien se haya olvidado de recitar “Yaalé ve Yavó” en “Birkat Ha Mazón” no ha de volver al inicio de la plegaria, pues la obligatoriedad de la recordación de la santidad del día recae solo sobre días que tienen comidas preceptivas, como son los casos de Shabat y Iom Tov. Empero en Rosh Jodesh y en Jol HaMoed, no es preceptivo comer con pan, por lo que desde el punto de vista de la santidad del día no es seguro que se vaya a recitar “Birkat Ha Mazón”, y si se olvida en éste de recitar Yaalé ve Yavó no es necesario volver atrás (Shulján Aruj 424:1).
Quien inicia su comida en Rosh Jodesh y alcanza a ingerir veintinueve gramos de pan antes de la puesta del sol y continúa comiendo hasta bastante después de la salida de las estrellas, por cuanto que comenzó a comer cuando aún era Rosh Jodesh, debe adicionar “Yaalé ve Yavó” en el “Birkat Ha Mazón” (Shulján Aruj 188:10 y hay quien disiente, ver Kaf HaJaím 43).
Quien inicia su comida en víspera de Rosh Jodesh y termina de hacerlo tras la salida de las estrellas habiendo alcanzado a ingerir veintinueve gramos de pan después de que comenzó Rosh Jodesh, recita “Yaalé ve Yavó” (Shulján Aruj 271:6, Mishná Berurá 29).
12- Recitado de “Halel” en Rosh Jodesh.
El Pueblo de Israel acostumbra a recitar el “Halel” en Rosh Jodesh, aunque desde un punto de vista estrictamente halájico, no sería obligatorio. Sólo en los días que son denominados “moed” (tiempo celebratorio) y en los que está prohibido realizar labores, es obligatorio recitarlo. Si bien Rosh Jodesh es denominado “moed”, está permitido realizar labores. De todas maneras los judíos acostumbraron a recitar el “Halel”, como forma de expresar la santidad del día que permite elevarse al punto de loar a D´s. Para que quede claro que el “Halel” que se recita en Rosh Jodesh tiene su origen en la costumbre y no en la ley, se omiten dos párrafos del texto completo (El Halel completo consiste de los Salmos 113-118, omitiéndose en Rosh Jodesh 115:1-11 y el 116:1-11).
Los sabios de la Edad Media debatieron respecto del recitado de la bendición correspondiente al “Halel”. Según Maimónides y Rashi, dado que esta oración tiene su origen en la costumbre (“Minhag”), no se debe recitar con bendición, pues no se bendice por una costumbre, mientras que según la opinión de Rabeinu Tam, el Rosh y el Ran, una costumbre importante como es el recitado del “Halel” requiere de bendición. En la práctica la costumbre ashkenazí es que incluso una persona que recita el “Halel” en soledad, debe bendecir, mientras que la tradición de los sefaradim que habitaban Eretz Israel y sus inmediaciones es de no bendecir sin importar el número de orantes. La mayoría de los sefaradim del Norte de África acostumbran que el oficiante recite la bendición al principio y al final en voz alta y así saca de obligación a toda la congregación, empero quien reza sólo, no bendice. De hecho cada quien debe de continuar con su tradición.
Es importante tratar de recitar el “Halel” en público y según la opinión de muchos juristas, quien llega a la sinagoga en el momento en que la congregación lo está recitando, debe unirse a los demás y recitarlo y luego puede comenzar con sus salmos de alabanza (Mishná Berurá 422:116, Yalkut Yosef 422:8, Kaf HaJaím 38, según Arízal no se debe de alterar el orden del rezo).
13- Las diferentes costumbres del recitado del “Halel”.
El recitado del “Halel” debe ser efectuado de pie por tratarse de un testimonio de la alabanza al Eterno, y los testimonios se brindan de pie. A posteriori, si recitó el Halel sentado o acostado cumplió con el precepto, así como también el enfermo que no puede ponerse de pie cumple, a priori, recitándolo sentado o acostado (Shulján Aruj 422:7, Mishná Berurá 28).
No se debe interrumpir el recitado del “Halel” aunque se trate de una interrupción silenciosa, empero si se trata de una necesidad mayor o evitar una ofensa personal, se interrumpe. Asimismo se puede interrumpir para responder plegarias que requieren de quórum. El “Halel” se ha de recitar en orden de principio a fin, y quien lo haya leído en desorden no cumplió con el precepto y debe volver a leer desde el sitio en el cual se equivocó (Shulján Aruj 422:4-6). Es bueno recitar el “Halel” pausada y agradablemente y muchos acostumbran a cantar varios de sus pasajes.
Nuestros sabios dispusieron que se recite inmediatamente después del servicio de Shajarit, ya que como se recuerda el tema de Rosh Jodesh en Shajarit en “Yaalé ve Yavó”, corresponde continuar con una alabanza a D´s por haber consagrado al Pueblo de Israel y los novilunios. A posteriori puede recitarse a lo largo de toda la jornada, ya que, para la ley esencial, todo el día es apto para el recitado del “Halel” (Mishná Meguilá 20:2).
Existen diferentes tradiciones en el orden del recitado del “Halel”, en cuanto a qué versículos se repiten y cuáles son primero recitados por el oficiante y luego repetidos por la congregación. Todas las costumbres son buenas y cada cual debe continuar con su tradición (Tratado de Sucá 38(A)-39(A), Shulján Aruj 422:3).
Se acostumbra que el oficiante recite en voz alta cuatro versículos (Salmos 118:1-4): a) “Agradeced al Eterno porque Él es bueno y Su misericordia perdura por siempre”. b) “Diga pues Israel ahora que Su misericordia perdura por siempre”. c) “Diga ahora la casa de Aharón que Su misericordia perdura para siempre”. d) “Digan ahora los que temen al Eterno que Su misericordia perdura por siempre”. Según la costumbre ashkenazi el público responde cuatro veces después del oficiante: “Agradeced al Eterno porque Él es bueno y Su misericordia perdura por siempre”. Según la costumbre sefaradí el público repite el versículo que recitó el oficiante.
En cuanto a la costumbre de repetir los versículos recitados, en las últimas generaciones se extendió la práctica de repetir todos los versículos desde “Odejá”y hasta el final del “Halel” (Salmos 118:21-29). La razón del doble recitado radica en que, al iniciarse el capítulo de Salmos se repite todo dos veces y desde el versículo que inicia con el vocablo “Odejá” ya no se repite, y nosotros al repetir, continuamos con la dinámica del salmo. Además, estos versículos fueron recitados por el rey David, por Ishai su padre y por sus hermanos, tal como lo relata el Talmud (Tratado de Pesajim 119(A)) y es en mérito de la importancia de estas personalidades que quisieron repetir los versículos.
El versículo que inicia con las palabras “Te Rogamos, oh Eterno nos salves ahora. Te Rogamos oh Eterno nos hagas prosperar ahora” (Salmos 118:25), se repite de manera especial ya que primeramente se repite dos veces la primera mitad y luego se hace lo mismo con la segunda.
14- La lectura de la Torá y el servicio de Musaf.
En honor a Rosh Jodesh suben a la Torá cuatro personas, comenzándose con la lectura del texto sobre la ofrenda permanente (‘Sacrificio de Tamid’), culminándose con la lectura del de la ofrenda del novilunio (Números 28:1-15). Hay en esto una insinuación interesante, en el sentido de que a partir de la santidad cotidiana que está expresada en la ofrenda diaria permanente que se ofrendaba en la mañana y la tarde, es posible obtener la santidad especial del novilunio que implica renovación, expiación y retorno.
Tras la lectura de la Torá y el recitado del salmo 145 “Ashrei” así como de “Ubá le Tzión” (algunos de los sefaradim también recitan también “Beit Yaakov” y “el cántico del día”), se recita la “Amidá” del servicio de Musaf. Las tres primeras bendiciones así como las tres últimas son similares a las de todos los servicios, al tiempo que la bendición central versa sobre el tema de Rosh Jodesh y finaliza con la expresión “que santificas a Israel y los inicios de mes”.
Nuestros sabios dispusieron que se recite Musaf en vez de la ofrenda de igual nombre que se sacrificaba en el Templo al inicio de mes, y asimismo los horarios de los servicios se corresponden con los de los sacrificios, por lo que habrá que recitar Musaf hasta el final de las siete horas temporales del día. Quien se demora y no reza hasta el final de la séptima hora temporal se le llama “negligente”, empero puede rezar después, ya que a posteriori, la ofrenda se podía sacrificar todo el día (Shulján Aruj 286:1).
Se acostumbra a quitar los tefilín previo al inicio de Musaf y así como en los días de fiesta de la Torá (Yom Tov) no se colocan tefilín, pues el día festivo es en sí una “señal del pacto” entre D´s y el Pueblo de Israel no siendo necesario agregar otra señal en la figura de los tefilín, así también el servicio de Musaf de Rosh Jodesh es considerado una “señal del pacto”, haciéndose innecesaria la señal del tefilín (Shulján Aruj 423:4, Mishná Berurá 10).
Se acostumbra a quitar los tefilín tras el recitado del “kadish” previo a Musaf. Es correcto esperar hasta terminar de enrollar los tefilín para iniciar el servicio de Musaf, para que éstos no queden irrespetuosamente sueltos durante el rezo. Además, se acostumbra a recitar en el servicio de Shajarit el salmo 104 “Barjí Nafshí” pues en éste está escrito “estableció la luna para fijar los tiempos celebratorios”. Hay quienes opinan que los levitas solían cantar este salmo en el Templo de Jerusalém en los días de Rosh Jodesh (Aruj Hashulján 423:5).
15- El significado de la bendición de la luna.
En la bendición de la luna, nosotros agradecemos al Eterno el haber creado la luna que nos brinda por la noche su luz para nuestro disfrute. Esta bendición obtuvo un tratamiento especial de respeto y cariño por parte de las masas judías, pues en ésta están insinuadas cuestiones sumamente profundas respecto al Pueblo de Israel. Pasamos a explicar:
De todos los cuerpos celestes, la luna es la que guarda mayor similitud con nosotros. Así como la vida del hombre está llena de ascensos y descensos, asimismo la luna tiene ciclos diferentes. A mitad de mes esta se ve en su plenitud y hacia finales de mes se reduce y desaparece. Así como el primer hombre en un arrebato de pasión y arrogancia comió del fruto del árbol del conocimiento y fue castigado, así también la luna, no satisfecha con el hecho de que su luz sea equivalente a la del sol pidió reinar sobre éste (ver arriba en la introducción inciso 5). Como castigo por su arrogancia D´s redujo la intensidad de su luz y generó el ciclo lunar, por efecto del cual cada mes, ésta se empequeñece y desaparece por un día. Sin embargo, a diferencia del hombre que se reduce y muere, la luna por pertenecer a las huestes celestiales es fija y permanente, por lo que siempre vuelve a resurgir. Así también es la naturaleza de la nación israelita, que por una parte tiene una existencia terrenal sujeta a ciclos de ascenso y descenso, inclinación al bien e inclinación al mal, y por otra parte su conexión con la fe y con D´s la hace eterna. Por lo tanto, a diferencia de las demás naciones, el Pueblo de Israel está vivo y vigente. Nosotros nos conectamos con esta idea respecto de la eternidad de Israel mediante la bendición de la luna al ver que vuelve a crecer nuevamente cada mes.
Esto y más, no solo que logramos sobrevivir a pesar de todas las vicisitudes, sino que además con cada crisis y cada caída nos elevamos a un estadio más alto. El rey David nos enseñó a todos cómo transformar cada traspié y cada crisis en una palanca de crecimiento. Nuestros sabios de bendita memoria nos relatan que David era el más humillado entre sus hermanos y creció en el campo entre las bestias, y de cada cosa supo aprender y desarrollarse. Incluso tras su caída por efecto del pecado en el asunto de Bat Sheva, no se desesperó y retornó en teshuvá completa de inmediato, al punto que nuestros sabios de bendita memoria dijeron que “erigió una ofrenda de teshuvá” (Tratado de Moed Katán 16(2)). David transformó una gran crisis personal en una enorme superación, y desde entonces la fuerza y la forma del retorno se aprenden de él. En mérito de su teshuvá, su dinastía real perdurará por siempre, así como la luna, que siempre después de reducirse vuelve a completarse.
Por esta razón el reinado de David fue comparado con la luna y por eso en la bendición de la luna recitamos el versículo: “David rey de Israel está vivo y vigente”. De esta manera, el Pueblo de Israel de crisis en crisis, crece y se supera corrigiendo todos sus pecados y defectos hasta que al final logrará corregir el mundo a la luz del reino de D´s. En ese día, la luna, que simboliza nuestra situación en el mundo, volverá a su completitud y su luz se equiparará con la del sol. Es así que en la bendición de la luna le rogamos a D´s “que se renueve cual corona de gloria para aquellos que son (por Él) portados desde el vientre, quienes análogamente están destinados a ser renovados y a glorificar a su Creador por el nombre de la gloria de Su reinado”.
Hay quienes acostumbran adicionar el siguiente pedido: “Sea Tu voluntad mi D’s y D´s de mis padres suplir el defecto de la luna de manera que no haya mengua en ella y sea la luz de la luna como la luz del sol, como la luz de los siete días de la Creación, como era antes de ser disminuida, como está dicho: “Y D´s hizo las dos grandes luminarias”. Que se cumpla en nosotros el versículo de las Escrituras (Oshea 3:5) que dice: ´Procurarán a Ad-onai su D´s y a David su rey´ Amén”.
16- La bendición de la luna debe recitarse con alegría.
Por efecto de la magnitud conceptual que se expresa en la bendición de la luna, ésta alcanzó un nivel de consagración tal, al punto de ser considerada como el recibimiento de la mismísima Divina Presencia. A esto se refería el tanaíta de la Casa de Estudios de Rabí Ishmael respecto de esta bendición: “Aun si Israel no mereciese ningún otro privilegio más que recibir a su Padre Celestial una vez al mes (en la bendición de la luna), sería suficiente para ellos. Por esta razón dijo Abaié, que se debe honrar esta bendición y recitarla de pie” (Tratado de Sanhedrín 42(A)). A quien se le dificulte mantenerse de pie puede apoyarse en un bastón o en su compañero y así recitar la bendición. Si apoyarse le resulta dificultoso, puede recitar la bendición sentado.
Se acostumbró a honrar a esta bendición y recitarla con un quórum de diez y en caso de no alcanzarse dicho número es preferible recitarlo de a tres, aunque desde el punto de vista estrictamente halájico se puede recitar individualmente. Cuando existe el temor de que por esperar al día en que pueda recitarla con un quórum de diez personas, corra el riesgo de olvidar de hacer la bendición, es mejor que la recite individualmente (Mishná Berurá 426:21).
Se acostumbra a salir fuera de la casa para recitar la bendición bajo el cielo, pues vimos que ésta implica el recibimiento de la Divina Presencia y así como se sale a recibir a un rey, de la misma manera se debe salir en pos de la bendición de la luna. Empero quien está enfermo o quien teme que si sale de su casa se puede enfriar, puede contemplar la luna desde la ventana y recitar la bendición.
A los efectos de honrar la bendición que implica el recibimiento de la Divina Presencia, se acostumbra recitarla cuando concluye el Shabat, pues en ese momento estamos contentos y vestidos con ropas finas. Empero, si existe el temor que de esperar al sábado en la noche se corre el riesgo de perder la oportunidad de recitar la bendición, se recita en día de semana (Shulján Aruj Ramá 426:2).
En la noche de Shabat se acostumbra a no recitar la bendición de la luna para no mezclar la alegría sabática con la del recitado. Sin embargo, de existir el temor de que si no se recita en la noche de Shabat se puede perder la oportunidad de hacerlo, está permitido hacerlo (Ramá 426:2, Mishná Berurá 12).
Tal como ya vimos, la luna se asemeja a la grey de Israel y ésta es considerada como una novia a ojos del Eterno. Cada mes, la grey se renueva y se purifica cual novia delante de su marido, y de esta manera aumenta la devoción entre D´s e Israel. Cuando el mundo esté corregido de todas sus carencias, se revelará a la vista de todos, la conexión entre Israel y el Eterno, tal como está escrito (Isaías 62:5): “así como el novio se regocija sobre la novia, así se regocijará tu D´s sobre ti”. Por esta razón acostumbramos a bailar y cantar tras la bendición de la luna. Esta danza queda insinuada, cuando se acostumbra a elevarse un poco ‘en punta de pie’, al recitar el versículo “así como yo bailo…” (Ramá 426:2).
Dado que la bendición debe ser recitada con alegría, se acostumbra a hacerlo solamente después del nueve del mes de Av por causa del duelo por la destrucción del Templo y solamente después del día de Kipur, pues antes la tensión del Día del Juicio está muy presente. Al concluir el día de Kipur, a pesar de que aún no se comió, se acostumbra a bendecir la luna, pues al finalizar el ayuno estamos contentos por haber podido hacer teshuvá ante D´s. En cambio, al concluir el nueve de Av, corresponde posponer la bendición de la luna para otra noche o para después de que se rompa el ayuno y se salga de la atmósfera de duelo (Ramá 426:11, Shaar Haziún 9 y ver más adelante capítulo 10 inciso 19). Pero si considera que después le será difícil decir la oración con un quórum de diez personas, podrá decirla enseguida después de terminar el ayuno.
Asimismo quien está en la primera semana de duelo, por cuanto que está sumido en el dolor, si puede, habrá de posponer el recitado de la bendición para cuando se levante de la “shivá”, aunque tenga que recitarla solo. Si no puede posponerla pues la “shivá” concluye después del final del plazo en el que se puede bendecir la luna, puede recitar la bendición estando de duelo (Mishná Berurá 426:11, Kaf HaJaím 5. El final del plazo de recitado se aclarará más adelante en el inciso 18).
17- Ver la luna.
Se bendice la luna por la noche, pues entonces su luz se divisa con claridad y se disfruta. En cambio, si se divisa la luna al atardecer, no se recita la bendición, pues la luz del sol aún es visible y no se disfruta de la luz de la luna (Ramá 426:1). Antes de recitar la bendición se mira en dirección de la luna para disfrutar de su luz, empero durante la bendición se acostumbra a no mirarla (Mishná Berurá 426:13, Kaf HaJaím 34). En caso de que se haya bendecido la luna mientras ésta estaba cubierta por nubes, no se cumplió con el precepto, pues no se pudo disfrutar de su luz. Empero si está cubierta por una leve nube, de modo tal que se puede observar bajo su luz lo que normalmente se divisa, se puede recitar la bendición. A priori, es mejor bendecir la luna cuando ésta se divisa con claridad sin ocultamiento alguno y hay quienes escribieron que es mejor posponer la bendición para otra noche, aunque desde la perspectiva de la ley es posible bendecirla si una leve nubosidad pasa debajo de ésta dado que se puede disfrutar de su luz. Aparentemente, mientras se puede divisar su contorno, está permitido recitar la bendición.
Si durante el recitado de la bendición la luna se cubre por completo, se continúa con la bendición. Empero si de antemano se puede prever que durante la bendición una gran nube habrá de cubrir la luna no se comienza, pues a priori, todo el recitado debe tener lugar mientras la luna es visible (Rabí David ben Zimrá 1:346, Mishná Berurá 426:2, Beur Halajá en el párrafo que se inicia con las palabras ונהנין)
18- ¿Cuándo se recita la bendición de la luna?
Según muchos sabios medievalistas, el tiempo apropiado para la bendición de la luna es a partir del primer día que se divisa y cuanto antes se recite mejor (Maimónides Brajot 10:17, Rosh y otros). Sin embargo, de acuerdo con la opinión de algunos juristas, corresponde esperar hasta que la luna crezca un poco para poder disfrutar de su luz. Hay quienes opinan que se debe esperar hasta que pasen tres días completos, pues entonces la luz ya se puede comenzar a disfrutar (Rabí Saadiá Gaón, Talmidei Rabeinu Ioná) y otros opinan que se deben esperar siete días pues entonces su luz es definitivamente disfrutable (Responsa de Rabí Azariá de Pano 78). En opinión de algunos de los más prominentes cabalistas, entre ellos Rabí Iosef Jickatillia, de acuerdo con la mística judía, se deben esperar siete días y lo fundamentan en el hecho de que la renovación de la luna alude a la renovación del hombre y cada vez que hay un desarrollo se teme que la cualidad del rigor lo obstruya y afecte su crecimiento. Por esta razón es correcto aguardar siete días que se corresponden con los siete días iniciales de la Creación y entonces la novel luz se estabiliza y ya no es posible afectarla.
Los sefaradim y los jasidim acostumbran a no bendecir la luna antes del séptimo día del mes (Shulján Aruj 426:4). La costumbre ashkenazi es de bendecir pasados tres días (Bait Jadash, Mishná Berurá 426:20). En la práctica se acostumbra a recitar la bendición de la luna al salir el Shabat para hacerlo con alegría y bien vestido. Por esta razón, en la práctica, según la tradición ashkenazi y marroquí se bendice el primer sábado por la noche posterior al tercer día desde el novilunio. Según la tradición sefaradí y la jasídica, se bendice la luna el primer sábado por la noche posterior al séptimo día del mes.
Se discutió respecto de qué hacer cuando el sábado por la noche cae en el séptimo día del mes y aún no pasaron siete días completos desde el novilunio. Hay quienes opinan que se debe posponer la bendición para la noche siguiente, o para el siguiente sábado por la noche que caería en la noche del día catorce del mes (Rashash, Hagraz, Kaf HaJaím 426:61). Otros opinan que si bien faltan aún algunas horas hasta que concluya el séptimo día desde el novilunio, se puede recitar la bendición (Kneset Haguedolá, Iejavé Da´at 2:24). Allí donde rezan conjuntamente miembros de comunidades de diferentes orígenes, si el sábado por la noche es séptimo día del mes, es correcto que todos participen de la bendición de la luna, pues esta es la opinión mayoritaria de los juristas.
Quien no tuvo la oportunidad de bendecir la luna con cercanía al día siete, puede hacerlo hasta la mitad del mes, pues mientras la luna se encuentra en su ciclo creciente se la puede bendecir, mas tras pasar la mitad del mes y entrar en fase menguante la bendición ya no se recita.
El ciclo de la luna es de veintinueve días, doce horas y tres cuartos de hora (793 de 1080 partes que contiene una hora). Por lo tanto se puede bendecir la luna hasta pasadas catorce jornadas, dieciocho horas y veinte minutos aproximadamente desde la aparición del novilunio que es la mitad del ciclo. A priori es correcto tener en cuenta la opinión del Maharil en cuanto a que no se ha de recitar la bendición de la luna una vez pasado la mitad del ciclo de la misma. Al comenzar la noche del catorce siempre se puede bendecir la luna y a continuación casi siempre se puede hacerlo, ya que aún no llegó a la mitad de su ciclo. Empero respecto de la noche del quince la ley cambia, a veces ya es más de medio mes pasado el novilunio y está prohibido bendecir y a veces es antes de la mitad del mes y está permitido bendecir, y otras veces al comenzar la noche del quince se puede bendecir y pasadas unas horas ya no (Shulján Aruj Ramá 426:3, Kaf HaJaím 53). De todas maneras, en la práctica, quien se haya demorado y no recitó la bendición de la luna hasta la noche del catorce, podrá hacerlo hasta concluir la noche del quince (Beur Halajá 426:3, Iabía Omer 8:42).

Las reglas del Conteo del Omer
Capítulo 2-

1- El precepto del conteo y su significado. 2- Proceso ascendente de lo nacional a lo espiritual. 3- El conteo y sus versiones. 4- El status del precepto tras la destrucción del Templo de Jerusalém. 5- El horario del conteo. 6- Hasta cuándo se puede contar. 7- Reglas referentes a quien se olvidó de contar por un día. 8- En todos los casos dudosos se continúa contando con recitado de bendición. 9- Mujeres y el conteo del “Omer”. 10- Algunos detalles de las reglas del conteo.

Las reglas del Conteo del “Omer”.
1- El precepto del conteo y su significado.
Es precepto contar cuarenta y nueve días que son siete semanas completas a partir de la noche de la siega del Omer. Esa es la noche del dieciséis del mes de Nisán, a partir de la conclusión del primer día festivo de Pesaj, en la que se salía a los campos donde se cosechaba la cebada y se llevaba a la “azará”, recinto interior del Templo de Jerusalém. Allí se trillaba, aventaba, se separaban las semillas de las cáscaras, tostaban sobre el fuego y se molían fino. A continuación se tomaba una décima parte de una “eifá” (medida de volumen equivalente hoy en día a aproximadamente 2.5 o 4 litros según el jurista. N. de T.) de la harina obtenida, se tamizaba en trece coladores y se mezclaba con un log de aceite (medida de volumen para líquidos que puede oscilar entre 300 y seiscientos mililitros dependiendo del jurista. N. de T.) y se le adicionaba una pizca de levoná (olíbano). A la mañana siguiente esta mezcla era ofrendada sobre el altar, primeramente el sacerdote la alzaba y posteriormente tomaba una pizca de la mezcla y la quemaba sobre el altar. Una vez que esta pizca se quemaba, le era permitido a todo el pueblo comer de la nueva cosecha.
Es importante saber que la fiesta de Shavuot carece de una fecha fija en el mes tal como el resto de las festividades. Por ejemplo, la fiesta de Pesaj tiene marcada la fecha del quince de Nisán y la de Sucot el quince del mes de Tishrei. Sin embargo, el día de celebración de Shavuot se fija según el conteo del “Omer”, ya que tras concluir el conteo de las siete semanas, llega el momento de su celebración, y por eso recibe ese nombre (“Shavuot” en hebreo significa “semanas”). Sobre esto está escrito (Deuteronomio 16:9-10):
“Siete semanas habrás ‘de contar: desde que empieza la hoz a cortar la mies, comenzarás a contar siete semanas. Y harás la festividad de las semanas, ante HaShem tu D’s”.

Además, en el libro de Levítico (23:15-16) leemos:
“y habréis de contar vosotros desde el día siguiente de la festividad: desde el día en que hayáis traído el “Omer” para mecerlo, siete semanas completas, habrán de ser. Hasta el día siguiente de la séptima semana, habréis de contar cincuenta días y ofreceréis una ofrenda nueva ante HaShem”.
El cumplimiento de este precepto no recae únicamente sobre el tribunal rabínico, sino que cada judío en particular tiene el deber de contar los cuarenta y nueve días. Cada quien debe llevar a cabo su propia “cuenta”. Si bien, existe una regla para aquellos preceptos que son recitados en voz alta, y que sostiene “aquel que escucha es como si respondiese”, por lo que a modo de ejemplo, se puede cumplir con el precepto de recordar a Amalek, oyendo la lectura del oficiante y en el caso del conteo del “Omer”, también se puede cumplir con el recitado de la bendición correspondiente al precepto, oyendo al oficiante. Sin embargo en lo que respecta al cumplimiento del precepto del conteo propiamente dicho, en virtud de lo que dice el versículo “has de contar para ti”, la idea de varios de los juristas es que cada quien debe contar por sí mismo con su propia voz (Levush, Jok Ya´akov). Otros juristas consideran que el precepto del conteo es similar a los demás preceptos que implican recitado, por lo que se puede cumplir escuchando a otro (Perí Jadash y Birkei Iosef). Empero a priori, nosotros preferimos cumplir según todas las ideas por lo que cada quien debe contar por sí mismo (ver Mishná Berurá 489:5 y Beur Halajá en el párrafo que se inicia con la palabra ‘ומצוה’).
El origen de este precepto está vinculado con los albores de nuestra conformación nacional. Nuestros sabios de bendita memoria nos explican, que durante el período de la esclavitud en Egipto, el Pueblo de Israel descendió cuarenta y nueve niveles de impureza por lo que no eran dignos de recibir la Torá. Por esta razón, debieron purificarse del oprobio egipcio durante siete semanas, en las cuales D´s les esperó para poder otorgarles la Torá (según el Zohar parashat Emor 97). Además, el conteo encierra un elemento de expectativa por el futuro recibimiento de la Torá. El midrash explica, que cuando Moshé anunció al Pueblo de Israel que tras la salida de Egipto servirían a D´s sobre el Monte Sinaí y recibirían la Torá, el pueblo le preguntó: ¿cuándo habremos de servir al Todopoderoso? Y Moshé les respondió: Hacia el final de los cincuenta días. Por causa del entusiasmo, el pueblo contaba día por día y decían “ya pasó un día”, “ya pasaron dos” y así todos los días, ya que por su cariño y expectativa de recibir la Torá les parecía que el tiempo transcurría con lentitud (Shibolei Haleket 236).
Vemos pues, que el conteo del Omer expresa nuestras ansias y nuestros deseos por el gran día del recibimiento de la Torá. Mientras esperamos, operamos un proceso de purificación de los cuarenta y nueve niveles espirituales que conforman al hombre. Cuanto más puro está el individuo mayor es su capacidad para percibir la luz espiritual que de la ley Divina emana, y así, cada año, mediante el conteo nos preparamos para el día del recibimiento de la Torá (ver final del inciso 3).
2- Proceso ascendente de lo nacional a lo espiritual.
Mediante el conteo del Omer, nos asimos a una línea ascendente que va desde Pesaj hasta Shavuot. Pesaj expresa el aspecto nacional del Pueblo de Israel, ya que al salir de Egipto, se manifestó la singularidad de nuestro pueblo por cuanto que D´s nos escogió entre las demás naciones, a pesar de estar sumidos en cuarenta y nueve grados de impureza. La fiesta de Shavuot expresa el aspecto espiritual de nuestro pueblo, pues en la entrega de la Torá, alcanzamos el punto culminante de conexión con la Divinidad. En Pesaj iniciamos el proceso de liberación del yugo egipcio y en Shavuot completamos nuestra liberación del yugo de las pasiones, enfoques e ideologías y recibimos la Torá Celestial, que permite a quien se ocupa del estudio verdadero de la misma, ser un hombre libre (Mishná Avot 6:2).
Y un aspecto más a tener en consideración. En Pesaj, se manifiesta la fe simple y natural que anida en el alma de todo judío, y que se mantuvo oculta en el seno del Pueblo de Israel incluso durante los difíciles años de la esclavitud en Egipto. En Shavuot, nos elevamos hacia la fe extendida, explicada y ampliada mediante la Torá. La fe natural es muy poderosa y es la base de la existencia, empero no puede dirigirla a buen puerto ni corregirla. Mediante la Torá y sus preceptos, podemos conectar a la fe todos los aspectos de nuestra vida, los mentales, los emocionales y los prácticos.
En resumen, con el conteo del “Omer” nos elevamos en dos aspectos: del plano nacional al plano espiritual y de la fe natural a la fe expandida mediante la Torá y sus preceptos.
No es posible llegar a Shavuot sin pasar antes por Pesaj. Mediante el reconocimiento de la singularidad del Pueblo de Israel podemos elevarnos en pos de la Torá. Mediante la elección de Israel, que se manifestó en la salida de Egipto, podemos recibir la Torá, tal como recitamos en la bendición: “que nos escogió de entre todas las naciones” y en virtud de esta elección ” nos dio su Torá”. Es así que no es posible captar la fe compleja y desarrollada que se percibe con la mente, sin descubrir primeramente la fe simple y natural. Por esta razón es tan importante conectar las fiestas de Pesaj y Shavuot. El conteo del “Omer” oficia de escalera ascendente entre ambas festividades.
3- El conteo y sus versiones.
Previo al conteo se recita la siguiente bendición: “Bendito eres Tu HaShem, D’s nuestro Rey del Universo, que nos consagraste con tus preceptos y nos ordenaste el conteo del Omer”. Tanto la bendición como el conteo se recitan a priori de pie y a posteriori, si se recitaron estando sentados, se cumplió igualmente (Shulján Aruj 489:1).
El conteo está compuesto de dos partes: el cómputo de los días y el de las semanas. Así como está escrito (Levítico 23:15-16): “y habréis de contar vosotros desde el día siguiente de la festividad: desde el día en que hayáis traído el “Omer” para mecerlo, siete semanas completas, habrán de ser. Hasta el día siguiente de la séptima semana, habréis de contar cincuenta días y ofreceréis una ofrenda nueva ante HaShem”.
Por esta razón, en el conteo del “Omer”, debemos recordar tanto el cómputo de los días como de las semanas (Tratado de Menajot 66(A)). Por ejemplo, el séptimo día se debe recitar: “hoy son siete días que son una semana”. El día catorce se debe recitar: “hoy son catorce días, que son dos semanas”. También en medio de la semana se recuerdan ambos conteos, por ejemplo, el décimo día se debe recitar “hoy son diez días, que son una semana y tres días”.
Hay diferentes fórmulas para el conteo del Omer: hay quienes dicen “la Omer” y quienes dicen “ba Omer”. Hay quienes dicen “hoy son catorce días que son dos semanas” y otros dicen “hoy son catorce días que son dos semanas del Omer”. Con todas las versiones se cumple con el precepto. Se acostumbra a adicionar el recitado de una introducción “le shem ijud” previo al conteo y diferentes plegarias tras la misma. Sin embargo estas adiciones no son obligatorias, por lo que lo más importante es el conteo y la bendición que lo precede.
El número siete alude a la completitud, ya que el mundo fue creado en siete días. De hecho, toda cuestión material posee seis aristas que son los cuatro puntos cardinales, arriba, abajo y un séptimo aspecto que es su centro interior. Lo mismo ocurre con el hombre y por esta razón el tiempo necesario para la purificación ritual es de siete días, durante los cuales el individuo se prepara en todas sus facetas para pasar del estado de impureza al de pureza.
Asimismo esta regla se aplica para la purificación en este mundo, como en el caso de la ingestión de ofrendas consagradas (“trumot ve kodashim”) o la purificación de la mujer de caras al encuentro con su marido. Empero, a los efectos de que podamos captar la Torá, que posee un origen Divino y que pertenece a los planos superiores, debemos pasar por un proceso de purificación mucho más profundo, y en vez de siete días se requieren siete semanas. En este conteo, cada una de las siete cifras aparece en sus siete aspectos y de esta manera nuestra purificación, de caras al recibimiento de la Torá es completa, pues cada aspecto de nuestra conducta pasa por un proceso de refinación y expresa su anhelo y expectativa por el recibimiento de la Torá.
4- El status del precepto tras la destrucción del Templo de Jerusalém.
Una de las preguntas básicas en lo referente al conteo del Omer es, si tras la destrucción del Templo el cumplimiento del precepto tiene su origen en la Torá o en nuestros sabios. En el libro de Levítico leemos (23:15): “Y contaréis siete semanas completas desde el día posterior al primer día de la festividad, o sea, desde el día que trajisteis el Omer de la ofrenda alzada”.
Según el “Rosh” el “Ran” y otros numerosos sabios medievalistas (Rishonim), solo en los días en que se presentaba la ofrenda alzada del “Omer”, el conteo del “Omer” era preceptivo según la Torá. Empero hoy día, como no traemos ofrenda al Templo, el precepto se cumple por una ordenanza rabínica (“Dibré Jajamím”), establecida en recuerdo del conteo que se llevaba a cabo en los días en que el Templo estaba en pie. Esta es la razón por la cual, se acostumbra a recitar, tras el conteo, una plegaria por la pronta reconstrucción del Templo, pues cuando éste se erija nuevamente, podremos cumplir con el cómputo del Omer por orden de la Torá y no por mera ordenanza rabínica.
En opinión de Maimónides y Rabí Eliezer ben Joel Haleví, recordar el día que se traía la ofrenda del “Omer” tiene por objetivo enseñarnos la fecha del inicio del conteo pero no es condición previa para el mismo y por esta razón, hoy día que el Templo está destruido y no podemos llevar la ofrenda, estamos de todas maneras ordenados por la Torá a contar el “Omer”.
La implicancia práctica de esta discusión tiene que ver con las situaciones dudosas. Por ejemplo, quien contó entre la puesta del sol y la salida de las estrellas (ocaso), tiempo en el que dudamos si es de día o ya de noche, entramos en la duda si cumplió o no con el precepto. Si consideramos el ocaso como día, quien contó no cumplió con el precepto, pues aún no llegó el momento de hacerlo, mientras que si lo consideramos noche sí cumplió. El Shulján Aruj (489:2) y la mayoría de los juristas consideran que quien contó en el ocaso cumplió con el precepto, pues según ellos, en nuestros días el conteo del “Omer” tiene su origen en la ordenanza de los sabios y en caso de duda respecto de un precepto rabínico se aplica la opinión más flexible. Empero, muchos de los sabios de las últimas generaciones escribieron que, en la práctica, es conveniente ser más estrictos y volver a contar tras la salida de las estrellas sin recitar la bendición, para así cumplir con el precepto también según la opinión de quienes sostienen que en nuestros días, el conteo del Omer tiene su origen en la Torá por lo que en caso de duda corresponde aplicar la opinión más estricta (Eliá Rabá, Mishná Berurá 489:15, Beur Halajá 489:1 en el párrafo que inicia con las palabras ‘לספור העומר’).
5- El horario del conteo.
El conteo del “Omer” se inicia en la noche del 16 de Nisán, tal como está escrito (Deuteronomio 16:9): “Siete semanas habrás de contar: desde que empieza la hoz a cortar la mies”, y el comienzo de la cosecha es la siega del “Omer”, ya que el inicio de toda la cosecha anual es consagrado a la ofrenda del “Omer” y el momento de la siega es la noche posterior al primer día festivo de Pesaj, el día dieciséis de Nisán que es cuando comienza el conteo.
Se debe contar por la noche pues está escrito en Levítico (23:15): “siete semanas completas”, y como es sabido, la jornada incluye día y noche y si se quiere que las siete semanas sean completas, deben incluir todos los días y todas las noches y por esta razón comenzamos a contar por la noche del dieciséis de Nisán (Tratado de Menajot 66(A)). A los efectos de que el conteo incluya todas las horas del día, se debe contar al inicio de la noche y en esto se pone especial énfasis en la primera noche, para que el conteo incluya todas las horas de las siete semanas. De todas maneras es bueno cumplir el precepto con excelencia, tal que todos los días del conteo sean completos e incluyan la jornada entera.
Si bien a priori es preceptivo adelantarse y contar al inicio de la noche, de todas maneras no es obligatorio, por lo que toda persona que vaya a rezar Arvit, debe anteponer el rezo al conteo, pues la regla indica que un precepto que se cumple más asiduamente se realiza antes que otro de cumplimiento menos frecuente. En este caso los preceptos de recitación del Shemá y rezo de Arvit aplican todos los días del año, mientras que el conteo solo cuarenta y nueve, por lo que se cuenta después del servicio (Jok Yaakov, ver Beur Halajá 489:1 en el párrafo que inicia con la palabra אחר).
6- Hasta cuándo se puede contar.
Quien acostumbra todo el año a rezar Arvit en público a una hora tardía, es mejor que cuente después de su rezo habitual, pues de hacerlo solo al inicio de la noche podría equivocarse u olvidarse, amén de que tiene mayor importancia cumplir con el precepto en público.
Aquel que por efecto de sus tareas u ocupaciones no puede rezar en público Arvit al salir las estrellas y tiene la intención de rezar más tarde a solas, es mejor que cuente el Omer solo al salir las estrellas, para así cumplir diligentemente con el precepto al inicio de la noche. Además, se teme que si lo deja para después de su Arvit tardío pueda olvidarse de contar.
Existe una discusión halájica que data de la Edad Media, respecto de si aquel que se olvidó de contar por la noche puede hacerlo durante el día. Vimos que según la Torá el horario del conteo coincide con el de la siega del “Omer”, tal como está escrito (Deuteronomio 16:9): “Siete semanas has de contar, a partir del tiempo del comienzo de la cosecha de trigo”. Según el autor del libro “Halajot Guedolot”, la halajá es de acuerdo con la opinión traída por el Tratado de Menajot (71(A)) en cuanto a que, si no se pudo segar por la noche, a posteriori se lo puede hacer también durante el día siguiente y por lo tanto esta regla se aplica también a las leyes del conteo, es decir que quien se olvida de contar por la noche puede a posteriori hacerlo de día. Según Rabenu Tam, la halajá es de acuerdo con la opinión traída en el Tratado de Meguilá (20(B) y 21(A)), en cuanto a que la siega del “Omer” se puede realizar únicamente por la noche y por lo tanto, quien se olvidó de contar por la noche, ya no podrá hacerlo de día. En la práctica la halajá que se dictó es, que quien se olvida de contar por la noche lo haga durante el día sin recitar la bendición. De esta manera, por una parte tomamos en cuenta la opinión que sostiene que se puede contar de día, empero a los efectos de no entrar en un área de duda sobre si la bendición recitada es o no en vano de día, no se la recita (Shulján Aruj Oraj Jaím 489:7). Los días siguientes podrá seguir contando y recitando la bendición correspondiente (Trumot Hadeshen, Mishná Berurá 489:34).
7- Reglas referentes a quien se olvidó de contar por un día.
Los sabios medievales debatieron respecto de si el precepto del conteo del “Omer”, es un solo precepto cuyo cumplimiento se extiende a lo largo de siete semanas, desde Pesaj hasta Shavuot, o si cada día de los cuarenta y nueve se cumple con un precepto singular de contar. Según el autor del libro “Halajot Guedolot”, el conteo del “Omer” es un solo precepto extendido, tal como está escrito (Levítico 23:15): “siete semanas completas”, por lo que quien se olvida de contar un solo día perdió el precepto y ya no puede volver a contar. Empero la mayoría de los juristas opina, que cada día se cumple con el precepto del conteo, por lo que quien se olvida de contar se perdió el precepto de ese día únicamente y al día siguiente debe continuar contando y recitando la bendición correspondiente (Tosafot, Rosh, Ritba y otros).
En la práctica, la halajá final se determinó de acuerdo con la mayoría de los juristas que sostiene que cada día se cumple un precepto separado y quien se olvidó de contar por un solo día, debe continuar contando, mas lo hará sin recitar la bendición. De esta manera se respeta la opinión minoritaria de que todo el conteo es un solo precepto extendido y que al olvidarse un solo día ya no puede efectivizar el cumplimiento y a los efectos de no ingresar en la duda de si la bendición se recitó o no en vano se decidió que no la recite (Shulján Aruj 489:8).
A los efectos de no perderse el recitado de la bendición, aquellos que se olvidaron algún día de contar, deben de poner intención de cumplir con el recitado al escucharla del oficiante.
En esta halajá se manifiesta la tensión que acompaña al conteo del “Omer”, en cuanto a que quien se olvida de contar un solo día, desconecta de cierta forma la cadena que une la fiesta de Pesaj con Shavuot y se pierde así la bendición. Esto se debe a que es sumamente importante unir la fiesta de Pesaj, que manifiesta la singularidad de la nación judía santificada con la de Shavuot en la que recibimos la Torá, ya que sin Israel no hay Torá y sin Torá no hay Israel.
8- En todos los casos dudosos se continúa contando con recitado de bendición.
A quien le surja algún día la duda de si contó o no, puede seguir haciéndolo con el recitado de la bendición correspondiente, pues solo cuando es claro que se olvidó, tomamos en cuenta la idea halájica de que no puede seguir haciéndolo.
Quien se olvidó de contar por la noche y se acuerda de hacerlo de día, si bien hay quienes opinan que no cumple mediante el conteo diurno, dado que hay quienes opinan que a posteriori, el conteo diurno sí cumple con el precepto, por lo que podrá seguir contando los días subsiguientes con el recitado correspondiente de la bendición.
En el caso de un muchacho que cumple Bar Mitzvá en medio del conteo, se suscitó una duda, ya que de acuerdo con algunos juristas, si bien contó todos los días, no podrá continuar haciéndolo con recitado de bendición ya que lo que contó previo a su Bar Mitzvá no se puede incluir en la secuencia del cómputo junto con lo que contará ya siendo un adulto. Empero según la opinión de la mayoría de los juristas si previo a la Bar Mitzvá contó todos los días su conteo es completo y podrá continuar haciéndolo con recitado de bendición y esta es la costumbre más extendida.
En el caso de un converso, dado que previo a su conversión no contó, comenzará a hacerlo desde el día de su conversión sin recitar la bendición.
9- Mujeres y el conteo del “Omer”.
Según la regla conocida de que las mujeres están exentas de cumplir con los preceptos positivos marcados por un tiempo fijo, éstas están eximidas del conteo del “Omer”, pues se trata de un precepto que depende del tiempo (ver en el libro “Rezo Femenino” capítulo 3).
Pero una mujer que desea hacerlo, puede cumplir con un precepto positivo marcado por el tiempo y se le considera una buena acción. Sabemos que las mujeres acostumbran a escuchar el sonido del shofar en Rosh Hashaná, habitan la sucá y bendicen con las cuatro especies en Sucot. Empero los juristas discutieron respecto del recitado de la bendición, en opinión del Shulján Aruj (Oraj Jaím 589:6), las mujeres no deben hacerlo y esta es la costumbre más extendida entre las mujeres sefaraditas.
En opinión del “Ramá”, una mujer que cumple con un precepto positivo marcado por el tiempo, puede recitar la bendición correspondiente y esta es la costumbre ashkenazi (ver “Rezo Femenino” cap. 2 inciso 8). Sin embargo hay varios de los juristas ashkenazíes que sostienen que es preferible que una mujer cuente el “Omer” sin recitar la bendición, ya que no frecuenta la sinagoga y es más probable que pueda olvidarse de contar algún día y quizás no se percate del olvido y continúe contando con recitado de bendición. Ya vimos que quien se olvidó de contar un día no puede continuar haciéndolo recitando la bendición (Mishná Berurá 489:3). Otros opinan que de acuerdo a la kabalá, las mujeres no deben de contar el “Omer” (Rav Pealim I 12). Otros opinan que según la tradición ashkenazi, la mujer puede contar (Maguén Avraham 489:1).
Por lo tanto, aquella mujer que sabe que puede contar todo el conteo y que en caso de olvidarse un día sabrá continuar haciéndolo sin recitar la bendición, de acuerdo con la tradición ashkenazí, puede contar y recitar la bendición. Esto aplica especialmente para aquellas que acostumbran a rezar Arvit a diario o quienes viven en una misma casa con gente que le ha de recordar de contar, pues en esos casos el temor al olvido es menor.
10- Algunos detalles de las reglas del conteo.
Si alguien es consultado por su compañero en el momento adecuado para el conteo “¿cuántos días son hoy del “Omer”?”, en el caso de que el consultado aún no ha contado el “Omer” con el recitado de bendición correspondiente, no habrá de responder “hoy son tantos días del “Omer”, pues de así hacerlo estaría cumpliendo con el conteo sin recitar la bendición previa y sin poder recitarla en ese día. La respuesta a la consulta debe de ser “ayer fueron tantos días del “Omer” (Shulján Aruj 489:4).
Si al responder a la pregunta de “cuántos días se cuentan hoy”, lo hace con plena conciencia e intención de no cumplir en ese momento con el precepto del conteo, podrá hacerlo más tarde y recitar la bendición correspondiente. En el caso en que el número de días a contar ya es tal que está compuesto de días y semanas y al responder dijo el número de días únicamente, a posteriori podrá más tarde contar el “Omer” recitando la bendición, pues al responder no contó del modo habitual mencionando tanto semanas como días y de esta manera demostró que no tenía intención de cumplir con el conteo al momento de dar la respuesta (Mishná Berurá 489:22).
Antes de recitar la bendición del conteo se debe pensar qué día de la cuenta es hoy (ver Shulján Aruj 489:6, Shaar Hatziún 37). En caso de que por ejemplo, no se esté seguro si son nueve o diez días del “Omer” y no hay a quien consultar, se habrá de contar ambos conteos para así salir de duda. Empero respecto del recitado de la bendición, los juristas han discutido, hay quienes sostienen que se puede bendecir sólo en caso de que se sepa con certeza el número del día a contar, y otros opinan que se puede bendecir por un conteo dudoso, pues con certeza uno de los dos números estará correcto (ver Piskei Teshuvot 489:17), y en la práctica por cuanto que estamos en duda no se recita la bendición.

Costumbres luctuosas durante el conteo del “Omer”.

1- El motivo de las costumbres luctuosas durante el conteo del Omer. 2- Las costumbres luctuosas y sus diferentes períodos. 3- La tradición Sefaradí. 4- La tradición ashkenazi. 5- Matrimonio y compromiso en los días del conteo del Omer. 6- Corte de cabello. 7- Afeitado. 8- Bailes e instrumentos musicales. 9- Circuncisión, introducción de un nuevo rollo de la Torá y Bar Mitzvá. 10- Escuchar música de un artefacto eléctrico doméstico. 11- El recitado de la bendición de “Shejeianu”. 12- Conciso resumen de los días alegres dentro del conteo del “Omer”.
Capítulo 3- Costumbres luctuosas durante el período de la Cuenta del “Omer”.
1- El motivo de las costumbres luctuosas durante el conteo del “Omer”.
Los días que van desde Pesaj hasta Shavuot están impregnados de dolor, ya que en ellos murieron veinticuatro mil alumnos de Rabí Akiva. Por esta razón en estos días se acostumbra a no celebrar matrimonios y cortarse el cabello, así como a no celebrar fiestas bailables opcionales (que no son para una mitzvá).
Antes de ocuparnos de las diferentes costumbres luctuosas, corresponde explayarse un poco sobre el tema central, que es la causa del fallecimiento de los alumnos de Rabí Akiva. En el Talmud, Tratado de Ievamot (62(B)) leemos: “Doce mil parejas de alumnos tuvo Rabí Akiva… y todos fallecieron en un mismo lapso de tiempo por no conducirse con respeto mutuo… todos fallecieron entre Pesaj y Atzeret (Shavuot)… y todos fallecieron de muerte desagradable (epidemia n. de t.)”. “El mundo quedó desolado hasta que Rabí Akiva fue donde nuestros sabios en el Sur y les enseñó (siendo estos los nuevos discípulos): Rabí Meir y Rabí Iehuda y Rabí Iosei y Rabí Shimón y Rabí Elazar ben Shamúa y ellos erigieron la Torá”. Además, el midrash (Bereshit Rabá 61:3) nos relata que Rabí Akiva les dijo a sus nuevos alumnos: “Hijos míos, los sabios primeros no fallecieron sino porque se envidiaban unos a otros, cuidaos de no obrar como ellos”.
Desde entonces, durante el tiempo del conteo del “Omer”, nos conducimos con algunas costumbres luctuosas y procuramos corregir nuestras relaciones interpersonales, especialmente entre quienes estudian Torá. Dado que se trata de una costumbre que adoptó el Pueblo de Israel sin que mediara un decreto rabínico explícito en ese sentido, existen matices entre las diferentes comunidades en la forma de conducirse en estos días y serán detalladas más adelante.
Unos mil años más tarde, durante las Cruzadas, que se iniciaron en el año 4856 (1096 E.C.), los cristianos masacraron decenas de miles de judíos en Europa Occidental y Central, ocurriendo estas desgracias principalmente entre Pesaj y Shavuot. Unos quinientos años más tarde, en los años 5408 y 5409 (1648-1649 E.C.), nuevamente tuvieron lugar crueles masacres de judíos en Europa Oriental, en las que decenas y hasta centenas de miles de judíos fueron asesinados, mayoritariamente en los días del conteo del “Omer”. Por esta razón, entre los judíos ashkenazíes, las costumbres de duelo en los días del “Omer” son más estrictas.
2- Las costumbres luctuosas y sus diferentes períodos.
Hay diferentes costumbres respecto del período del duelo y es menester recordar aquí cuatro principios generales:
a) Las costumbres de duelo se extienden a lo largo de todo el conteo del “Omer” y esto se basa en la versión del Talmud que está en nuestras manos (Ievamot 62(B)), en cuanto a que los alumnos de Rabí Akiva murieron entre Pesaj y Shavuot, por lo que corresponde mantener las costumbres luctuosas a lo largo de todos esos días.
b) Las costumbres de duelo se prolongan solamente hasta el día treinta y tres del “Omer” y esto de acuerdo a la conocida tradición que indica, que el día treinta y tres cesó la mortandad entre los alumnos de Rabí Akiva.
c) Las costumbres de luto se extienden hasta el día treinta y cuatro del “Omer”. Esto de acuerdo con la tradición sefaradita según la cual, interpretan en el Talmud, que los alumnos de Rabí Akiva murieron “ad fros haAtzeret”. El vocablo “fros”, significa: mitad, es decir hasta medio mes antes de la llegada de Shavuot. Si a los cuarenta y nueve días del conteo se les restan quince, quedarán treinta y cuatro días, en los que precisamente murieron los discípulos de Rabí Akiva y en los que se deben mantener las costumbres de duelo.
d) Se acostumbra a guardar treinta y tres días de duelo, y esto es de acuerdo con la tradición según la cual los alumnos fallecieron en todos los días que no son especialmente alegres durante el conteo del “Omer”, o sea los treinta y tres en total. De esta manera se mantiene el duelo durante treinta y tres días seguidos y no importa si son al principio o al final del período de cuarenta y nueve días.
3- La tradición sefaradí.
Según el Shulján Aruj (Oraj Jaím 493:1-2), las costumbres luctuosas se inician el primer día del conteo del “Omer” y se prolongan hasta la mañana del día treinta y cuatro de la cuenta. Esto de acuerdo con la tradición, según la cual, los discípulos de Rabí Akiva fallecieron hasta medio mes antes de Shavuot, por lo que las costumbres de luto se mantienen hasta el día treinta y cuatro. Empero a semejanza de la práctica aceptada respecto de los siete primeros días de duelo por un familiar cercano en primer grado (shivá), medio día se considera un día completo y así como el doliente que se sentó en el suelo parte del séptimo día ya cumplió y puede levantar el duelo, de esta misma manera se procede respecto del duelo del conteo del “Omer”. Es así que no es necesario esperar a que concluya el día treinta y cuatro, por lo que una vez que pasaron unos minutos con posterioridad al despunte del alba, se considera una parte del día como día completo y se anulan todas las usanzas luctuosas.
El día treinta y tres está permitido cantar, bailar y tocar instrumentos musicales en honor al aniversario del fallecimiento de Rabí Shimón Bar Iojai, empero las demás costumbres de luto siguen en pie, como por ejemplo la prohibición de desposar una mujer o cortarse el cabello. Al concluir Lag Ba’Omer (día treinta y tres del “Omer”), está prohibido bailar o tocar instrumentos musicales en la noche del treinta y cuatro y al llegar la mañana de ese día se anulan todas las costumbres luctuosas (respecto del corte de cabello quienes se guían según el Arí z”al prolongan la prohibición hasta la víspera de Shavuot, Kaf HaJaím 493:13).
Hay comunidades sefaraditas como las de Turquía y Egipto, que acostumbran a finalizar con las costumbres luctuosas en la noche del día treinta y tres, Lag Ba’Omer. Si bien hoy la costumbre más extendida entre los sefaraditas de la Tierra de Israel no es así, en caso de existir una gran necesidad de flexibilizar la norma, se puede consultar a una autoridad rabínica.
4- La tradición ashkenazi.
La usanza ashkenazi que predomina actualmente en la Tierra de Israel es el resultado de la confluencia de diferentes tradiciones. La mayoría de las costumbres de duelo se prolongan hasta Lag Ba’ Omer y algunas continúan en vigencia después. Según la tradición, la epidemia cesó el día treinta y tres del “Omer”, empero los discípulos que se enfermaron con anterioridad a esta fecha continuaron falleciendo hasta Shavuot (Maharal en Jidushei Agadot Livamot 62(B)). Por lo tanto se acostumbra a no cortarse el cabello, desposar una mujer, tocar música o bailar hasta Lag Ba’Omer, mientras que con posterioridad a esa fecha se limita únicamente la celebración de bodas o fiestas grandes. Otra razón radica en que durante las Cruzadas y los episodios de 1648-9 fueron masacrados cientos de miles de judíos de las comunidades ashkenazíes, y estas matanzas acaecieron principalmente en los últimos días del conteo del “Omer”, por lo que durante esos días en esta comunidad se evitan de realizar grandes celebraciones. Empero desde el inicio del mes de Siván se acostumbra a permitir la realización de casamientos por efecto de la cercanía de la alegría de la fiesta de Shavuot, que ya se divisa desde le novilunio y deja sin efecto las costumbres de duelo. Hay quienes tienen una opinión más flexible y permiten desposar una mujer desde Lag Ba’Omer en adelante y se abstienen únicamente de la celebración de grandes fiestas que no conmemoran el cumplimiento de un precepto, hasta Shavuot.
El mismo día de Lag Ba’Omer está permitido desposar una mujer y cortarse el cabello. Empero están divididas las tradiciones respecto de la noche del día treinta y tres. Unos opinan que también en la noche de Lag Ba’Omer está permitido desposar una mujer y cortarse el cabello pues todo el día es alegre. Otros opinan que es necesario cumplir con treinta y tres días seguidos de duelo por lo que solo al llegar la mañana de Lag Ba’Omer se puede considerar una parte del día como su completitud y se permite cortar el cabello y contraer matrimonio.
A priori se acostumbra a seguir la idea más estricta, pero de presentarse una gran necesidad se puede actuar según la opinión más flexible y según todas las tradiciones se puede llevar a cabo en la noche del treinta y tres una fiesta bailable.
5- Matrimonio y compromiso en los días del conteo del “Omer”
Una vez analizada la cuestión del período en el cual rigen las costumbres luctuosas, podemos resumir las leyes que las rigen en las diferentes tradiciones. Los Gueonitas escribieron que desde que fallecieron los alumnos de Rabí Akiva no se ha de desposar una mujer entre Pesaj y Shavuot.
En opinión de algunos juristas los únicos matrimonios que se evitan en estos días son los opcionales, como es el caso de quien ya se casó anteriormente y cumplió con el precepto de traer hijos al mundo, empero quien aún no haya tenido descendencia, puede casarse en los días del conteo del “Omer”, pues el precepto de contraer matrimonio se antepone a la costumbre de no celebrarlo en esa fecha (Ridbaz y Perí Jadash). En la práctica, los sabios de las últimas generaciones coinciden en que la costumbre también indica, que quien no haya aún cumplido con el precepto de traer hijos al mundo, no habrá de casarse en estos días pues de otra manera casi que no tendría sentido la costumbre de mantener duelo. Empero está permitido volver a unirse con la mujer de la cual se divorció en su momento, ya que es un precepto y no implica una adición de alegría (Mishná Berurá 493:1, Kaf HaJaím 2-3).
Según la tradición de la mayoría de los sefaraditas la prohibición de contraer matrimonio se extiende desde el inicio del conteo del Omer hasta la mañana del día treinta y cuatro, momento a partir del cual se pueden contraer enlaces. Pero hay también algunas comunidades sefaraditas que acostumbraron permitir casamientos desde Lag Ba’Omer y en caso de gran necesidad se puede proceder según esa costumbre de acuerdo con la indicación de una autoridad halájica (ver arriba el inciso 3).
Los ashkenazíes en la Tierra de Israel acostumbran a prohibir la celebración de casamientos desde el inicio del conteo del “Omer” hasta el día veintinueve del mes de Iyar, y a partir del primero de Siván se permite nuevamente. Algunos rabinos son más flexibles y permiten contraer matrimonio a partir de Lag Ba’Omer a quienes aún no han cumplido con el precepto de traer hijos al mundo, y en caso de que se presente la necesidad, corresponde asesorarse con una autoridad rabínica. Respecto del mismo día de Lag Ba’Omer todas las tradiciones ashkenazíes permiten contraer matrimonio, habiendo quienes extienden la autorización también a la noche. Si el enlace fue contraído en horas del día de Lag Ba’Omer todas las opiniones coinciden con que se pueden extender las celebraciones a la noche del treinta y cuatro.
El día veintiocho del mes de Iyar se conmemora el día de la liberación de Jerusalém (en la guerra de los seis días. N. de T.), y de acuerdo con una disposición del Supremo Rabinato de Israel, ese día está permitido contraer matrimonio según todas las tradiciones ashkenazíes.
Quien fue invitado a una boda en un día que según la tradición de su comunidad no se celebran enlaces pero que según la tradición del novio se permiten, puede participar de la fiesta y del banquete y bailar junto con los novios (Igrot Moshé Oraj Jaím 1:159).
La prohibición recae únicamente sobre casamientos, mientras que fiestas que hoy se denominan compromiso o “erusin”, están permitidas, a condición de que se celebren sin acompañamiento musical.
6- Corte de cabello.
Los sabios medievales escribieron que no se debe cortar el cabello en los días del conteo del “Omer”. Tal como ya estudiamos (incisos 3 y 4) para la tradición sefaradita, la prohibición del corte de cabello se extiende hasta la mañana del día treinta y cuatro y para la tradición ashkenazí hasta la mañana del treinta y tres, habiendo quienes permiten hacerlo desde la noche de ese día tal que en caso de necesidad uno puede apoyarse en esa opinión.
La prohibición se refiere de manera específica al corte de cabello que reviste un carácter festivo o de alegría, empero se puede cortar el bigote cualquier día del conteo si molesta a la hora de comer. Asimismo en el caso en que el cabello crecido genere incomodidades tales como dolores de cabeza o por efecto de heridas existentes en el cuero cabelludo, puede cortarse el cabello en estos días (según el Shulján Aruj 551:13, 531:8, Mishná Berurá 21 y Beur Halajá allí, Sidur Pesaj Kehiljató 12:8-9).
También las mujeres tienen prohibido cortarse el cabello en esos días, empero si es por necesidades relativas al recato se puede, como en el caso de una señora a quien los cabellos se le sobresalen por fuera de su cobertura de cabeza (Shulján Aruj 551:13, Mishná Berurá 79). En caso de que sea necesario, las mujeres tienen permitido quitar algo que provoca un fuerte rechazo estético como por ejemplo depilarse las cejas y quitar vello del rostro (Piskei Teshuvot 493:7 citando al Rav Shlomo Zalman Oierbaj y ver Igrot Moshé Ioré Deá 2:137).
La prohibición del corte de cabello aplica también para los niños y en caso de gran necesidad como por ejemplo evitarles dolor o sufrimiento se permite el corte (ver Shulján Aruj 551:14, Mishná Berurá 82).
En el caso de una circuncisión, tanto el padre del niño como el padrino y el circuncidador (mohel) tienen permitido cortarse el cabello de cara a la celebración (Mishná Berurá 493:12 y la ley referente a Yom Haatzmaut se explicará en el capítulo 4 inciso 11). Cuando Rosh Jodesh Iyar cae en Shabat, de acuerdo con la tradición ashkenazí, está permitido cortarse el cabello en la víspera (Mishná Berurá 493:5). Según la tradición sefaradita solo en caso de gran necesidad esto se puede permitir (Kaf HaJaím 493:42).
Quienes se conducen según las costumbres del Arí z”al, se abstienen de cortarse el cabello todos los días del conteo del Omer hasta la víspera de Shavuot, cuando lo hacen en honor a la fiesta. Según esta tradición, ni siquiera en virtud de una circuncisión se permite cortar el cabello y solamente a los niños de tres años de edad se les corta el cabello en Lag Ba’Omer (Kaf Ha Jaím 493:13).
7- Afeitado
Respecto del afeitado surge la siguiente pregunta: quien acostumbra a afeitarse a diario durante todo el año, ¿tiene permitido hacerlo durante el conteo del “Omer”? Según la mayoría de las opiniones, el afeitado es un caso particular del corte de cabello, por lo que los días que lo uno está vedado lo otro también lo está. Así se acostumbra a hacer en la mayoría de las ieshivot, al punto de que no afeitarse se ha transformado en la señal más notoria de duelo en los días del conteo del “Omer”.
Empero hay quienes opinan que entre corte de cabello y afeitado existe una gran diferencia. El corte de cabello tiene un aspecto festivo y la prueba es que la gente suele hacerlo previo a una fiesta o gran celebración, al tiempo que el afeitado es una acción rutinaria que se realiza a diario o cada pocos días y tiene por finalidad quitar el vello facial que afecta la estética de quienes acostumbran a hacerlo asiduamente, por lo que no sería parte de la prohibición del corte de cabello. De acuerdo a esta idea, en vísperas de Shabat es menester afeitarse en especial, para no recibir el día sagrado de manera no respetable.
Aquellos que quieran apoyarse en la idea que permite afeitarse pueden hacerlo y no se les debe de criticar, empero lo mejor es que cada quien mantenga la tradición paterna o la de su rabino. Esto se debe a que si bien por la base de la ley, uno puede apoyarse en la opinión más flexible, no es posible ignorar el hecho de que en la costumbre de no afeitarse en los días del conteo del “Omer” encontramos una expresión fehaciente de la disposición a sacrificar la comodidad individual en aras del cumplimiento de las costumbres. Por lo tanto corresponde que cada quien actúe según su tradición paterna o la de su rabino, pues en el área de las costumbres, la influencia del medio ambiente es más relevante que las finas puntualizaciones halájicas respecto de la pregunta de si el afeitado es parte de las costumbres de duelo.
8- Bailes e instrumentos musicales.
Por cuanto que en los días del conteo del “Omer” se acostumbró a que no abunden los eventos festivos opcionales, los juristas de las últimas generaciones escribieron que se deben de prohibir las fiestas y los bailes opcionales (Maguén Abraham 493:1). Asimismo se acostumbró a prohibir tanto la ejecución como la audición de música instrumental.
Según la tradición sefaradí si bien las costumbres luctuosas se extienden hasta la mañana del día treinta y cuatro del Omer, el día treinta y tres, Lag Ba’Omer, está permitido tocar instrumentos y bailar en honor del aniversario del fallecimiento de Rabí Shimon Bar Iojai. Pasado el día treinta y tres la prohibición continúa durante la noche del treinta y cuatro y por la mañana del treinta y cuatro se acaban todas las costumbres luctuosas.
Según la tradición ashkenazí la prohibición se extiende hasta la conclusión del día treinta y dos del “Omer” y a partir del treinta y tres por la noche ya se puede tocar música, danzar y alegrarse en honor de Rabí Shimon Bar Iojai. Según la tradición ashkenazí mayoritaria, pasado Lag Ba´Omer es correcto abstenerse de fiestas grandes como ser eventos bailables hasta Shavuot, empero se permite ejecutar y escuchar música instrumental. Asimismo está permitido realizar actividad física aeróbica con acompañamiento musical, ya que esa danza es fundamentalmente gimnástica y no expresión de alegría.
En los días de Jol Hamoed Pesaj se acostumbra a tocar instrumentos y bailar, pues alegrarse en esos días es preceptivo (Mishná Berurá 529:16, ver Piskei Teshuvot 493:6). Sin embargo, no se celebran matrimonios en Jol Hamoed, pues “no se debe de entremezclar una alegría con otra” (Shulján Aruj Oraj Jaím 546:1). Asimismo los sabios prohibieron cortarse el pelo en Jol Hamoed para que la gente se lo corte previo a la fiesta (ídem 531:2).
Un judío que se gana el sustento tocando música en fiestas de gentiles, tiene permitido hacerlo en los días del “Omer”. Asimismo está permitido aprender y enseñar a tocar instrumentos en estos días, ya que no se trata de una ejecución instrumental festiva o alegre (Sidur Pesaj Kehiljató 12:16 y ver Piskei Teshuvot 493:4). Empero un alumno que no estudia de manera continua todo el año, de ser posible, es bueno que el receso caiga sobre el período de duelo del conteo del “Omer”, y en caso de que solo pueda hacer un receso al año, es mejor que lo postergue para las tres semanas que van del diecisiete de Tamuz al 9 de Av (ver capítulo 8 inciso 2).
9- Circuncisión, introducción de un nuevo rollo de la Torá y Bar Mitzvá.
Está permitido celebrar banquetes de mitzvá en los cuales se canta y baila, tal como se acostumbra a hacer durante todo el año. Por ejemplo, está permitido celebrar banquetes festivos para celebrar una circuncisión (brit milá), el rescate de un primogénito (pidión haben) o la conclusión del estudio de un tratado del Talmud en los días del conteo del Omer. Quien acostumbra durante todo el año a acompañar estas celebraciones con bailes y música alegre tiene permitido hacerlo pues se trata de una “alegría de mitzvá”.
Allí donde se acostumbra a invitar músicos para acompañar alegrías de mitzvá, está permitido hacerlo durante los días luctuosos del conteo del “Omer”. Si bien hay quienes se abstienen de ello, dado que se trata de una duda relativa a una costumbre de duelo, la halajá se dicta conforme a los juristas más flexibles. Empero, cuando no es claro que se acostumbra a invitar músicos, es mejor abstenerse de hacerlo en estos días.
Está permitido introducir un nuevo rollo de la Torá en una sinagoga (hajnasat Sefer Torá) y acompañar el evento con música instrumental, canciones y bailes ya que se trata de una celebración de mitzvá.
Lo mismo ocurre en el caso de la celebración de una Bar Mitzvá, que se lleva a cabo el mismo día en que el joven cumple años, en ese caso se celebra así como se acostumbra a hacerlo durante todo el año. Empero, en el caso en que la celebración no se realice el mismo día que el joven cumple años, se puede realizar el banquete pero sin acompañamiento musical. En caso de que se concluya el estudio de un Tratado del Talmud o uno de los seis órdenes de la Mishná, al inicio del banquete se podrá acompañar con música tal como se acostumbra en toda celebración de Bar Mitzvá durante todo el año.
10- Escuchar música de un artefacto eléctrico doméstico.
La mayoría de los juristas opina que no hay diferencia entre escuchar música en vivo y escucharla través de la radio o cualquier otro artefacto electrónico, por lo que así como está prohibido escuchar música instrumental en los días del conteo del “Omer” hasta el día treinta y tres y durante las Tres Semanas que van del diecisiete de Tamuz al 9 de Av, asimismo está prohibido escucharla de aparatos electrónicos. Empero se pueden escuchar canciones sin acompañamiento instrumental a través de aparatos electrónicos (Igrot Moshé Ioré Deá 2:137, Iejavé Daat 6:34). Hay quienes incluso prohíben escuchar canciones sin acompañamiento instrumental vía estos aparatos, pues para estos juristas el artefacto es considerado como instrumento musical (Tzitz Eliezer 16:33, Shevet Haleví 8:127).
Sin embargo, hay quienes opinan que la costumbre de prohibir escuchar instrumentos musicales en estos días no aplica a su audición mediante aparatos electrónicos, pues en esta audición no hay un componente festivo similar a escuchar música en vivo. Además, hoy en día todos están acostumbrados a escuchar melodías en la radio y otros artefactos, por lo que al transformarse en algo rutinario pierde su carácter festivo y entra en la categoría de música vocal permitida en los días del conteo del “Omer”. Más aún, estos juristas sostienen que las canciones se deben de dividir entre las de carácter corriente y las especialmente alegres, pues solo éstas últimas corresponde prohibirlas durante estos días, aunque se escuchen mediante un artefacto electrónico; empero canciones corrientes y por supuesto que canciones tristes no se deben de prohibir en los días del conteo del “Omer”. Quien quiera actuar de un modo más flexible, tiene la posibilidad de apoyarse en esta opinión. Consideramos que, según todas las opiniones, quien conduce un automóvil y teme dormirse, tiene permitido oír música para mantenerse despierto. Asimismo consideramos que canciones corrientes no deben de oírse con un volumen muy elevado, pues la potencia del sonido por si misma genera un cierto carácter festivo.
11- El recitado de la bendición de “Shehejeianu”
En los días del conteo del “Omer” está permitido adquirir una fruta nueva de la estación y recitar sobre ésta la bendición correspondiente de “Shehejeianu”, así como también se permite comprar una prenda nueva o un mueble nuevo. Empero, en las comunidades ashkenazíes, en virtud de las Cruzadas y las masacres espantosas que fueron perpetradas por los cristianos en este período, los rabinos hicieron más estrictas las costumbres luctuosas llevándolas al nivel de las de las ‘Tres Semanas’. Por lo tanto, así como en éstas semanas está prohibido recitar la bendición de “Shehejeianu”, pues sería incoherente agradecer a D´s por haber llegado a los días de la destrucción del Templo, de la misma forma no corresponde recitar la misma bendición en días en los cuales tantos judíos fueron masacrados santificando el nombre de D´s.
En la práctica, se sentenció que no hay impedimento para recitar “Shehejeianu” en los días del “Omer”, y que no deben de ser equiparados a las Tres Semanas. Por lo tanto, quien quiera abstenerse en estos días de adquirir ropa y muebles nuevos será bendecido, empero en caso de necesidad imperiosa, aún quien se comporte con estrictez, tiene permiso de flexibilizar su conducta. Por ejemplo, quien tiene mucha necesidad de adquirir un mueble o una prenda puede hacerlo, y a quien se le presenta una oportunidad única de adquirir el mueble o la prenda a un precio de ocasión, puede adquirirlo. De acuerdo con la usanza más estricta, la prenda ha de ser estrenada en Shabat, en Rosh Jodesh, en Yom Haatzmaut o en un banquete festivo por el cumplimiento de un precepto. Asimismo, si adquirió un mueble nuevo debe intentar de comenzar a usarlo en estos momentos que son tiempos de alegría.
Está permitido adquirir un inmueble e ingresar a vivir en él en estos días, y especialmente cuando se trata de una casa en la Tierra de Israel, y más aún si se trata de un inmueble ubicado en una zona carente de presencia judía, ya que todo aquél que adquiere allí una casa, cumple de manera sobresaliente con el precepto de habitar la Tierra de Israel. Si el adquiriente es individual habrá de recitar la bendición de “Shehejeianu”, mientras que si los adquirientes son una pareja habrán de recitar “Ha Tov ve Hameitiv”.
Está permitido invitar amigos a una comida, a condición que en ésta no se toquen instrumentos musicales. Asimismo está permitido realizar viajes y paseos, pues la prohibición recae sobre actividades alegres y no sobre actividades placenteras. Empero, hay quienes son más estrictos y se abstienen de pasear, pero en las reglas luctuosas de estos días del “Omer”, la halajá se definió de acuerdo a la idea más flexible. De todas maneras, si se trata de un paseo escolar es mejor posponerlo hasta después de Lag Ba’Omer pues va acompañado de mucha alegría, empero si se trata de un paseo educativo o una sesión itinerante de estudio, está permitido llevarlos a cabo a priori.
12- Conciso resumen de los días alegres dentro del conteo del “Omer”.
En Jol Hamoed Pesaj no se aplica ninguna costumbre luctuosa pues es preceptivo alegrarse en esos días, tal como se explicó anteriormente en el inciso 8 respecto de la ejecución de música instrumental.
Según muchos juristas en Rosh Jodesh Iyar está permitido cortarse el cabello, pues se asemeja a un día festivo (Yom Tov) y no se aplican sobre éste costumbres luctuosas. En la práctica, la costumbre más extendida es no cortarse el cabello en Rosh Jodesh Iyar y así lo dictaminó el Shulján Aruj (493:3).
Cuando Rosh Jodesh Iyar cae en Shabat, según la tradición ashkenazí está permitido cortarse el cabello en la víspera, por cuanto que estamos ante una alegría suplementaria y asimismo ese mismo viernes está permitido contraer matrimonio antes de la entrada del Shabat, de modo tal que la alegría y el banquete caigan ya en Shabat y en Rosh Jodesh. La costumbre más extendida entre los sefaradíes es de hacerlo de esta manera solo en caso de gran necesidad.
Yom Haatzmaut es un día de acción de gracias, por lo que corresponde afeitarse de caras a su celebración y hasta se permite cortar el cabello, empero está prohibido contraer matrimonio (ver más adelante capítulo 4 inciso 11).
En Lag Ba’Omer, según la tradición ashkenazí, está permitido cortarse el cabello y desposar una mujer mientras que para la tradición sefaradí está prohibido, tal como se vio anteriormente en los incisos 3 y 4.
Cuando Lag Ba’Omer cae un día viernes también los sefaradíes tienen permitido cortarse el cabello y afeitarse (Shulján Aruj 493:2).
Cuando Lag Ba’Omer cae un día domingo, según la tradición ashkenazí está permitido cortarse el cabello el viernes anterior, mientras que para los sefaradíes está prohibido (ver arriba inciso 8).
El veintiocho de Iyar, día de la liberación de Jerusalém, según la tradición de muchos Ashkenazíes que no desposan una mujer hasta Rosh Jodesh Siván, les está permitido contraer matrimonio y acompañar el evento con grandes celebraciones (ver más adelante capítulo 4 inciso 11).




Yom Haatzmaut, Yom Yerushalaim y los días de recordación.

1) El precepto de asentarse en la Tierra de Israel. 2- Inicio de la redención (“atjalta de gueula”) y santificación del nombre de D´s. 3- La salvación del Pueblo de Israel. 4- Los tres juramentos. 5- El establecimiento de un día festivo para todas las generaciones en el Día de la Independencia (Yom Haatzmaut). 6- Recitado de “Halel”. 7- “Halel”: ¿con o sin bendición previa? 8- La bendición de “Shehejeianu” y el recitado del “Halel” por la noche. 9- En la mayoría de los casos Yom Haatzmaut es pospuesto. 10- Yom Ierushalaim. 11- Afeitado, corte de cabello, celebración de bodas y recitado de Tajanún. 12- Yom Hazikaron: Día de Recordación de los soldados caídos en las guerras de Israel. 13- La sirena y el minuto de silencio en honor a los soldados caídos. 14- Día de recordación de la Shoá y el heroísmo: Yom Hashoá.
Capítulo 4- Yom Haatzmaut, Yom Yerushalaim y los días de recordación.
1) El precepto de asentarse en la Tierra de Israel.
El día 5 de Iyar del año cinco mil setecientos ocho desde la creación del mundo, cuando se estableció el Estado de Israel, el pueblo judío tuvo el mérito de poder cumplir con el precepto de asentarse en la Tierra de Israel. Si bien con anterioridad cada judío que habitaba la Tierra de Israel cumplía un precepto, tal como está escrito (Talmud Tratado de Ktuvot 110(B)): “Un judío debe siempre vivir en la tierra de Israel aunque esté solo en medio de una ciudad de idólatras y no habrá de vivir fuera de la Tierra de Israel aunque sea en una ciudad de mayoría judía, ya que todo judío que habita en la Tierra de Israel es como si tuviese D´s y todo judío que habita fuera de la Tierra de Israel es como si no tuviese D´s”. De todas maneras el precepto se cumple principalmente por intermedio de todo el pueblo de Israel mediante el ejercicio de la soberanía judía sobre la tierra patria, y el precepto individual de cada judío de habitar en ella, se deriva del precepto colectivo que pende sobre toda la nación.
Sobre esto está escrito (Números 33:53): “Y desposeeréis a los habitantes de la tierra y morareis en ella porque Yo os la he dado a vosotros”. “Desposeeréis” implica conquistar la tierra y ejercer sobre ella la soberanía, y “morareis” implica, habitarla para que no permanezca desolada. Asimismo está escrito: (Deuteronomio 11:31): “y la poseeréis y viviréis en ella”. Najmánides describió el precepto a cumplir de la siguiente manera: “se nos ordenó heredar la tierra que D´s dio a nuestros ancestros Abraham Itzjak y Yaakov y no debemos abandonarla a manos de otra nación o dejarla desolada” (agregados a los preceptos positivos 4).
Este precepto recae sobre el pueblo de Israel en todas las generaciones, aunque por muchos años no pudimos cumplir el precepto pues carecíamos de ejército y armamento para conquistar nuestra tierra y asentarla. Gracias a D´s, en las últimas generaciones, el espíritu nacional se despertó y los judíos se reunieron paulatinamente en la Tierra de Israel, plantaron en ella árboles, desarrollaron su economía, organizaron una fuerza de defensa, lucharon contra un gobierno extraño y así cuando el Mandato Británico sobre la Tierra de Israel llegó a su fin, nuestros representantes pudieron declarar el establecimiento del Estado de Israel. Desde entonces el pueblo judío comenzó colectivamente a cumplir con el precepto de asentarse en la Tierra de Israel y si bien aún, no todo el territorio patrio está en nuestras manos, y todavía dependemos en cierto grado de las naciones del mundo, volvimos al cumplimiento real del precepto de asentarnos en nuestra patria ancestral.
Las leyes referentes al duelo por la destrucción de la Tierra de Israel, tienen una estrecha relación con el grado de soberanía judía que sobre la misma se ejerce. Nuestros sabios dispusieron que todo aquél que ve las ciudades de Judea destruidas ha de recitar: “tus ciudades sagradas se transformaron en desierto”, y paso seguido debe rasgar sus vestiduras. Los juristas explican que la definición de destruidas depende del gobierno, ya que cuando la Tierra de Israel está regida por extraños, aunque la mayoría de los habitantes de las localidades sean judíos se les considera destruidas y se rasgan las vestiduras al divisarlas. Por el contrario, cuando la Tierra de Israel está gobernada por judíos, aunque la mayoría de los habitantes sean no judíos no se las considera destruidas y no se rasgan las vestiduras al contemplarlas (Beit Iosef y Bait Jadash Oraj Jaím 561, Maguén Abraham 1, Mishná Berurá 2).
Nuestros sabios elogiaron de sobremanera el precepto de asentarse en la Tierra de Israel al grado de que la hicieron equivalente al cumplimiento de todos los preceptos (Sifrí Reé 53).
2- Inicio de la redención (“atjalta de gueula”) y Santificación del Nombre de D´s.
Al establecerse el Estado de Israel llegó a su fin el oprobio del exilio. Generaciones tras generaciones deambulamos por el exilio sufriendo humillaciones terribles, despojos y asesinatos. Fuimos la burla de las naciones y se nos consideraba ovejas destinadas al matadero a las que se podía degollar. Los gentiles nos decían que no teníamos ya esperanza alguna, se trataba de una terrible situación de profanación del Nombre Divino, pues por cuanto que Su Nombre está sobre nosotros, al ser humillados también Su nombre se profana entre las naciones (ver Ezequiel 36).
Los profetas de Israel anunciaron en nombre de D´s: “Por cuanto os tomaré de entre las naciones y os recogeré de todos los países y os traeré a vuestra propia tierra” (Ezequiel 36:24). “Y construirán casas y las habitarán y plantarán viñedos y comerán sus frutos” (Isaías 65:21). “Nuevamente plantarán viñedos sobre las montañas de Samaria. Los labradores plantarán y dispondrán de su fruto” (Jeremías 31:4). “Y la tierra asolada será cultivada en los lugares donde era una desolación a los ojos de los que pasaban por allí. Y dirán: Esta tierra que era desolada se convirtió en el jardín del Edén, y las ciudades desiertas y en ruinas están fortificadas y habitadas” (Ezequiel 36:34-5). “Y haré retornar el cautiverio de Mi pueblo Israel y reconstruirán las ciudades asoladas y las habitarán. Y plantarán viñedos y beberán su vino. Cultivarán también huertos y comerán sus frutos. Y yo los plantaré en su propio suelo y no serán más arrancados de la tierra que les di, dice el Eterno su D´s” (Amós 9:14-5).
Sin embargo, al transcurrir tantos años sin que la promesa de D´s se cumpla, se propagó por el mundo la profanación del Nombre Divino y los enemigos del Pueblo de Israel llegaron a la conclusión de que no había ya posibilidades de que los judíos vuelvan a su terruño. Nuestros sabios de benditas memoria, vieron en el retorno de los exiliados un milagro extraordinario, al punto que sostuvieron que “la reunificación de los exiliados es grande como el día en que se crearon los cielos y la tierra” (Tratado de Pesajim 88(A)). Y he aquí que el milagro ocurrió, la palabra de D´s se cumplió y se transformó en una masiva santificación del Nombre Divino, que fue engrandeciéndose con la Guerra de los Seis Días en la que liberamos a Jerusalém y las otras ciudades santas de Judea y Samaria.
Este proceso de reunión de los exiliados y el reverdecimiento de los páramos de la Tierra de Israel que adquirió gran impulso en días del establecimiento del Estado Judío, es el comienzo de la redención. Tal como lo explicó Rabí Aba (Tratado de Sanhedrín 98(A)): “No tienes un final (del exilio) más revelado que cuando se cumple (lo que anunció Ezequiel 36:8): “pero vosotros, oh montañas de Israel, haced brotar vuestros pimpollos y dad vuestro fruto a Mi pueblo Israel porque están cercanos”. Rashi explica que “no hay señal más revelada de que llegó a su fin el exilio que cuando la Tierra de Israel vuelva a dar su fruto en abundancia”.
Sin embargo, aún tenemos mucho por corregir y lamentablemente todavía no tuvimos el mérito de retornar en teshuvá completa y reunirnos todos en la Tierra de Israel. Empero nuestros sabios de bendita memoria nos enseñan (Tratado de Sanhedrín 98(A)), que hay un tipo de redención que es “inmediata”, mediante el completo retorno a D´s y el cumplimiento de sus preceptos y otro tipo es “en su momento”, a través de la evolución de procesos naturales. Esto implica que cuando llegue el momento indicado, aunque el pueblo de Israel no retorne a D´s por completo, se iniciarán procesos naturales que estarán acompañados de enormes problemas y terribles sufrimientos que llevarán al pueblo judío a retornar a su tierra ancestral para reconstruirla y de esa manera la completa redención se acercará paso a paso. Los sufrimientos que acompañarán al proceso de redención natural son denominados “dolores de parto del Mashíaj” y cuanto más nos reforcemos en el cumplimiento del precepto de asentamiento en la Tierra de Israel así como en el retorno a D´s y sus preceptos, más atenuados serán los “dolores de parto” y éstos se nos presentarán bajo formas agradables (según Rabí Eliahu de Vilna en su libro “Kol HaTor”). Respecto de este tipo de redención nuestros sabios dijeron “Así es la redención del pueblo de Israel, poco a poco y cada vez aumentando de más en más” (Talmud Jerosolimitano Tratado de Brajot 1:1).
Según la Torá y los distintos profetas el proceso de la redención se desarrolla de la siguiente manera: en un inicio habrá un retorno menor a D´s y sus preceptos y en virtud de este, el pueblo de Israel se reunirá en su tierra y ésta volverá a dar su fruto, y paso seguido D´s nos insuflará de un espíritu superior que nos llevará al completo retorno.
3- La salvación del pueblo de Israel.
En Yom Haatzmaut, el pueblo de Israel se salvó de la esclavitud adquiriendo la libertad, liberándose del sometimiento a los poderes extranjeros para adquirir independencia política. A raíz de esto, la nación judía se salvó de la muerte y obtuvo la vida, pues hasta entonces nos estaba vedado defendernos de nuestros perseguidores y desde entonces con la ayuda de D´s nos defendemos exitosamente. Si bien nuestros enemigos no han cesado aún de procurar nuestro exterminio, desde que se constituyó el Estado de Israel, por gracia Divina, contamos con un ejército, una fuerza de protección que nos permite defendernos y derrotar a nuestros perseguidores. En más de medio siglo de existencia del Estado de Israel, cayeron en combate y atentados terroristas alrededor de veinte mil judíos, empero pocos años antes de la constitución del Estado, en solo cinco años, durante la Shoá, fueron asesinados seis millones de nuestros hermanos. Esto representa un número más de trescientas veces mayor y pauta la diferencia entre tener o no la posibilidad de defendernos
Inclusive para los judíos de la diáspora, la vida se ha tornado más segura, pues hoy tienen un país que siempre está listo a recibirlos y actúa en su favor en el ámbito internacional. Antes del establecimiento del Estado de Israel, las naciones no prestaban prácticamente atención a las denuncias judías de persecución y masacres que tenían lugar en diferentes países. A partir del surgimiento del Estado de Israel, hasta las naciones más sanguinarias tuvieron que tener en cuenta la integridad de los judíos que habitaban en sus territorios, por efecto de las posibles acciones de represalia que podría emprender el Estado Judío. Inclusive el régimen comunista se vio en la necesidad de flexibilizar sus criterios y permitir que judíos puedan traspasar la Cortina de Hierro y salir al mundo libre, cosa que sería impensable antes de 1948.
La salvación del pueblo de Israel en virtud de la independencia política tiene también un aspecto espiritual, ya que el pueblo judío sufrió una gran crisis espiritual durante la Edad Moderna. Las posibilidades de inserción social y nacional que se presentaron ante el judío, generaron una enorme tentación de asimilarse. No es este el sitio en el cual explayarse sobre las causas de la crisis, el Rav Kuk de bendita memoria solía ocuparse extensamente de esta cuestión. En la práctica, en cada país que atravesó el proceso de modernización, se generó un peligroso proceso de abandono de la religión judía y asimilación. Este proceso, hasta el día de hoy amenaza la misma existencia de las comunidades judías en el exilio. El proceso de asimilación tuvo su inicio hace unos doscientos años en Europa Occidental y se expandió paulatinamente a Europa Oriental y a las ciudades capitales de los países árabes que estaban más desarrolladas. En la gran comunidad judía de los Estados Unidos, la mayoría de los judíos se casan con gentiles y aquellos que desposan judíos tienen muy pocos hijos. En este contexto, las comunidades judías de la diáspora tienden a desaparecer, al tiempo que únicamente en el Estado de Israel la población judía crece y el fenómeno asimilatorio es menor. Más aún, el porcentaje de judíos allegados a la Torá es más alto que en cualquier otra comunidad judía del extranjero. Esta salvación espiritual es fruto del establecimiento del Estado de Israel que permitió la reunión de los dispersos y evitó la tentación de la asimilación en el extranjero.
Vemos entonces que Yom Haatzmaut fue coronado con tres santidades, la del cumplimiento del precepto del asentamiento en la Tierra de Israel, la de la santificación del Nombre de D´s a ojos de las naciones que vieron iniciarse la redención y la santidad de la salvación del santo pueblo de Israel.
4- Los tres juramentos.
Está escrito en el Cantar de los Cantares (2:7): “Yo os conjuro, oh hijas de Jerusalém, por las gacelas y por las siervas del campo, que no despertéis ni agitéis a mi amada hasta que ella quiera”. Nuestros sabios explicaron el versículo (Tratado de Ketuvot 111(A)) diciendo que D´s hizo jurar tres juramentos, dos al pueblo de Israel, en cuanto a que no desafíen a las naciones y no migren a Israel todos juntos “cual muralla”, y un juramento hizo jurar a las naciones gentiles, respecto de que no sometan al Pueblo Judío más de la cuenta. Luego el Talmud agregó otros tres juramentos que D´s hizo jurar al pueblo de Israel: “que no revelen el final, que no lo alejen y que no revelen el secreto a las naciones”. Rabí Eleazar agregó: “D´s les dijo a los israelitas: si cumplen el juramento mejor para ustedes y si lo quiebran Yo permitiré que vuestras carnes sean devoradas como la de las gacelas en el campo”.
Uno de los sabios medievales, Rabí Isaac De León, autor del libro “Meguilat Esther”, entendió que el significado de los juramentos es que “no nos rebelemos ante las naciones emprendiendo campañas de conquista violenta de la Tierra de Israel” y esta es la intención de evitar “migrar cual muralla”. De aquí concluyó que no es preceptivo asentarse en la Tierra de Israel hasta el arribo del Mashíaj (comentario sobre las adiciones de Najmánides a los preceptos positivos 4).
Empero, según la mayoría de los grandes sabios tanto medievales como de las últimas generaciones, el precepto de asentarse en la tierra de Israel es permanente y aplica en todas las épocas, tal como lo escribió Najmánides y tal como se sentenció en el Shulján Aruj (Even Haezer 75:3-5), y tal como lo escribió en Pitjei Teshuvá (Even Haezer 75:6). Vemos entonces que no debemos aprender de este texto agádico del Talmud que el precepto de asentarse en la Tierra de Israel no esté vigente en nuestros días.
El significado de los tres juramentos, recibió numerosas interpretaciones. Lo que se desprende de algunas de estas es que no se debe forzar el final y ascender a la Tierra de Israel por la fuerza sin considerar circunstancias prácticas. Esto se debe a que existe siempre el riesgo de que por efecto del sufrimiento del exilio y la milenaria expectativa de llegar finalmente a la Tierra de Israel, los judíos decidan migrar sin poseer la capacidad práctica de construir el país y enfrentarse con la oposición de las naciones del mundo, de modo tal que la migración apresurada conduzca a la destrucción y no a la redención. Respecto de esto, es que D´s nos hizo jurar que no migremos sin tomar en cuenta todas las circunstancias, sino que construyamos el país paulatinamente coordinando nuestros pasos con las naciones del mundo o mediante milagros celestiales manifiestos en el marco de una redención “inmediata”.
Es así que finalmente el flujo migratorio a la Tierra de Israel fue paulatino, la comunidad judía se fue asentando paso a paso y paralelamente se llevó a cabo una actividad diplomática por parte de la Organización Sionista Mundial, hasta que finalmente las naciones del mundo reconocieron el derecho del Pueblo Judío de retornar a su tierra ancestral y construir en ésta su hogar nacional. Al ver estos procesos, Rabí Meir Simja de Dvinsk z”l escribió que tras la conferencia de San Remo “se disipó el temor a los juramentos”.
5- El establecimiento de un día festivo para todas las generaciones en el Día de la Independencia (Yom Haatzmaut).
Es preceptivo fijar un día de fiesta y acción de gracias a D´s por la salvación del pueblo de Israel y en virtud de este criterio se fijaron en su momento las celebraciones de Purim y Janucá para todas las generaciones. Si bien existe una prohibición de agregar preceptos a los ya existentes en la Torá, en el caso de las fechas rabínicas de acción de gracias, aprendemos que tienen lugar en el calendario por deducción de lo ocurrido con la salida de Egipto. Al salir de Egipto y pasar de la esclavitud a la libertad, se nos ordenó celebrar la festividad de Pesaj y entonar cantos de alabanza año tras año, por lo que se deduce que en Purim que nos salvamos del exterminio físico, debemos de celebrar también (Tratado de Meguilá 14(A)). Asimismo, en base a esta lógica se fijó también la festividad de Januca (comentario del Ritba allí). El Jatam Sofer explicó (Ioré Deá —- 233 y Oraj Jaím 208) que dado que este precepto se aprende por deducción de la Torá, se le considera como un precepto de la misma Torá. Empero, por cuanto que en el Pentateuco no tenemos una indicación clara de cómo se debe instituir una fiesta y cualquier recordatorio que se haga del milagro acaecido cumple con el precepto de la Torá, los sabios instituyeron en Purim que se lea el Libro de Esther, se celebre un banquete, se envíen porciones de comida y entreguen presentes a los pobres, y en Janucá, que se enciendan velas.
En base a este principio, los judíos de diferentes comunidades acostumbraron a conmemorar con días festivos, los milagros y las salvaciones acaecidos a cada comunidad en particular. En muchos sitios, a estas celebraciones se les dio el nombre de Purim, de manera tal que existieron “Purim de Frankfurt” o “Purim de Tiberias”. En otras partes en estos días se acostumbró a celebrar con un banquete, envío de porciones de comida y entrega de presentes a los pobres. El Maharam Elshakar (cap. 49) sostiene que las conmemoraciones de las diferentes comunidades tienen vigencia halájica y los descendientes de quienes se salvaron deben continuar celebrándolas, aunque con el tiempo se hayan mudado a otras ciudades, y esta opinión fue corroborada por los juristas de las últimas generaciones (Maguén Abraham 686:5 y Eliá Rabá allí).
El gran erudito Rabí Meshulam Rata escribió que “no cabe duda que ese día (el 5 de Iyar) que fue establecido por el gobierno, el parlamento (que son electos por el pueblo) y la mayoría de los rabinos para ser conmemorado en todo el país en recuerdo del milagro de nuestra salvación y nuestra liberación, es preceptivo transformarlo en un día festivo, día de alegría y recitación del Halel” (Responsa Kol Mevaser I 21).
6- Recitado de “Halel”.
Es preceptivo recitar el “Halel” en días especiales para agradecer y alabar a D´s por los milagros que nos ha dispensado. En primer lugar figuran los días festivos de la Torá: Pesaj, Shavuot y Sucot, en los que recordamos las maravillas que D´s obró al sacarnos de Egipto, entregarnos la Torá y conducirnos por el desierto hacia Eretz Israel.
Asimismo los sabios establecieron recitar “Halel” todos los días de Janucá, tal como está escrito en una Mishná exterior o “Baraita” (Meguilat Ta’anit capítulo 9): “¿Qué vieron los sabios en los días de Janucá que fijaron que en ellos se recite Halel? Esto es para que aprendas que por cada salvación que obró D´s con los hijos de Israel, éstos le recitan a D´s “Halel” y alabanzas, tal como está escrito en el libro de Ezra (3:11): ´Y respondieron con alabanzas y agradecimientos al Eterno porque Él es bueno´”
El Talmud explica (Tratado de Pesajim 117:A) que tras el milagro del cruce del Mar Rojo “los profetas entre los judíos instituyeron que por cada salvación a cada desgracia que pueda sobrevenir en un futuro, deberán recitar “Halel”, y Rashi explica que en virtud de esta tradición los sabios en días del Segundo Templo dispusieron que se recite “Halel” en Janucá.
Es así que de lo visto se desprende que debemos recitar “Halel” por el milagro que nos prodigó D´s en Yom Haatzmaut, por efecto del cual nos salvamos de la peor de las desgracias, el exilio y el sometimiento a los extranjeros que causó todas las persecuciones y las espantosas masacres a lo largo de dos mil años.
Debemos ser sumamente cuidadosos de no mostrarnos desagradecidos con D´s y ya dijeron nuestros sabios, que todo aquél que agradece por el milagro que le ocurrió es beneficiado con otro milagro aún mayor. Por otra parte, si no agradecemos, podríamos estar alejando la redención (D´s no lo quiera). Se cuenta sobre el Rey Ezequías que era justo y tuvo el mérito de difundir la Torá en el seno del pueblo de Israel. Durante su reinado Senaquerib Rey de los asirios avanzó sobre Jerusalém al frente de un ejército enorme para destruirla y Ezequías en ese momento cayó enfermo de suma gravedad. A pesar de lo grave de la situación, no perdió la confianza en D´s, oró y el Eterno le hizo un gran milagro, por efecto del cual sanó y todo el ejército asirio pereció en una sola noche. En ese momento D´s quiso hacer de Ezequías el Mashíaj y de Senaquerib Gog y Magog y traer la redención al mundo. Empero Ezequías no entonó un cántico de acción de gracias, no recitó el “Halel” por su redención. Entonces, en las esferas celestiales se pronunció la cualidad del Rigor delante de D´s: “Soberano del Universo: si a David, Rey de Israel, que entonó cuantiosas alabanzas delante de ti no le coronaste como Mashíaj, ¿a Ezequías que tras prodigarle tantos milagros no entonó canto alguno de alabanza habrás de coronarlo? Es así que en virtud de esto la coronación quedó sin efecto”. Hubo gran pesar en todos los mundos, la tierra quiso entonar alabanzas en su lugar, el ángel encargado del mundo quiso justificar a Ezequías, empero sus apologías no fueron escuchadas y se perdió en ese momento la oportunidad. Dijo entonces el profeta: “Ay de mí, ay de mí, ¿hasta cuándo?” (Tratado de Sanhedrín 94(A)).
Nosotros oramos durante numerosas generaciones “Eleva el estandarte y reúne a nuestros exiliados” y “guíanos prontamente erguidos hacia nuestra tierra”, y hete aquí que en el mero momento en que nuestras oraciones son aceptadas ¿no habremos de agradecer? En los Salmos (106:47) leemos: “Sálvanos, oh Eterno, D´s nuestro y reúnenos de entre las naciones, para que alabemos Tu Santo nombre” y ahora que D´s nos reunió finalmente ¿no habremos de agradecer a Su Nombre Santo y no habremos de alabarlo?
7- “Halel”: ¿con o sin bendición previa?
Hay quienes opinan que si bien es deber agradecer a D´s en Yom Haatzmaut, el “Halel” se debe recitar sin bendición previa, justificando esta idea con cinco argumentos: a) Según el Rabino Jida (Jaim David Azulay N. de T.), de acuerdo con algunos de los sabios medievales, el “Halel” se recita acompañado de su bendición previa sólo cuando el milagro fue para todo el pueblo judío, y en la Tierra de Israel en Yom Haatzmaut, habitaba sólo una minoría de la nación. b) Se agradece únicamente por una salvación completa y nosotros todavía vivimos bajo la amenaza de nuestros vecinos. c) La situación espiritual de parte de la población y algunos de los gobernantes deja aún mucho que desear. d) Se debe actuar conforme con la idea de que el “Halel” se recita ante milagros revelados como el de la vasija de aceite en Janucá, mientras que la fundación del Estado de Israel se trata de un milagro que se presentó envuelto en ropajes naturales. e) No queda claro si el día que corresponde celebrar es el de la declaración de la independencia, el de la finalización de los combates o el día en que las Naciones Unidas votaron la recomendación del establecimiento del Estado de Israel que cae el 16 de Kislev (29 de Noviembre).
En virtud de estas dudas o algunas de ellas, inicialmente el Consejo del Rabinato de Israel ordenó, que en Yom Haatzmaut se recite durante el servicio de Shajarit el “Halel” sin bendición previa. Empero una vez que el Estado completó su año veintiséis de existencia, habiendo tenido ya el mérito de liberar Samaria y Judea, habiendo superado exitosa y victoriosamente la guerra de Yom Kipur a pesar de las difíciles condiciones iniciales, con más de tres millones de judíos viviendo en nuestra tierra ancestral que representan cinco veces más que el número existente el día que se declaró la independencia, nuevamente se reunió el Consejo del Rabinato de Israel. Esta reunión tuvo lugar por iniciativa del Rabino Principal de Israel, el Rabino Shlomo Goren de bendita memoria, el 25 de Nisán del 5734 y su tema central fue el recitado del “Halel” en Yom Haatzmaut. Por mayoría se decidió que corresponde recitar todo el “Halel” con bendición previa y en virtud de esta decisión, mi maestro el Rabino Tzví Iehuda Hacohen Kuk de bendita memoria, decidió recitar el “Halel” con bendición previa en la Yeshivá Merkaz HaRav y así lo hacen todos sus alumnos.
En relación a las dudas respecto de si el milagro abarca a todo el Pueblo Judío, se explicó que la salvación realmente incluye a toda la nación (ver arriba inciso 3), además los habitantes del Estado de Israel son considerados como la generalidad de la nación (Clal Israel) y el día de acción de gracias se fijó en el día de la declaración de la independencia, pues ese fue el inicio del proceso de salvación y redención.
8- La bendición de “Shehejeianu” y el recitado del “Halel” por la noche.
De acuerdo con el gran erudito Rabí Meshulam Rata, corresponde recitar la bendición de “Shehejeianu” en Yom Haatzmaut al igual que en los demás días festivos incluidos Purim y Janucá, ya que se trata de un día de fiesta (Yom Tov), en el que el Pueblo Judío fue salvado. Él es de la idea de que el deber de recitar “Shehejeianu” depende de la alegría y por lo tanto quien no está especialmente alegre puede recitar la bendición en Yom Haatzmaut pero no está obligado a hacerlo, mientras que quien está feliz por el establecimiento del Estado de Israel debe recitar “Shehejeianu”.
Muchos opinan que no corresponde recitar “Shehejeianu” en Yom Haatzmaut, ya que nuestros sabios establecieron que la bendición se recite solo en días festivos que tienen prohibición de realización de labores, tales como las tres fiestas de peregrinación, Rosh Hashaná y Kipur. Según esta idea, en Janucá y en Purim se recita “Shehejeianu” no por el día en sí, ya que no tiene prohibición de labores, sino por un precepto específico de cada fecha, la lectura de libro de Esther en Purim y el encendido de velas en Janucá. Empero por el día en sí que no tiene prohibición de labores, no se recita la bendición.
Quien quiera cumplir con excelencia de acuerdo con todas las opiniones, habrá de vestir una prenda nueva por la que habrá de recitar “Shehejeianu” y que ponga intención de que el recitado incluye también el día. En caso de que la persona que recita “Shehejeianu” es un oficiante de servicios religiosos, que aproveche a bendecir por su nueva prenda antes de comenzar el “Halel” y así también hará cumplir con la obligación al resto de la congregación. Hay quienes opinan que por ser Yom Haatzmaut un día en que tuvo lugar la salvación para el pueblo judío, así como sucedió con la Salida de Egipto, es menester recitar el “Halel” también por la noche. Así acostumbraba a hacerlo el Rabino Goren y así se acostumbra a hacer en numerosas congregaciones. Empero muchos opinan que el recitado del “Halel” en la noche de Pesaj es un caso particular, y no se debe inferir de este para otros días, y como prueba arguyen que en todos los demás días festivos el Halel se recita solo en horas del día. Por esta razón no se debe de recitar “Halel” en la noche de Yom Haatzmaut y la mayoría de los alumnos del Rav Tzví Iehuda Kuk así acostumbran.
9- En la mayoría de los casos Yom Haatzmaut es pospuesto.
El día cinco de Iyar puede caer en los días lunes, miércoles, viernes o sábado. En los años en que Yom Haatzmaut cae en viernes o sábado, hay lugar al temor de que los festejos de la independencia y sus diferentes actos oficiales, lleven a incurrir en la profanación pública del Shabat y por lo tanto de acuerdo con un pedido especial del Rabinato de Israel, se decidió que cuando el día cinco de Iyar caiga un sábado o un viernes, se celebren los festejos el día jueves (3 o 4 de Iyar). Tiempo después se dieron cuenta que cuando Yom Haatzmaut cae un lunes, los preparativos de Yom Hazikaron (día de recordación de los caídos en las guerras de Israel que se conmemora siempre el día anterior a Yom Haatzmaut N. de T.) que se inicia el sábado por la noche, causan que muchos judíos profanen el Shabat y por lo tanto, en virtud del pedido del Rabinato de Israel, se decidió que en ese caso, se pospongan en un día, de modo tal que Yom Hazikaron caería el 5 de Iyar y Yom Haatzmaut el 6. De lo anterior resulta que en la práctica, en tres de los cuatro días en los que puede caer Yom Haatzmaut se adelanta o retrasa el festejo.
Sabemos que los sabios suspendieron el cumplimiento de los preceptos de Shofar o el Lulav por temor a que se transporten por el dominio público en Shabat cuando Rosh Hashaná o Sucot caen en sábado. Vemos que los sabios suspendieron el cumplimiento de preceptos de la Torá por temor a la profanación del Shabat, empero el mismo día de festejo resulta inamovible por estar fijado por la Torá . Sin embargo días festivos fijados por los sabios, se pueden adelantar o posponer. Por ejemplo, cuando Purim cae en Shabat, el día viernes se lee la Meguilá de Esther y se reparten los presentes a los pobres, en Shabat se lee la porción festiva de la Torá y se agrega “Al Hanisim” y el domingo se realiza el banquete festivo y se envían porciones de comida (Shulján Aruj Oraj Jaím 688:6, Mishná Berurá 18 y más adelante capítulo 17 inciso 5).
Yom Haatzmaut se celebra conforme con el decreto de los representantes del pueblo y del Rabinato de Israel en el día en que se estableció el Estado y en ese día se debe agradecer a D´s por la salvación.
Además, resulta interesante el hecho de que la declaración de la independencia se anticipó en un día para no profanar el Shabat, ya que el Mandato Británico sobre la Tierra de Israel cesaba a la medianoche de Shabat y como los representantes del pueblo no querían declarar el Estado profanando la santidad sabática, se adelantó la ceremonia para el viernes 5 de Iyar al mediodía.
10- Yom Ierushalaim.
Durante la Guerra de los Seis Días el pueblo de Israel, con ayuda Divina, pudo derrotar contundentemente a sus enemigos. La guerra se desarrolló en tres frentes y durante los seis días que duraron los combates, nuestros enemigos se desplomaron y fueron absolutamente derrotados. En esos días fueron liberados todos los lugares santos de Judea y Samaria y por encima de todos Jerusalém y el sitio del sagrado Templo, amén de la península del Sinaí y las alturas del Golán. Todo aquel que contempló los acontecimientos con una chispa de fe en su corazón, vio claramente la cristalización de lo dicho en la Torá (Deuteronomio23:15): “pues el Eterno tu D´s que anda entre tus campamentos para salvarte y entregar a tus enemigos en tu mano…”. Esa victoria fue realmente un milagro manifiesto.
A los efectos de agradecer a D´s y publicitar el milagro, el Rabinato de Israel bajo la dirección de los rabinos Iser Iehuda Unterman e Itzjak Nisim, instituyó el día veintiocho de Iyar, que es cuando fueron liberados la ciudad vieja de Jerusalém y el Monte del Templo, como día de acción de gracias y alegría para todo el pueblo de Israel. Asimismo instituyeron que se recite el “Halel” con bendición previa después del servicio de Shajarit. En la toma de decisión participaron también los rabinos Zavin e Israeli.
11- Afeitado, corte de cabello, celebración de bodas y recitado de Tajanún .
Una vez establecido Yom Haatzmaut como día de alegría y acción de gracias, surgió el interrogante de si las costumbres luctuosas del conteo del “Omer” recaen o no sobre este día festivo. Se expresaron ideas en uno y otro sentido. En la práctica, existe acuerdo en el sentido de que no se practican costumbres luctuosas que puedan opacar los festejos, por lo que está permitido tocar música y bailar. Sin embargo, no se han de contraer matrimonios, puesto que la no celebración de bodas no se considera una costumbre luctuosa que opaque la alegría de Yom Haatzmaut.
Quienes acostumbran a afeitarse, es bueno que lo hagan en honor a Yom Haatzmaut así como también vestirse con ropas festivas. En lo relativo al corte de cabello nos parece que sólo quien se vea desaliñado en su cabellera puede hacerlo previo Yom Haatzmaut. Pero quien considera que su imagen es adecuada, podrá cortarse el cabello sólo en Yom Haatzmaut, ya que la alegría de esa fecha anula esta costumbre luctuosa.
El Rabinato de Israel bajo la dirección de los rabinos Unterman y Nisim, decidió que en Yom Yerushalaim los ashkenazíes que en esos días acostumbran mantener costumbres luctuosas, las dejasen sin efecto. Esto se debe a que primeramente, en muchas comunidades, las costumbres luctuosas quedan sin efecto desde Lag Ba’Omer (ver arriba capítulo 3 incisos 2-4), y entonces el día veintiocho que fue establecido como día de acción de gracias y alegría por el milagro que prodigó D´s al pueblo de Israel, la celebración de bodas está permitida.
No se recita Tajanún ni en Yom Haatzmaut ni en Yom Yerushalaim ni en los servicios de Minjá de las vísperas (ver Pninei Halajá leyes de Tefilá 21 inciso 7 y ver también allí 21 inciso 2).
12- Yom Hazikaron: Día de Recordación de los soldados caídos en las guerras de Israel.
Desde el punto de vista de la halajá, no es necesario establecer un día específico para recordar a los caídos en las guerras de Israel, sino que se debe actuar como en el caso de cualquier otro difunto que es recordado en el aniversario de su fallecimiento y en el cual su hijo o sus parientes cercanos recitan kadish, estudian Torá y dan tzedaká para la elevación de su alma. Quienes buscan hacerlo con excelencia, fijan un homenaje recordatorio y realizan sesiones de estudio de Torá para la elevación de su alma.
Durante nuestra larga historia participamos de innumerables guerras y en muchas oportunidades murieron en ellas más soldados que en todas las guerras del moderno Estado de Israel, y nunca vimos que los sabios hayan establecido un día especial de recordación para los caídos. En caso de victoria se celebró y en caso de derrota se mantuvo luto individual. Los sabios establecieron duelo colectivo sólo en virtud de la destrucción del Templo, que implicó un desmoronamiento nacional y espiritual colectivo, fijando los diferentes ayunos conmemorativos. En realidad la destrucción del Templo es el origen de todas las desgracias, persecuciones y masacres que padeció nuestro pueblo a lo largo de los años del exilio. El ayuno de Guedalia no fue establecido porque él haya sido el mayor de los justos, sino porque con su asesinato se extinguió la luz del remanente de los judíos que permanecieron en Judea tras la destrucción del primer Templo.
Más aún, pocos años antes del establecimiento del Estado de Israel, fueron asesinados con suma crueldad más de seis millones de judíos y ellos son nuestros hermanos en no menor medida que los soldados caídos desde 1948 a la fecha, y además son unas trescientas veces más numerosos. Cabe preguntarse ¿cómo se estableció un día de duelo en memoria de los soldados caídos al igual que por los seis millones de víctimas de la Shoá?
Corresponde fijar un día recordatorio especial en la medida que sirva a los efectos de educar sobre la naturaleza y la misión del pueblo de Israel, así como para destacar el valor de la entrega desinteresada de los caídos en pos de la nación. Hay quienes erróneamente piensan que cuanta más gacha pongan su cabeza y con mayor pesar describan su sentir por la pérdida de los soldados, mayor es su respeto por su memoria. La verdad es exactamente a la inversa, la actitud correcta hacia los caídos es destacar su carácter santo, por cuanto que toda su vida fue consagrada y entregada en pos del Pueblo y la Tierra de Israel. Sobre ellos dijeron nuestros sabios de bendita memoria (Tratado de Pesajim 50(A)): “quienes murieron al servicio de la comunidad (haruguei maljut) no hay quien pueda estar en su cercanía en el Jardín del Edén”. Quien no tiene fe, cree que los soldados caídos están simplemente muertos, pero un judío creyente sabe que están más vivos que nunca. Murieron jóvenes en este mundo pero se mantienen vivos en el mundo venidero. Ellos están más vivos que nosotros. Ellos son santos, y ya dijeron nuestros sabios (Tratado de Sanhedrín 92(A)): “Lo sagrado perdura por siempre”.
Al morir consagrando el Nombre Divino, se elevaron por encima de la realidad particular en la que cada judío está inmerso, para ascender al grado general de la santidad colectiva del Pueblo de Israel. Al entregar toda su existencia en pos del pueblo de Israel, se elevaron al nivel espiritual del colectivo judío, por lo que están más cercanos a D´s fuente de toda vida. Por esta razón decimos que al morir generaron cuantiosa vida, tanto en este mundo como en el venidero y en su mérito nosotros estamos aquí y todo lo que hacemos es gracias a ellos.
Lamentablemente, personas no creyentes que distan de conocer tanto el pasado como la misión última del Pueblo Judío, se apoderaron de los medios oficiales de comunicación así como de la agenda cultural del Estado de Israel. Al principio estas personas tenían algo del judaísmo que recibieron en casa de sus padres, empero con el correr del tiempo, el distanciamiento hizo lo suyo y transformaron Yom Hazikaron en un día de debilidad y derrotismo, un día en el que en lugar de honrar la memoria de los caídos, destacando el significado de la existencia del Pueblo Judío dando así sentido al sacrificio realizado, destacan el dolor, la desesperación y la destrucción, presentando su muerte como carente de sentido. Ellos se ven como si respetasen a los caídos, empero no hay mayor profanación de su memoria que el carácter vano que le adjudicaron a Yom Hazikaron, al ignorar por completo la misión del judaísmo en pos del cual estos soldados entregaron sus vidas.
Si se realiza un día de conmemoración, corresponde que en éste se destaque la entrega de los caídos y su consagración del Nombre Divino. Es menester que en este día se puntualice que el proyecto de la reunión de las diásporas y construcción del pueblo judío en su tierra son tan importantes, que justifican entregar la vida en pos de su materialización, y de esta manera nos reforzamos al continuar andando a la luz de su ejemplo. Los asentamientos que construimos, la Torá que estudiamos, los hijos que criamos, la sociedad judía justa y moral que procuramos establecer aquí según la visión de nuestros profetas, les pertenecen íntegramente a los caídos. En virtud de una recordación de este tipo podremos seguir su camino con renovados bríos, camino de entrega por todo el pueblo judío. De esta manera honramos de verdad a los caídos como santos y puros, luminosos cual prístino resplandor celestial.
Este debe ser el mensaje a transmitir a las familias de los caídos: no os rindáis ante el dolor de la muerte, extraed de la memoria de los caídos fuerzas para continuar viviendo. No agachéis vuestras cabezas, sino más bien erguíos en su honor, contemplad allende el horizonte común y ordinario y divisad la redención y los días mesiánicos. Y aunque vuestros ojos enjuguen aún lágrimas, éstas son lágrimas de grandeza.
13- La sirena y el minuto de silencio en honor a los soldados caídos.
La Kneset fijó por ley que el día anterior a Yom Haatzmaut sea el “día de recordación del heroísmo de los soldados del Ejército de Defensa de Israel que entregaron sus vidas en pos de asegurar la existencia del Estado de Israel, así como de los combatientes que cayeron en pos del surgimiento de Israel, día de recogimiento, encomio de su memoria y de sus actos de arrojo”. “Habrán de realizarse actos conmemorativos populares así como también en bases militares y centros educativos, las banderas en los establecimientos públicos se bajarán a media asta”. Asimismo se fijó que “en el día de recordación se haga sonar una sirena en todo el país acompañada por dos minutos de silencio, durante los cuales cesen todas las labores y se detenga todo tráfico vehicular”. A los efectos de cumplir con los dos minutos de silencio, suena una sirena en todo el país y el público acostumbra a ponerse de pie en honor a los caídos. En la práctica, a las ocho de la noche de Yom Hazikaron, suena la sirena por un minuto y al día siguiente a las once de la mañana, suena nuevamente por dos minutos. Los actos públicos se llevan a cabo contiguos al sonar de la sirena.
Hay quienes sostienen que por cuanto que la costumbre de ponerse de pie al oír la sirena no tiene origen o fundamento en los sabios de Israel, sino que se trata de un procedimiento copiado a las naciones del mundo, está prohibido tomar parte en su realización, ya que trasgrede el precepto de la Torá que prohíbe conducirse de acuerdo a las costumbres de los gentiles, tal como está escrito (Levítico 18:3): “Y no andéis en sus costumbres”. Sin embargo, en la práctica, para la mayoría de los juristas, la prohibición de imitar las costumbres de los gentiles se aplica bajo dos condiciones: la primera si la costumbre gentil está reñida con el recato, el pudor o la modestia; la segunda, si la práctica gentil no reporta ningún beneficio concreto y queda claro que se trata de una simple superstición (Maharik 88, Ribash 158). Asimismo esta es la opinión de Rabí Iosef Karo y el Ramá (Beit Iosef y Ramá Ioré Deá 178:1). Dado que la costumbre de hacer sonar una sirena y mantener un minuto de silencio es una práctica que tiene sentido, por cuanto que por su intermedio se evoca conjuntamente la memoria de los caídos, no entra en la categoría de costumbre gentil.
Hay quienes opinan que quien se dedica a estudiar Torá no debe suspender su estudio durante el sonido de la sirena. Empero nuestro maestro el Rabino Tzví Iehuda HaCohen Kuk de bendita memoria escribió: ” ponerse de pie durante el sonido de la sirena en memoria de los caídos del Ejército de Defensa de Israel cumple con el precepto de honrar y consagrar su memoria”. Podemos agregar que meditar sobre la memoria de los caídos y sobre el precepto de entregar la vida en pos de la salvación del Pueblo de Israel y la conquista de la Tierra de Israel, es meditar sobre palabras de Torá. También quien no lo entiende así, debe poner ante sus ojos las palabras del anciano Hilel que ordenó (Tratado de Avot 2:4): “No te apartes de la comunidad”.
14- Día de recordación de la Shoá y el heroísmo: Yom Hashoá.
La Kneset fijó por ley que el día veintisiete de Nisán se conmemore el “Día de Recordación de la Shoá y el heroísmo” para “evocar la memoria de la Shoá perpetrada por los nazis y sus colaboradores sobre el Pueblo Judío y recordar los actos de heroísmo y rebelión de aquellos días”. “En todo el país se ha de mantener dos minutos de silencio durante los cuales cesarán todas las labores y parará todo tráfico vehicular, se realizarán actos recordatorios, asambleas populares y homenajes en campamentos militares e instituciones educativas, las banderas de los edificios públicos se bajarán a media asta, los programas de transmisión radiales expresarán la singularidad del día”. A la hora once de la mañana se realizan dos minutos de silencio que dan punto inicial a la realización de los diferentes actos conmemorativos.
Empero, a diferencia de Yom Hazikaron, que contó con la avenencia del Rabinato de Israel, Yom Hashoá fue fijado el día veintisiete de Nisán sin contar con el asentimiento de los sabios, por cuanto que Nisán es un mes de alegría. La halajá (Shulján Aruj Oraj Jaím 429:2) indica que en este mes no se recita Tajanún ni se fijan ayunos públicos. En un entierro durante el mes de Nisán no se pronuncian sermones fúnebres ni se recuerda las almas de los difuntos (Mishná Berurá 429:8). Muchos acostumbran a no visitar los cementerios durante el mes de Nisán y quien tiene día de aniversario (Yortzait) de un pariente cercano, visita la tumba en vísperas del inicio del mes. Es así que resulta claro que no hay lugar para fijar en el mes de Nisán un día de recordación a las almas de los judíos santos que fueron asesinados durante la Shoá. Los días apropiados para evocar su recuerdo, son los días de ayuno fijados en memoria de la destrucción del Templo, especialmente el del 9 de Av. Efectivamente, el Rabinato de Israel fijó el ayuno del diez de Tevet, como día de recitación de kadish para todas las almas de las víctimas de la Shoá cuyo día de fallecimiento no es conocido.
Se nos ocurre que de todas maneras, la forma correcta de darle al día veintisiete de Nisán un cariz correcto, puede ser fijándolo como un día en el cual nos ocupemos de fomentar el concepto de la “familia judía”. Seguramente el último deseo de los seis millones de víctimas torturadas y asesinadas fue que el pueblo judío siga existiendo, crezca y prospere, que el sufrimiento padecido por dos mil años y especialmente durante la Shoá no sea en vano, que cada judío haga lo posible por formar una familia y continúe con la tradición cumpliendo así con el precepto: “cuanto más lo oprimían más se multiplicaban” (Éxodo 1:12). Por lo tanto corresponde que en este día las personalidades públicas piensen cómo promover matrimonios y natalidad judía, que los maestros hablen de la enorme responsabilidad que recae sobre nuestros hombros como sobrevivientes, de continuar la existencia y el crecimiento del pueblo judío.
Otro tanto respecto del tema de la sirena, si mientras esta suena pensamos cómo promover el florecimiento del pueblo de Israel en mérito de la memoria de los asesinados, no estaremos realizando una manifestación de duelo sino pensando en la renovación y el resurgimiento nacional que van de la mano del mes de Nisán. Asimismo esta meditación no implica suspender el estudio de la Torá y de todas maneras quien no comparta esta opinión no ha de separarse de la comunidad.
Si D´s quiere, pronto volveremos a tener jueces como antaño y esta cuestión será sometida a su análisis y ellos nos indicarán cómo y cuándo evocar correctamente la memoria de los mártires.

Lag Ba´Omer
1- Lag Ba´Omer. 2- Aniversario del fallecimiento (la Hilulá) de Rabí Shimon Bar Iojai. 3- La personalidad de Rabí Shimon Bar Iojai. 4- Rabí Akiva. 5- Fogatas y las celebraciones de Lag Ba´Omer. 6- La costumbre de cortar el cabello a los niños pequeños: el “jálake”. 7- Arrojar ropa a la fogata y la plegaria en las tumbas de los justos.
Capítulo 5- Lag Ba´Omer.
1- Lag Ba’Omer.
Es tradición alegrarse en Lag Ba´Omer, y si bien en los días del conteo se mantienen algunas costumbres de luto, en el día treinta y tres no se recita Tajanún ni siquiera en el servicio de Minjá de la víspera, no se ayuna y está permitido cantar y bailar.
La razón de la alegría del día treinta y tres radica en que, según la tradición de los sabios medievales, en Lag Ba’Omer los alumnos de Rabí Akiva cesaron de fallecer (Meiri a Ievamot 62(B), Shulján Aruj 493:2). Hay quienes entienden que los discípulos continuaron falleciendo pasado el día treinta y tres, empero en Lag Ba’Omer Rabí Akiva comenzó a enseñar a sus nuevos alumnos, entre los que figuraba Rabí Shimon Bar Iojai, y estos ya no murieron en aquella epidemia. De estos nuevos discípulos se volvió a propagar la Torá a todo el pueblo de Israel y por esta razón nos alegramos en Lag Ba’Omer (Peraj 493:2). Hay quienes dicen que en Lag Ba’Omer, Rabí Akiva ordenó a sus cinco nuevos discípulos, quienes fueron los continuadores de la tradición de la Torá: Rabí Meir, Rabí Iehudá, Rabí Iosei, Rabí Shimon Bar Iojai y Rabí Eleazar ben Shamúa (Kaf Ha Jaím 493:26 según el libro Shaar Hakavanot). Otra razón por la que nos alegramos en Lag Ba’Omer, es que en ese día, se recuerda el fallecimiento y por ende ascenso a su morada celestial de Rabí Shimon Bar Iojai, el discípulo de Rabí Akiva.
Resumamos pues concisamente las costumbres luctuosas y de alegría que rigen en Lag Ba’Omer: a) Según todas las tradiciones está permitido cantar, bailar y tocar instrumentos musicales desde el inicio hasta el final del día. b) En lo concerniente a la celebración de matrimonios y corte de cabello, la tradición ashkenazi y parte de las comunidades sefaradíes, permiten contraer matrimonio y cortar el cabello en el día de Lag Ba’Omer y hay quienes extienden el permiso a la noche. Según la mayoría de las comunidades sefaradíes está prohibido casarse y cortarse el cabello en Lag Ba’Omer (ver arriba capítulo 3 incisos 3-5). c) Cuando Lag Ba’Omer cae en víspera de Shabat, también los sefaradíes permiten cortarse el cabello en honor al Shabat (Shulján Aruj 493:2). d) Quienes siguen las tradiciones del Arí z”al, no se cortan el cabello en Lag Ba’Omer, pues lo hacen recién en víspera de Shavuot (Kaf Ha Jaím 493:13).
2- Aniversario del fallecimiento (la Hilulá) de Rabí Shimon Bar Iojai.
En Lag Ba’Omer muchos acostumbran a visitar las tumbas de Rabí Shimon Bar Iojai y su hijo Rabí Eleazar en el Monte Merón, montando en el sitio una gran fiesta, encendiendo fogatas acompañadas de cantos y bailes. Entre quienes mantienen esta tradición se encuentran también los justos y los eruditos de la Torá.
Entre los sabios de Israel hubo quienes pusieron en tela de juicio esta costumbre pues, ¿cómo es posible que se celebre una fiesta en un día que no acaeció un milagro al Pueblo de Israel y no fue fijado por nuestros sabios de bendita memoria como una celebración? Si bien sabemos que en este día no se recita Tajanún ni se ayuna, no encontramos ninguna fuente que indique que el día adquiere carácter festivo (Jatam Sofer Ioré Deá 233). Si se trata de un homenaje al fallecimiento de Rabí Shimon Bar Iojai, el día del aniversario del deceso de un sabio corresponde ayunar, por lo que no se entiende cómo es posible que se celebre (Shoel Umashiv I 39).
Empero muchos acostumbran a celebrar alegrías de mitzvá y entre ellos los justos y eruditos. Y si bien comúnmente el día del deceso de un sabio es un día doloroso, los cabalistas nos transmitieron en nombre de Rabí Shimon Bar Iojai, que su voluntad fue que nos alegremos el día de su fallecimiento. En el Zohar, el día del fallecimiento de Rabí Shimon Bar Iojai es llamado “Hilulá”, vocablo empleado para denominar una fiesta nupcial. Esto se debe a que el apego a la Divina Presencia (Shejiná) en este mundo, se asemeja al compromiso entre los novios y el apego a la Divinidad en el mundo venidero es comparado con el matrimonio. La muerte en este mundo se ve diferente desde la perspectiva del mundo venidero. En este mundo, el fallecimiento se percibe como un evento sumamente triste y cuando un justo muere queda un enorme vacío en su entorno inmediato, por lo que el pueblo se enluta. Empero en los mundos superiores se entiende que todo es para bien, más aún, tras su deceso, el justo se ve liberado de las cadenas que lo amarraron a este mundo y accede a la plenitud de la luz de la Torá en el mundo venidero. Esto se refiere especialmente a los justos que se dedican principalmente al esoterismo, cuya ocupación central es la luz interior y oculta del alma, razón por la cual mientras se encuentran limitados por la materialidad de este mundo, no pueden percibirla en su completitud, empero cuando se retiran de este mundo y se elevan por encima de las barreras de la materialidad, se abren ante ellos los portones de la sabiduría y la luminosidad interiores, y entienden en profundidad los secretos de los que se ocuparon en su vida en este mundo material. En el mismo día del fallecimiento, se puede percibir que los tabiques y limitantes de este mundo se debilitan, tal como se relata en el Zohar en la Idara Zuta, en cuanto a que en el día de su fallecimiento, Rabí Shimon Bar Iojai reveló secretos profundos y maravillosos que previamente no tenía permitido revelar, razón por la cual lloraba de alegría.
Por este motivo el día del fallecimiento de un gran justo se asemeja a un casamiento, pues en ese día accede a unirse completamente con la Divina Presencia, su Torá se transforma en una gran luminaria en los mundos superiores y de esa manera sus discípulos y seguidores en este mundo pueden conectarse mejor y más profundamente con sus secretos y enseñanzas. Es así que los discípulos de Rabí Shimon Bar Iojai, por entender estas cuestiones, hicieron del aniversario del fallecimiento de su maestro un día de fiesta, por cuanto que en ese día reveló secretos de la Torá.
Lo particular en el caso de Rabí Shimon Bar Iojai, es que su aniversario también es conmemorado por judíos que no han profundizado en sus enseñanzas. De esta manera Lag Ba’Omer se transformó en un día de festejo de la Torá oculta, del esoterismo judío, en el cual multitudes ascienden al Monte Merón a celebrar el aniversario de Rabí Shimon Bar Iojai. Los iniciados de entre los asistentes se alegran por los secretos revelados en mérito de Rabí Shimon Bar Iojai y sus discípulos, al tiempo que los no iniciados se alegran con el hecho de que la Torá es infinitamente profunda como el mar y algunos justos logran conectarse con sus secretos y por su intermedio este mundo opaco se ve algo más luminoso. Además, reconocer de que hay secretos en la Torá que están más allá de la comprensión del lego, implica una medida muy importante de sabiduría y humildad, y mediante esta actitud hasta las personas más simples logran elevarse.
3- La personalidad de Rabí Shimon Bar Iojai.
Antes de referirnos a las costumbres y usanzas de la conmemoración del aniversario (hilulá) de Rabí Shimon Bar Iojai, corresponde que nos detengamos brevemente en su personalidad y la de su maestro Rabí Akiva. Normalmente, los sabios del Pueblo de Israel fueron partidarios de una actitud moderada, predicando el “camino intermedio”, que busca armonizar las demandas morales de la Torá con las dificultades objetivas que el mundo físico y la vida cotidiana plantean. Empero Rabí Shimon Bar Iojai se apegó a la verdad absoluta sin tomar en cuenta las limitaciones del mundo material, fue agraciado con milagros y tuvo éxito en su accionar.
En lo referente al dominio extranjero, los sabios de Israel ordenaron orar por la paz del reino e intentaron por todos los medios evitar escaramuzas entre el pueblo judío y los imperios dominantes. Solo cuando no quedó alternativa alguna y el gobierno extranjero obligaba a los judíos a abjurar de su fe, los sabios ordenaron rebelarse. Empero mientras no había pendientes decretos de conversión forzosa a otra religión, los sabios buscaban la manera de llegar a algún tipo de arreglo con el poder de turno. El Talmud nos relata (Tratado de Shabat 33(B)), que en una oportunidad algunos sabios intercambiaron opiniones sobre el gobierno romano. Rabí Iehudá Bar Ilai alabó a Roma diciendo: “cuan bellas son las obras de esta nación, construyeron mercados, puentes y baños públicos”. Si bien Rabí Iehudá estaba al tanto de los severos decretos que los romanos había impuesto sobre el pueblo de Israel, amén de haber destruido el Segundo Templo y asesinado a cientos de miles de sus hijos durante la Gran Revuelta y la Rebelión de Bar Kojba, a los efectos de no generar mayores antagonismos, prefirió explicar las desgracias que los invasores nos infligieron por distintos factores y enfocarse en el aspecto más positivo de su gobierno. Rabí Iosei prefirió callar, pues aparentemente no estaba de acuerdo con la alabanza y no quería expresar críticas para no generar tensiones innecesarias que no reportarían beneficio alguno. Sin embargo Rabí Shimon Bar Iojai no pudo soportar las alabanzas al gobierno malvado y dijo: “todo lo que construyeron lo hicieron para su propio disfrute, construyeron mercados para llenarlos de prostitutas, baños públicos para embellecer su cuerpo y puentes para poder cobrar peaje”. Cuando sus palabras llegaron a oídos de las autoridades, se decretó que Rabí Iehudá por haber alabado a Roma sería promovido, Rabí Iosei por haberse callado sería exiliado y Rabí Shimon Bar Iojai por haber condenado al gobierno, sería ejecutado. Rabí Shimon Bar Iojai se escapó y junto a su hijo se escondió en la casa de estudios y su mujer les proveía de agua y comida. Es de mencionar que en virtud de las reiteradas revueltas que los judíos promovieron contra Roma, en las que tambaleó el imperio y numerosos legionarios murieron, los romanos ya no se exponían a riesgo alguno y perseguían cruelmente cualquier manifestación opositora judía. Por lo visto, numerosos legionarios salieron por todo el país para encontrar a Rabí Shimon Bar Iojai y asesinarlo. La situación se puso tan desesperante, que Rabí Shimon Bar Iojai no pudo ya seguir confiando en su mujer y junto a su hijo se fugó a una cueva, donde se les hizo un milagro y creció un árbol de algarrobos y brotó un manantial y de éstos se alimentaron durante doce años. Un día se enteraron que había muerto el Cesar y la sentencia contra ellos había caducado. Durante el tiempo que permanecieron en la cueva se habían elevado espiritualmente a tal grado, que cuando salieron no podían tolerar ver gente ocupándose de labores mundanas y todo lo que contemplaban lo quemaban. Tuvieron que retornar a la cueva por un año adicional, para profundizar aún más en el estudio de la Torá y entender el valor de este mundo material y recién después salieron (Tratado de Shabat 33(B)).
Otro tanto, respecto de la actitud de Rabí Shimon Bar Iojai hacia el sustento material humano: la opinión mayoritaria entre los sabios de Israel es, que todo hombre debe de preocuparse por su sustento y lo mismo en el caso de los sabios de la Torá, quienes deben trabajar y mantenerse. Rabí Shimon Bar Iojai disentía y fundamentaba: “si una persona ara en tiempo de la labranza, siembra en tiempo de la siembra, siega en tiempo de la cosecha, trilla en tiempo de la trilla, avienta en la temporada ventosa ¡¿Qué va a ser de la Torá?! Empero si el pueblo de Israel cumple con la Voluntad del Eterno su labor es realizada por otros, mas cuando no cumplen con la Voluntad del Eterno, ellos realizan sus propias labores y hasta las labores de otros” (Tratado de Berajot 35(B)).
El camino de Rabí Shimon Bar Iojai no es, tal vez, el más apropiado para el grueso del público y las necesidades materiales nos llevan a tomar en consideración las condicionantes de la vida, pues esa es la voluntad de D´s, que trabajemos por corregir el mundo tomando en consideración las dificultades, sin confiarnos en Su intervención milagrosa. De todas maneras, es sumamente valioso el hecho de que un sabio haya vivido una vida totalmente dedicada a lo espiritual, de acuerdo con valores eternos sin concesiones de ningún tipo, de modo que en su vida se refleje un ejemplo tangible del apego absoluto a la Torá.
Si bien las pautas generales para la conducta del público son dictadas de acuerdo con la opinión mayoritaria de los sabios, que toma en cuenta las limitantes de este mundo físico y sus urgencias, la gran visión de la fe y la redención brilla en mérito de Rabí Shimon Bar Iojai, que entregó su vida en aras de la dignidad judía y la Torá y dejó en claro para todas las generaciones, que el imperio romano que tanto subyugó al pueblo judío, fue un poder malvado. Por esta razón las masas judías veneraron a Rabí Shimon Bar Iojai.
La dedicación de Rabí Shimon Bar Iojai al aspecto secreto de la Torá, está íntimamente ligada a las características de su personalidad. Por medio del estudio místico de la Torá uno puede conectarse en mayor medida con el plano que trasciende la vida ordinaria en este mundo y con la eternidad. Mediante la Torá interior uno puede apegarse en mayor grado a la virtud oculta de Israel y a la confianza en el advenimiento de la redención, por cuanto que este estudio eleva a la persona por encima de la realidad exterior y aparente, permitiéndole el acceso a los conceptos eternos que brillan con luz diáfana.
4- Rabí Akiva.
La “Hilulá” de Lag Ba’Omer encierra implícitamente un día recordatorio en honor de un formidable tanaíta y gigante de la Torá Oral, Rabí Akiva, uno de cuyos mejores cinco alumnos fue Rabí Shimon Bar Iojai. En el Talmud leemos que éste último alentaba a sus alumnos a repetir sus palabras, pues su doctrina era una síntesis de las enseñanzas de Rabí Akiva (Tratado de Guitín 67(A)). Otro elemento que Rabí Shimon Bar Iojai aprendió de su maestro fue la entrega absoluta por el honor judío, ya que Rabí Akiva fue quien apoyó la rebelión de Bar Kojba contra los romanos. Incluso la alegría de Lag Ba’Omer vinculada al estudio del plano esotérico de la Torá, está relacionada con Rabí Akiva ya que acerca de él relata el Talmud (Tratado de Jaguigá 14(B)), que ingresó al “vergel de la sabiduría”, lo cual implica que accedió al conocimiento más profundo de la Torá, pudiendo salir de este en paz y completitud, a diferencia de sus compañeros que accedieron al vergel pero no pudieron asimilar sus insondables secretos.
La razón de la celebración de Lag Ba’Omer que mencionan las fuentes halájicas, está vinculada a la continuación de la transmisión de las enseñanzas de la Torá de Rabí Akiva a sus discípulos, tal como ya lo vimos en el inciso primero, ya que él es el pilar de la Torá Oral. Rabí Tzadok HaCohen de Lublin (Prí Tzadik Lag Ba Omer 1) explica, que no se pudo establecer una “Hilulá” el día del fallecimiento de Rabí Akiva, pues fue asesinado por los romanos y por lo tanto se fijó la conmemoración festiva de su aniversario, en la fecha del fallecimiento de su discípulo Rabí Shimon Bar Iojai. Es así que en la “Hilulá” de Rabí Shimon Bar Iojai está incluida la de su maestro Rabí Akiva, razón por la cual corresponde en este día dedicarse también al estudio de sus enseñanzas y la evocación de su figura.
Casi que no hubo en la historia una persona que se inició en el estudio de la Torá en peores condiciones que Rabí Akiva, y sin embargo, gracias a su gran esfuerzo y enorme fe, pudo llegar al grado espiritual más alto (ver Avot de Rabí Natán cap. 6). En gran medida fue mérito de su esposa Rajel, hija de Calba Savúa, uno de los hombres más ricos en Israel de entonces. Ella percibió la nobleza de las virtudes de quien luego fuera su marido y prometió casarse con él, a condición de que estudie Torá. Su rico padre la privó de su parte en la fortuna familiar, mas ella se mantuvo incólume en su decisión y se casó con Rabí Akiva, transformándose en una de las mujeres más pobres de Israel. No obstante lo difícil de su situación, continuó alentando a su marido para que estudie Torá y una vez que Rabí Akiva se transformó en el mayor maestro de su generación, le dijo a sus discípulos “lo mío y lo vuestro (en cuanto al conocimiento de la Torá N. de. T.) es todo de ella” (Tratado de Ktuvot 63(A)).
“Dijo Rabí Iehudá en nombre de Rav: en el momento en que Moshé ascendió al cielo encontró a D´s trazando coronas sobre las letras de la Torá y le preguntó: Señor del Universo, ¿a pedido de quién te estás demorando (trazando las coronas ya que nadie entiende su significado)? D´s le respondió: en el futuro vivirá un hombre llamado Akiva hijo de Iosef, que interpretará cada trazo, deduciendo de estos numerosas halajot… Le dijo Moshé: Señor del Universo, ¿tienes un hombre así y entregas la Torá por mi intermedio? Cállate, ese es mi plan…” (Tratado de Menajot 29(B)). De aquí inferimos que de todos los futuros sabios de Israel D´s le mostró a Moshé únicamente a Rabí Akiva, por lo que se entiende que fue el más grande en la Torá Oral (ver en el Tratado de Sanhedrín 86(A) que toda Halajá sobre la cual no se menciona la fuente de modo específico proviene de Rabí Akiva).
Su entrega a la fe y a la Torá no tuvo límites, e incluso tras la muerte de veinticuatro mil de sus alumnos, no perdió la esperanza y volvió a iniciar discípulos a partir de quienes se renovó la difusión y transmisión de la Torá en Israel. Un día vio junto a sus compañeros un zorro que salía del área que ocupara el Santo Sanctórum del Templo de Jerusalém, ellos lloraron y el rió, pues entendió que así como se cumplieron las profecías de la destrucción, con toda seguridad se habrían de cumplir las profecías del consuelo (Tratado de Makot 24(B)).
Cuando los romanos decretaron la prohibición del estudio de la Torá arriesgó su vida y la enseñó en público. Cuando lo aprehendieron, lo encerraron en un calabozo y lo condenaron a una muerte cruel y rigurosa. Dicen nuestros sabios (Tratado de Berajot 61(B)) que “cuando llevaron a Rabí Akiva para ser ejecutado, era horario de recitar el Shemá y mientras lo estaban desollando vivo con peines de hierro, aceptó sobre sí el Yugo Celestial (“Ol Maljut Shamáim”) (recitó el Shemá N. de T.). Le dijeron sus alumnos: maestro, ¿incluso en esta situación recitas el “Shemá” pues ellos entendían que en esa situación de sufrimiento extremo estaba exento de hacerlo) Les dijo: toda mi vida me lamenté pensando cuándo podré cumplir con el mandato del “Shemá” de amar a D´s con toda mi vida, o sea, aunque D´s me la quite, y ahora que tengo la oportunidad de hacerlo ¿no habría de aprovecharla? Pronunció extensamente la palabra Ejad (Uno) hasta que su alma partió recitándola. Una voz Celestial proclamó: feliz de ti Rabí Akiva que estás invitado al mundo venidero”
5- Fogatas y las celebraciones de Lag Ba’Omer.
Hace ya cientos de años, que se acostumbra a encender fogatas en honor a Rabí Shimon Bar Iojai contiguo a su tumba en el Monte Merón. Inclusive en otras partes se encienden fogatas, y es costumbre de algunas sinagogas encender velas en honor a la “Hilulá”.
La vela y la luz simbolizan la Torá y los preceptos, tal como está escrito (Proverbios 6:23): “Porque el mandamiento es una lámpara y la enseñanza es luz”. El fuego tiene una virtud maravillosa, pues a partir de leños inertes y fríos surge una llamarada que tiene el poder de iluminar, calentar y quemar. Es por esta razón que la Torá y los preceptos fueron comparados con fuego, pues mediante su cumplimiento en este mundo frío y oscuro el hombre accede a la luz eterna.
Los hombres piadosos acostumbraron a encender fogatas en Lag Ba’Omer, que simbolizan la gran luz de los secretos de la Torá, que fueron develados por Rabí Shimon Bar Iojai. El Zohar (III 291:2) nos relata que el día de su deceso, Rabí Shimon Bar Iojai le reveló a sus alumnos grandes secretos que están escritos en la Idara Zuta y por efecto del fuego que rodeaba al maestro, los discípulos no pudieron acercarse.
De todas maneras, es menester mencionar que las costumbres de Lag Ba’Omer son opcionales y ni Maimónides ni el Shulján Aruj establecieron que se deba encender una fogata o que haya que visitar la tumba de Rabí Shimon Bar Iojai, y muchos de los grandes maestros de Israel no acostumbraron a hacerlo.
6- La costumbre de cortar el cabello a los niños pequeños: el “jálake”
Hay quienes acostumbran a no cortar el cabello de sus niños hasta que estos llegan a la edad de tres años, y entonces lo hacen dejándole al niño las “peot” (los extremos de sus cabelleras en ambas sienes) sin cortar, para así educarlos en el precepto que ordena “no os cortaréis los contornos de vuestros cabellos ni los de la barba” (Levítico 19:27), que implica no cortar el pelo de la cabeza en forma circular eliminando así las patillas.
A esta costumbre se le encontró una insinuación en el precepto de la “orlá”, ya que nuestros sabios de bendita memoria compararon los primeros tres años que un árbol da frutos con los primeros tres años en la vida de un niño que no sabe hablar, razón por la cual no se cumplen preceptos con él. Respecto del fruto del árbol, está escrito que “el cuarto año todos sus frutos serán santos en alabanza al Eterno” (Levítico 19:24), y por alegoría entonces, a partir del cuarto año el padre consagra a su hijo al estudio de la Torá (Tanjuma Kedoshim 14). Es así que los seguidores de esta costumbre, consideran al niño en sus primeros tres años como a un árbol sujeto a la ley de “orlá”, cuyo fruto está aún prohibido para su consumo y no se cosecha, por lo que ellos no cortan el cabello del infante. El cuarto año cuando el niño (el fruto en su origen) ya puede ser consagrado, le cortan el cabello dejándole “peot” en las patillas, siendo éste el primer precepto que se cumple con él. Este precepto tiene un cariz muy especial, pues por su intermedio el niño adquiere un aspecto inequívocamente judío.
Dado que a partir de este corte de cabello se comienza a educar al niño en el cumplimiento de los preceptos, se acostumbró a celebrarlo con gran alegría para inducir al niño a amar los mandamientos y se invita a parientes y amigos a quienes se les sirve comida y bebida.
Muchos de los habitantes de la Galilea, acostumbraron a cortar el cabello de sus hijos al cumplir los tres años en la tumba de Rabí Shimon Bar Iojai en el Monte Merón, para que el inicio de su educación religiosa esté imbuido de apego a la figura del justo. Los habitantes de Jerusalém, a los que el Monte Merón les resultaba distante, acostumbraban a visitar la tumba de Rabí Shimon Hatzadik (Simón el Justo) ubicada al norte de la ciudad vieja de Jerusalém. Otras comunidades acostumbraban a cortar el cabello del niño en la cercanía de la sinagoga y algunos acostumbran a pedir a un erudito de la Torá que corte el primer mechón de cabello.
Algunos acostumbran a cortar durante Lag Ba’Omer en Merón, el cabello de todos los niños cuyo tercer cumpleaños acontece unos meses antes o después de Lag Ba’Omer. Algunos se abstienen de cortar el cabello del niño antes de que complete los tres años de edad, por lo que si cumple después de Lag Ba’Omer, se le corta el mismo día de su cumpleaños, y si cumple un par de semanas antes de Lag Ba’Omer, se espera a ese día para cortar el cabello. Si cumple años varios meses antes de Lag Ba’Omer se le corta el cabello el día de su cumpleaños.
Empero es de destacar, que no hay obligación alguna de seguir estas costumbres. Más aún, la costumbre de cortar el cabello de los niños pequeños, no figura ni en la obra de Maimónides ni en el Shulján Aruj ni en la obra de los principales juristas. Por lo tanto, quien así lo desee, puede cortar el cabello de su hijo antes de la edad de tres años y así acostumbran muchos estudiosos de la Torá.
7- Arrojar ropa a la fogata y la plegaria en las tumbas de los justos.
Muchos acostumbraron a arrojar ropa costosa a la fogata en el Monte Merón, arguyendo que era en honor de Rabí Shimon Bar Iojai y hay quienes atestiguan que grandes eruditos así lo hacían. Por otra parte, algunos prominentes sabios de la Torá, han puesto en duda la validez de esta práctica, arguyendo que carece de sentido y hasta se trata de una trasgresión al precepto “no destruirás”. Si bien se acostumbraba a quemar los ropajes del rey tras su deceso, en ese caso se lo hacía para evitar que alguien luego los vistiera, pues esto atentaría contra la dignidad real, empero ¿qué sentido tiene quemar ropa gratuitamente? (Shoel Umeshiv 45:39, Jikrei Lev Ioré Deá 11). Hay quienes se expresaron positivamente respecto de quienes practicaban la quema de ropas en honor de Rabí Shimon Bar Iojai, pues no se trata de destrucción gratuita sino de un homenaje al difunto (Torá Lishmá 400). De todas maneras, consideramos que es preferible donar a los necesitados el dinero equivalente al valor de las prendas de ropa que quemarlas.
Cuando se visita la tumba de un justo para orar, es importante tener cuidado de no dirigirse al difunto en la plegaria, sino únicamente a D´s, ya que el precepto de orar es al Eterno únicamente y quien le pide al justo, trasgrede la prohibición de la Torá de “consultarle a los espíritus o a los muertos” (Deuteronomio 18:11). Hay quienes permitieron pedirle al justo fallecido que recomiende para bien ante el Eterno a quien ora en su tumba (Prí Megadim 581, Eshel Abraham 16). Por otra parte hay quienes prohibieron esta práctica, pues contiene un elemento de “consulta a los muertos” y cualquier plegaria debe estar dirigida única y exclusivamente a D´s, sin intermediario alguno. En el marco de la oración, está permitido pedirle a D´s que en mérito del justo allí enterrado la plegaria sea aceptada (Maharil 16:581:39), ya que mediante la conexión con las enseñanzas y las buenas acciones del justo, nosotros mejoramos nuestra conducta y en mérito a ello pedimos que nuestra plegaria sea escuchada.

Los cuatro ayunos por la destrucción del Templo
1- La fijación de los ayunos. 2- Diez de Tevet. 3- Diecisiete de Tamuz. 4- Nueve de Av. 5- Ayuno de Guedalia.
Capítulo 6- Los cuatro ayunos por la destrucción del Templo.
1- La fijación de los ayunos.
Tras la destrucción del Primer Templo, los profetas establecieron ayunos recordatorios de los trágicos sucesos acaecidos, a los efectos de despertar al pueblo de Israel e inducirlo al arrepentimiento y a enlutarse, para de esa manera retornar a D´s corrigiendo las malas acciones que causaron las desgracias sucedidas desde entonces hasta la actualidad.
El día diez del mes de Tevet los profetas instituyeron un ayuno pues en ese día Nabucodonosor rey de Babilonia puso sitio a la ciudad de Jerusalém. En el mes de Tamuz el ayuno fue decretado pues en él se abrió una brecha en la muralla de Jerusalém. El noveno día del mes de Av se instauró el ayuno pues en ese día fue destruido nuestro Templo. El tercer día del mes de Tishrei establecieron un ayuno en recuerdo del asesinato de Guedalia hijo de Ajikam, líder judío del remanente que quedó en Judea tras la destrucción y cuya muerte representó la extinción final del gobierno judío sobre el país.
Durante los setenta años del exilio babilónico estos ayunos se respetaron. Cuando se tuvo el mérito de construir el Segundo Templo, surgió la pregunta de si se debía continuar con éstos. Así leemos en Zejariáh (8:18): “Así dice HaShem, D´s de los ejércitos: el ayuno del mes cuarto (17 de Tamuz), y el ayuno del mes quinto (9 de Av), el ayuno del séptimo (3 de Tishrei) y el ayuno del décimo (10 de Tevet) serán para la casa de Iehudá alegría y regocijo y como Días Festivos. Por lo tanto amad la verdad y la paz”. Es así que durante los días del Segundo Templo estas fechas se transformaron en días de fiesta y celebración.
Cuando el Segundo Templo fue destruido el decreto original volvió a cobrar vigencia y se volvieron a respetar los cuatro ayunos, pero con una diferencia en la fijación de la fecha del que cae en el mes de Tamuz. En días del Primer Templo, la muralla fue derribada un nueve de Tamuz y durante los setenta años del exilio babilónico esa fue la fecha respetada, empero en días del Segundo Templo la muralla fue derribada el diecisiete del mes y esa es la fecha que conmemoramos hasta hoy. Si bien los cuatro ayunos fueron decretados por los profetas por la destrucción del Primer Templo (razón por la cual ayunamos el diez de Tevet que es la fecha del inicio del sitio babilonio a Jerusalém y el tres de Tishrei que recuerda el asesinato de Guedalia en esos días), en lo relativo a la caída de Jerusalém tiene mayor significación la segunda destrucción que la primera pues el dolor nos resulta más cercano en el tiempo y por eso se recuerda el diecisiete y no el nueve de Tamuz.
En el versículo de Zejariáh vimos que el de Tamuz es denominado “el ayuno del mes cuarto”, de lo que se desprende que en el decreto de los profetas lo primordial es que se cumpla durante el cuarto mes que es Tamuz. Por lo tanto, pasar el ayuno del nueve al diecisiete no se contradice con el decreto original de ayunar el cuarto mes en recuerdo del derribamiento de la muralla. Respecto del ayuno del nueve del mes de Av no hubo cambios pues ambos Santuarios, el primero y el segundo, fueron destruidos en la misma fecha.

2- Diez de Tevet.
El día diez de Tevet se estableció un ayuno pues en esa fecha Nabucodonosor rey de Babilonia llegó al mando de sus tropas para conquistar Jerusalém, implantando el sitio a la ciudad, lo que significó la primer fase de lo que sería la destrucción del Primer Templo y la salida al exilio de la Divina Presencia. Si bien en días del Segundo Templo el sitio a Jerusalém se inició en otra fecha, de todas maneras el inicio de la destrucción del Templo y del reino de Israel es el diez de Tevet.
Al ayuno que ya se fijó el día diez de Tevet, se le sumaron otros dos eventos dolorosos que tuvieron lugar en días cercanos a dicha fecha, como el fallecimiento de Ezra el escriba el día nueve y la traducción de la Torá al griego (la septuaquinta) el día ocho. Además, el Rabinato de Israel estableció el diez de Tevet como día del Kadish Universal para las víctimas de la Shoá cuya fecha de fallecimiento se desconoce.
Sobre Ezra el escriba nuestros sabios dijeron que hubiera sido digno que por su intermedio se entregase la Torá, pero fue anticipado por Moshé (Tratado de Sanhedrín 21(B)), por lo tanto es segundo en la jerarquía después del hijo de Amram. Ezra emitió diez decretos básicos (Tratado de Baba Kama 82(A)) y con estos inauguró la tradición legislativa de los sabios de la Torá Oral quienes enunciaron nuevos decretos e hicieron un “cerco” a la Torá. Nuestros sabios de bendita memoria nos relatan que Ezra vino de Babilonia para construir el Segundo Templo y él es el profeta Malají (Tratado de Meguilá 15(A)). Por lo tanto, por una parte Ezra es el último de los profetas y por la otra es el primero de los sabios de la Torá Oral. Vemos que significó un eslabón intermedio entre la Torá Escrita y la Torá Oral y al igual que Moshé Rabenu, se preocupó por todo el Pueblo de Israel, cargó con el duro yugo del liderazgo y fue de los conductores del retorno de los judíos de Babilonia y de los constructores del Segundo Templo.
Años más tarde, en días del dominio helénico, los gobernantes decretaron que los judíos debían traducir la Torá al griego. Este fue para Israel un día penoso como el día en que se construyó el becerro de oro, pues la Torá pertenece al Pueblo de Israel, por lo que al ser traducida se desdibujó su singularidad y se pasó a percibir como un texto que toda persona está en su derecho de manipular. Esto aconteció un ocho de Tevet y el mundo se oscureció por tres días. Por esta razón el día diez de Tevet recordamos también este lamentable evento.
Mi maestro, el Rabino Tzví Iehuda Kuk de bendita memoria, dijo que el diez de Tevet debemos de corregir tres cuestiones: a) Para reparar el inicio del sitio a Jerusalém, debemos fortalecer las murallas de la ciudad y construir el país tanto espiritual como materialmente; b) Para reparar el fallecimiento de Ezra, es preciso incrementar el estudio de Torá y al mismo tiempo ocuparse de reunir a los exiliados en Israel tal como él lo hizo; c) Para corregir la traducción de la Torá al griego, es menester sanar el espíritu y la cultura israelitas originales y extraer de éstos las malas influencias de los siglos de exilio y sometimiento a los gentiles.
3- Diecisiete de Tamuz.
Dicen nuestros sabios en la Mishná (Tratado de Ta’anit 26): “Cinco eventos funestos acaecieron a nuestros ancestros el diecisiete de Tamuz: fueron quebradas las tablas, fue suspendida la ofrenda diaria permanente en el Templo, los muros de la ciudad fueron derrumbados, Apostomus quemó un rollo de la Torá y colocó un ídolo en el Templo”.
Tras la revelación de los diez mandamientos en el Monte Sinaí, Moshé permaneció en el monte por cuarenta días y noches y estudió la Torá de boca del Eterno. Cuando descendió con las Tablas de la Ley en sus manos vio que se estaba plasmando el becerro de oro y que parte del pueblo se dirigía tras este culto extraño, por lo que sintió una inmediata debilidad y quebró las tablas. Esto implica que un diecisiete de Tamuz no solamente fueron quebradas las Tablas, sino que el pecado del becerro de oro tuvo lugar ese mismo día.
El segundo incidente es la suspensión de la ofrenda diaria permanente en el Templo, que era el sacrificio más importante que se llevaba a cabo allí. Su centralidad se debía a que era permanente y constante, pues se ofrendaba todos los días, uno al amanecer y otro hacia el atardecer. En días del sitio romano a Jerusalém, se proveyó al Templo de corderos para el sacrificio diario hasta el día dieciséis de Tamuz, y el diecisiete fue el primer día que se debió suspender el ritual (ver Tratado de Baba Kama 82(A)).
El tercer incidente fue la quema de un rollo de la Torá a manos de Apostomus, que era uno de los dignatarios romanos. El cuarto fue la erección de un ídolo en días del Primer Templo a manos del rey Menashé y hay quienes sostienen que fue en días del Segundo Templo a manos de Apostomus el malvado (Talmud Jerosolimitano Tratado de Ta´anit 4:5).
Sin embargo el evento que a final de cuentas provocó que la fecha se transforme en día de ayuno fue el quinto, el derribamiento de las murallas de la ciudad de Jerusalém. Tres años los romanos mantuvieron el sitio a la ciudad de Jerusalém sin poder doblegarla, hasta que finalmente el odio gratuito y la guerra civil debilitaron a los defensores, y los romanos pudieron superarlos. El día diecisiete de Tamuz lograron perforar los muros de la ciudad e ingresar en su interior. Con la perforación de los muros se decidió de hecho el desenlace final de los combates, decretándose nuestra derrota. Tres semanas más duraron las escaramuzas dentro de la ciudad de Jerusalém, hasta que finalmente el nueve del mes de Av fue conquistado el Monte del Templo y quemado nuestro Segundo Santuario dando inicio a una muy extensa y dolorosa etapa de exilio.
Si observamos detenidamente, notaremos que existe una conexión intrínseca entre los cinco eventos acaecidos el diecisiete de Tamuz. En los cinco presenciamos una crisis que afecta en primera instancia a los fundamentos espirituales, que provoca el resquebrajamiento de la fortaleza de la fe, que de no repararse a tiempo, puede cobrar mayor magnitud y desembocar en la destrucción completa ocurrida el nueve de Av. El pecado del becerro de oro no implicó idolatría absoluta, pues los seguidores del ídolo aún creían en D´s Creador del mundo, empero también creían que el becerro poseía algún tipo de poder. Por cuanto que comenzaron a descarriarse en la idolatría, no tuvieron posteriormente fuerzas para hacerle frente a los espías y su falso testimonio. Fue así que se rebelaron contra D´s y su siervo Moshé, rechazando la finalidad última de la conformación del pueblo de Israel que es, la manifestación de la Divina Presencia en el mundo, en la tierra que está destinada a ello, la Tierra de Israel. En el caso de la suspensión de la ofrenda diaria permanente, el emplazamiento de un ídolo en el santuario y la quema de un rollo de la Torá, no estamos aún ante una destrucción completa, empero estos eventos implican una afectación espiritual a nivel de las raíces que, de no repararse, la brecha habrá de ampliarse y la destrucción final resultará inevitable.

4- Nueve de Av.
Dijeron nuestros sabios (Tratado de Ta´anit 25(B)): “Cinco eventos funestos acaecieron a nuestros ancestros el nueve de Av: se decretó sobre nuestros ancestros (la ‘Generación del Desierto’) que no habrían de ingresar a la Tierra de Israel, fueron destruidos el Primero y Segundo Templo, cayó la ciudad de Betar y fue arada la ciudad (de Jerusalém)”.
El primer evento ocurrió en días de la salida de Egipto. Moshé aceptó la propuesta del pueblo de enviar doce espías para que reconozcan la tierra de Canaán y a su regreso diez de ellos difamaron al país desmoralizando al público, al sostener que no podrían conquistar la tierra en virtud del poderío de sus habitantes. “Entonces levantóse la congregación y alzó sus voces de angustia. La gente lloró esa noche. Y todos los hijos de Israel murmuraron contra Moshé y Aharón y les dijeron: “¡Ojalá hubiésemos muerto en la tierra de Egipto o en este desierto! ¿Para qué nos trajo el Eterno a esta tierra? ¿Para que perezcamos por la espada y nuestras mujeres y nuestros hijos se conviertan en presa? ¿No sería mejor para nosotros volver a la tierra de Egipto?”(Números 14:1-4)
Iehoshúa hijo de Nun y Caleb hijo de Iefuné contradijeron el testimonio mayoritario de los espías sosteniendo que, “El país por el que hemos pasado es muy buena tierra. Si el Eterno se complace en nosotros nos dará la tierra que mana leche y miel, pero no os rebeléis contra el Eterno ni temáis a los pobladores de esa tierra porque son pan (comido) para nosotros ya que el Eterno se ha apartado de ellos para favorecernos. No los temáis” (Números 14:7-9). Empero sus palabras no fueron aceptadas por la muchedumbre enardecida que “trató de apedrearlos” (ídem 10).
En ciertos aspectos el pecado de los espías es más grave que el del becerro de oro, ya que en el segundo el pueblo no renegó de D´s y de Moshé por completo, sino que se equivocaron. El error consistió en que pensaron que Moshé había fallecido y por lo tanto D´s ya no se les revelaría de modo directo, y era entonces necesario encontrar un ídolo que haga de intermediario entre ellos y el Creador. Por esta razón una vez concluido el episodio del pecado del becerro de oro, D´s perdona a la comunidad. Sin embargo en el episodio del pecado de los espías, la grey negó la capacidad de D´s de actuar en el mundo y de ayudarles a conquistar el país. Más aún, fallaron en la misión fundamental que es la causa de la creación del mundo y elección del Pueblo Judío, revelar la Presencia Divina a través de la Tierra de Israel. Por esta razón el pecado de los espías nunca fue perdonado, los participantes en él fueron castigados, negándoseles la posibilidad de ingresar a la Tierra de Israel, mientras que Iehoshúa Bin Nun y Caleb Ben Iefuné por no ser parte de la trasgresión, tuvieron el mérito de poder ingresar.
Esa noche en la que el pueblo lloró y despreciaron a la tierra de Israel era un nueve de Av. En vistas de lo ocurrido D´s dijo: vosotros habéis llorado un llanto vano y yo os establezco un llanto por todas las generaciones (Tratado de Sanhedrín 104(B)). En ese momento se decretó que el Templo de Jerusalém habría de ser destruido (Tanjuma Shelaj).
Por efecto del pecado del becerro de oro se resquebrajó la muralla de la fe, en virtud de esta fisura se abrió posteriormente un boquete en los muros de Jerusalém y al final se derribaron el prestigio de la Torá y el servicio en el Templo. En virtud del pecado de los espías, se destruyó la convicción básica respecto de la misión del pueblo Judío de consagrar el Nombre Divino en el mundo y todas las desgracias que se desencadenaron posteriormente, implican la anulación o la destrucción de nuestra capacidad de revelar Santidad en el mundo material de manera constante. En un inicio, se decretó ese mismo nueve de Av, que la generación del desierto no ingresaría a la Tierra de Israel y como no logramos reparar el pecado de los espías, sus efectos se extendieron en el tiempo causando la destrucción de ambos Santuarios. Posteriormente tampoco logramos reparar el pecado de los espías, por lo que fue destruida la ciudad de Betar que fue el bastión de la rebelión de Bar Kojba y la ciudad de Jerusalém fue arada, esto es, destruida por completo y arrasada hasta los cimientos. Todos estos eventos trágicos impidieron la manifestación de la Divina Presencia en el mundo, siendo esta la causa de nuestro pesar y por la cual ayunamos el nueve de Av.
5- Ayuno de Guedalia.
El tres de Tishrei fue asesinado Guedalia hijo de Ajikam. Tras la destrucción del Primer Templo y el exilio de la mayoría de la población judía rumbo a Babilonia, el rey invasor designó a Guedalia hijo de Ajikam gobernador del remanente israelita que se quedó en Iehudá. En torno de este remanente se generaron muchas expectativas, en el sentido de que si lograban afianzarse económicamente, podrían, junto a los que retornen de Babilonia tras setenta años de exilio, reconstruir el Templo y hacer resurgir el reino israelita. Efectivamente, por un tiempo pareció que los judíos que se quedaron en Iehudá y se habían pauperizado por efecto de la invasión, se recuperaban paulatinamente de la destrucción y volvían a labrar sus campos y viñedos.
Empero el rey de Amón quiso desbaratar la reorganización del remanente judío, por lo que envió a Ishmael hijo de Natania para que asesine a Guedalia. Ishmael tenía además un móvil personal para el asesinato, ya que provenía de la familia real de Iehudá y consideraba que él era quien merecía recibir el nombramiento de gobernador y no Guedalia. Algunos de los lugartenientes que servían a Guedalia le advirtieron respecto de las intenciones de Ishmael y hasta le ofrecieron eliminarlo como acción preventiva. Guedalia no les creyó y hasta les recriminó que estaban difamando a Ishmael sin fundamento alguno. “Y ocurrió en el mes séptimo que Ishmael hijo de Natania hijo de Elishama de simiente real y uno de los altos dignatarios del rey, y diez hombres con él, vinieron a Guedalia hijo de Ajikam hijo de Shafán con la espada y le mataron a él que había sido designado por el rey de Babilonia gobernador sobre la tierra…a todos los judíos que estaban con él en Mitzpá y a los caldeos que allí se hallaban… (Jeremías 41:1-3). De este modo se extinguió el último tizón de gobierno judío en el país intensificándose así el exilio, razón por la cual los profetas decretaron el ayuno.
Tenemos cierta duda respecto de la fecha exacta del asesinato. El Talmud dice que Guedalia fue asesinado el día tres de Tishrei (Tratado de Rosh Hashaná 18(B), Talmud Jerosolimitano Tratado de Ta´anit 4:5). Sin embargo, algunos de los sabios medievales consideran que el asesinato sucedió un primero de Tishrei, mas como se trataba de un día festivo por Rosh Hashaná (dos días) se pospone el ayuno para el día tres.
Nuestros sabios nos enseñan que del decreto del ayuno de Guedalia se puede aprender, que la muerte de los justos es comparable con la destrucción de nuestro recinto sagrado (Rosh Hashaná 18(B)).

Leyes referentes a los ayunos menores
1- El status de los ayunos en nuestros días. 2- Los ayunos menores. 3- Horario de los ayunos menores. 4- ¿Puede comer o beber quien se despierta antes de que despunte el alba? 5- Lavado bucal. 6- Quien se olvidó del ayuno. 7- Los enfermos están exentos del ayuno. 8- Mujeres embarazadas y que amamantan en el nueve de Av y en los ayunos menores. 9- Niños pequeños, novios y soldados. 10- La plegaria de “Anenu”. 11- La lectura de la Torá en días de ayuno. 12- Bendición sacerdotal en Minjá.
Capítulo 7 – Leyes referentes a los ayunos menores.
1- El status de los ayunos en nuestros días.
Tras la destrucción del Primer Templo, los profetas establecieron cuatro ayunos recordatorios que eran similares a Yom Kipur ya que usualmente los sabios al emitir decretos buscaban mantener uniformidad con los preceptos de la Torá. Así como el ayuno de Yom haKipurím se extendía a lo largo de un día entero, de la misma manera los profetas establecieron que los cuatro ayunos menores tuviesen idéntica duración. Así como el ayuno de Yom haKipurím incluye cinco privaciones, a saber: a) comer y beber, b) lavarse o bañarse, c) aplicarse cremas o ungüentos, d) calzar cuero y e) mantener relaciones maritales; de la misma manera los profetas establecieron idénticas restricciones para los cuatro ayunos menores. Esta fue pues la práctica habitual durante los setenta años que duró el exilio babilónico.
Cuando los judíos retornaron de Babilonia para reconstruir el Segundo Templo, los ayunos fueron dejados sin efecto, transformándose en días de alegría y regocijo tal como está escrito (Zejariá 8:19): “Así dice el D´s de los ejércitos: el ayuno del mes cuarto y el ayuno del mes quinto y el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo, serán para la casa de Iehudá alegría y regocijo y tiempos festivos. Por lo tanto amad la verdad y la paz”.
Al destruirse el Segundo Templo, durante todos los terribles años de las persecuciones romanas inmediatamente posteriores a la destrucción, incluida la rebelión de Bar Kojba, la caída del bastión de Betar y el completo arrasamiento de Iehudá, volvieron a cumplirse los cuatro ayunos en su formato original. De aquí se infiere, que el grado de vigencia de los ayunos depende de la situación nacional, de manera tal que en tiempos de persecuciones y conversiones forzadas, los ayunos se guardan en su formato completo y cuando el Templo está reconstruido se convierten en días festivos.
Cuando la situación se encuentra en un estado intermedio, esto es, por un lado el Templo está destruido pero por otra parte los crueles decretos persecutorios no están en vigencia, como era el caso en los días de Rabí Iehudá HaNasí (200 de la era común aprox.), el cumplimiento de los ayunos depende de la voluntad del Pueblo de Israel por lo que “si quieren ayunan y si no quieren no ayunan”. Esa es la regla que se aplica para el diez de Tevet, el diecisiete de Tamuz y el ayuno de Guedalia. Empero en el caso del ayuno del Nueve de Av, dado que en esa fecha se acumularon las desgracias, ya que los dos Templos fueron destruidos en ese día fatídico, aunque nos encontremos en una situación intermedia en cuanto a persecuciones, debemos igualmente ayunar de acuerdo al formato original no dependiendo de la voluntad popular (Tratado de Rosh Hashaná 18(B)).
De hecho el pueblo de Israel acostumbró a ayunar en todos los ayunos también en épocas intermedias y por lo tanto, es deber para todos continuar respetándolos. Esta es la norma hasta que se vuelva a construir el Santuario y nuevamente estos días se transformen en alegres y festivos.
2- Los ayunos menores.
Ya vimos que esta época es considerada intermedia, por cuanto que las persecuciones contra los judíos no son tan crueles como en los días posteriores a la destrucción del Templo y por lo tanto la vigencia de los ayunos menores depende de la voluntad del Pueblo de Israel. Y así como la vigencia depende de la voluntad popular, también el marco normativo de los ayunos depende de la misma. Cuando los judíos aceptaron ayunar en épocas intermedias, su consentimiento implicaba también que la severidad de los ayunos no sería similar a la de Yom Kipur y esta es la base de la diferencia entre los ayunos menores y el del nueve de Av, puesto que en esta última fecha se acumularon las desgracias y por lo tanto es obligatorio cumplirlo con la máxima severidad también en tiempos intermedios. El ayuno del nueve de Av sigue siendo similar al de Yom haKipurím, por cuanto que dura un día completo e incluye las cinco restricciones: comer y beber, bañarse o lavarse, pasarse cremas o ungüentos, calzar cuero y mantener relaciones maritales.
Empero los demás ayunos instaurados en memoria de la destrucción del Templo son más leves, se ayuna únicamente durante el día y la restricción se limita a la ingestión de comida o bebida, sin incluir abstención de lavado, aplicación de cremas, calzar cuero o relaciones sexuales.
Otra diferencia radica en que el nueve de Av las mujeres embarazadas o que amamantan deben ayunar y solo si están enfermas pueden comer, mientras que en los otros tres ayunos, las embarazadas y las que amamantan sin estar enfermas están exentas de ayunar, ya que al decidir el pueblo de Israel que quería cuidar estos ayunos eximió a priori a las mujeres embarazadas y las que amamantan (Shulján Aruj Oraj Jaím 550:1-2).
Es bueno abstenerse de lavarse con agua caliente durante los ayunos más breves, empero en caso de necesidad, se autoriza a hacerlo con agua tibia. Asimismo es correcto durante los ayunos no cortarse el cabello ni escuchar música alegre ni salir de compras no rutinarias que pueden ser causantes de alegría.
3- Horario de los ayunos menores.
Los ayunos menores se extienden desde el despuntar del alba hasta la salida de las estrellas. El despunte del alba es cuando la primera luz aclara en el este, mientras que la salida de las estrellas es cuando se divisan tres estrellas medianas en el firmamento. Hay diferentes opiniones respecto del momento exacto del despunte del alba, hay quienes consideran que es cuando se percibe la primera luminosidad en el Este (cuando el Sol se encuentra 17.5 grados por debajo de la línea del horizonte), mientras que otros consideran que el momento es un poco después, cuando se ilumina el este (y el sol se encuentra 16.1 grados por debajo de la línea del horizonte).
Lo mismo ocurre respecto del horario exacto de la salida de las estrellas: a) una opinión sostiene que es cuando los expertos o poseedores de una buena visión divisan tres estrellas (cuando el sol se encuentra 4.8 grados por debajo del horizonte), b) la otra sostiene que es cuando personas comunes pueden divisar tres estrellas (cuando el sol está 6.2 grados por debajo del horizonte).
En esta cuestión existe un error que está muy difundido, y es la creencia que entre el despuntar del alba y el amanecer existe un lapso fijo de tiempo así como entre la puesta del sol y la salida de las estrellas. El lapso de tiempo depende de la estación del año y de la ubicación geográfica, por lo que es necesario emplear calendarios profesionales exactos.
De acuerdo a la base de la ley, por cuanto que estos ayunos son de origen rabínico, la halajá final es de acuerdo a la opinión más moderada, empero es mejor ser más estricto, pues si ya se ayunó todo el día es preferible esperar unos minutos más y cumplir de acuerdo con todas las opiniones.
Cuando el diez de Tevet cae un día viernes, es preciso ayunar hasta después de la salida de las estrellas a pesar de que Shabat ya entró (Shulján Aruj 249:4).
Quien vuela de América a Israel en un día de ayuno, éste le resultará más breve por cuanto que viaja en sentido contrario a la órbita solar y acorta su ayuno en más de media hora por cada hora de vuelo realizada. En caso de que vuele de Israel hacia América el ayuno se prolonga, ya que viaja en el sentido del sol y estira su ayuno en más de media hora por cada hora de vuelo. La regla general es que el ayuno se extiende desde el despuntar del alba hasta la salida de las estrellas de acuerdo con la ubicación geográfica momentánea del ayunante (ver Igrot Moshé Oraj Jaím 3:96).
4- ¿Puede comer o beber quien se despierta antes de que despunte el alba?
Si bien el ayuno comienza con el despuntar del alba, a veces la prohibición de ingerir alimentos comienza la noche anterior, pues si la persona no tuvo la intención de volver a comer antes del ayuno, es como si hubiese aceptado sobre sí el ayuno desde entonces y por lo tanto no puede comer. En ese caso, quien se despierta antes de que despunte el alba, no puede ingerir alimento alguno pues no lo tenía en mente. Empero si antes de ir a dormir, pensó interiormente que en caso de despertarse antes de que aclare, habrá de comer, en caso que efectivamente se levante a tiempo, podrá hacerlo pues todavía no recibió o aceptó el ayuno.
Todo lo anterior se refiere a la ingestión de alimentos, empero respecto de la ingestión de líquidos, los juristas mantienen divergencias. Según la opinión del Ramá, dado que es común que las personas beban agua inmediatamente después de levantarse, aunque no se lo hayan propuesto explícitamente la noche anterior, se puede considerar como que la persona decidió hacerlo la noche anterior y por lo tanto podrá beber. En opinión del autor del Shulján Aruj no hay diferencias entre comida y bebida y por lo tanto quien no tuvo en mente la noche anterior comer o beber antes de que despunte el alba, en caso de que se despierte previo a que aclare, no podrá ingerir cosa alguna (Shulján Aruj 564:1). En la práctica, quien quiera beber agua antes de que se inicie el ayuno debe proponérselo la noche anterior, empero a posteriori, quien se despierta antes de que despunte el alba y está sediento, puede beber agua aunque no se lo haya propuesto (Mishná Berurá 564:6, Kaf Ha Jaím 10).
5- Lavado bucal.
A priori no se ha de realizar lavado bucal en día de ayuno menor, pues existe el temor de que durante el mismo la persona pueda tragar algo de agua. Empero quien tenga la certeza de que su boca exhala mal aliento, puede lavarla pues no tiene la intención de beber sino de higienizarla. En ese caso, se deben extremar precauciones de no tragar gotas de agua por error. Asimismo, quien sufre por sentir sabor desagradable en su boca, puede lavársela con pasta dentífrica para así eliminar el mal aliento.
El nueve de Av es un ayuno más severo en el cual hasta lavarse o bañarse están prohibidos y por lo tanto corresponde ser más estrictos. Es así que en el caso de quien no le urge, no habrá de lavarse la boca y solo quien sufre mucho a causa de esta restricción, puede hacerlo cepillando los dientes pero sin pasta dentífrica. En Yom haKipurím, la obligatoriedad del ayuno proviene de la Torá y por lo tanto no hay lugar a flexibilizaciones de ningún tipo.
6- Quien se olvidó del ayuno.
Quien por olvido comió o bebió en un día de ayuno, debe continuar ayunando, pues estos ayunos fueron fijados en virtud de las desgracias ocurridas en estos días. Por lo tanto, aunque haya ingerido alimentos en la cantidad suficiente como para considerar que el ayuno fue quebrado, por una parte no podrá recitar “Anenu” durante el rezo (tal como se verá en el inciso 10), empero de todas maneras la prohibición de la ingesta de alimentos sigue vigente. Quien cometió una trasgresión no tiene permiso para agregar más transgresiones (Shulján Aruj 568:1). No es necesario ayunar otro día a cambio del ayuno público olvidado, pues los ayunos fueron fijados específicamente en los días estipulados por los sabios. De todas maneras, hubo quienes acostumbraron a aceptar sobre sí un ayuno suplementario para expiar por el olvido, mas esto no es obligatorio (Mishná Berurá 568:8). Es preferible expiar el quiebre del ayuno mediante un incremento en el estudio de Torá y los aportes a Tzedaká.
Quien se olvidó del ayuno y recitó la bendición “shehakol” sobre un vaso de agua y recordó repentinamente de que está prohibido beberlo, este hecho suscita cierta divergencia de opiniones entre los juristas. Algunos sostienen que la prohibición de recitar una bendición en vano tiene su origen en la Torá y la prohibición de beber agua es rabínica, por lo que es preferible que beba el agua y así evite la bendición en vano. Otros opinan que dado que según la mayoría de los sabios medievales la prohibición de recitar una bendición en vano es de origen rabínico, es mejor que no beba aunque ya haya bendecido. Además, aseveran que no es correcto corregir una trasgresión con otra y esta nos parece la práctica más adecuada.
7- Los enfermos están exentos del ayuno.
Cuando los profetas y los sabios establecieron los ayunos, lo hicieron pensando en gente sana, por lo que no lo decretaron para personas enfermas. En esto se diferencia Yom haKipurím del resto de los ayunos, pues en Kipur los enfermos están obligados a ayunar y solo están exentos de hacerlo, aquellos a quienes el ayuno les cause peligro inminente para sus vidas, pues el precepto salvaguardar la vida se antepone a todos los preceptos de la Torá. Empero en el resto de los ayunos, cualquier enfermo aunque no corra peligro, está exento de ayunar.
En términos generales se considera enfermo a quien los dolores o cierta debilidad le obligan a permanecer acostado y le impiden continuar con su rutina. Por ejemplo los enfermos de gripe, anginas o quienes padecen fiebre, están exentos de ayunar.
Casi todas las personas durante el ayuno padecen de dolor de cabeza o debilidad y para muchos es más fácil mantener el ayuno recostado en la cama que siguiendo la rutina habitual. Además, en algunos casos, el dolor de cabeza provocado por el ayuno se asemeja o puede ser aún peor a algunos de los síntomas de la gripe. Empero esta es la sensación natural de un día de ayuno y no de enfermedad, y suele ceder unas pocas horas después de concluido el ayuno. Por esta razón, solamente el enfermo que necesita estar acostado a causa de su dolencia está exento de ayunar, mas quien sufre por el ayuno mismo, aunque la sensación de debilidad le lleve a preferir recostarse, no está exento. Empero quien a causa del ayuno se debilita tanto que se enferma, está exento de ayunar.
Toda persona que sabe que si ayuna se ha de enfermar, puede abstenerse de hacerlo. Por ejemplo, en el caso de quien padece de úlcera o fuertes jaquecas, está exento de ayunar, pues no comer puede avivar su afección. Asimismo una persona sumamente débil, que sabe que con gran probabilidad el ayuno puede provocarle una dolencia, está exenta del mismo. Un enfermo de diabetes que necesita recibir insulina, está exento de ayunar y en muchos casos los diabéticos están también exentos de ayunar en Yom haKipurím. Quienes sufren de cálculos en los riñones y necesitan beber mucha agua, están exentos de ayunar. Quienes sufren de alta presión no se le considera enfermos y pueden ayunar, a menos que hayan recibido una indicación médica diferente. En caso que surjan dudas, se debe consultar a un médico temeroso del cielo.
Quien está exento de ayunar por razones de salud, puede desayunar normalmente en la mañana sin limitación alguna, empero lo correcto es que se abstenga de ingerir alimentos suntuarios. A la hora de comer, no debe de ingerir cantidades pequeñas espaciadas en el tiempo, como en el caso de quien necesita ingerir alimentos en Yom haKipurím. Esto se debe a que el ayuno de Kipur tiene su origen en la Torá y por lo tanto también los enfermos están obligados a cumplirlo y solo reciben exención aquellos a quien el ayuno puede hacerles peligrar la vida, empero éstos deben ingerir menos que la cantidad considerada como mínima para no quebrar el ayuno. En los ayunos decretados por los sabios, los enfermos están exentos a priori de ayunar, por lo que a la hora de comer no es necesario que lo hagan en pequeñas cantidades espaciadas en el tiempo.
Es importante remarcar que enfermos que necesitan tomar medicinas de manera fija, como en el caso de quien comenzó a tomar antibióticos o el caso de enfermos crónicos, deben de hacerlo durante el día de ayuno. Es bueno que quien pueda, trague la cápsula sin agua y corresponde señalar que, en la enorme mayoría de los casos, ingerir una medicina en ayunas sin agua no causa daño alguno (incluidos los antibióticos). Quien no pueda tragar la cápsula sin beber agua, que le agregue a esta última sabor amargo hasta que no sea agradable ingerirla y luego tomar la medicina.
8- Mujeres embarazadas y que amamantan en el nueve de Av y en los ayunos menores.
El nueve de Av deben ayunar también mujeres embarazadas y las que amamantan ya que de este ayuno están exentos únicamente los enfermos, al tiempo que éstas, mientras no sientan una debilidad pronunciada se les considera sanas, empero están exentas de los ayunos menores. Esto se debe a que los profetas decretaron estos ayunos para épocas en las que el pueblo judío está sometido a crueles persecuciones y cuando estas se disipan el ayuno depende de la voluntad popular. El pueblo judío decidió mantener los ayunos hasta que se reconstruya el Templo -prontamente en nuestros días-, mas desde un principio se acostumbró a eximir del ayuno a las mujeres embarazadas y a las que amamantan pues a éstas les resulta más pesado que al común de la población.
En Ashkenaz (nombre dado a la zona que habitaron los judíos de origen europeo en la Europa Central y Oriental N. del T.), muchas mujeres embarazadas y que amamantan acostumbraron a ser más estrictas y también ayunaban en los ayunos menores, empero esto obedecía a las crueles persecuciones a las que los judíos europeos eran sometidos. De todas maneras hoy en día, la costumbre más extendida entre los judíos ashkenazíes, es que las mujeres embarazadas y que amamantan no ayunan en los ayunos menores. Más aún, quien quiera ser más estricta consigo misma, si tiene dificultades en ayunar es mejor que no lo haga. La exención de ayunar aplica desde el momento en que la mujer sabe que está embarazada.
La exención de ayunar a la mujer que amamanta aplica todo el tiempo que ésta amamanta a su hijo, y aunque el bebé ya reciba suplementos alimentarios diferentes, mientras la madre no deja de amamantarlo la exención sigue vigente. Hay quienes opinan que la exención debe aplicar durante los veinticuatro meses posteriores al parto, pues consideran que lo que exime no es el acto del amamantamiento sino el trauma que implica para el cuerpo el haber dado a luz, y al cuerpo le lleva veinticuatro meses recuperarse por completo de un parto. En la práctica, la mayoría de los juristas han emitido una opinión más estricta en el sentido de que una vez que la madre deja de amamantar, consideran que debe cumplir los ayunos menores y esta es la práctica más extendida. Empero la mujer que quiera ingerir alimentos en los ayunos menores tiene una opinión más flexible en la cual apoyarse.
9- Niños pequeños, novios y soldados.
Niños pequeños que no llegaron aún a la edad de cumplimiento de preceptos, están exentos de los ayunos instituidos por los sabios. Así también, no fue intención de los rabinos, establecer para los infantes, lapsos de ayuno más cortos, como preparación o educación para el futuro cumplimiento. Solamente en el caso del ayuno de Yom haKipurím, cuyo origen es en la Torá, nuestros sabios establecieron que quienes no llegaron aún a la mayoría de edad preceptiva, ayunen parcialmente, como una suerte de preparación para el tiempo cuando abracen las mitzvot. En el caso de los ayunos rabínicos, los sabios no establecieron que se deba educar a los menores en su cumplimiento, empero de todas maneras muchos acostumbran a enseñar a sus hijos a ayunar algunas horas de acuerdo con su capacidad, mas nunca el día completo (Rabí Menajem Azariá de Pano 111, ver Kaf Ha Jaím 554:23). Cuando se le da de comer a menores de la edad preceptiva, se les da alimentos sencillos para que se acostumbren a participar del duelo público (Mishná Berurá 550:5).
También novios y novias deben cumplir con los ayunos menores. Si bien es preceptivo alegrarse y celebrar banquetes los siete días posteriores a la boda, razón por la cual los novios tienen prohibido fijarse ayunos individuales en esos días, deben cumplir con los ayunos públicos, pues el duelo colectivo se antepone a la alegría personal. Además, es preceptivo que los novios recuerden la destrucción del Templo, tal como está escrito en el libro de Salmos (137:6): “Si no he de elevar a Jerusalém por sobre todas mis alegrías” (Ritba, Beur Halajá 549:1, en el caso del ayuno de Esther muchos aplican la opinión más flexible, ver más adelante capítulo 14 inciso 12).
Lo mismo acontece con los involucrados en una circuncisión (“baalei haberit”): el padre del niño, el padrino y el circuncidador (mohel), deben ayunar. Quien rescata a su hijo primogénito en un día de ayuno tiene prohibido ingerir alimentos. Normalmente se acostumbra a realizar las circuncisiones o los rescates en el final del día del ayuno, de manera tal que se pueda iniciar la comida celebratoria inmediatamente después de la salida de las estrellas.
Soldados que están ocupados en actividades militares de seguridad a quienes el ayuno pueda afectar su rendimiento, pueden comer y beber normalmente para poder cumplir su misión de la mejor manera. Pero soldados ocupados en su entrenamiento están obligados a ayunar.
10- La plegaria de “Anenu”.
Nuestros sabios establecieron, que en la repetición del rezo de Shajarit y Minjá, el oficiante debe agregar entre la bendición de “Redentor de Israel” (séptima de diecinueve) y la de “Sánanos” (octava de diecinueve) una plegaria especial relativa al ayuno que se llama “Anenu” (respóndenos), y se recita a condición de que entre los que oran se encuentren seis que ayunan, debiendo el oficiante ser uno de éstos (Shulján Aruj 556:5).
Empero en el recitado de la amidá en silencio no se agrega “Anenu” como una bendición en sí misma, sino que se agrega en el marco de la bendición “Escucha nuestras plegarias” (la dieciséis de diecinueve) (Tratado de Ta´anit 13(B)). Hay diferentes tradiciones respecto a cuáles son los servicios en los que se agrega la plegaria de “Anenu”. Hay quienes opinan que se debe adicionar en los tres servicios del día de ayuno, y aunque por la noche no se ayune por cuanto que el tiempo del día es llamado ‘día de ayuno’, corresponde agregar “Anenu” desde Arvit. Así acostumbran los judíos yemenitas y algunos sefaradíes. La mayoría de los sefaradíes acostumbra a recitar “Anenu” en el tiempo que ayunan, por lo que en los ayunos menores lo adicionan en Shajarit y en Minjá, mientras que en el nueve de Av lo recitan también en Arvit (de acuerdo con Rabeinu Zerajiá Haleví, Kaf Ha Jaím 565: Tov?….). De acuerdo con la tradición de los judíos ashkenazíes se recita “Anenu” únicamente en Minjá, pues se teme que quien lo recite en Shajarit se debilite a lo largo del día, rompa el ayuno y resulte que mintió cuando dijo a la mañana “en el día de nuestro ayuno”. Por esta razón acostumbran a recitar “Anenu” únicamente en el servicio de Minjá, pues si ayunó hasta esa hora es razonable suponer que habrá de cumplir con el ayuno en su totalidad (De acuerdo con los Gueonitas y Rashí, Ramá 565:3). Cada quien que continúe con la tradición de sus ancestros.
Quien comió o bebió durante un ayuno menos que la cantidad mínima estipulada (29 gramos de sólidos y 86 mililitros de líquidos), no se considera que rompió el ayuno y por lo tanto habrá de recitar “Anenu”. Si comió o bebió más del mínimo fijado, por cuanto que rompió el ayuno no habrá de recitar “Anenu”. (De todas maneras debe seguir ayunando hasta el final del día, ver arriba inciso 6).
11- La lectura de la Torá en días de ayuno.
En los días de ayuno público se lee en la Torá en Shajarit y en Minjá, el pasaje que relata la expiación del pecado del becerro de oro en el libro de Éxodo, porción de “Ki Tisá” (Tratado de Sofrim 17:7, Shulján Aruj 556:1). Con esto, se ha intentado insinuar, que así como D´s expió el pecado del becerro de oro y nos concedió por segunda vez las Tablas de la Ley, de la misma manera expiará todos nuestros pecados y reconstruirá el Templo prontamente en nuestros días.
La opinión de la mayoría de los juristas es que en Minjá se lee a modo de “Haftará” el pasaje de Isaías capítulo 55, que comienza con las palabras “Buscad al Eterno mientras pueda ser hallado” y ésta es la tradición ashkenazí (Ramá 566:1). Empero según la tradición de la mayoría de los sefaradíes, no se lee “Haftará”. De todas maneras si llaman a la Torá en tercer lugar a un sefaradí, esto es como “Maftir” en una sinagoga donde se acostumbra a leer Haftará, deberá leerla y recitar las bendiciones correspondientes (Iaskil Avdí 6:9 y ver Torat Hamoadim 4:2).
Se procede a la lectura de la Torá correspondiente al día de ayuno público solamente si hay entre los asistentes a la sinagoga al menos seis personas en ayunas, y en caso de no haberlas se omite. No puede subir a la lectura de la Torá en un día de ayuno público una persona que no esté ayunando. Si fue invitado a la Torá alguien que no está en ayunas, mas le avergüenza admitirlo, a posteriori puede hacerlo.
Según la costumbre ashkenazí, en un día de ayuno público se recita la plegaria “Avinu Malkenu” tras la “Amidá” en Shajarit y en Minjá y los sefaradíes acostumbran a no recitarlo.
12- Bendición sacerdotal en Minjá.
Todos los días del año los sacerdotes (Cohanim) no pronuncian la bendición sacerdotal en el servicio de Minjá, pues éste se realiza después de la comida del mediodía y se teme que algún cohen pueda estar ebrio y trasgreda al bendecir en ese estado. En los ayunos en los que se acostumbra a recitar el servicio de “Neilá” como en el caso de Yom haKipurím y en los ayunos especiales por falta de lluvias, se recita la Bendición Sacerdotal en la plegaria de “Neilá” (‘Cierre o Conclusión’), por cuanto que como se está en ayunas no hay temor de que entre los sacerdotes se encuentre alguno ebrio. Empero en esos días de ayuno público en los que se recita “Neilá”, los sacerdotes no bendicen a la grey en Minjá para que no se piense que en días de semana también se debe realizar la bendición sacerdotal en ese servicio. En los ayunos públicos que carecen de servicio de “Neilá”, si se reza Minjá en el horario de “Neilá”, se recita la bendición sacerdotal (Tratado de Ta´anit 26(B), Shulján Aruj Oraj Jaím 129:1) y en caso de que se rece Minjá más temprano, no se recita, y el oficiante no ha de pronunciar el sustituto de la misma (“Elokeinu ve Elokei avoteinu”) que se pronuncia cuando no hay Cohanim en el público.
Por lo tanto, en un día de ayuno público es bueno fijar el servicio de Minjá en un horario que nos permita recitar la bendición sacerdotal. Lo más adecuado sería rezar Minjá media hora antes de la puesta del sol, que es el momento ideal para el rezo de “Neilá”. De todas maneras, si se inicia Minjá después de “Plag Ha Minjá” (hora y cuarto antes de la puesta del sol N. de T.) los cohanim podrán recitar la bendición sacerdotal, mas si se reza Minjá con anterioridad, la bendición en cuestión se omite.
Un cohen que no está en ayunas no pasará a recitar la bendición sacerdotal y esto aunque se trate del único presente en la sinagoga en ese momento (Kaf Ha Jaím 129:5, Torat Hamoadim 3:4). No obstante hay juristas que opinan que si no hay otro cohen en la sinagoga, puede pasar y recitar la bendición (Luaj Eretz Israel, Halijot Shlomó Tefilá 10:13). Si no hay en la sinagoga durante el servicio seis personas en ayunas aunque el cohen sí lo esté, no pasará a recitar la bendición en el servicio de Minjá (Piskei Teshuvot 129:2).

Las costumbres de las Tres Semanas

1- Los días de “Bein Hameitzarim” (“Entre las estrecheces”) 2- Bailes, danzas e instrumentos musicales. 3 – Música y canto en Banquetes de Mitzvá. 4- Escuchar música de un aparato eléctrico doméstico. 5- En la práctica. 6- Paseos, esparcimiento en una piscina de natación, vacaciones en un hotel. 7- La recitación de la bendición de “Shehejeianu” en las Tres Semanas. 8- ¿En qué casos está permitido recitar “Shehejeianu”? 9- Casamientos y compromisos. 10- Corte de cabello. 11- Afeitar la barba en las Tres Semanas. 12- Al iniciarse el mes de Av se disminuye la alegría. 13- Carne y vino. 14- Leyes referentes a la prohibición de ingerir carne y vino. 15- Carne y vino en Shabat Jazón y en un Banquete de Mitzvá. 16- Construcción y plantado de árboles en los nueve días. 17- Leyes referentes a la construcción durante los nueve días. 18- Leyes que regulan el comercio en los nueve primeros días del mes de Av. 19- La prohibición del lavado de ropa. 20- Ropa de niños y hospitales. 21- Higiene personal. 22- Shabat Jazón. 23- La semana del 9 de Av cuando el ayuno se pospone para el domingo.
Capítulo 8 – Las costumbres de las “Tres Semanas”
1- Los días de “Bein Hameitzarim” (“Entre las estrecheces”)
Las tres semanas que se inician en la noche del diecisiete del mes de Tamuz y se continúan hasta el nueve del mes de Av son días de dolor, sobre los cuales está escrito en las Lamentaciones de Jeremías (Meguilat Eijá 1:3) “… (Iehudá) no halló descanso, todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrecheces”. Por esta razón los sabios recomendaron conducirse en estos días que tienden a ser difíciles con suma cautela, y a modo de ejemplo, quienes van de paseo o a tomar un baño de mar si bien siempre deben ser cuidadosos, en estos días deben extremar precauciones (Ver Eijá Rabá 1:29)
A los efectos de destacar el carácter de estos días nuestros sabios establecieron la lectura de haftarot especiales durante los tres sábados de este período. Estas haftarot versan sobre profecías que anuncian desgracias sobre el Pueblo de Israel. Asimismo, determinaron que en cada uno de los siete sábados posteriores al 9 de Av se lean haftarot de consuelo a causa de la destrucción del Templo. (Shulján Aruj 428:8 de acuerdo a la Pesikta)
Y si bien nuestros sabios –de bendita memoria- no dispusieron medidas especiales a fin de destacar la tristeza y el duelo en estas tres semanas, el Pueblo de Israel acostumbró en ese tiempo a abstenerse de danzas y bailes así como de recitar la bendición de “Shehejeianu”.
Asimismo, en algunas comunidades se acostumbró a conducirse con algunas normas de duelo. Los ashkenazim y algunos sefaradim y entre estos últimos los oriundos de Marruecos y de Djerba acostumbran a no cortarse el cabello durante las “Tres Semanas” mientras que el resto de los sefaradíes se abstienen únicamente a partir del inicio de la semana en que acaece el 9 de Av.
Asimismo, en lo que respecta a la celebración de bodas, los ashkenazim y los yemenitas así como la mayoría de los sefaradíes no contraen enlaces nupciales a lo largo de las “Tres Semanas” mientras que los demás sefaradíes son más flexibles al respecto y no realizan bodas solamente a partir del primer día del mes de Av. (ídem halajá 7)
A continuación especificaremos y ampliaremos las costumbres de las “Tres Semanas” que van del 17 de Tamuz al 9 de Av: las de los primeros nueve días de Av y las de la semana en la que cae el ayuno del 9 de Av.
2- Bailes, danzas e instrumentos musicales.
Los juristas (Poskím) de los últimos quinientos años (Ajaronim) indicaron que está prohibido hacer fiestas bailables o danzar desde el 17 de Tamuz al 9 de Av (Maguén Avraham, 551:10). Incluyeron en esta regla la prohibición de ejecutar y oír instrumentos musicales en estos días. Por esta razón queda prohibido en las “Tres Semanas” el organizar, así como asistir a grupos de danza, conciertos, recitales o veladas de canto.
Un judío que se gana el sustento tocando música en fiestas de gentiles puede hacerlo hasta el final del mes de Tamuz y si bien ejecuta piezas musicales alegres, él mismo no lo está, por cuanto está ocupado y concentrado en su tarea (de modo que no se alegra en igual medida que los convidados a la fiesta). Empero, desde el comienzo del mes de Av y en adelante deberá cesar en su trabajo hasta pasado el ayuno (Beur Halajá 551:2).
Dado que la prohibición de tocar instrumentos musicales se deriva de la alegría que su ejecución genera, los maestros de música tienen permitido seguir trabajando hasta la semana en que acontece el ayuno, ya que en el aprendizaje de música no hay alegría ni para los maestros ni para los alumnos. Más aún, suspender las clases traería aparejadas pérdidas económicas para los maestros y pedagógicas para los alumnos, quienes deberán luego esforzarse en recuperar el tiempo de estudio perdido. Por lo tanto, es recomendable que durante las “Tres Semanas” estudien melodías tristes (Tzitz Eliezer 15:19). Y en el caso en que maestros y alumnos acostumbran a establecer un receso entre períodos de estudio o semestres, en la medida de lo posible es bueno que lo hagan en el tiempo de las “Tres Semanas”.
3 – Música y canto en Banquetes de Mitzvá.
Está permitido entonar canciones alegres en Banquetes de Mitzvá como en el caso de ceremonias de Brit Milá o circuncisiones, rescate del primogénito y festejos post nupciales con recitación de las siete bendiciones (“Sheva Berajot”). Asimismo se permite celebrar ceremonias de Bar o Bat Mitzvá siempre y cuando se trate del mismo día en que el niño alcanza el tiempo de las mitzvot, es decir la fecha exacta de su cumpleaños según el calendario hebreo.
Los juristas debatieron respecto de si se puede tocar música en un Banquete de Mitzvá durante las “Tres Semanas” en el caso de que se trate de un sitio en el cual se acostumbra a invitar músicos a este tipo de eventos. Algunos opinan que por ser para una mitzvá se puede, mas hay también quienes prohíben.
De todas maneras quien quiera aplicar un criterio más flexible al respecto tiene opiniones en las que basarse, siempre y cuando en esa ciudad se acostumbre a invitar músicos a este tipo de celebraciones durante todo el año.
Por lo tanto, allí donde es costumbre contratar una orquesta para celebrar una Bar Mitzvá está permitido hacerlo. Sin embargo, si se suele contratar a veces grupos musicales de dos músicos y otras veces de tres, en estas “Tres Semanas” es correcto restringirse a dos músicos únicamente. Esto mismo se aplica a todas las demás alegrías de Mitzvá antes mencionadas.
Una vez que se inicia el mes de Av no se invita a ninguna orquesta para una celebración de mitzvá ni se la sustituye mediante grabadores. Solamente está permitido cantar “a capella” canciones relativas a la alegría de la mitzvá. Asimismo, se puede bailar moderadamente en rondas tal como muchos acostumbran en celebraciones de Brit Milá.
Novios que pertenecen a comunidades en las cuales se acostumbra a celebrar matrimonios hasta finales del mes de Tamuz pueden traer para su enlace una orquesta común ya que no se alegra al novio y a la novia sin música instrumental. Quien acostumbra a no contraer matrimonio en estos días puede participar de esta celebración y bailar en caso de ser invitado puesto que se trata de una alegría de mitzvá.

4- Escuchar música de un aparato eléctrico doméstico.
Hay quienes opinan que así como está prohibido asistir a un recital en vivo durante las “Tres Semanas”, también lo está el escuchar música de un aparato eléctrico o electrónico y solamente se puede escuchar canciones que son cantadas sin acompañamiento musical. Según éstos, esta regla aplica tanto para las “Tres Semanas” como para el período de la Cuenta del Omer (Igrot Moshé Yoré Deá II: 137, Yejavé Daat VI:34). Por otra parte hay quienes prohíben todo tipo de música en estos días en cuestión, incluso tratándose de canciones sin acompañamiento instrumental (Tzitz Eliezer 6:33).
Empero, hay quienes autorizaron escuchar música mediante aparatos eléctricos o electrónicos ya que entienden que lo que prohibieron los sabios de las últimas generaciones es específicamente escuchar recitales en vivo que implican un carácter festivo pero oír un tema musical en la radio o en un tape, carece de tal carácter.
Y si bien en el pasado, cuando se comenzaron a fabricar los primeros aparatos de radio o los primeros grabadores, escuchar música mediante estos implicaba una exaltación propia de lo novedoso del instrumento, hoy día que estamos acostumbrados a oír música en todo momento mediante todo tipo de aparatos, hacerlo no implica una alegría especial y por lo tanto queda permitido durante las “Tres Semanas”.
Más aún, es menester distinguir entre piezas musicales de carácter alegre y piezas normales. Ya que solamente las piezas alegres deben ser prohibidas durante las “Tres Semanas” mientras que las normales y en consecuencia más aún las de carácter triste no hay razón de prohibirlas. En el Talmud vemos (Tratado de Shabat 151(a)) que en los funerales se acostumbraba a tocar la flauta, para que la música incremente el dolor y el llanto por la pérdida del difunto y era parte integral de la mitzvá de acompañar al fallecido en su último camino. Por lo tanto no hay una prohibición general de oír música instrumental sino que en los días de duelo se prohíbe escuchar música alegre.
Así lo escuché de mi padre y maestro, que no solamente está permitido escuchar durante los “Nueve Días”, por la radio u otro medio electrónico canciones tristes sobre la destrucción del Templo con acompañamiento musical sino que además tiene el mérito de que mediante éstas, los corazones se tornan más sensibles y propensos a enlutarse por la desgracia que nos aflige.
5) En la práctica.
Vemos entonces que según la opinión más flexible podemos dividir a las canciones en tres categorías. Primeramente las canciones alegres como las de casamiento. En segundo término canciones que no son ni especialmente alegres ni particularmente tristes y en esta categoría se incluyen la gran mayoría de las canciones actuales así como la mayoría de las composiciones clásicas. En tercer lugar tenemos las canciones especialmente tristes que son parte del duelo por la desaparición de una persona o el acaecimiento de una desgracia como por ejemplo un réquiem.
Desde el inicio de las “Tres Semanas” hay que evitar las canciones del primer tipo. Desde el primer día del mes de Av es menester evitar las de la segunda categoría quedando permitidas sólo las del tercer tipo. Es así que la estación de Radio Arutz Sheva acostumbraba a transmitir durante las “Tres Semanas” canciones comunes no particularmente alegres y en los “Nueve Días” transmitía canciones tristes que le recordaban a la audiencia el duelo por la destrucción del Templo.
Cuando se escucha música en alto volumen, aunque se trate de canciones comunes, adquieren un carácter festivo por efecto de la potencia transformándose así en una canción festiva por lo que aún en el caso de canciones permitidas, consideramos es menester limitar los decibeles.
Asimismo, está prohibido participar de un concierto de música triste (réquiems) en las “Tres Semanas” ya que si bien se trata de música luctuosa, el contexto del concierto público de carácter festivo y la prueba es que la gente se viste con su mejor indumentaria para asistir. Empero, si se trata de un evento cultural está permitido ejecutar música triste en recuerdo de la destrucción de Jerusalém aunque se trate de los nueve primeros días del mes de Av (según el Tratado de Shabat 151(a)).
6 – Paseos, esparcimiento en una piscina de natación, vacaciones en un hotel.
Hay quienes opinan que deben evitarse paseos o tomar baños de mar o piscina durante las “Tres Semanas” para así disminuir el placer en los días de “Bein Hameitzarim”, amén de que estos tienen mayor propensión a los accidentes por lo que es correcto eludir actividades que puedan ser peligrosas.
Sin embargo, en la práctica estas actividades no están prohibidas porque nuestros sabios -de bendita memoria- al indicar el disminuir la alegría se referían a partir del primero de Av, por lo que no hay prohibición de realizar actividades placenteras salvo la realización de fiestas, conciertos o bailes. Por lo tanto, es permitido pasear, nadar o vacacionar en un hotel hasta el final del mes de Tamuz. Respecto del temor a la realización de actividades que implican algún tipo de riesgo, no nos referimos a un temor tal que obligue a anular paseos y demás. En realidad, todo el año es necesario tomar precauciones a la hora de realizar actividades riesgosas y en estos días corresponde ser aún más cuidadosos.
Desde que se inicia el mes de Av disminuye la alegría razón por la cual hay que evitar paseos y formas de esparcimiento que giren en torno al placer y la alegría. Un paseo o vacaciones destinadas principalmente a objetivos de estudio o salud están permitidos de llevarse a cabo durante los “Nueve Días”. Otro tanto ocurre con nadar en el mar o en una piscina, si se trata solo por diversión, queda prohibido, mas si se le ordenó nadar por razones médicas está permitido hacerlo en los nueve primeros días de mes de Av.
7- La recitación de la bendición de “Shehejeianu” en las “Tres Semanas”.
Algunos de los grandes sabios medievales (hasta el Siglo 16, denominados Rishonim) acostumbraban a no ingerir un fruto nuevo o comprar una prenda nueva en este período, a fin de no recitar la bendición de “shehejeianu” pues consideraban inapropiado agradecerle a D´s “que nos mantuviste con vida y nos hiciste presenciar este momento” cuando se trata de tres semanas de desgracias (Sefer Jasidim 840). Esta práctica se desarrolló a pesar de que muchos de los principales juristas consideraban innecesaria esta medida (Turé Zahav, Gaón de Vilna). De todas maneras en el correr de las generaciones se extendió la costumbre de no recitar la bendición de “shehejeianu” durante las “Tres Semanas”. Por lo tanto, se tiene cuidado de no ingerir una fruta nueva de la estación que requiere de la bendición de “Shehejeianu” y no se adquiere una prenda nueva que requiere de la misma bendición.
Empero se permite adquirir hasta finales del mes de Tamuz objetos que que no requieren de la bendición de “Shehejeianu”. Por ejemplo, se permite adquirir medias o camisetas pues como no son prendas de vestir importantes no se recita “Shehejeianu” al comprarlas. Asimismo, quienes acostumbran a no recitar “Shehejeianu” al adquirir zapatos podrán hacerlo (Shulján Aruj y Ramá, Oraj Jaím 223:6 y ver Peninei Halajá Brajot cap. 17 inciso 4). Por lo tanto una pareja puede adquirir un mueble, ya que se asociaron en su compra, y recitan la bendición de “Hatov Vehameitiv”. Empero un individuo debe evitar adquirir un mueble ya que deberá recitar la bendición de “Shehejeianu”(ídem 223:5).
Asimismo está permitido adquirir una prenda importante que requiera aún algún tipo de arreglo para poder vestirla pasado el nueve de Av, ya que, al no poder usarla el mismo día de la compra no corresponde recitar “Shehejeianu”. Esto se permite hasta el final del mes de Tamuz (Mishná Berurá 223:17). Para quienes acostumbran a recitar “Shehejeianu” al momento de estrenar la prenda y no al momento de comprarla (siendo esta la costumbre más extendida) les está permitido adquirir ropa nueva durante todo el período de las “Tres Semanas” a condición de que la estrenen pasado el nueve de Av y sólo entonces reciten “Shehejeianu”. Además, al comenzar el mes de Av reducimos nuestra actividad comercial o profesional por lo que aunque no se recite “Shejejianu” al momento de la compra, es correcto evitarla (ver el inciso 18).
8- ¿En qué casos está permitido recitar “Shehejeianu”?
En el caso en que a una persona se le presenta cumplir un precepto que conlleva la recitación de “Shehejeianu” como lo es el caso de una circuncisión o el rescate de un primogénito, la bendición debe ser recitada dado que se trata de una circunstancia determinada por la Divina Providencia y no por la planificación humana (Shulján Aruj 551:17).
Asimismo, quien se encuentra con un amigo muy querido a quien no ha visto por más de treinta días y esto le llena de alegría recita “Shehejeianu” pues de no hacerlo de inmediato se perderá la oportunidad de recitar la bendición. Otro tanto ocurre con aquél a quien le nació una hija, al verla por primera vez puede recitar la bendición ya que también se trata de una oportunidad que no ha de repetirse y perdería la posibilidad de bendecir (Según Shulján Aruj 225:1, Mishná Berurá 223:2).
De acuerdo a la mayoría de los juristas, durante los sábados de las “Tres Semanas”, está permitido recitar “Shehejeianu” y si bien algunos lo han prohibido (según el Arí Hakadosh) en la práctica se puede aplicar un criterio más flexible y permitir la recitación de Shehejeianu inclusive en “Shabat Jazón”, que es el sábado inmediatamente anterior al 9 de Av. Por lo tanto, aquél a quien se le presenta una fruta nueva en días de semana habrá de postergar su ingestión hasta Shabat y entonces recitará “Shehejeianu”. Si no es posible posponer la ingestión del fruto por carecer de refrigerador o temor de que la fruta pueda estropearse hasta el Shabat, puede ingerirlo de inmediato y recitar “Shehejeianu” (Ramá 551:17, Mishná Berurá 551:98). De la misma manera, se puede recitar “Shehejeianu” por una prenda nueva en Shabat hasta el inicio del mes de Av, mientras que en el Shabat posterior al inicio del mes de Av es menester ser más riguroso y no estrenar una prenda y así no recitar la bendición en cuestión (Mishná Berurá 551:98, Torat Hamoadim 5:7).
9- Casamientos y compromisos.
En la mayoría de las comunidades judías se acostumbra no celebrar bodas durante las “Tres Semanas”. A pesar que, la esencia de la ley lo que prohíbe en los días de duelo por la destrucción del Templo fueron los casamientos opcionales, esto es, el enlace de quien ya cumplió con el precepto de “multiplicaos y fructificaos” y tiene un hijo y una hija vivos. Sin embargo, quien aún no cumplió con el precepto tenía permitido desposar una mujer inclusive en los nueve primeros días de Av. De todas maneras, por cuanto que las “Tres Semanas” se consideran días desgraciados se acostumbró a no celebrar enlace alguno ya que corresponde que un casamiento se celebre “en buena hora y en buena señal” (Simán Tov u Mazal Tov), aspectos ausentes en estos días fatídicos.
Hay entre los sefaradim quienes se abstienen de celebrar bodas únicamente durante los “Nueve Días” de Av.
La celebración de un compromiso en la intimidad y sencillez del hogar está permitida hasta el inicio del mes de Av ya que se trata del acuerdo entre dos personas de contraer matrimonio y esto tiene aspecto de mitzvá. Sin embargo, realizar una gran fiesta de compromiso no está permitido en las “Tres Semanas”. Asimismo, durante los nueve primeros días de Av en los que se debe disminuir la alegría, queda prohibido celebrar cualquier tipo de celebración de compromiso aunque sea en una casa y sea de carácter sencillo. Sin embargo está permitido que los padres de los novios se encuentren para coordinar las condiciones y los detalles de la boda, ocasión en la que se puede servir un ligero refrigerio. Y si bien en esta situación está presente la alegría, por cuanto este encuentro ayuda a que la relación se transforme en un hecho consumado, aproximando el precepto del casamiento, puede llevarse a cabo incluso en los nueve primeros días de Av. Asimismo, en estos “Nueve Días” los solteros tienen permitido citarse con el objeto de conocerse en aras de un futuro casamiento.
10- Corte de Cabello
Nuestros sabios prohibieron cortarse el cabello y lavar las ropas en la semana que acaece el 9 de Av (Tratado de Ta´anit 26(2)). El Shulján Aruj sentencia que (Oraj Jaím 551:3) no se debe cortar el cabello desde el inicio de la semana del 9 de Av y esta es la costumbre de muchos sefaradim. Tampoco se les puede cortar el cabello a niños que llegaron a la edad de “jinuj” (educación) para enseñarles a enlutarse por la destrucción del Templo. Inclusive, se acostumbra a no cortar el cabello a niños pequeños que aún no llegaron a la edad de “jinuj” para así expresar la desazón por estos días (Shulján Aruj 551:14).
Los ashkenazim, algunos de los sefaradim (entre ellos los marroquíes y los tunecinos de la isla de Gerba o Djerba) así como los seguidores del Arí Hakadosh (Rabí Isaac Luria Ashkenazi) acostumbran a ser más estrictos y se abstienen de cortarse el cabello las “Tres Semanas” completas (Ramá 551:4, Kaf HaJaím 80, Kitzur Shulján Aruj Toledano 387:8, Brit Kehuná 2:12, la usanza de los judíos tunecinos y argelinos de no cortarse el cabello según el Maharí Ayash).
Respecto de los niños existe una discusión si ser rigurosos y abstenerse de cortar el cabello durante las tres semanas completas o solamente la semana del 9 de Av. En caso de necesidad se puede ser más flexibles con los niños pequeños y cortarles el cabello hasta la semana del 9 de Av (Mishná Berurá 551:82).
La prohibición de cortarse el cabello no sólo incluye el pelo de la cabeza y la barba sino que además, todo el resto del vello corporal. El bigote puede ser recortado solo en el caso en que moleste a la ingestión de alimentos (Shulján Aruj 551:12-3).
Las mujeres tienen permitido recortar el cabello de la cabeza en caso de que por su extrema longitud comienza a sobrepasar los límites de su peluca pañuelo o sombrero. Asimismo tienen permitido depilar cualquier cabello de su cuerpo que atente contra su belleza (Mishná Berurá 69, Kaf HaJaím 47).
En el caso de una circuncisión, al padre, al padrino y al Mohel del niño les está permitido cortarse el pelo en honor al evento hasta la semana del 9 de Av.
Es bueno que el joven que llega a la edad de Bar Mitzvá no se corte el cabello en estos días ya que puede hacerlo antes del 17 de Tamuz. Empero su padre, que está habituado a afeitarse todos los días, puede hacerlo de cara al “banquete de la Bar Mitzvá” hasta la semana del 9 de Av (Ver el Kaf HaJaím 551, 10; Piské Tosafot 551:6).
Está permitido peinarse en la semana del 9 de Av (Mishná Berurá 551:20, Kaf HaJaím 46). Los sabios de las últimas generaciones discutieron respecto de si se puede cortar las uñas en los primeros nueve días de Av empero como preparativo en honor del Shabat está permitido (Mishná Berurá 551:20, Kaf HaJaím 48).
11- Afeitar la barba en las “Tres semanas”.
Tal como vimos los ashkenazim y parte de los sefaradim acostumbran a no cortarse el cabello durante las “Tres Semanas” completas empero surgió la pregunta de cómo proceder con la barba.
Según muchos de los juristas no hay diferencia entre corte de cabello y afeitado de barba y ambos están prohibidos durante las “Tres Semanas” (Kaf HaJaím 551:66, 493:19) y así acostumbran los alumnos de las “ieshivot” y todos aquellos que son meticulosos en el cumplimiento de los preceptos.
Sin embargo hay quienes opinan que a priori está permitido afeitarse cada víspera de Shabat previo al inicio del mes de Av (Según Maguén Avraham y Perí Megadim) y hay quienes permitieron afeitarse a diario hasta el inicio del mes de Av dado que hacerlo no implica una alegría. De hecho, la costumbre de no cortarse el cabello aplica a cortes que tienen una implicancia festiva determinada y no a afeitar la barba que tiene como propósito evitar la desprolijidad. Por lo tanto quien es más flexible en el tema del afeitado tiene en quien sustentarse y no hay que hacerle observaciones. Especialmente hoy en día que en Israel coexisten judíos de todo el mundo que detentan tradiciones matizadas y muchos de entre los sefaradim alivianan en este punto, afeitándose. En caso de duda respecto de la tradición ashkenazí se puede considerar la tradición sefaradí. De hecho, lo correcto es que cada quien actúe según su tradición paterna tanto sea esta rigurosa como flexible, pues de no actuar así, estaría deshonrando a su padre.
Sin embargo, desde el inicio del mes de Av en adelante según la tradición ashkenazí y parte de los sefaradim no está permitido afeitarse ni siquiera en vísperas de Shabat Jazón (el anterior al 9 de Av).
Durante la semana del 9 de Av según todas las opiniones y todas las costumbres está prohibido cortarse el cabello y no hay autorización para afeitarse.
12- “Al iniciarse el mes de Av se disminuye la alegría”.
Dijeron nuestros sabios en la Mishná (Taanit 26:2): “Cuando comienza el mes de Av disminuye la alegría” ya que son días de luto por la destrucción del Templo de Jerusalém. Por lo tanto no se deben llevar a cabo actividades que implican alegría como lo son paseos, vacaciones en un hotel o encuentros de camaradería. Solamente eventos que tiene un objetivo primordialmente educativo o público están permitidos. Asimismo, quien esté necesitado de un descanso por razones de salud puede salir en estos días de vacaciones a un hotel o a algún lugar de descanso (ver inciso 6).
Se acostumbró a no preparar el telar para tejer en los nueve primeros días de Av. Esta costumbre se fundamentó en el hecho de que con la destrucción del Templo fue profanada la piedra fundacional o “Even Hashtiá” que es el asiento del Santo Sanctórum o Kodesh Kodashim, el sitio más sagrado del recinto templario donde reposaba el Arca del Pacto. (Esta piedra es en la tradición judía el sitio donde se empezó a crear el mundo, suerte de primer nudo del telar siendo en esta metáfora todo el universo una especie de gran tapiz N. de T.).
Asimismo está prohibido coser ropas nuevas en los “Nueve Días” así como no se tejen vestimentas o kipot (solideos) (Shulján Aruj 551:7-8). Sin embargo está permitido reparar vestimentas usadas y quien se gana el sustento de la confección de ropa o tejido de telas y le urge trabajar en estos nueve días debe consultar una autoridad rabínica.
Es preferible suspender un curso de costura en los nueve días y en caso de necesidad se puede continuar en el mismo a condición de que no se confeccionen prendas nuevas sino que únicamente se reparen prendas usadas o se realicen ejercicios de costura sobre telas que ya no están en uso.
Nuestros sabios dijeron que en estos días se disminuyen los preparativos para eventos alegres y es bueno reducir todas las actividades comerciales o profesionales. Nos abstenemos de construir y de plantar árboles si estas actividades tienen un carácter alegre y las reglas específicas las veremos en el inciso 18.
Dado que en estos días disminuimos la alegría se acostumbra a no comer carne ni beber vino ya que la ingestión de estos productos causan alegría.
Por cuanto se trata de días propensos a desgracias, nuestros sabios recomendaron que quien tenga un pleito judicial con un no judío busque la forma de no tener que comparecer ante los tribunales, ya que en estos días la suerte del judío es mala y se arriesga a perder el litigio (Shulján Aruj 551:1).

13- Carne y vino.
Los sabios medievales (Rishonim) acostumbraban abstenerse de ingerir carne y beber vino en los días de duelo por la destrucción del Templo. Hay quienes se abstuvieron de la carne y el vino los días hábiles de las “Tres Semanas” y hay quienes lo hicieron en la semana del 9 de Av, empero la opinión mayoritaria es que es correcto abstenerse de ingerir carne y vino desde el inicio del mes de Av.
Si bien según la Mishná (Ta´anit 26:2) la prohibición de carne y vino aplica únicamente para la comida anterior al ayuno (seudá mafseket) los sabios medievales acostumbraron a abstenerse más días ya que se trata de alimentos que generan estado de ánimo festivo y este se contradice con la máxima rabínica “desde que se inicia Av se disminuye en alegría”. Más aún, desde que se destruyó el Templo ya ni se ofrendan animales ni se liban vinos en el altar, por lo que correspondería que nos abstengamos por completo de consumirlos, pero se trata de una medida que por su severidad el público no podría cumplir (ver Tratado de Baba Batra 60(2)). Empero, en los días que fueron fijados para enlutarse por la destrucción del Templo es oportuno ser riguroso en este aspecto y abstenerse de ingerir carne y vino.
De hecho, la costumbre ashkenazí de no comer carne ni beber vino los “Nueve Días” incluyen el “Rosh Jodesh” o novilunio de Av y así acostumbraba también el Arí Hakadosh. Según la mayoría de los sefaradim carne y vino están permitidos en Rosh Jodesh y la prohibición comienza al día siguiente, el 2 de Av (Mishná Berurá 551:58, Kaf HaJaím 125). Esta prohibición se extiende hasta el día 10 de Av en el cual el Templo ardió y terminó de consumirse. Los ashkenazim extienden la prohibición hasta el mediodía del 10 de Av y la mayoría de los sefaradim la extienden hasta el final del día (Shulján Aruj y Ramá 558:1, Kaf HaJaím 10).
La costumbre de los judíos yemenitas es abstenerse de carne y vino únicamente en la comida anterior al ayuno tal como lo postula la Mishná.
14- Leyes referentes a la prohibición de ingerir carne y beber vino.
Esta prohibición recae sobre todo tipo de carne, tanto de res como ave, tanto fresca como congelada (y salada previamente). El pescado, en cambio está permitido.
Se acostumbra a extender la prohibición a guisados en los cuales se coció carne. Por ejemplo, si se cocinaron juntas carne con papas las últimas estarán prohibidas aunque se ingieran solas pues el sabor a carne estará presente en ellas. Empero, está permitido cocinar alimentos permitidos en ollas cárnicas a condición de que no absorban sabor a carne (Mishná Berurá 551:63, Kaf HaJaím 142).
La prohibición de ingerir vino incluye el jugo de uva, no obstante bebidas alcohólicas como cerveza o whisky están permitidas. Asimismo está permitido condimentar con vinagre hecho a base de vino.
Productos panificados a cuya masa se les agregó vino están permitidos en los “Nueve Días” pues el sabor a vino no se siente en demasía, empero a priori es mejor no agregar vino a la masa.
Un enfermo aunque tenga una leve dolencia, para quién la ingestión de carne o vino le beneficia, le está permitido ingerirlos (Mishná Berurá 551:61). Asimismo la parturienta, dentro de los treinta días de pasado el parto, le está permitido comer carne para fortalecerse y otro tanto ocurre con la mujer que amamanta, ya que la carne ayuda a incrementar su producción de leche.
Al concluir el sábado previo al 9 de Av, Shabat Jazón, está permitido a quien hizo la “havdalá” beber del vino con que se realizó y así acostumbran los sefaradim y algunos ashkenazim. Se puede beber todo el vino de la copa y es preferible hacer la havdalá con jugo de uva que no alegra. Según la costumbre de algunos ashkenazim, si se encuentra en la havdalá un niño que llegó a la edad de ser educado (guil jinuj) en las Bendiciones del Disfrute, pero aún no alcanzó la comprensión del duelo por Jerusalém (entre los seis y los nueve años), quien hace la havadalá, pondrá su intención al bendecir el vino para con el niño, de modo que el niño después lo beba. Si no hay un niño de esa edad presente, entonces quien realiza la havdalá beberá el vino.
15- Carne y vino en Shabat Jazón y en un Banquete de Mitzvá.
En el sábado previo al nueve de Av, Shabat Jazón, se ingieren carne y vino al igual que en todos los sábados del año ya que aunque el mismo 9 de Av cayese en Shabat el ayuno se postergaría para el domingo por cuanto que no hay duelo o luto en este sagrado día (Shulján Aruj 552:10).
Asimismo está permitido probar los guisados cárnicos que se preparan para Shabat Jazón durante su preparación a los efectos de revisar si es necesario agregar algún ingrediente ya que esta degustación no se considera placentera sino preparación para el disfrute sabático.
Está también permitida la ingestión de carne y vino en banquetes de mitzvá tales como luego de una circuncisión, rescate de un primogénito o conclusión del estudio de un tratado del Talmud. Está permitido ingerir carne o vino en el banquete de una Bar Mitzvá a condición de que se lleve a cabo el mismo día del cumpleaños (ver antes inciso 3).
Las tradiciones se diferencian en la cuestión de cuántos convidados está permitido invitar a estas comidas festivas. Hay quienes opinan que durante los “Nueve Días” es necesario restringir el número de convidados a un mínimo que es un quórum de diez personas (minián) además de la familia que invita. Otros opinan que se puede invitar en los “Nueve Días” a todas aquellas personas que serían invitadas en caso de que el banquete de mitzvá se celebrase en otra fecha. Según el Ramá (Rabí Moshé Isserles (N. de T.)) en los “Nueve Días” se invita a los mismos que se invitaría en otra fecha pero en la semana en que cae el 9 de Av se limita a diez el número de convidados, amén de la familia que invita. La aplicación práctica de esta premisa se adapta a la circunstancia y la necesidad.
Los sabios de las últimas generaciones (Ajaronim) escribieron que no se deben planificar finalizaciones de estudio de Tratados del Talmud para estos “Nueve Días” a los efectos de permitir la ingestión de carne y vino pues de hacerse se estaría anulando voluntariamente el duelo por la destrucción del Templo. Únicamente quien termina un Tratado en estos días, de acuerdo al orden rutinario de su estudio, y acostumbra siempre a hacer un banquete de mitzvá el mismo día que culmina, puede llevarlo a cabo en los “Nueve Días” (Mishná Berurá 551:63).
Quien acostumbra todos los días del año a recitar la bendición de gracias por los alimentos (Birkat Hamazón) y al finalizar bendecir sobre el vino, debe privarse de hacerlo en estos “Nueve Días” (Ramá 551:10, Kaf HaJaím 152).
Algunos acostumbran a realizar una comida la noche anterior a la circuncisión, mas al no tratarse de un banquete de mitzvá queda prohibido servir carne o vino.

16- Construcción y plantado de árboles durante los nueve días.
Dado que en estos nueve días disminuimos la alegría, está prohibido construir obras que generan beneplácito como por ejemplo ampliar la casa o su balcón, sin que exista una imperiosa necesidad de hacerlo. Asimismo está prohibido blanquear o pintar las paredes ya que se consideran obras suntuarias por cuanto que no son indispensables amén de generar bienestar (Shulján Aruj 551:2). Está prohibido en estos días realizar reformas edilicias con objetivo estético como por ejemplo el cambio de persianas, armarios, cortinas y otros costosos elementos del mobiliario que proporcionan sensación de bienestar y no son indispensables.
Sin embargo, quien vive junto a su familia en un apartamento pequeño en estado de hacinamiento, le está permitido construir otra habitación en estos nueve días. Asimismo están permitidas todas las labores edilicias que tienen por objeto evitar daños o deterioros. Por ejemplo, se puede reforzar una pared que está por desmoronarse aunque no se necesite de esa habitación y no se corra un peligro inminente. De todas maneras está permitido demoler la pared y volver a construirla.
Está permitido construir amén de blanquear o pintar para cumplir con una mitzvá como son los casos de la construcción de sinagogas o colegios (Mishná Berurá 551:12, Kaf HaJaím 25). El Aruj Hashulján (551:7) opina que toda obra que es de necesidad pública, ingresa en la categoría de obra de mitzvá quedando permitida.
En estos días está prohibido plantar retoños con objetivo estético como es el caso de árboles ornamentales, mirtos, rosas y demás flores (Shulján Aruj 551:2), empero está permitido llevar a cabo obras de mantenimiento rutinario de jardines ornamentales como por ejemplo regar o cortar el césped.
Todo cultivo que tiene un propósito funcional está permitido, por lo que se pueden plantar árboles frutales en estos nueve días. Asimismo, quien se gana el sustento del cultivo y venta de plantas ornamentales y flores tiene permitido plantarlas en su vivero a fin de comercializarlas.
17- Leyes referentes a la construcción durante los nueve días.
Un constructor y sus obreros judíos pueden continuar construyendo viviendas y venderlas durante los nueve días dado que se trata de una solución habitacional, no de un artículo suntuario, y además la construcción es su medio de subsistencia. En la Tierra de Israel es un precepto el construir casas y si bien el blanqueado y la pintura se pueden posponer hasta pasado el 9 de Av, en el caso en que la dilación genere un daño económico significativo se puede blanquear y pintar en esos días.
A priori, quien planea construir o instalar artefactos suntuarios en su casa debe convenir con el contratista que las obras no se ejecuten en los “Nueve Días”. Pero en caso de error, si convino con el contratista gentil la realización de las obras y llegaron los “Nueve Días” le habrá de pedir que suspenda las obras y si el contratista arguye que le asiste el derecho de seguir adelante con el trabajo no es necesario violar el contrato (Mishná Berurá 551:12, Kaf HaJaím 24).
Un obrero judío que se dedica a pintar o blanquear debe cesar su labor en los nueve días, mas en casa de un gentil tiene permitido continuar con su labor. Si se comprometió a terminar un trabajo para otro judío antes de los “Nueve Días” y no alcanzó a hacerlo, habrá de pedirle a su cliente que le dispense de continuar con las obras e incluso habrá de ofrecerle una pequeña indemnización. Empero si éste no se resigna a sufrir la demora y el obrero teme que esto le reporte un daño económico significativo como por ejemplo enfrentar una demanda por incumplimiento de contrato, podrá continuar trabajando en los “Nueve Días”.
Los rabinos acostumbran a vedar el ingreso a una nueva vivienda en los “Nueve Días”, sea esta comprada o alquilada. Sin embargo, si la demora puede reportar en un daño económico significativo se permite ingresar.
18- Leyes que regulan el comercio en los nueve primeros días del mes de Av.
En los “Nueve Días” disminuimos la actividad comercial placentera, esto es, no adquirimos artículos suntuarios como joyas, ropa, adornos para la casa, mobiliario nuevo o un automóvil familiar. Si bien está prohibido adquirir artículos que requieren recitar la bendición de Shehejeianu durante las “Tres Semanas”, está permitido comprar algo que requiera aún algún tipo de reparación que por ende no requiere de la bendición (ver antes inciso 5).
Empero, durante los “Nueve Días” es oportuno abstenerse de adquirir artículos placenteros o que alegran, por lo que está prohibido encargar una prenda nueva a un sastre. Otro tanto ocurre con todos los demás artículos de la misma índole, ya que si se debe recitar “Shehejeianu” al adquirirlos, no se los debe comprar durante las “Tres Semanas” enteras y si no requieren de bendición solamente se prohíbe su adquisición en los “Nueve Días”.
Sin embargo, en caso de que a alguien le surja una oportunidad única de adquirir un artículo especial a un precio poco común y teme perder la oferta si la pospone hasta pasado el 9 de Av, tiene permitido realizar la compra en los “Nueve Días”, si bien es mejor que lo ingrese a su casa o comience a usarlo solamente después del ayuno.
Es bueno también reducir el comercio de artículos no suntuarios o que generen alegría. Por ejemplo, en el caso de una persona que acostumbra a realizar periódicamente una compra grande de productos, tanto de alimentos como demás productos del hogar, es recomendable que posponga la compra para después del ayuno (según el Shulján Aruj 551:2, Mishná Berurá 11:13).
En el caso del cumplimiento de una mitzvá se pueden adquirir, aunque causen alegría y beneplácito, tefilín y libros sagrados, siendo que además no se acostumbra a recitar “Shehejeianu” con su adquisición. Quien carece de zapatos de tela o goma para el 9 de Av, puede adquirirlos, a posteriori (“bediavad”) en los “Nueve Días” (Igrot Moshé, Oraj Jaím 3:80).
Los comerciantes que comercializan artículos suntuarios que generan alegría, tales como joyas o ropa, tienen permitido comercializar durante los “Nueve Días” para evitar una pérdida económica significativa por efecto de la pérdida de clientes. De todas maneras lo mejor es que se dediquen a la preparación o planificación de las ventas a realizar con posterioridad al 9 de Av. Aquél que tenga la posibilidad de cerrar su tienda en esos días sin sufrir un perjuicio económico considerable deberá hacerlo.
19- La prohibición del lavado de ropa.
Nuestros sabios prohibieron lavar ropa en la semana del 9 de Av (Tratado de Ta´anit 26(2)). Se trata ésta de una de las expresiones tangibles del luto, ya que por efecto del dolor y la identificación con el fallecido o la destrucción del Templo, la persona deja de arreglarse y cuidarse. Esta prohibición incluye también tanto el planchado como la limpieza en seco.
Asimismo está prohibido lavar ropa para usar una vez pasado el 9 de Av, ya que quien se ocupa del lavado parece distraer su atención del luto por la destrucción. También está prohibido entregar la ropa a un tintorero no judío para poder usarla pasado el ayuno (Shulján Aruj y Ramá 551:3, Mishná Berurá 34).
Así como está prohibido lavar, también está prohibido vestir ropa lavada y esto aplica a toda la indumentaria. Está prohibido colocar en la cama las sábanas que han sido lavadas o extender un mantel lavado sobre la mesa. Asimismo está prohibido comenzar a usar toallas o servilletas lavadas.
Los sefaradim acostumbran a aplicar la prohibición de lavar ropa únicamente en la semana del 9 de Av tal como lo establece la Mishná. Por su parte los ashkenazim se abstienen de lavar desde el inicio del mes de Av. Empero, en honor al Shabat Jazón, el anterior al ayuno, los ashkenazim acostumbran a vestirse con ropa lavada (Gaón de Vilna, Mishná Berurá 551:6).
Dado que la prohibición de vestir ropa lavada se extiende a lo largo de varios días se acostumbra a preparar varias prendas usadas. Así se lleva a cabo: antes de la entrada en vigencia de la restricción se visten varias prendas, cada una por el mínimo de una hora y a partir de ese momento ya no se les considera ropa lavada y se pueden vestir en los días de la restricción. Quien no preparó las prendas con antelación puede tomar una prenda lavada y arrojarla al suelo e incluso pisarla y de esa manera ya no se le considera lavada y puede ser vestida.
En estos días está permitido vestir ropa interior y medias lavadas y cambiar toallas de mano sucias dado que hoy se cambian a menudo y no se considera un placer especial sino desprenderse de algo desagradable. Sin embargo, como no sabemos a ciencia cierta a partir de qué momento la ropa interior usada se torna desagradable y se pueda cambiar, es recomendable arrojar al suelo la ropa interior limpia para que pierda su carácter de lavada y pueda así ser usada.
A quien se le haya manchado la camisa y no pueda presentarse con esta en público y no tiene otra prenda que pueda vestir, se le permite lavar la mancha con agua por el principio de preservación de la dignidad humana. Si la mancha no sale solo con agua podrá también emplearse jabón.
En estos días no se pueden vestir ropas sabáticas, aun cuando no fueron lavadas (en la semana del 9 de Av para los sefaradim y desde el 2 de Av para los ashkenazim). Al concluir el Shabat Jazón se deben de quitar las ropas sabáticas. Sin embargo, en el caso de una circuncisión, el padre, la madre, el circuncidador, el padrino del niño y quienes lo traen a circuncidar pueden vestir ropas de Shabat (Mishná Berurá 551:3).
20- Ropa de niños y hospitales.
Las ropas de los niños que se ensucian constantemente no están incluidas en la prohibición de lavar y por la misma razón está permitido lavar ropa de cama infantil. Muchos acostumbran en caso de necesidad a flexibilizar el criterio y lavar también ropa de niños más grandes dado que también éstos ensucian su ropa a menudo, y el lavado de su ropa no encierra ningún aspecto de alegría particular (Ramá 551:14). Hasta el Shabat Jazón los ashkenazim tienen permitido a priori lavar ropa infantil (Mishná Berurá 551:82, según Jaiéi Adam). Una vez concluido Shabat Jazón se puede lavar ropa infantil solo en caso de que toda la ropa esté sucia y no tenga el niño qué vestir.
Cuando se lava ropa infantil en el lavarropas no se permite agregar en el lavado ropa de adultos. Más aún, es conveniente secar en la intimidad del hogar ropa infantil lavada para que exteriormente no parezca que la familia no está enlutada.
En los hospitales está permitido lavar ropa y sábanas como los demás días del año dado que el móvil principal es evitar la falta de higiene e infecciones y no el placer o el confort. En los hoteles está permitido cambiar de sábanas para los nuevos huéspedes ya que hoy día la gente no tolera dormir en ropa de cama usada por otros (Tzitz Eliezer 13:61). A priori es conveniente que el huésped recién llegado al hotel que recibe ropa de cama limpia la pise un poco para que deje de ser considerada lavada. Posteriormente deberá pedir a la conserjería que no se le cambie la ropa de cama hasta pasado el 9 de Av.
21- Higiene personal.
Si bien según el decreto de nuestros sabios talmúdicos la prohibición de tomar baño aplica únicamente para el 9 de Av, los sabios medievales fueron más rigurosos y prohibieron hacerlo en los días anteriores al ayuno. En España, muchos acostumbraban a no bañarse con agua caliente en la semana del 9 de Av mientras que en Ashkenaz acostumbraban a no bañarse por completo en los nueve primeros días del mes de Av y solamente en vísperas de Shabat Jazón se aseaban pero con agua fría (Shulján Aruj 551:16, Mishná Berurá ídem, Kaf HaJaím 186).
Sin embargo, hoy en día los hábitos de higiene personal han cambiado por completo. En el pasado las casas particulares carecían de agua corriente, por lo que tomar un baño era considerado un evento especial y particularmente placentero, al tiempo que abstenerse de tomar un baño no implicaba un sufrimiento notable.
Actualmente la norma común es bañarse a diario con jabón y de no hacerlo un solo día, la persona podría sufrir al punto que a alguna se le dificultaría conciliar el sueño.
Por lo tanto todo aquel que sufre por no bañarse tanto ashkenazí como sefaradí tiene permitido hacerlo durante los “Nueve Días” y también en la semana del 9 de Av, pero con agua tibia, de modo tal que el único móvil sea la higiene y no adquiera dimensión de placer. Más aún, está permitido bañarse con jabón para quitarse malos olores y si sufre por no poder lavarse la cabeza con champú, también podrá hacerlo.
Si alguien huele a sudor por no haberse bañado, aunque él mismo no sufra por esto, es conveniente que lo haga en los “Nueve Días” para resguardar el principio de la dignidad humana (“Kevod haBeriot”). Además, como hoy día el común de la gente es sensible a malos olores, el hecho de no bañarse por razones religiosas generaría la profanación del nombre de Dios.
En vísperas de Shabat Jazón todos se bañan, solo que los ashkenazim acostumbran a hacerlo con agua tibia. Quienes acostumbran a ir a la mikve (inmersión ritual) pueden continuar haciéndolo los nueve días a condición de que el agua no esté caliente.
Quien desee nadar en una piscina como forma de esparcimiento, tiene prohibido hacerlo desde el inicio del mes de Av, pues hay que disminuir la alegría; mas si el móvil es cuidar la salud, por ejemplo ersonas que acostumbran nadar todos los días media hora en la piscina, según los sefaradim pueden hacerlo hasta Shabat Jazón y luego corresponde abstenerse, mientras que para los ashkenazim estaría prohibido los nueve días. Quien necesite nadar por prescripción médica puede hacerlo hasta la víspera del 9 de Av.
22- Shabat Jazón
Shabat Jazón es el sábado anterior al 9 de Av en el cual se lee la Haftará de “Jazón Iehsaiáhu” (la “Visión de Isaías” Isaías 1:1-27), en la cual el profeta amonesta al Pueblo de Israel previo a la destrucción. Según la costumbre sefaradí, la mayoría de las costumbres de luto como ser el abstenerse de lavar ropa o tomar baño, se inician el domingo inmediatamente posterior cuando se inicia la semana del 9 de Av. Por lo tanto, el Shabat Jazón está exento de señales luctuosas de cualquier tipo. No así en el caso de los ashkenazim, dado que para éstos algunas de las costumbres luctuosas comienzan al iniciarse el mes de Av, y por lo tanto Shabat Jazón cae dentro de los días de duelo. Es así que muchos ashkenazim acostumbraron a no bañarse con agua caliente en las vísperas y no vestir ropas sabáticas en Shabat Jazón (Ramá 551:1,16). Empero hubo varios de los grandes sabios de Ashkenaz que objetaron esta costumbre, ya que no se deben exhibir señales de duelo en Shabat. Es así que hoy día la costumbre más extendida entre los ashkenazim es la de bañarse en vísperas de Shabat Jazón con agua tibia con jabón y con champú, así como vestir ropa sabática lavada.
Hay quienes son más rigurosos y cambian en algo su indumentaria sabática, para expresar el dolor por la destrucción del Templo (Mishná Berurá 551:6).
Cuando un joven Bar Mitzvá sube a la Torá en Shabat Jazón se ofrece un “kidush” similar al resto de los sábados, ya que no se deben exteriorizar señales de duelo en Shabat. Otro tanto ocurre en Shabat Jatán cuando el que sube a la Torá es un novio previa o posteriormente a su boda, el kidush es igual al de los demás sábados. Para los que acostumbran a hacer una comida de “Shalom Zajar” por el nacimiento de un varón en el sábado previo a la circuncisión, tienen permitido hacerlo. (Las leyes referentes a un 9 de Av que cae en Shabat o un domingo se desarrollarán en el capítulo 9 inciso 4).
23- La semana del 9 de Av cuando el ayuno se pospone para el domingo.
Las reglas de la semana en la que cae el 9 de Av son relevantes para los sefaradim ya que es en estos días que se abstienen de cortarse el cabello o de lavar ropa tal como lo indica la Mishná en Ta´anit 26(2). Los ashkenazim acostumbraron a abstenerse de lavar ropa desde el inicio del mes de Av (ver inciso 19), y respecto del corte de cabello tanto los ashkenazim como algunos sefaradim acostumbran a abstenerse de hacerlo durante las tres semanas (ver inciso 10).
Cuando el ayuno cae en domingo no tenemos “semana en la que cae el 9 de Av” pues el sábado por la noche se inicia el ayuno y al concluir las costumbres luctuosas del día 10 de Av, concluyen todas las restricciones de las tres semanas.
A veces el 9 de Av cae en Shabat por lo que el ayuno se pospone para el domingo, y por lo tanto hay quienes opinan que toda la semana que antecede al Shabat es considerada “la semana en la que cae el ayuno” (Samag – Sefer Mitzvot Gadol). Pero la mayoría de los legistas considera que, como el ayuno se pospuso para el domingo, no hay en ese año “semana en la que cae el ayuno” (Rosh – Rabenu Asher- y Ran – Rabenu Nisim) y así acostumbran la mayoría de los sefaradim (ver Shulján Aruj 551:4). Por lo tanto, se lava ropa toda la semana previa a Shabat Jazón. Empero, en lo que respecta al afeitado corresponde que también los sefaradim se abstengan de hacerlo, para así llegar al ayuno con una señal visible de luto en el rostro (ver inciso 7). Para aquellos que prefieran no abstenerse de afeitarse tienen autoridades rabínicas en las que fundamentarse.

Víspera del 9 de Av
1- La comida previa al ayuno: “Seudá Mafseket”. 2- Definición de alimentos prohibidos. 3- Costumbres de la “Seudá Mafseket”. 4- El pasaje de Shabat al 9 de Av cuando el ayuno se inicia el sábado por la noche. 5- Cómo se realiza la ceremonia de la Havdalá cuando el ayuno del 9 de Av se inicia sábado a la noche.
Capítulo 9- Víspera del 9 de Av.
1- La comida previa al ayuno: “Seudá Mafseket”.
En la víspera del 9 de Av, en la comida previa al ayuno, la persona no habrá de comer dos platillos diferentes (Talmud Tratado de Ta´anit 26:2 en la Mishná) dado que en ese momento se intensifica el duelo por la destrucción del Templo y no corresponde que la persona se dé a sí misma importancia disfrutando en ese momento de dos comidas. En cambio un platillo solo no implica placer especial. Asimismo no podrá comer carne ni beber vino en esta comida (Ta´anit ídem) ya que se trata de alimentos importantes, cuya ingestión produce alegría. Hoy día, la costumbre extendida en el Pueblo de Israel es de no beber vino ni comer carne desde el inicio del mes de Av (ver incisos 8 y 13 del cap. anterior) pero la diferencia es que, hasta la comida previa al ayuno, la abstención de carne y vino es por ordenanza de los sabios medievales (rishonim), mientras que en la Seudá Mafseket la prohibición es Talmúdica. Es así que en el caso de una persona enferma o una parturienta, a quienes la ingestión de carne puede fortalecer, podrán comer este alimento en los nueve días pero no en la comida previa al ayuno.
¿Qué es la Seudá Mafseket? Es la comida que se ingiere tras el mediodía y es la última antes del inicio del ayuno. Empero una persona que ingiere su última comida antes del mediodía, puede comer en esta dos platillos. La costumbre extendida es comer antes del mediodía de la víspera del ayuno una comida común con variedad de platillos y de cara al inicio del ayuno ingerir la Seudá Mafseket con un platillo solamente. No es correcto tratar de esquivar la normativa vigente ingiriendo después del mediodía una comida con varios platillos, recitar la bendición final por los alimentos para luego volver a lavarse las manos e iniciar una última comida con un solo platillo.
Sin embargo, a posteriori, si una persona no alcanzó a ingerir al mediodía una comida completa porque se le hizo tarde y teme que de no comer la misma se le dificulte cumplir el ayuno, podrá ingerir una comida completa tras la cual irá a la sinagoga para el servicio de Minjá y luego al retornar a su hogar ingerirá la Seudá Mafseket. Eso sí, deberá ser cuidadoso de no comer demasiado en la primer comida no sea que llegue inapetente a la Seudá Mafseket (Shulján Aruj y Ramá 552:9, Mishná Berurá 22).
2- Definición de alimentos prohibidos.
En la seudá mafseket se pueden ingerir alimentos crudos como frutas y verduras sin límite. De estar estas cocidas se les considera platillo a pesar de que sin cocción también se consideran comestibles.
Los productos lácteos como por ejemplo quesos yogures o manteca, si bien fueron pasteurizados, no se les considera cocidos, ya que la cocción obedece a necesidades sanitarias y no a los efectos de mejorar su sabor (Shulján Aruj 552:4, Baer Heitev 5, Kaf HaJaím 13)
Si se cocinaron conjuntamente zanahorias y papas, está prohibido comer de ambas pues son dos platillos. Asimismo si cocinó spaghetti con queso o lentejas con huevo se trata de dos platillos mezclados y no se pueden comer juntos. Inclusive si cocinó dos platillos de la misma especie solo que uno lo hizo más líquido y el otro más espeso, se les considera dos platillos separados. Esto se aplica por ejemplo a huevos duros con huevos apenas pasados por agua. Empero si se trata de un platillo que a priori está compuesto de dos ingredientes en el cual uno es la comida principal y el otro es un simple saborizante del primero como en el caso de arroz con cebolla, se les considera un solo platillo (Shulján Aruj 552:3) Una comunidad que acostumbra a comer comida especial para dolientes, como ser lentejas y huevos, a pesar d que hay dos tipos diferentes de comida, se considera como un solo platillo y está permitido comerlo (Shulján Aruj 552:5).
La prohibición aplica sobre alimentos cocidos o asados, pero respecto de productos panificados como ser pan y pasteles no se aplican restricciones, ya que su objetivo es mitigar el apetito (Eshel Abraham Butshatsh). Mas hay quienes se abstienen de ingerir pasteles, por considerarlos demasiado placenteros para la Seudá Mafseket. La Pizza es considerada como un platillo por el queso que lleva encima.
Es correcto abstenerse del consumo de chocolate, “snacks” y dulces en la Seudá Mafseket, ya que están destinados al placer y no a alimentar (Ver Ramá 552:1); pero en el caso de que sean el único alimento disponible se pueden consumir.
Respecto de alimentos en vinagre como por ejemplo pepinillos, hay quienes consideran que es mejor no ingerirlos para no disfrutar demasiado en la “Seudá Mafseket”, amén de que quizás puede ser considerado como alimento cocido y por ende como un platillo (Sheiaré Keneset haGuedolá, Kaf HaJaím 552:26), no obstante hay quien lo autoriza (Aruj Hashulján 552:7).
Está permitido ingerir ensalada de verduras crudas aderezada con aceite y especias, si bien hay quienes recomendaron no hacerlo para que la Seudá Mafseket no se torne en exceso placentera (Haim Iosef David Azulay, Kaf HaJaím 552:11).
Se acostumbra a no ingerir pescado, ya que se considera una comida importante como el caso de la carne. Hay quienes permiten ingerir pescado salado y sardinas en aceite por no estar cocidas (Ver Shulján Aruj 552:2, Kaf HaJaím 18).
Bebidas cocidas no se consideran platillo, por lo que por la base de la ley está permitido ingerir licor o cerveza, café o té. Sin embargo, muchos legistas indicaron abstenerse a priori de ingerirlos en la Seudá Mafseket, de modo de no incrementar la sensación placentera en exceso. Empero quien está habituado a beber licor en todas sus comidas y sin éste se le dificulta la digestión, tiene permitido hacerlo. Café y Té son menos importantes que una bebida alcohólica, de modo que quien sienta necesidad de ingerirlos puede hacerlo, y quien sienta que puede abstenerse sin por ello sufrir, es bueno que lo haga. Respecto del resto de las bebidas dulces tales como jugos o gaseosas están permitidas siempre y cuando sean consideradas rutinarias y necesarias en la dieta de la persona. Empero están prohibidas si se ingieren por placer.
3- Costumbres de la “Seudá Mafseket”
El Talmud (Tratado de Ta´anit 30(1)) relata que a Rabí Iehudá hijo de Rabí Ilai en la “Seudá Mafseket” se le traía pan duro con sal y se sentaba en un sitio desagradable, entre el horno y la estufa donde comía y bebía de una jarra de agua, aparentando ser un deudo que está sentado frente a su muerto. Maimónides acostumbraba también a ser muy riguroso consigo mismo, e ingería en la Seudá Mafseket únicamente pan y agua sin acompañarlo con platillo alguno.
Sin embargo la directiva general para el público es de ingerir frutas y verduras para acumular energías de cara al ayuno. Algunos acostumbraban a comer como platillo único huevos cocidos, que por su forma redondeada, aluden al carácter cíclico del mundo, razón por la cual los dolientes solían ingerirlo. No hay prohibición de ingerir dos huevos. Algunos suelen preparar como platillo único lentejas cocidas que también sirve como comida en los días de duelo (Shulján Aruj 552:5-6).
Es costumbre ingerir la Seudá Mafseket sentado en el suelo, como forma de expresar el duelo por la destrucción, pero no es necesario quitarse los zapatos (Shulján Aruj 552:7). Hay quienes sostienen que según el misticismo judío, es oportuno extender una tela que intermedie entre el suelo y el comensal y hay quienes extienden la recomendación a aquellos que se sientan sobre baldosas (ver Kaf HaJaím 552:39). A quien se le dificulte sentarse en el suelo así como también en el caso del anciano, el enfermo, la parturienta o la embarazada, tienen permitido sentarse en una silla y es bueno que cambien la ubicación habitual de la misma (Kaf HaJaím 552:38).
Es bueno que cada quien se siente solo en otro rincón para ingerir la “Seudá Mafseket”, tal como está escrito en las Lamentaciones de Jeremías (Eijá 3:28) respecto del doliente: “Bueno es que permanezca solo y en silencio”. Incluso si se sentaron tres personas juntas, no suman para recitar juntas la bendición posterior por los alimentos (zimún), ya que cada uno es considerado como si comiese solo (Shulján Aruj 552:8, Mishná Berurá 19).
A priori no se estudia en víspera de ayuno pasado el mediodía salvo temas relacionados con la destrucción o leyes referentes al duelo. Quien tema que esta limitación afecte la continuidad de sus estudios puede estudiar lo que quiera (ver Ramá 553:2, Mishná Berurá 8).
Quien concluyó su “Seudá Mafseket” y quiere comer algo más, puede hacerlo, ya que el ayuno se inicia con la puesta del sol y no con la finalización de la comida. Asimismo, todas las leyes referentes al duelo no se inician sino con la puesta del sol, a menos que la persona haya decidido para sí mismo iniciarlas con anterioridad (Shulján Aruj 553:1, Mishná Berurá 2).
4- El pasaje de Shabat al 9 de Av cuando el ayuno se inicia el sábado por la noche.
La regla general es que no hay duelo en Shabat, y por lo tanto si el 9 de Av cae sábado se pospone el ayuno para el domingo, y ese mismo Shabat se come carne, se bebe vino y se sirve la mesa con todo lujo como lo hacía el Rey Salomón en su momento, amén de cantarse canciones sabáticas en la mesa con normalidad.
Ahora bien, existe un tiempo intermedio en el cual aún no salió Shabat pero ya aplican las limitaciones del ayuno. Esto se debe a que tenemos una duda respecto de cuándo cambia el día, al ponerse el sol o al salir las estrellas por lo que el tiempo entre ambas es quizás día quizás noche y se le llama “Bein Hashmashot” o “entre los soles” (sol y luna). Dado que es preceptivo agregar tiempo al Shabat, este se extiende hasta unos minutos posterior a la salida de las estrellas. De esta manera desde que se pone el sol hasta unos minutos después de la salida de las estrellas, se trata de tiempo común al Shabat y al ayuno. En este lapso de tiempo está prohibido hacer nada que tenga apariencia de duelo ya que no se permite el duelo en Shabat, pero por otra parte desde la puesta del sol nos abstenemos de cosas que no son “sabáticamente” indispensables como por ejemplo comer, beber, lavarse o untarse cremas.
Por lo tanto en la tercer comida del Shabat, “Seudá Shelishit”, se come y se canta con normalidad pero se concluye previo a la puesta del sol, ya que no hay obligación sabática de prolongarla más allá del atardecer (Shulján Aruj 552:10, Mishná Berurá 23). Asimismo es correcto abstenerse de cantar canciones alegres pasada la puesta del sol y no hay en esto señal de duelo, ya que no se acostumbra a cantar en todos y cada uno de los momentos del Shabat. Nos abstenemos de lavarnos o untarnos cremas desde la puesta del sol, pero de todas maneras no nos lavamos todo el Shabat. Empero quien hizo uso del excusado tras la puesta del sol, se lavará las manos como de costumbre, ya que de no hacerlo se conduciría como un doliente en Shabat.
Se ha de permanecer con la vestimenta sabática y los zapatos, sentados en sillas normales y saludándose unos a otros con normalidad hasta que salgan tres estrellas medianas y transcurran otros minutos como ‘agregado’ (“tosefet”) al Shabat. Entonces se debe recitar “Bendito Sea Aquél que diferencia entre lo sagrado y lo profano” (“Baruj Hamavdil bein Kodesh Lejol”) y de esta manera se da por concluido el Shabat. Paso seguido se han de quitar los zapatos y las vestimentas sabáticas y se ha de vestir ropa común que ya haya sido usada la semana anterior, pues no se puede usar ropa lavada el 9 de Av.
Se acostumbra a demorar el servicio vespertino de sábado a la noche en unos quince minutos tras la salida del Shabat, para que los feligreses alcancen a despedir el Shabat en sus hogares, cambiar de calzado y vestimenta y llegar a la sinagoga para el servicio de Arvit y lectura de Lamentaciones de Jeremías con ropa común.
5- Cómo se realiza la ceremonia de la Havdalá cuando el ayuno del 9 de Av se inicia sábado a la noche.
Dado que una vez salido el Shabat estamos ya en el ayuno y resulta imposible realizar la ceremonia de Havdalá sobre el vino, esta se posterga hasta pasado el ayuno.
Sin embargo pronunciamos la Havdalá en la plegaria de Arvit al recitar la bendición de “Atá Jonantanu”, en la cuarta bendición de la Amidá, que actúa a modo de diferenciación entre Shabat y la semana tras la cual se pueden ya realizar labores. Hay quienes sostienen que es bueno que las mujeres reciten el servicio de Arvit en este sábado a la noche para que reciten la bendición antes mencionada, y la mujer que no rece puede recitar la fórmula “Bendito Sea Aquél que diferencia entre lo santo y lo profano” (“Baruj Hamavdil bein Kodesh Lejol”) y entonces ya puede realizar labores (Mishná Berurá 556:2).
Además, se bendice sobre el fuego al salir el Shabat ya que ésta bendición no depende de la del vino sino que implica un agradecimiento por la creación del fuego que fue revelado a Adám y Javá el sábado por la noche. Se acostumbra a recitar la bendición por la creación del fuego después del servicio de Arvit y previo a la lectura de las Lamentaciones de Jeremías cuando se encienden velas. También las mujeres bendicen por estas velas. Quien por alguna razón no bendijo las velas tras el servicio de Arvit, puede hacerlo toda la noche.
Al finalizar el ayuno, antes de que se coma o beba, es menester recitar la Havdalá con una copa de vino recitándose dos bendiciones: por el fruto de la vid (“Boré Perí Haguefen”) y por diferenciar entre lo santo y lo profano (“Hamavdil”), no recitándose las bendiciones de la creación del fuego (“Boré Meorei Haesh”) ni la de las especies aromáticas (“Boré Minei Besamim”).
Es este un buen momento para puntualizar que todo sábado por la noche aunque ya hayan salido las estrellas, nuestros sabios prohibieron realizar labores hasta que no se haya pronunciado algún tipo de fórmula que diferencie lo santo de lo profano como por ejemplo “Atá Jonantanu” en la cuarta bendición de Arvit, así como no ingerir alimentos hasta haber realizado la ceremonia de la Havdalá sobre una copa de vino. Por esta razón en este sábado por la noche, es suficiente con la pronunciación de alguna fórmula de separación, que nos permita realizar labores y al salir el 9 de Av, cuando necesitamos comer, se debe recitar la Havdalá sobre una copa de vino.
Por lo tanto un enfermo que necesita comer el 9 de Av, debe hacer Havdalá con una copa de vino antes de ingerir alimentos, siendo lo más pertinente reemplazar en esta ocasión el vino por la bebida más común del país (con preferencia de bebidas alcohólicas y a posteriori sirve cualquier bebida de consumo común como el café, ver en Peninei Halajá Shabat cap. 8 inc. 4). Si no tiene a su alcance la bebida común del país, puede hacerlo con jugo de uva. En caso de no tener jugo de uva, a posteriori, puede hacerlo con vino y beber un sorbo de no más de cuarenta mililitros (“meló logmav”). Si hay en el lugar un niño, que ya llegó a la edad en la que se le enseña a recitar las bendiciones, es preferible que él beba del vino y no el enfermo. Un niño que come durante el ayuno no necesita recitar Havdalá antes de ingerir alimentos (Shmirat Shabat Kehiljatá 62:45).

Leyes referentes al 9 de Av
1- El decreto del ayuno del 9 de Av. 2- Las reglas generales referentes a los ayunos. 3- La prohibición de comer y beber y las reglas referentes a los enfermos y las parturientas. 4- Mujeres embarazadas y que amamantan. 5- Lavarse o tomar baño. 6- Lavado de mitzvá. 7- Untar cremas, perfumes y fumar. 8- Calzar zapatos de cuero. 9- Relaciones sexuales. 10- Estudio de Torá. 11- El saludo. 12- Caminata al Muro Occidental y paseo por sus inmediaciones. 13- Sentarse y acostarse en el suelo. 14- La realización de labores. 15- La lectura pública de las Lamentaciones de Jeremías y el oscurecimiento de la sinagoga. 16- El recitado de “Anenu”, “Najem”, la bendición sacerdotal y el “Tajanún”. 17- Retirado de la cortina (“Parojet”) que cubre el Arca (“Arón Kodesh”), manto de oración y filacterias. 18- Palabras de Torá en el rezo y la bendición “que proveyó todos mis menesteres”. 19- Leyes referentes al día 10 de Av. 20- Leyes referentes al 9 de Av que cae en Shabat y es pospuesto. 21- Leyes referentes a los menores de edad.
Capítulo 10- Leyes referentes al 9 de Av.
1- El decreto del ayuno del 9 de Av.
Tal como vimos anteriormente (en el capítulo 6 inciso 1) tras la destrucción del Primer Templo, los profetas dispusieron cuatro ayunos, siendo el más estricto de estos el del 9 de Av, pues en esa fecha fue destruido el Templo (sobre la significación del ayuno se puede leer en el capítulo 6 inciso 4). Estos ayunos fueron establecidos inicialmente con carácter similar al de Yom Kipur, esto es, con una duración de un día entero, además de las cinco prohibiciones. Al construirse el Segundo Templo estos ayunos fueron anulados y se transformaron en días de alegría y regocijo, y al ser éste destruido, volvieron los cuatro ayunos a ser vigentes.
La destrucción fue acompañada de durísimas medidas persecutorias por parte del Imperio Romano, y una vez que estas cesaron, nos encontramos ante una nueva realidad: por una parte, el Templo seguía destruido, pero por la otra, los dracónicos decretos contra los judíos quedaron suspendidos, por lo que los sabios de la época decretaron que la ley respecto a tres de los ayunos: el 10 de Tevet, el 17 de Tamuz y el ayuno de Guedalia dependerían de la voluntad del pueblo de Israel, de modo tal que “si quieren ayunan y si no, no lo hacen”.
Empero el 9 de Av, fecha en la cual los dos Templos fueron destruidos y se acumularon las desgracias sobre el pueblo de Israel, se debe ayunar indefectiblemente. Más aún, inclusive en tiempos de calma y bienestar, el cumplimiento no depende de la voluntad popular, sino que mientras que el Templo siga destruido, debemos mantener el decreto de los profetas de guardar ayuno (Talmud Tratado de Rosh Hashaná 18(2)).
Esta es la base de la diferencia entre el ayuno del 9 de Av y los ayunos más leves. El 9 de Av ayunamos por decreto de los profetas, y por eso recaen sobre nosotros todas las leyes relativas al ayuno, mientras que en los otros tres ayunos que son más leves, estamos obligados a ayunar porque el pueblo de Israel aceptó hacerlo hasta que se reconstruya el Templo. Es de notar que desde que se decidió cumplir con los ayunos leves, se acostumbró a no hacerlos tan rigurosos como el ayuno del 9 de Av (ver arriba capítulo 7 inciso 1).
2- Las reglas generales referentes a los ayunos.
Entre el ayuno del 9 de Av y los tres ayunos menores existen tres diferencias básicas: a) El ayuno del 9 de Av dura una jornada completa, desde la puesta del sol hasta la salida de las estrellas del día siguiente, mientras que los ayunos leves duran desde que aclara hasta la salida de la estrellas. b) El ayuno del 9 de Av incluye las cinco aflicciones que son: comida y bebida, lavarse o tomar baño, untarse cremas o perfumarse, calzar zapatos de cuero y mantener relaciones sexuales. En cambio en los otros tres ayunos se prohíbe únicamente comer y beber. c) Los únicos que están eximidos del ayuno del 9 de Av son los enfermos, mientras que de los otros tres están exentas también las mujeres embarazadas y las que amamantan.
En términos generales el ayuno del 9 de Av es idéntico al ayuno de Yom HaKipurim, ya que los sabios decretaron sobre el primero las mismas prohibiciones que decretó la Torá para el segundo. Por lo tanto, sobre el 9 de Av, rigen las cinco restricciones que aplican para Yom HaKipurim, pero de todas maneras, dado que se trata de un ayuno de carácter rabínico, sus reglas son menos estrictas en dos aspectos fundamentales: a) Los sabios no obligaron a los enfermos a ayunar el 9 de Av, mientras que en Yom HaKipurim deben hacerlo, salvo que el cumplimiento del ayuno ponga en peligro sus vidas. b) En todo caso que se despierte una duda, en Yom HaKipurím es menester ser más estrictos, mientras que en el 9 de Av hay lugar para usar un criterio más flexible. De hecho la regla general para estas cuestiones es que en caso de duda sobre la aplicación de las leyes de la Torá se decide en favor de la opinión más estricta, mientras que en caso de discusión por el cumplimiento de una ordenanza rabínica se define en favor de la opinión más moderada.
Por otra parte el ayuno del 9 de Av tiene una restricción inexistente en Yom HaKipurím, y es la de las leyes de duelo. Aplicando estas leyes el 9 de Av nos sentamos en el piso y no nos saludamos unos a otros; solemos disminuir la intensidad de la iluminación (sinagogal por sobre todo N. del E.) por la noche y tenemos prohibido el estudio de Torá, ya que produce alegría. Por el contrario, en Yom HaKipurím, es obligatorio únicamente ayunar, pero más allá de las cinco restricciones, es considerado un día festivo, en el cual vestimos ropas adecuadas al día, nos sentamos en sillas normales, cantamos, nos saludamos unos a otros y por supuesto que podemos estudiar Torá sin limitación alguna. (Sin relación alguna con las cinco restricciones, en Yom Hakipurím está prohibido hacer las mismas tareas que en Shabat).
3- La prohibición de comer y beber y las reglas referentes a los enfermos y las parturientas.
Las reglas referentes a la comida y la bebida fueron ya expuestas anteriormente (capítulo 7 incisos 5-7), y como ya vimos, existe una diferencia, ya que los ayunos menores se inician al despuntar el alba, mientras que el ayuno del 9 de Av se inicia con la puesta del sol. Sin embargo a los efectos de la prohibición de comer y beber no hay diferencia alguna.
Ya vimos que los enfermos están exentos de ayunar el 9 de Av (las leyes referentes a los enfermos las vimos en el capítulo7 inciso 7) y no hay necesidad que coman menos que la cantidad mínima (“shi’ur”), ya que solo el ayuno de Yom HaKipurím por ser de la Torá, es obligatorio también para enfermos y entonces ingiriendo cantidades inferiores a la mínima se evita quebrarlo. Pero como el 9 de Av es un ayuno de ordenanza rabínica, los enfermos están exentos de cumplirlo y entonces no es necesario consumir en caso de necesidad, cantidades pequeñas inferiores al mínimo (“Pajot mi-ka-shi’ur”), para formalmente preservar el status de ayunante. Sin embargo, algunos juristas de las últimas generaciones (Ajaronim) opinan que de ser posible, es conveniente que los enfermos guarden el ayuno aunque sólo sea la noche del 9 de Av, para así participar del luto público, pero a la mañana, tienen ya permitido ingerir alimentos sin limitación.
En el caso de una parturienta hasta treinta días con posterioridad al parto, se le considera enferma pues aún no se recuperó del todo y por ende está exenta de ayunar (Shulján Aruj 551:6).
En el caso de una mujer que perdió un embarazo, de sentirse débil dentro de los treinta días posteriores al aborto, es considerada parturienta y está exenta de ayunar el 9 de Av.
Aquellos que están exentos de ayunar, deben tener la precaución de ingerir alimentos sencillos y no platillos especialmente placenteros. Los juristas debatieron respecto de si quienes comen el 9 de Av, deben agregar en la bendición posterior a la ingestión de alimentos (“Birkat Hamazón”) el pasaje alusivo al ayuno, “najem” (‘Consuela a los dolientes de Tzión…’ N. del T.).
4- Mujeres embarazadas y que amamantan.
Vimos anteriormente que una de las diferencias entre el ayuno del 9 de Av y los tres ayunos menores radica en que las mujeres embarazadas y las que amamantan están obligadas a cumplir con el primero estando exentas de los segundos (cap. 7 inciso 8). La diferencia obedece a que el 9 de Av solamente los enfermos están exentos de ayunar mientras que embarazadas o mujeres que amamantan, si bien pueden sufrir ciertos malestares, no se les considera enfermas (Shulján Aruj 554:5). Sin embargo en el caso en que padezcan de una debilidad significativa, entran en la categoría de enfermas y por ende quedan exentas de ayunar el 9 de Av.
Por ejemplo, una mujer embarazada que sufre de vómitos o mareos, se le considera enferma y exenta de ayunar. Lo mismo ocurre con una embarazada que se siente muy débil, como en el caso en que esté anémica (menos de 10 gramos de hemoglobina). Demás está decir que la exención aplica también para el caso en que se sospeche que el ayuno pueda provocar la pérdida de un embarazo. La mujer que esté en la duda, si entra o no en la categoría de enferma, que comience a ayunar y en el caso que le sobrevenga un gran malestar, pasa de la categoría de embarazada normal a la de enferma que tiene permitido comer y beber.
Tal como vimos, la mujer que amamanta tiene el deber de ayunar el 9 de Av y aunque se le dificulte, ya que dar pecho produce una pérdida ulterior de líquidos, no entra en la categoría de enferma. Tampoco el bebé sufre por el ayuno, ya que si su madre es de las mujeres que no disminuyen su producción de leche por efecto del ayuno, no hay razón para que se vea afectado y en caso de que disminuya se le puede dar al bebé un aditivo de agua edulcorada o maicena así no sufre de hambre. El mejor consejo para madres que sí ven disminuir su producción de leche por efecto del ayuno, es que salteen dos amamantamientos intercalados. Esto es, una mujer que amamanta cada tres horas, que lo haga a las diez de la mañana y a la una le dé al bebé el sustituto nutricional, para luego volver a amamantarlo a las cuatro y nuevamente darle sustituto a las siete. De esta manera no sufrirá en demasía del ayuno y la cantidad de leche no disminuirá drásticamente. En el caso en que una mujer que amamanta sienta una repentina debilidad que la pase a status de enferma, le estará entonces permitido comer y beber.
5- Lavarse o tomar baño.
Todo baño de placer está prohibido el 9 de Av, tanto sea con agua caliente como fría, tanto se trate de parte del cuerpo o del cuerpo entero, más aún, está prohibido poner el dedo meñique en agua. Sin embargo aquél que se ensució con barro, materias fecales o sangre de su propia nariz tiene permitido lavar la parte que se ensució, dado que la intención no es la obtención de placer (Shulján Aruj Oraj Jaím 554:9). Lo mismo en el caso de quien cambie los pañales de un niño, podrá lavar el sitio que está sucio, si bien por efecto de esta acción estará lavando también su propia mano. Más aún, si al lavar las manos con agua solamente, éstas siguen teniendo mal olor, podrá lavarlas también con jabón.
Otro tanto ocurre con una mujer que prepara alimentos para la finalización del ayuno o para sus niños pequeños, la que tendrá permitido lavar alimentos y utensilios, ya que no se trata de un lavado placentero. Si bien en cualquier acto de lavado y eliminación de suciedad existe un elemento de satisfacción, por cuanto que el móvil central es la higiene y no el placer, está autorizado.
Quien haya transpirado considerablemente al punto de que le incomoda y provoca sufrimiento, tiene permitido lavar el sitio afectado ya que no se trata de un baño de placer (Mishná Berurá 613:2, Shaar Hatziún 4).
Asimismo quien sea extremadamente sensible y no pueda iniciar el día sin antes lavarse la cara, puede hacerlo sólo con agua. A quien se le haya acumulado suciedad en los ojos (ojos lagañosos) y acostumbre a retirarla con agua, podrá hacerlo (Shulján Aruj 554:11, Mishná Berurá 22).
Está prohibido lavarse la boca el 9 de Av y quien sufra en exceso por esta limitación podrá cepillarse los dientes sin dentífrico. Sin embargo, en Yom Kipur por tratarse de un ayuno de la Torá y por ende más riguroso, no podrá hacerlo (ver arriba capítulo 7 inciso 5 numeral 6).
Una novia dentro de los treinta días inmediatamente posteriores a su boda, tiene permitido lavarse la cara y cualquier parte del cuerpo que requiera, para no provocar desagrado a los ojos de su novel marido (Mishná Berurá 554:29, Shaar Hatziún 38).
Está permitido tomar una toalla levemente húmeda y pasarla sobre el rostro, las manos y los pies ya que un poco de humedad no entra en la categoría de “tomar baño o lavarse”, a condición de que esta humedad no sea suficiente como para que las manos luego estén mojadas y mojen otros objetos al tocarlos (Ramá 554:14, Mishná Berurá 27).
6- Lavado de mitzvá.
A los efectos de cumplir una mitzvá está permitido realizar la ablución de manos (“netilat iadaim”), dado que no se trata de un lavado de placer. Por lo tanto los Cohanim tienen permitido lavar sus manos previo a la bendición sacerdotal (“birkat cohanim”) (ver Ramá 613:3, Shulján Aruj 128:6), pero no está permitida la inmersión ritual en la “mikve” el 9 de Av.
A la mañana tras levantarse, cada persona debe realizar la ablución correspondiente tres veces en cada mano, de manera intercalada hasta la altura de las raíces de los dedos, ya que reposa sobre éstas una energía negativa (“ruaj raá”) tras el sueño nocturno y esta puede dañar al cuerpo ingresando por sus orificios.
Una vez que haya evacuado en el excusado, volverá a realizar otra ablución de manos una sola vez en cada mano y recitará la bendición “al netilat iadaim”, ya que se trata de una ablución de mitzvá que dispusieron nuestros sabios previo al servicio de la mañana (“shajarit”). A pesar de que todos los días cumplimos con este precepto lavando toda la palma de la mano, el 9 de Av lavamos solamente los dedos, ya que para lo esencial de la ley, este lavado sirve tanto a los efectos de retirar la mala energía de las manos como de prepararlas para la plegaria matutina (Shulján Aruj 613:2).
Si bien a lo largo de todo el año, lavamos nuestras manos antes de rezar, el 9 de Av no lo hacemos porque no existe obligación alguna para hacerlo. Pero aquél que haya tocado alguna parte sucia de su cuerpo y luego quiere recitar alguna bendición o estudiar Torá, deberá lavar sus manos, ya que lo hace en pos de cumplir una mitzvá y no por placer (Mishná Berurá 613:5-6, Kaf HaJaím 6).
Surgió la duda respecto de si alguien que evacúa sin tocar sus partes íntimas, debe o no lavarse las manos. A los efectos de evitar esta interrogante, es oportuno que la persona que hace sus necesidades fisiológicas tenga contacto con alguna parte cubierta de su cuerpo, por ejemplo, donde pueda haber pequeñas gotas de transpiración, y al salir del excusado, según todas las opiniones, lave sus manos con las limitaciones correspondientes al 9 de Av, para poder así recitar la bendición posterior a la evacuación (“Asher iatzar”) en estado de santidad (Shulján Aruj 613::3, Mishná Berurá 4).
7- Untar cremas, perfumes y fumar.
Está prohibido untarse cremas aunque sólo sea en una parte restringida del cuerpo, así como también está prohibido el uso de cosméticos tales como polvos faciales o cremas revitalizadoras o aromatizantes de la piel. La prohibición aplica a cremas que se untan por placer, pero si el móvil es terapéutico está permitido, por lo cual se puede aplicar vaselina sobre los labios resecos o una crema para evitar la comezón (Shulján Aruj 554:15), así como también se permite aplicar sobre la piel crema repelente de mosquitos.
No se huelen perfumes el 9 de Av pues esto provoca placer y es menester reducir el placer en el día de la destrucción de nuestro Templo. Sin embargo algunas opiniones lo permitieron por considerar que no se trata de una de las cinco restricciones del día (Maguén Avraham), pero la mayoría de los juristas opina que corresponde aplicar un criterio más estricto y prohibirlo (Shulján Aruj 559:7, Shaar HaTziún 556:1). Respecto de fumar ver la nota al pie de página .
8- Calzar zapatos de cuero.
Está prohibido calzar cuero el 9 de Av. En los tiempos de nuestros sabios-de bendita memoria- se acostumbraba a confeccionar zapatos y sandalias sólo en cuero porque no sabían hacerlo de otros materiales que resultaran fuertes y flexibles a la vez. Los juristas disentían en lo relacionado con el calzado que no es de cuero. Según la opinión de muchos , solamente están prohibidos zapatos confeccionados con cuero siempre que, de hecho, protejan al pie de las asperezas del suelo (Rashí, Rambám, Tosafot y Ran). Mientras que hay otros que sí lo permitieron (Rambán, Rosh y Rashbá). En la práctica, así lo indicaron la mayoría de los Ajaronim (Shulján Aruj 614:2).
Está claro que la opinión de los juristas más flexibles se basó en la realidad según la cual todo calzado hecho de otros materiales no eran cómodos para caminar por lo que se puede decir que no eran considerados calzado. Pero actualmente que se fabrica calzado bueno de diversos materiales que no son cuero, todo aquél zapato o sandalia que durante todo el año se acostumbra a caminar con ellos en el exterior en lugares donde hay piedras, están prohibidos el 9 de Av, no siendo relevante de qué material están fabricados. En la generación anterior a la nuestra, cuando todavía no se fabricaba calzado bueno de otros materiales, hubo juristas que permitieron usarlo, pero a medida que transcurre el tiempo y se fabrica calzado excelente de los demás materiales disminuye el número de aquellos que permiten usarlo en Yom Hakipurím.
Por lo tanto, está prohibido el 9 de Av usar calzado con el que se acostumbra a salir a lugares donde hay piedras sin interesar de qué materiales está confeccionado. Empero está permitido calzar zapatos sencillos hechos de tela o goma con los que no se acostumbra a caminar sobre piedras pues se siente sobre éstos la aspereza del suelo. Como todavía hay quienes permiten usar calzado que no es de cuero, está permitido usarlos.
Un enfermo o una parturienta que puedan resfriarse si van descalzos o con suela fina, tienen permitido calzar zapatos de cuero. Otro tanto ocurre para quien camina por un sitio en el cual puede haber alacranes u otros peligros. Asimismo quien camina por donde hay fango o estiércol, puede calzar cuero para evitar que sus pies se ensucien. Lo mismo aplica a un soldado en servicio que se le permite usar botas militares (Shulján Aruj 554:17, 614:3-4). Está prohibido calzar cuero el 9 de Av cuando el móvil es la comodidad, pero cuando la razón es otra, no hay prohibición.
Quien necesite usar plantillas ortopédicas y sufre si no las usa, también cuando éstas están hechas de cuero está permitido colocarlas dentro de pantuflas o dentro de zapatos sencillos de goma que no se acostumbra a usar durante el año. Esto es debido a que no se les usa para caminar cómodamente sino para evitar el sufrimiento, y además, dado que la plantilla no está integrada al calzado, se puede decir que no es parte de éste (Jelkat Yaakov 2:83, Shmirat Shabat Kehiljatá 39:37).
9- Relaciones sexuales.
La quinta restricción es la abstinencia de relaciones sexuales y para alejar a la persona de la trasgresión la noche del 9 de Av, se aplican las mismas reglas que durante el período en el que la mujer está prohibida para el contacto físico (“nidá”): los cónyuges no se tocarán, no dormirán en la misma cama, no se pasarán un objeto de mano a mano. Durante el día no es necesario cuidar estas reglas, pero un contacto físico que implique exteriorización de cariño tal como caricia o abrazo estará prohibido, así como durante las horas del día continúa estando prohibido dormir en la misma cama.
10- Estudio de Torá.
Además de las cinco restricciones antes mencionadas del 9 de Av, existen otras prohibiciones vinculadas al hecho de que se trata de un día de duelo: así como el doliente tiene prohibido estudiar Torá durante los primeros siete días del duelo, asimismo está prohibido estudiar Torá el 9 de Av para no distraer la atención del recogimiento del día. Esto y más, por cuanto que el estudio de Torá alegra, tal como está escrito (Salmos 19:9): “Los preceptos del Eterno son rectos, alegran el corazón”, está prohibido estudiar o pensar en Torá en días de duelo porque eso lleva al regocijo. Empero, se deben estudiar cuestiones tristes que relatan las desgracias del pueblo de Israel y el sufrimiento humano, las cuales son apropiadas para este día. De todas maneras, el estudio no debe ser en profundidad por cuanto que éste puede alegrar. Sin embargo, si la intensidad del estudio lleva a innovaciones o descubrimientos (“jidushím”) importantes, no se debe temer, pues así es la naturaleza del estudio (Aruj Hashulján 554:4). En el caso de que la persona en su estudio detallado haya llegado a alguna conclusión novedosa tiene permitido anotarla sintéticamente para que no se le olvide (Kaf HaJaím 554:110).
Estos son los temas que está permitido estudiar: de la Biblia se permiten los capítulos vinculados a la destrucción en los Libros de Reyes, Crónicas y Lamentaciones de Jeremías; las profecías relativas a la destrucción así como la mayoría del libro del profeta Jeremías, parte del libro del profeta Ezequiel, amén de trozos escogidos de Isaías y los Doce Profetas. Empero no leerá las profecías que anuncian la caída de naciones malvadas que son una alegría para nosotros. Está permitido estudiar el libro de Job, ya que trata sobre el sufrimiento humano, mas no estudiarán sus capítulos finales. De la Torá puede estudiar las porciones de Ki Tavó, Bejukotai y Haazinu que traen duras advertencias al pueblo de Israel. Se permite estudiar los versículos con su comentario para entender el sentido literal pero no para profundizar.
Respecto a las Leyendas relatadas por nuestros Sabios (“Agadot Jazal”), se permiten los relatos de la destrucción del Templo del Tratado de Guitín (55(B) – 58(A)) así como también el Midrash Eijá Rabá salteándose los capítulos que tratan del consuelo. También se permite estudiar el capítulo tercero del Tratado Mo´ed Katán que trata de leyes referentes al duelo o la excomunión, así como la Guemará al final del Tratado de Ta´anit que tratan de las leyes relativas al 9 de Av.
En cuanto a textos halájicos se pueden estudiar las leyes referentes a las Tres Semanas y el 9 de Av (Shulján Aruj Oraj Jaím 550-561), así como también las leyes relativas al duelo (Shulján Aruj Ioré Deá 334-403). En caso de presentársele al rabino una consulta legal que no admite la menor demora en un área cuyo estudio está prohibido en este día, habrá de responderla sin explayarse en las razones de la decisión (Mishná Berurá 554:5).
Está permitido estudiar libros de ética y si bien estos citan versículos bíblicos y pasajes talmúdicos o midráshicos, dado que su objetivo es despertar el arrepentimiento en la persona, no producen la alegría común que se genera en el estudio normal de Torá.
En principio estas limitaciones deben entrar en vigencia a partir del mediodía de la víspera del 9 de Av. Pero ya estudiamos anteriormente de que quien tema que esta limitación interfiera con el orden rutinario de su estudio (“Bitul Torá”), hasta que entra el ayuno puede estudiar lo que le plazca (ver Ramá 553:2, Mishná Berurá 8 y arriba capítulo 9 inciso 3).
Está prohibido leer el 9 de Av libros apasionantes, periódicos o disciplinas seculares para no distraerse del duelo (Aruj Hashulján Ioré Deá 384:9). Sin embargo es oportuno y hasta un deber leer libros de historia que se ocupan de la destrucción del Templo, del exilio y del sufrimiento que padeció el pueblo de Israel.
11- El saludo.
Así como los deudos tienen prohibido saludar (Shulján Aruj Ioré Deá 385), igualmente no se saluda el 9 de Av (Shulján Aruj Oraj Jaím 554:20), y así como quien está de duelo por la muerte de un familiar cercano no está en paz y armonía, también en el 9 de Av no debemos sentirnos en calma sino angustiados por la destrucción de nuestro Templo.
Esta conducta debe ser especialmente observada por los estudiosos de la Torá que conocen la ley, pero cuando una persona no docta saluda, es menester responderle en un lenguaje suave y ceñudo tal como quien está ocupado con pensamientos tristes, aunque deberemos cuidarnos de no provocarle malestar alguno con nuestra esquiva respuesta, y siempre es mejor decir “buenos días ” y evitar decir “shalom”. En el caso de que aquél que da los “buenos días” sea alguien deseoso de estudiar Torá y no tememos que se ofenda, se le aclara que no se saluda el 9 de Av.
Según la mayoría de los juristas está también prohibido decir “buenas noches” o “buenos días” (Mishná Berurá 554:41, Kaf HaJaím 90). Hay quienes sostienen que decir “shalom” está prohibido pero dar los “buenos días” o similares está permitido (Leket Iosher). Además, ya vimos que en caso de necesidad, a los efectos de no ofender a alguien se le puede saludar y por cuanto hay quienes sostienen que no hay prohibición en saludar “buenos días” o “buenas noches” es preferible usar estos saludos y no pronunciar la palabra “shalom”.
Aquél que se encuentra con un amigo que se casó o le nació un niño puede saludarle con un “Mazal tov” dado que esta bendición no está tan prohibida como decir “shalom” (Piskei Teshuvot 554:19). Inclusive el estrechar la mano no está incluido en la prohibición de saludar con “shalom” (Zohar Tzví Ioré Deá 290).
Así como no se saluda con “shalom” tampoco se envían presentes el 9 de Av (Mishná Berurá 554:41). Como la caridad no se considera un regalo está permitida, también lo está el envío de alimentos a los pobres para que tengan con qué romper el ayuno (ver Kaf HaJaím 554:91).
12- Caminata al Muro Occidental y paseo por sus inmediaciones.
Se debe evitar pasear el 9 de Av para no distraerse del duelo. Asimismo se deben evitar las charlas con amigos para no llegar a chistes o conversaciones vanas (Shulján Aruj 554:21). Es bueno hablar de la destrucción, los sufrimientos del pueblo de Israel y las medidas necesarias que lleven al arrepentimiento tanto general como individual.
Incluso para quienes acostumbran visitar el cementerio después de la lectura de las “kinot” (poesías luctuosas N. del T.), deben cuidar de no ir en grupos numerosos para no distraerse del duelo (Ramá 559:10, Mishná Berurá 41).
Empero es claro que no debe evitarse el visitar el Muro Occidental por temor a encontrar amigos y distraerse o alegrarse. Y así me enseñó mi padre, que no hay cosa mejor que visitar en el 9 de Av dicho lugar, el remanente del Santuario, y allí rezar para que se reconstruya prontamente en nuestros días. Más aún, el hecho de que fluyen hacia el Muro Occidental muchas personas, potencia la plegaria y aumenta la Gloria Celestial. Agregaba mi padre que así como está prohibido decir que no se debe construir el Templo durante los nueve días, por ser una obra que trae alegría, de la misma manera no se debe evitar visitar el Muro el día 9 de Av por temor a encontrarse con amigos. Pero una vez que se los encuentra, no se debe saludarlos diciendo “shalom”, pudiéndose sí estrechar sus manos con amor y rezar junto a ellos por la reconstrucción.
13- Sentarse y acostarse en el suelo.
De acuerdo con la ley básica, no es obligatorio dormir o acostarse en el suelo el 9 de Av, ya que lo que indicaron los sabios talmúdicos (Ta´anit 30(A)) en cuanto a que “todos los preceptos que recaen sobre el doliente se aplican el 9 de Av”, se refiere únicamente a las prohibiciones inherentes al duelo como lavarse o bañarse, untarse cremas, calzar cuero, mantener relaciones sexuales, saludar y estudiar Torá. Empero los deberes del doliente como dar vuelta la cama o sentarse en el suelo, técnicamente no corresponden al 9 de Av (Tur Oraj Jaím 555). De todas maneras se extendió la práctica de expresar el duelo por la destrucción del Templo tanto al sentarse como al acostarse, pero como el origen de esta norma es la costumbre, su ejecución está sujeta a diversas flexibilizaciones como se aclararán a continuación.
a) Al acostarse: hay quienes lo hacen sobre el piso, otros se privan únicamente de almohada mientras que otros colocaban una piedra bajo su cabeza (Shulján Aruj 555:2). Sin embargo, si esto le impide a alguien conciliar el sueño, puede dormir como lo hace habitualmente (Mishná Berurá 555:6). La práctica más extendida es bajar el colchón al piso, con lo cual ya no hay necesidad de retirar la almohada. Es bueno colocar una piedra bajo el colchón de modo tal que se cumplen todas las costumbres del duelo sin que se dificulte el conciliar el sueño.
b) Al sentarse: se acostumbra hacerlo en el suelo tal como lo hacen los dolientes. Sin embargo, como esto no es obligatorio según la base de la ley, no se extiende la práctica hasta el final del día (Bait Jadash 559:1). Los ashkenazim acostumbran a sentarse en el suelo hasta el mediodía del 9 de Av y los sefaradim hasta el servicio de Minjá (Shulján Aruj y Ramá 559:3). Asimismo, quienes duermen por la tarde no precisan bajar el colchón al piso.
Ya vimos anteriormente (capítulo 9 inciso 3) que según los sabios de la Cabalá, no es bueno sentarse sobre el suelo sin que nos separe alguna tela o madera (Birkei Iosef 555:8), pero cuando es sobre baldosas, muchos opinan –incluso los sabios de la Cabalá- que no se debe ser riguroso con ello. Si bien algunos acostumbran a colocar también sobre las baldosas algo que se interponga entre ellas y su cuerpo, muchos no lo hacen.
Dado que la halajá de base no determina la obligatoriedad de sentarse en el suelo, está permitido hacerlo sobre un almohadón o un banquito bajo, cuya altura no exceda los tres palmos (24 centímetros N. del T.). En el caso de que a alguien se le dificulte el banquito, podrá tener una altura levemente mayor. Sentarse sobre escalones se considera como hacerlo en el suelo pues la gente los pisa (Mekor Jaim le Javot Iair). Mujeres embarazadas, ancianos, enfermos y quienes sufren de dolores de espalda que les dificulte sentarse en un asiento bajo, pueden hacerlo sobre asientos normales (Aruj Hashulján Ioré Deá 387:3).
14- La realización de labores.
Nuestros sabios dijeron que “todo aquél que realiza labores el 9 de Av no verá nunca en éstas señal de bendición” (Tratado de Ta´anit 30(B)) ya que distrae su atención del duelo. Sin embargo no existe una prohibición expresa por parte de nuestros sabios de realizar labores el 9 de Av, por lo que en algunos sitios la costumbre era abstenerse de labores y en otros no. Nuestros sabios sostienen que la costumbre del lugar es la que determina la conducta a seguir, por lo que, allí donde se acostumbró a no realizar labores, éstas quedarán prohibidas el 9 de Av (Tratado de Pesajim 54(B)). La costumbre más difundida en el pueblo de Israel, es la de abstenerse de realizar labores hasta el mediodía y pasado éste, en la medida que se pueda, es bueno no realizarlas para así no distraerse del duelo, y sólo en caso de gran necesidad, se las podrá realizar pasado el mediodía (ver Shulján Aruj y Ramá 554:22 y 24, Mishná Berurá 49).
Las labores prohibidas el 9 de Av son aquellas que requieren de mucho tiempo y dedicación para ser hechas y provocan preocupación y molestias a la persona, como por ejemplo la costura, la reparación de vestimenta, mobiliarios o aparatos eléctricos, así como actividad comercial. Por otra parte labores indispensables que no generan contratiempos o demoras en su ejecución, como por ejemplo, encendido y apagado de fuego, anudar y desanudar y viajes por necesidad están permitidas, ya que no distraen a la persona del duelo.
Escribir está prohibido, ya que distrae, aunque transcribir asuntos referentes al 9 de Av, está permitido.
Asimismo, se permite vender productos alimenticios, a los efectos que las personas dispongan con qué romper el ayuno una vez concluído, y a partir del mediodía se puede empezar a cocinar con esta finalidad. Algunas mujeres acostumbran a esforzarse lavando sus casas pasado el mediodía, como preparación para el arribo del Mashíaj, que nació el 9 de Av y no se les debe observar o criticar (Birkei Iosef 559:7).
Un judío tiene permitido encomendar a un no judío que realice para él labores el 9 de Av, empero labores públicas como la construcción de un edificio o la venta en una tienda están prohibidas, porque se pueden interpretar como falta de respeto por el duelo público (Mishná Berurá 554:46).
En el caso que, posponer una labor implique una pérdida económica cuantiosa, está permitido realizarla, al igual que se autoriza en “Jol Hamoed” (Shulján Aruj 554:23).
15- La lectura pública de las Lamentaciones de Jeremías y el oscurecimiento de la sinagoga.
Luego del servicio de Arvit se leen las Lamentaciones de Jeremías (“Meguilat Eijá”). Según muchos de los sabios medievales de Ashkenaz la lectura requiere del recitado de una bendición previa, tal cual está aclarado en el Tratado de Sofrim (14:1). Más aún, para aquellos que opinan que la lectura requiere del recitado de una bendición, esto aplica únicamente en el caso en que el texto de las Lamentaciones esté escrito sobre un pergamino semejante al del rollo de la Torá, y si no está escrita sobre este material no se bendice previo a la lectura. Algunos dicen que aunque la meguilá esté escrita sobre un pergamino, no hay que bendecir previo a su lectura, dado que esta bendición no está escrita en el Talmud (Beit Iosef 559:2). Debido a la duda, muchos de los Ajronim indicaron bendecir. En la práctica, de acuerdo a la usanza de los sefaradim y muchos de los ashkenazim, entre los que incluimos a la totalidad de los Jasidim, ‘Eijá’ es leída sin recitar bendición. En cambio, parte de los ashkenazim – especialmente aquellos que siguen las costumbres del Gaón de Vilna-, acostumbran leer las Lamentaciones de un pergamino “kasher” recitando la bendición (Pninei Halajá Moadim 2:10).
Se acostumbra oscurecer la sinagoga en la noche del 9 de Av tal como está escrito (Lamentaciones 3:6): “Me hizo habitar en medio de tinieblas”. Asimismo el Midrash (Eijá Rabá 1:1) relata que El Santo Bendito Sea se dirigió a Su Corte Celestial durante la destrucción del Templo, preguntando: “Un rey de carne y hueso cuando está de luto ¿qué hace? Le respondieron: “apaga sus faroles”. El Eterno les respondió: “Eso haré”, tal como está escrito (Joel 2:10):”El sol y la luna se eclipsaron”.
Desde el inicio de la noche se apagan algunas de las luces de la sinagoga y también en las casas particulares es conveniente disminuir la iluminación, especialmente en los instantes previos a la lectura de Eijá ya que la costumbre era apagar todas las velas dejando solo algunas encendidas a fin de leer las Lamentaciones (Shulján Aruj 559:3). Hoy día que estamos habituados al uso de iluminación eléctrica, hay quienes acostumbran a apagar todas las luces –previo a la lectura de ‘Eijá’- y usar únicamente velas. Hay también quienes dejan algunos focos encendidos.
La lectura principal de Lamentaciones fue establecida a hacerla en público y en la noche, tal como está escrito (Lamentaciones 1:2):”Llora amargamente de noche” (Shulján Aruj y Ramá 559 1 y 2). Sin embargo muchos acostumbran a leer las Lamentaciones nuevamente de día, tras los poemas luctuosos (“kinot”). En sitios en los cuales no se acostumbra a leer Lamentaciones de día, es recomendable que cada uno las lea individualmente (Mishná Berurá 559:2).
16- El recitado de “Anenu”, “Najem”, la bendición sacerdotal y el “Tajanún”.
El recitado de “Anenu” el 9 de Av es idéntico al que se reza en los demás ayunos públicos (ver capítulo 7 inciso 10). Según la usanza de los sefaradim, cada quien lo recita individualmente durante el rezo de la “Amidá” en silencio, a lo largo del ayuno, esto es Arvit, Shajarit y Minjá. Según la costumbre ashkenazí, se recita individualmente y en silencio únicamente en el servicio de Minjá.
En toda plegaria en el que se recita “Anenu”, se dispuso agregar el recitado de la oración de “Najem” (¡Consuela!) en la bendición de la “Amidá” que pide por la reconstrucción de Jerusalém (Boné Ierushalaim), empero el final de la bendición es distinto. Los sefaradim la concluyen con la expresión “que consuelas a Sion con la edificación de Jerusalém”, y los ashkenazim y judíos del Norte de África dicen “que consuelas a Sion y edificas Jerusalém”. Sin embargo, en el estilo lingüístico del “Najem”, hay frases que parecen desconectadas de la Jerusalém contemporánea, como por ejemplo, “la ciudad enlutada sin sus hijos… desierta sin quien la habite, sentada con su cabeza gacha cual mujer estéril que no dio a luz, a la que devoraron legiones y heredaron siervos extraños”. De todas maneras no nos corresponde cambiar la redacción de una plegaria redactada por nuestros sabios talmúdicos, y además por mucho que nos pese, la letra original coincide con la situación actual en el Monte del Templo. Más aún, si comparamos la situación presente con lo que debería ser la Jerusalém capital del mundo, cúspide de la belleza y alegría de todos los pueblos, podemos considerarla todavía desierta y destruida.
No se recita “Tajanún” desde el servicio de Minjá en vísperas del ayuno y a lo largo de todo el 9 de Av, dado que esta fecha es llamada por Lamentaciones como “moed” (asamblea o reunión N.del T.), que es el vocablo empleado por la Torá para señalar las diferentes fiestas bíblicas, tal como está escrito (Lamentaciones 1:15) “Convocó a una asamblea contra mí para aplastar a mis jóvenes guerreros” (Shulján Aruj 559:4). La idea es que “moed” alude a un tiempo especial y si nuestra conducta es digna de merecimientos, se transformará en tiempo festivo, mientras que si no lo es, se transformará en tiempo de dolor y luto.
Hay quienes acostumbran a suprimir la bendición sacerdotal en el servicio de Shajarit, tal como está escrito (Isaías 1:15): “Y cuando extendáis vuestras manos, ocultaré Mis ojos de vosotros”, por lo que de la misma manera que un Cohen que está de duelo no bendice a la congregación pues no está contento ni puede pronunciar la palabra “shalom”, asimismo los Cohanim, el 9 de Av, según los ashkenazim y parte de los sefaradim no la recitan. Hay costumbres según las cuales los Cohanim recitan la bendición sacerdotal en el servicio de Shajarit, como por ejemplo entre los kabalistas de Jerusalém y en general es bueno que cada comunidad continúe con su tradición. En el servicio de Minjá, según todas las opiniones, los Cohanim bendicen a la congregación (ver Kaf HaJaím 559:30, Torat Hamoadim 10:17, ver arriba capítulo 7 inciso 12).
Se acostumbra a recitar todos los servicios con tono de doliente, con moderación, voz débil y sin piezas de canto litúrgico (Ramá 559:1).
17- Retirado de la cortina (“Parojet”) que cubre el Arca (“Arón Kodesh”), manto de oración y filacterias.
Previo al servicio de Arvit se retira la cortina que cubre el Arca, tal como está escrito (Lamentaciones 2:17): “El Eterno ha hecho lo que quería. Ha cumplido Su palabra” lo cual fue interpretado por los sabios talmúdicos, como que Dios, metafóricamente, había rasgado Su propio manto. De esta manera expresamos nuestra vergüenza y desvalorización desde que el Templo fue destruido (Ramá 559:2), empero previo al servicio de Minjá la cortina es devuelta a su sitio (Kaf HaJaím 19).
Asimismo muchos acostumbran a no envolverse en sus mantos de oración y no colocarse las filacterias (“Tefilín”) en el servicio matutino, y así como el Eterno rasgó Su manto, de la misma manera nosotros no nos envolvemos en nuestro Talit. De la misma manera, así como está escrito (Lamentaciones 2:1): “El Eterno Ha arrojado del cielo a la tierra la gloria de Israel” lo cual alude a que Dios arrojó al suelo sus filacterias, que, metafóricamente son el pueblo de Israel, nosotros no nos colocamos nuestras filacterias. Sin embargo, dado que según la mayoría de los sabios medievales estamos obligados a usar filacterias el 9 de Av, como el resto de los días, nos envolvemos en nuestro manto de oración y colocamos las filacterias en el servicio de Minjá. Se escogió suprimir el manto de oración y las filacterias en el servicio de la mañana, ya que ese es el momento del día en el que se expresa con mayor intensidad la magnitud del duelo con el recitado de las elegías (“kinot”), mientras que pasado el mediodía comenzamos a consolarnos paulatinamente. Esta es entonces la decisión del Shulján Aruj (555:1) y así acostumbran todos los ashkenazim y muchas de las comunidades de sefaradim. Empero el “talit katán” se viste desde la mañana y para evitar la duda de si se puede recitar su bendición o no, se duerme con esta prenda desde la noche anterior y así se evita la necesidad de recitar su bendición correspondiente por la mañana. La bendición por el manto de oración o “talit gadol” se recita únicamente previo al servicio de Minjá.
Algunos judíos entendían que podía existir algún tipo de inconveniente halájico en recitar el Shemá de la mañana sin manto de oración y filacterias, por lo que se los colocan en su hogar en privado, recitan el Shemá y luego asisten al servicio público en la sinagoga sin éstos. Además, existen comunidades sefaraditas que acostumbraban a envolverse en el manto de oración y colocaban filacterias en el servicio de la mañana, y cada comunidad debe mantener sus propias costumbres.
18- Palabras de Torá en el rezo y la bendición “que proveyó todos mis menesteres”.
La mayoría de los textos que recitamos en la sección de los sacrificios (“korbanot”) fueron establecidos en el Sidur por dos razones: a) como sustituto de los sacrificios que no pueden ser ofrendados por la ausencia del Templo y como preparación para la plegaria; b) a los efectos de que todo judío tenga el mérito de poder estudiar Torá escrita junto con Mishná y Talmud cada día.
Y como en el 9 de Av está prohibido el estudio de Torá, surge por lo tanto la pregunta respecto de si corresponde leer los párrafos correspondientes al orden de los sacrificios. Muchos sostienen que todo lo que pertenece al orden de la plegaria, sirve principalmente a esa necesidad, y por ende está permitido recitarlo también el 9 de Av, obrando de tal modo los sefaradim y parte de los ashkenazim. Otros opinan que el 9 de Av, una persona debe recitar aquello que está acostumbrado a recitar a diario, empero aquellas partes del orden de los sacrificios que no suele recitar cotidianamente, que no las recite el 9 de Av.
Algunos acostumbran recitar a diario capítulos de Salmos y terminan una vez al mes todo el libro. Hay quienes opinan que el 9 de Av pasado el mediodía, ya se puede recitar la porción diaria correspondiente, mientras que otros opinan que es mejor posponerla para el día siguiente (Mishná Berurá 554:7, Kaf HaJaím 20).
Una de las bendiciones matinales es la que agradece a Dios “que proveyó todos mis menesteres”, la que implica de modo específico el agradecimiento por el calzado de zapatos. Si bien en el 9 de Av y en Yom HaKipurím tenemos prohibido calzar calzados de cuero, los ashkenazim y algunos sefaradim acostumbran a recitarla, ya que desde una perspectiva más amplia, la bendición implica un agradecimiento por el funcionamiento general del mundo y no por el calzado específico en ese día. Más aún, también en los días de ayuno, tenemos permitido el calzado de pantuflas que nos hacen sentir las asperezas del suelo. Y debemos sumar a ello que la noche en la que concluye el ayuno ya podemos calzar nuestro calzado habitual, por lo que el agradecimiento matinal recae sobre el uso del calzado vespertino. Sin embargo, según el Arí Hakadosh no se recita la bendición en días de ayuno, y así acostumbran a hacer la mayoría de los sefaradim.
La noche del 9 de Av se puede recitar todo el Shemá en la cama, pues los versículos son leídos y pronunciados como plegaria y no como estudio.
19- Leyes referentes al día 10 de Av.
El día siete del mes de Av los babilonios conquistaron el Templo, al atardecer del 9 lo incendiaron y el fuego ardió durante todo el día 10. Rabí Iojanán sostenía que de haber vivido en esa generación, habría fijado el ayuno el día 10, ya que la mayoría del recinto del Santuario se quemó en ese día. Algunos Amoraítas acostumbraban a ser más rigurosos y ayunaban tanto el 9 como el 10 de Av. Sin embargo los profetas y los sabios fijaron el ayuno para el día 9 de Av, ya que todo va tras el inicio y la desgracia se inició el 9 (Tratado de Ta´anit 29(A), Talmud Jerosolimitano Ta´anit capítulo 4: halajá 6).
Dado que la mayor parte del Templo se quemó el día 10 de Av, los judíos acostumbraban a abstenerse en ese día de comer carne y beber vino. La costumbre de los sefaradim es abstenerse durante el día entero mientras que los ashkenazim solo hasta el mediodía (Shulján Aruj y Ramá 558:1).
Según la opinión de la mayoría de los sabios de las últimas generaciones, la prohibición de ingerir carne y vino el 10 de Av se extiende también al lavado de ropa o el vestir ropa lavada, cortarse el pelo, escuchar música alegre o bañarse con agua caliente, empero está permitido lavarse o bañarse con agua tibia. Hay quienes son más flexibles y consideran que la prohibición del 10 de Av aplica al consumo de carne y vino únicamente pudiéndose bañar, cortarse el cabello y lavar ropa sin limitación. En principio es bueno actuar según la idea más estricta y en caso de necesidad imperiosa, se puede actuar según la idea más flexible.
Asimismo se acostumbra a no recitar la bendición de “Shehejeianu” el día 10 de Av al igual que durante las Tres Semanas (Rav Jaím Iosef David Azulay, Kaf HaJaím 558, ver arriba capítulo 8 incisos 7 y 8).
Cuando el día 10 de Av acontece en día viernes, desde la mañana se pueden iniciar los aprontes para Shabat que incluyen corte de cabello, lavado de ropas y toma de baño. En caso de premura se pueden comenzar la misma noche que finaliza el ayuno (Mishná Berurá 558:3, Aruj Hashulján 2. En el próximo inciso se especificarán las leyes referentes a la salida de un ayuno que fue pospuesto).
Se acostumbra a posponer la Santificación de la Luna (“Kidush Levaná”) hasta pasado el ayuno ya que se debe recitar con alegría y en los primeros nueve días de Av ésta disminuye. Muchos acostumbran a recitarla después de la oración de “Arvit” al finalizar el ayuno, pero a priori no es correcto hacerlo ya que es difícil estar contento cuando aún no se comió, bebió, ni se alcanzó a lavarse la cara y las manos o calzar zapatos de cuero. Por lo tanto es mejor fijar la hora del recitado de la bendición de la Luna una o dos horas después de terminado el ayuno, y de mientras, aprovechar para comer, lavarse y calzar zapatos y así poder recitarla con alegría. En el caso que se tema de que si se pospone la bendición de la Luna algunos pueden olvidar de recitarla, se puede hacerlo de inmediato al concluir el ayuno, y sería bueno que se lave la cara y beba algo de agua antes de comenzar.
20- Leyes referentes al 9 de Av que cae en Shabat y es pospuesto.
El 9 de Av que cae en Shabat se pospone para el domingo, y durante el sábado no se exterioriza ninguna señal de duelo, se come y bebe en abundancia como en todos los Shabatot, inclusive como en los días de la corte del Rey Salomón (ver arriba capítulo 9 inciso 4).
Tal como lo estudiamos (ver inciso 4) las mujeres embarazadas y las que amamantan deben ayunar el 9 de Av. Pero si el ayuno se pospone, la ley es menos rigurosa con ellas y si se sienten débiles o tienen algún tipo de malestar, aunque no estén enfermas, están exentas del ayuno que se pospuso (Beur Halajá 559:9, Kaf HaJaím 75).
Los que cumplieron con el precepto de circuncidar a un niño, deben ayunar el 9 de Av. Empero si el 9 de Av cae en Shabat y es pospuesto, de acuerdo con la opinión de la mayoría de los juristas, pasado el mediodía pueden rezar el servicio de Minjá y romper el ayuno. Empero hay quienes son más rigurosos y no lo permiten. La costumbre más extendida es llevar a cabo la circuncisión sobre el final del ayuno y así la comida festiva se puede servir inmediatamente después de salidas las estrellas.
Cuando el 9 de Av cae en Shabat y el ayuno se pospone para el domingo 10, las restricciones de duelo no continúan una vez acabado el ayuno, por lo que está permitido cortarse el cabello, lavar ropa y bañarse con agua caliente. Empero según la opinión de muchos es menester abstenerse de ingerir carne y vino al culminar el ayuno, ya que como se ayunó durante el día, no corresponde pasar de inmediato a la alegría de su ingestión (Ramá 558:1, Mishná Berurá 4 y 5, Rav Eliahu Leyes Referentes a los Jaguim 29:9). Sin embargo hay quienes permiten hacerlo al concluir el ayuno (Rabí Jaím Vital, Peri Jadash, Torat Hamoadim 11:8).
21- Leyes referentes a los menores de edad.
Es mitzvá enseñar a los niños pequeños todos los preceptos de la Torá en general, así como las reglas relativas al 9 de Av y el duelo por la destrucción del Templo en particular. Sin embargo, por cuanto que los niños son muy débiles, aún no se les puede hacer ayunar y solo a partir de la edad de nueve años, se les comienza a inducir al ayuno por unas horas, de acuerdo con su resistencia, pero de ninguna manera se les permite abstenerse de comer el día entero (Rabí Menajem Azariá de Pano 111, ver Kaf HaJaím 554:23). Cuando se los alimenta en día de ayuno, los alimentos deben ser más sencillos que lo normal, para marcar la diferencia con un día rutinario y así enseñarles a participar del duelo público (Mishná Berurá 554:50). Muchos acostumbran a no servir ni comida ni bebida en la noche del 9 de Av a niños que llegaron a la edad de seis años.
A la edad de seis años, que es considerada la edad de “Jinuj”, a partir de la cual el niño entiende el significado del duelo por la destrucción del Templo, se le enseña a no usar calzado de cuero, a no pasarse cremas y a no tomar baños de placer el 9 de Av. Hay quienes son más rigurosos y comienzan con restricciones desde los dos o tres años y si bien estos niños por su corta edad no entienden el significado, esto implica de cierta manera, una forma de participación con el duelo colectivo que es tan intenso, al grado de que hasta los infantes son parte de él.
Así como los adultos tienen prohibido estudiar Torá porque produce alegría, pudiendo leer únicamente textos referentes a la destrucción del Templo o leyes referentes al duelo, asimismo los mayores que educan niños, tienen permitido enseñar exclusivamente estos temas (ver arriba inciso 10). Más aún, hay quienes opinan que está prohibido enseñar a niños debates talmúdicos de capítulos que se ocupan de la destrucción o leyes de duelo, porque en el momento en que el mayor enseña al menor, el primero se alegra, por lo que sólo se permite relatar a los menores, los relatos de la destrucción (Mishná Berurá 554:2 y ver Kaf HaJaím 8). Dado que ambas opiniones están bien fundamentadas, cada quien puede elegir cuál de las dos seguir. Según todas las opiniones un niño tiene permitido estudiar por su cuenta todo lo que un adulto tiene permitido estudiar el 9 de Av.

Januca
1- Januca para todas las generaciones. 2- El Reino Heleno. 3- Los decretos griegos y la rebelión. 4- Las crisis de la dinastía hasmonea. 5- Logros espirituales para todas las generaciones. 6- La luz que ilumina en la oscuridad: la Torá Oral. 7- Se agrega gradualmente hasta llegar a ocho. 8- “Al Hanisim”, “Halel” y la lectura de la Torá. 9- La prohibición de ayunar, pronunciar sermones fúnebres y la visita a los cementerios. 10- Las comidas de Januca. 11- La prohibición de realización de labores por parte de las mujeres.
Capítulo 11- Januca
1- Januca para todas las generaciones.
En tiempos del Segundo Templo “los griegos profanaron el sagrado recinto e impurificaron todos los aceites, y al ser derrotados por los Hasmoneos, éstos revisaron el Templo y encontraron solo una jarra de aceite con el sello del Sumo Sacerdote que alcanzaba para encender la menorá por un solo día. Ocurrió un milagro y este aceite alcanzó para encenderla durante ocho días. Al año siguiente fue fijada esta fecha como días de alabanza y acción de gracias”, en los cuales está prohibido ayunar y pronunciar sermones fúnebres (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 21(B), Meguilat Ta´anit 9(B)).
En el libro denominado Meguilat Ta´anit, están registradas diferentes fechas de acción de gracias establecidas por los sabios, por sucesos alegres que le acaecieron al pueblo de Israel en días del Segundo Templo. Muchas de las fechas son de agradecimiento por las victorias de los Hasmoneos, como por ejemplo el Día de Nicanor que cae el 13 de Adar, en el cual las tropas macabeas derrotaron a un numeroso contingente del ejército griego y mataron a su comandante Nicanor. El 14 de Siván que fue el día de la conquista de Cesárea. El 22 de Elul se conmemoraba la fecha en la que los Hasmoneos eliminaron a los judíos helenizantes que se negaron a retractarse o “hacer teshuvá”, el 23 de Marjeshván se conmemoraba el aniversario de la remoción del prostíbulo que los griegos habían establecido contiguo al Templo de Jerusalém y el 25 de Jeshván se conmemoraba la conquista y posterior recolonización de Samaria.
Sin embargo la Halajá es, que tras la destrucción del Segundo Templo, Meguilat Ta´anit dejó de estar vigente (Shulján Aruj Oraj Jaím 573:1), ya que quedaron sin efecto todos los hechos positivos de las distintas victorias macabeas, y no corresponde alegrarse en estas fechas, e inclusive se permite en estos días ayunar y pronunciar sermones fúnebres. Los únicos días que los sabios mantuvieron su carácter festivo para todas las generaciones, son los de Januca, por efecto del milagro del aceite y el precepto que se instituyó de encender velas para difundirlo. Dado que en Januca se cumple con este precepto, eso dio lugar a mantener en vigencia las otras normas, y es por ello que se le agradece a Dios agregando “Al Hanisim” en la “Amidá” y alabamos a Dios por la salvación hecha a Su Pueblo, mediante el recitado del “Halel” durante los ocho días, quedando asimismo prohibido ayunar o pronunciar sermones fúnebres (ver Tratado de Rosh Hashaná 18(B), Rashi y Ritba ídem).
A los efectos de comprender más acabadamente el significado de los días de Januca y el milagro de la jarra de aceite, que son los únicos eventos de esa época que aún se conmemoran, es menester interiorizarnos más en los hechos acaecidos y su impacto en el devenir histórico del pueblo de Israel.
2- El Reino Heleno.
Durante cientos de años la civilización helena se desarrolló obteniendo importantes logros en los ámbitos de la ciencia, la filosofía, la literatura, el arte, la arquitectura, la estrategia militar y el orden jurídico de gobierno. El Rey Filipo de Macedonia, en virtud de sus victorias militares sobre sus rivales, logró unir a las diferentes Polis bajo un mismo marco político y de esa manera su poderío fue en constante aumento. Filipo invitó a Aristóteles, el mayor de los filósofos y científicos de la época a ser el tutor de su hijo Alejandro. Cuando Alejandro toma el poder, inicia una serie de conquistas y en cuestión de tres años (del 334 al 331 A.E.C.) los helenos bajo su mando conquistan un enorme imperio que incluía Asia Menor, Eretz Israel, Egipto y todo el territorio del Imperio Persa que se extendía hasta la India.
Tras la muerte de Alejandro de Macedonia sus lugartenientes comenzaron a disputarse entre sí el gobierno, hasta que finalmente el Imperio se dividió entre las distintas provincias, que pasaron a ser reinos helenos independientes.
En virtud de las conquistas, la cultura griega se expandió a todos los territorios, incorporando o fagocitando a las diferentes culturas autóctonas, forjando una cultura helénica unificada. El sistema de gobierno, la lengua, la cultura y las competiciones atléticas eran de carácter griego. Las clases altas de todas las naciones conquistadas adoptaron rápidamente el nuevo estilo de vida.
También el territorio de Iehudá fue dominado por los griegos y la cultura helénica se expandió por todos sus confines. Empero los judíos eran diferentes a los demás pueblos del Imperio y por ende el proceso de helenización era relativamente más lento. De todas maneras, a lo largo de ciento sesenta años de dominación helénica su influencia fue cada vez más marcada, especialmente entre las clases altas, hasta el punto en que los Sumos Sacerdotes Jasón y Menelao fueron, ellos mismos, los líderes del bando helenizante y promovieron la cultura griega entre sus hermanos. Ellos erigieron junto al Templo de Jerusalém un estadio para competencias de lucha y preferían asistir a estos eventos en vez de cumplir con el ritual del Santuario.
3- Los decretos griegos y la rebelión.
En el año hebreo 3591 (169 A.E.C.), unos ciento sesenta años posterior a la conquista de Eretz Israel a manos de Alejandro Magno, Antíoco IV Epifanes comenzó a intensificar el yugo opresor sobre el pueblo de Israel. Bajo su mando, los griegos saquearon los utensilios del Templo, derribaron las murallas de Jerusalém, mataron a miles de judíos y vendieron a muchos como esclavos. En el año 3593 (167 A.E.C.) Antíoco Epifanes decretó que los judíos debían abandonar la Torá y sus preceptos y pasar a rendir culto a ídolos so pena de muerte. Anuló los sacrificios en el Templo y lo transformó en un recinto de idolatría. Rollos de la Torá fueron quemados, los soldados griegos iban de aldea en aldea y obligaban a los judíos a erigir altares idólatras y comer cerdo. Se prohibió la circuncisión y las mujeres que osaron circuncidar a sus bebés fueron condenadas a muerte. En virtud de estos decretos persecutorios, muchos de los judíos fieles a la tradición (jasidim) se fugaron al desierto, a las cavernas y a los países vecinos y muchos murieron santificando el Nombre Divino.
La presión fue cada vez mayor y esto provocó que se encienda en el alma judía una chispa de rebelión, y cuando los griegos llegaron a la aldea de Modiín y procuraron obligar a Matityahu hijo de Iojanán el Sumo Sacerdote a rendir culto idólatra, éste mató al griego y al helenizante que le acompañaba. La novedad fue que en vez de inmolarse y morir santificando el Nombre de Dios como lo hicieron muchos judíos fieles, Matityahu prefirió matar al griego y junto con sus hijos, enarbolaron el estandarte de la rebelión contra los griegos y los judíos helenizantes.
La guerra fue difícil. Iehudá el Macabeo, que era el más valiente de los hijos de Matityahu, lideró la revuelta. Con heroísmo y talento, lograron derrotar a los ejércitos griegos, y aproximadamente dos años más tarde lograron conquistar la ciudad de Jerusalém y el día 25 de Kislev del 3596 (164-5 A.E.C.) comenzaron a purificar el Templo restituyendo así los sacrificios. Fue entonces que aconteció el milagro de la jarra de aceite.
A continuación, los griegos contraatacaron con numerosas tropas reconquistando Jerusalém, e imponiendo el nombramiento de Sacerdotes (Cohanim) helenizantes a cargo del Templo. Empero para no aumentar la tensión con los judíos, anularon los decretos iniciales y permitieron cumplir con la Torá y sus preceptos. De todas maneras, la rebelión que ya había estallado no habría de cesar, los Hasmoneos siguieron luchando contra los griegos y los judíos helenizantes. La guerra supo de altos y bajos, los hermanos Hasmoneos combinaron heroísmo con diplomacia e ingenio, hasta que decenas de años más tarde se obtuvo la independencia política. Si bien esta independencia dependía del apoyo de potencias mayores como los griegos al comienzo y Roma posteriormente, de todas maneras el gobierno era de judíos y para judíos.
Aparentemente, si los griegos hubiesen sido más pacientes, Iehudá se hubiera helenizado como los demás pueblos. Pero la mano oculta de Dios en la historia provocó el enfrentamiento. Similar al endurecimiento del corazón del Faraón en su momento, en este caso fue el corazón de Antíoco Epifanes el que al endurecerse permitió que se revelaran la fe, la entrega y el heroísmo judíos.
4- Las crisis de la dinastía hasmonea.
Una vez que la guerra contra los griegos culminó con una clara victoria militar y política en favor de los macabeos, volvió a despertar la contienda cultural interna en el seno de los judíos. Aún era necesario resistir culturalmente frente al embate civilizatorio helénico que había deglutido a todas las culturas locales. La cultura griega tenía un enorme poder. Poseía un sofisticado método de investigación científica, una excelente estrategia militar y un orden jurídico gubernamental sumamente eficiente. La escultura y la arquitectura griegas eran impactantes, sus representaciones de arte dramático impresionantes y las competencias atléticas atrapaban la atención de las multitudes. Por estas razones es que la cultura griega pudo expandir su influencia tan rápidamente por sobre todo el mundo entonces conocido. Incluso varios años más tarde, al Roma transformarse en el poder hegemónico del mundo, la cultura preponderante en el imperio romano era la griega.
Si bien la rebelión hasmonea hizo retroceder al proceso de helenización en el seno del pueblo de Israel, éste no desapareció y décadas más tarde, echó raíces profundas en el seno de las clases altas y de aquellos judíos que tenían contacto con personas de otras naciones. Los helenizantes de los días de la dinastía Hasmonea recibieron el nombre de Saduceos. Ellos no instaban a las masas a asimilarse por completo a la cultura griega, sino que creían que se podía combinar la cultura helena con la fidelidad a la Torá escrita en el marco de la nación judía.
Una de las tragedias históricas fue que los nietos y bisnietos de aquel Matityahu que arriesgó su vida en la defensa del judaísmo, se vieron atraídos por la cultura griega y persiguieron a los sabios de Israel por cuidar éstos de las tradiciones ancestrales. Un bisnieto de Matityahu, fue el Rey Yanai, que además de ejercer el poder político ejerció el supremo sacerdocio y tan malvado fue, que el día de su muerte fue fijado por los sabios como un día de fiesta. Como Yanai sospechaba que los sabios y quienes los apoyaban se alegrarían con su muerte, ordenó que el día de su deceso sean ejecutados muchos de los sabios de Israel, empero una vez fallecido, sus herederos encabezados por su esposa Shlomtzión dejaron sin efecto su decreto. El día de su muerte fue fijado como un día de alegría y agradecimiento por la desaparición de un malvado y por la salvación de los sabios de Israel.
Finalmente, los siervos de la dinastía hasmonea y Herodes a la cabeza de ellos, desplazaron del poder a la familia Hasmonea despojándolos de la corona, exterminando su simiente y gobernando en su lugar, hasta el punto que afirmaron nuestros sabios de bendita memoria (Tratado de Baba Batra 3(B)): “todo aquel que se dice descendiente de la estirpe hasmonea o se trata de un siervo o de un embustero”.
A la luz de estos hechos son comprensibles las críticas que le formularan los sabios a la dinastía hasmonea, por no haber nombrado un rey del linaje de Judá, tal como lo estipulaba la Torá (Génesis 49:10):”No se apartará el cetro de Judá” (ver comentario de Najmánides en el sitio). Al inicio los gobernantes de la dinastía hasmonea recibían el título de presidentes (nesiím), pero más tarde se proclamaron reyes. Además, se designaban a sí mismos como Sumos Sacerdotes. Es claro que el título real afectaba su desempeño como Sumos Sacerdotes, de modo tal que una labor espiritual que debía llevarse a cabo en la máxima pureza, se vio afectada por los entretelones de la política y la influencia del helenismo aumentó. Por otra parte, su reinado tampoco fue estable desde el punto de vista político, ya que se manejaba a la sombra de los poderes dominantes de la época y bajo su hegemonía, lo cual con seguridad actuó en detrimento de la dinastía hasmonea.
5- Logros espirituales para todas las generaciones.
A pesar de todas sus falencias, las victorias macabeas fueron de inconmensurable valor. Si bien la independencia política era parcial, contribuyó al florecimiento de la población judía en todos los parámetros. Si hasta la revuelta, los griegos se llevaban un cuarenta por ciento de la cosecha, a partir de la victoria hasmonea, ésta quedaba en su totalidad en el territorio de Iehudá (Judea), contribuyendo así al fortalecimiento económico de la población. En virtud de las victorias militares, la población judía se expandió a lo largo y a lo ancho de la Tierra de Israel, los judíos retornaron desde la diáspora, aumentó la natalidad y el pueblo Judío que había sufrido una destrucción y el exilio posterior, se recuperó de sobremanera.
En el marco de la independencia política, la Tierra de Israel volvió a ser el centro nacional y espiritual del pueblo de Israel. Las academias de estudio florecieron y se expandieron. El testamento de los sabios de la Gran Asamblea (Tratado de Avot 1:1):”Instruid a muchos discípulos y alzad un cerco protector a la Torá” se cumplió con creces. En esos días se establecieron las bases espirituales de la Torá Oral, que es aquella que preservó al pueblo de Israel en los oscuros dos mil años del exilio.
Por lo tanto, el milagro de la jarra de aceite es el que mejor expresa lo acontecido en los días de Januca. Si bien el Segundo Templo fue destruido y los logros políticos de la dinastía hasmonea fueron suprimidos, el estudio de la Torá Oral que se comenzó a desarrollar en esos días, perduró para siempre. En virtud del milagro de la jarra de aceite, se reveló la eternidad de la Torá, que es capaz de iluminar en la oscuridad más allá de los límites de las leyes naturales y es en su mérito que pudimos resistir la oscuridad del prolongado exilio. El milagro de la jarra de aceite reveló que el pueblo de Israel no es como las demás naciones, no se le puede doblegar y su fe no se puede suprimir.
Matityahu y sus hijos tuvieron el mérito de que en virtud de su arrojo, se revelara el fundamento más profundo de la Torá y la peculiaridad del pueblo de Israel. Empero la dinastía hasmonea con todas sus complicaciones y complejidades, fue un gobierno temporal, cuya existencia no conmemoramos con un día festivo específico.
Es así que se comprenden las palabras de los sabios de bendita memoria (Tratado de Rosh Hashaná 18(B)), en cuanto a que en mérito del milagro de la jarra de aceite y el precepto establecido por los sabios de encender velas los días de Januca perduraron por todas las generaciones. Mediante el milagro de la jarra de aceite, se dejó en claro que los frutos de la victoria militar sobre los griegos no fueron solo temporarios sino para todas las generaciones. Por lo tanto los sabios establecieron que se continúen conmemorando los días de Januca, a pesar de que los demás días festivos que aparecen en Meguilat Ta´anit se suspendieron al destruirse el Templo. Es así que junto al precepto de encender velas durante los ocho días de Januca, alabamos a Dios y le agradecemos con el recitado de “Al Hanisim” y del “Halel” por la salvación, la victoria y la redención.
Con el correr de los años, se entendió que el milagro fue aún mayor, no solo porque logramos sobrevivir en el seno del océano cultural heleno que se expandió por el mundo, sino que además, en el marco de un proceso lento y complejo, el judaísmo logró socavar la mayor parte de los cimientos de la idolatría del helenismo. El judaísmo impuso la concepción abstracta de un Dios único, un sistema moral y la pretensión de mejorar al mundo, que son los principios básicos de la Torá, imponiéndolos entre las naciones, al punto de que tanto por caminos rectos como por sendas sinuosas (cristianismo e islam), se transformaron en los principios básicos de todo lo bueno y lo bello de la civilización universal.
Y por más prolongado que sea el exilio, la luz de Israel y la de la Torá son más poderosas e iluminan más, y estas luces son las que nos iluminarán hasta el día en que tengamos el mérito de obtener un aceite nuevo y puro de los olivares de la Tierra de Israel, del cual encendamos la menorá de nuestro sagrado Templo, y se llene la Tierra de conocimiento de Dios, prontamente en nuestros días, ¡Amén!
6- La luz que ilumina en la oscuridad: la Torá Oral.
No es casualidad que la fiesta de Januca cae en la temporada del año en la cual la extensión de la noche llega a su máximo. En esta época las noches son las más largas del año y el frío invernal se expande por todo el país. Esto y más, en estos días, la luna casi que no ilumina, ya que Januca acaece en los días contiguos a Rosh Jodesh (novilunio), en los cuales la luna se va achicando.
En el preciso momento en que se pone el sol, las penumbras se enseñorean sobre la tierra y la larga noche proyecta su fría y amenazante sombra, los judíos salen con velas en sus manos y encienden la “janukiá”, simbolizando de esta manera, la fe judía que se sobrepone a cualquier tiniebla. Tampoco en las épocas más oscuras, en las que crueles imperios gobernaron salvajemente sobre el mundo, tampoco entonces nos desesperamos ni perdimos la luz de la Torá y de la fe y continuamos estudiando y enseñando. Un poco de nuestra luz logra disipar mucha de la oscuridad de nuestros perseguidores.
Los de Januca, son días de alegría de la Torá Oral, ya que el precepto del encendido de las velas tiene origen rabínico y fue de los primeros mandamientos en ser instaurado por nuestros sabios. Más aún, el encendido de las velas de Januca es sumamente representativo del fenómeno de la Torá Oral. En los días del Primer Templo, la profecía se hallaba difundida en el seno del pueblo de Israel, y de hecho la dedicación primordial era sobre la Torá Escrita; pero al destruirse el Santuario y cesar la labor profética, llegó la hora de la Torá Oral. Esta es la expresión más tangible de la coparticipación del pueblo de Israel en el descubrimiento de la luz de la Torá. Los principios de la Torá están establecidos en su versión escrita, mientras que los senderos prácticos que permiten su cumplimiento, se manifiestan en su versión oral. La luz de la Torá Escrita es más potente, ésta se asemeja a la poderosa luz solar del mediodía, mientras que la de la Torá Oral se asemeja a la luz de la luna y las estrellas. Sin embargo, la Torá Oral tiene la capacidad de hacer llegar su luz a los recovecos más íntimos del alma humana, y así iluminar los rincones más oscuros del mundo. En los días del Segundo Templo se establecieron las reglas y las bases del estudio de la Torá Oral, sus mecanismos legislativos tanto en lo referente a la institución de normas como la reglamentación de prohibiciones y el establecimiento de ordenanzas y costumbres. Fue mediante la luz especial de la Torá Oral, la cual se asemeja a las velas de Januca que alumbran la oscuridad, que pudimos enfrentarnos exitosamente a todas las dificultades del exilio.
Estas ideas ocultas e implícitas de Januca son, por lo visto, la razón interior del amor y el cariño que tuvo el pueblo de Israel por el cumplimiento de este precepto a lo largo de las generaciones, al punto de que por más alejado que esté un judío de la tradición religiosa, muy difícilmente no encienda velas en esta fiesta. Más aún, la totalidad de los judíos acostumbra a cumplir con el precepto del encendido de velas con dos grados de excelencia: “mehadrín min hamehadrín” (ver más adelante capítulo 12 inciso 2).
7- Se agrega gradualmente hasta llegar a ocho.
Todo en el mundo es perecedero. Tanto que las ideas como los recuerdos, van perdiendo su vitalidad hasta desaparecer. En el encendido de velas de Januca, expresamos el hecho de que la fe en Dios no se debilita, sino que por el contrario, a pesar de las penurias y la oscuridad circundantes, va en constante aumento. La diáfana espiritualidad que se revela en la Torá es eterna y por esta razón se incrementa constantemente, empero otros ideales que no son eternos son sustituidos y desaparecen. Este distinguido concepto, es la base de la costumbre del pueblo de Israel de cumplir el precepto del encendido de las velas de Januca con dos grados de excelencia, o en hebreo “mehadrín min hamehadrín”. Esto implica que cada uno de los ocho días de Januca, se agrega una vela más a la hora de encender, hasta que en el octavo día se encienden ocho luminarias.
Es sabido que el número ocho en el judaísmo alude a aquello que está más allá de los límites de la naturaleza material. El universo fue creado en siete días, y los días de la semana son siete , mientras que el número ocho insinúa aquello que está más allá de la naturaleza, como es el ejemplo de la circuncisión, que se efectúa al octavo día de vida del bebé, y que viene a elevar a la naturaleza a un estadio superior y Divino. También la Torá que viene a elevar la naturaleza a un nivel Divino está relacionada con el número ocho y por eso fue entregada tras el conteo de siete semanas, que expresan la completitud de la naturaleza que asciende a un grado más allá en la fiesta de “Shavuot” o “Fiesta de Entrega de la Torá”. Asimismo acostumbramos concluir el ciclo anual de lectura de la Torá en el octavo día, a partir de Sucot, en la fiesta de “Sheminí Atzeret”, que recibe también el nombre de “Simjat Torá”.
También los días de Januca que expresan las cualidades de la Torá Oral, están en un nivel supra natural y por eso se encienden velas durante ocho días, en los que se va aumentando el número de candelas noche a noche.
8- “Al Hanisim”, “Halel” y la lectura de la Torá.
Nuestros sabios establecieron los días de Januca para agradecer y alabar a Dios por la salvación del pueblo de Israel. A estos efectos se redactó la plegaria de “Al Hanisim” que se recita en la bendición del agradecimiento (“Modím anajnu Laj”) en la “Amidá”, y en la segunda bendición de la plegaria posterior a la ingestión de alimentos, “Birkat Hamazón” en la bendición de “Nodé Lejá”. En la bendición de “Me´ein Shalosh” no se menciona a Januca. Si se olvidó de recitar “Al Hanisim” en la “Amidá” o en el “Birkat Hamazón” no es necesario volver a recitar la plegaria. Si se acordó antes de terminar la bendición en la que se agrega “Al Hanisim” lo recita, pero si ya pronunció el nombre de Dios que se encuentra al final de la bendición, no lo hace (Shulján Aruj 682:1). Es conveniente que recite “Al Hanisim” al finalizar la oración después de recitar las bendiciones, ya que en este lugar está permitido agregar súplicas o “tajanunim” y agradecimientos a voluntad. Quien se haya olvidado de recitar “Al Hanisim” en “Birkat Hamazón”, podrá decirlo al final junto con “Harajamán”, ya que en este lugar está permitido agregar agradecimientos a voluntad (Ramá 682:1, Mishná Berurá 4)
Asimismo es mitzvá recitar el “Halel” completo con su respectiva bendición, cada uno de los ocho días de Januca (Tratado de Arajín 10(A)). La regla general es, que cada vez que el pueblo de Israel está en peligro, como ser el yugo de la esclavitud o un decreto de exterminio, al salvarse, deben recitar “Halel” (Tratado de Pesajim 117(A), Meguilat Ta´anit 9:2).
Del precepto de recitar “Halel” completo con su respectiva bendición podemos aprender respecto del elevado nivel de la fiesta de Januca, ya que en Pesaj solo se dice “Halel” completo el primer día, mientras que en Januca se recita los ocho días.
Las mujeres están eximidas de recitar “Halel” por ser ésta una mitzvá sujeta al tiempo. Si de todos modos quiere decirlo estará cumpliendo con un precepto. d acuerdo con el uso ashkenazí y algunas comunidades de origen sefaradí deberá bendecir antes de recitar “Halel”. Empero de acuerdo a la mayoría de los juristas de origen sefaradí no deberá bendecir (Pninei Halajá Tefilat Nashim 2:9 nota 10).
En Januca se lee en la Torá la porción de las ofrendas elevadas por los príncipes de las tribus (‘nesiím’), el día de la inauguración del Tabernáculo. Cada día de Januca se lee la ofrenda del príncipe correspondiente, mientras que en el octavo día, se comienza por el príncipe y se lee hasta el final de la porción de las velas de la menorá, que aparece en el inicio de la porción de Beha´alotejá (Tratado de Meguilá 30(B), Shulján Aruj 684(1)).
9- La prohibición de ayunar, pronunciar sermones fúnebres y la visita a los cementerios.
Los de Januca son días de alegría, alabanza y agradecimiento, razón por la cual está prohibido ayunar o pronunciar sermones fúnebres. Incluso en el aniversario del fallecimiento de un progenitor, fecha en la que muchos acostumbran a ayunar, si cae en Januca no se ayuna. Asimismo los novios que según la tradición ashkenazi y parte de la sefaradí ayunan el día de su boda, en Januca no deben hacerlo.
Está prohibido pronunciar sermones fúnebres en Januca, tanto sea durante el entierro o durante una ceremonia recordatoria tras los siete o los treinta días. Solamente si el fallecido era un erudito de la Torá, está permitido pronunciar sermones fúnebres durante el sepelio (Tratado de Shabat 21(B), Shulján Aruj y Ramá 670:1). Las leyes de duelo para los deudos se aplican todos los días de Januca como en días comunes (Shulján Aruj 696:4).
Muchos acostumbran a no visitar el cementerio en los días de Januca, aunque se trate del día del aniversario (“Iortzait”) o la finalización de los siete días (“Shivá”) o los treinta días de duelo (“Shloshim”), pues la visita puede causar llanto y lamentaciones prohibidas en estos ocho días. Lo mejor es adelantar la visita para antes de Januca o posponerla para después de pasada la fiesta. Sin embargo, personas de todas las etnias acostumbran a visitar el cementerio también en Januca, incluso originarios de Marruecos. La visita a las tumbas de justos (“tzadikim”) está permitida en Januca, de acuerdo con todas las costumbres (Ben Ish Jai Vayeshev 22, ver Guesher Hajaím 29:6).
La costumbre sefaradí es pronunciar la justificación del juicio Divino en un sepelio (Tziduk Hadín) aunque sea en Januca (Shulján Aruj 420:2), y la costumbre ashkenazí es de no recitarlo (Ramá ídem y en el inciso 683:1). Según todas las tradiciones, en Januca nos abstenemos del recitado del “Tajanún” y del Salmo 20. Asimismo se acostumbra que los dolientes no dirijan el servicio en esos días.
10- Las comidas de Januca.
Los días de Januca fueron establecidos como días de alabanza y agradecimiento, pero a diferencia de Purim, no ha sido fijada una comida de mitzvá. La razón de esto estriba en que en el caso de Purim había sido decretado sobre el פueblo de Israel el exterminio físico, por eso es que el precepto pasa también por alegrarse con el cuerpo mediante el banquete. En cambioת en el caso de Januca la victoria fue espiritual ya que el decreto griego era contra la existencia espiritual judía pues se prohibió el cumplimiento de los preceptos de la Torá, mientras que quien los violaba salvaba su vida. Por esta razón en Januca, el hincapié está puesto en los temas espirituales, en agradecer y alabar a Dios que nos permitió seguir siendo fieles al cumplimiento de la Torá y sus preceptos (Levush).
A pesar de que no hay una mitzvá específica de preparar una comida en Januca, de todas maneras según muchos de los juristas, es bueno hacer varias comidas festivas para alegrarnos por la salvación que nos dispensó Dios en esos días y en este tiempo. Hay quienes opinan que las alabanzas (“Halel”) y agradecimientos (“Al Hanisim”) son por el milagro de la salvación espiritual, mientras que por el recuerdo de la reinauguración del Templo corresponde realizar banquetes festivos.
En la práctica, acostumbramos celebrar varias comidas festivas en Januca y en estas solemos decir cuantiosas palabras de Torá, cantamos alabanzas y de esta manera según todas las opiniones, se trata entonces de “comidas o banquetes de mitzvá”. Más aún, mediante las palabras de Torá que se pronuncian, los banquetes adquieren el carácter particular de Januca, cuya esencia es la alegría espiritual.
Se acostumbra comer en Januca alimentos lácteos en general y quesos en particular, en memoria del milagro que se hizo mediante estos alimentos, cuando Judith hija de Iojanán el Sumo Sacerdote, le dio de comer productos lácteos al General griego Holofernes quien paso seguido se durmió, y así la valiente heroína pudo degollarlo salvando al pueblo de Israel. Si bien esta acción tuvo lugar antes de los días de Januca, la temeraria acción de Judith motivó a los judíos a rebelarse, y por lo tanto pertenece al milagro de Januca. Se acostumbró también a ingerir alimentos fritos o con aceite tales como “levivot” y “sufganiot”.
11- La prohibición de realización de labores por parte de las mujeres.
Las mujeres adoptaron una costumbre peculiar y es la de abstenerse de realizar labores durante el tiempo en que las velas permanecen encendidas. Hay mujeres que acostumbraron abstenerse de labores los ocho días de Januca, y algunas especialmente el primero y el octavo día. Empero la costumbre más extendida es abstenerse de realizar labores durante la primera media hora en que las velas arden, pues en este tiempo es que se cumple con la obligación de la mitzvá.
A esta costumbre se la ha fundamentado con dos explicaciones. La primera para que las velas de Januca no puedan ser usadas por error para labores, y como las mujeres son más pasibles de equivocarse en esto, se les exime de labores de modo general. La segunda explicación sostiene que los ocho días de Januca tienen mucha santidad, ya que se recita en éstos el “Halel” y se parecen a los días de “Jol Hamoed” (los días semifestivos intermedios de Pesaj y Sucot) y “Rosh Jodesh” (novilunio). En el momento del encendido de las velas, se revela la santidad del día, y como las mujeres tienen un mérito especial en Januca ya que el milagro de la revuelta se inició con la acción de Judith y otras mujeres, tienen una exención o privilegio especial.
Las mujeres acostumbraron a abstenerse de las labores prohibidas en “Jol Hamoed” tales como lavado de ropa, planchado, costura y similares, pero cocinar y freír les está permitido.
Si observamos con detenimiento, veremos que en reiteradas oportunidades hay dos razones para las costumbres particulares de mujeres. La primera porque pueden equivocarse en el uso de la luz de las velas y la segunda por tener una virtud particular que hace que la santidad del día se revela en ellas con mayor intensidad.

El encendido de las velas de Januca
1- El precepto del encendido de las velas de Januca. 2- El número de velas y la costumbre de cumplir con dos grados de excelencia (“mehadrín min hamehadrín”). 3- La costumbre de los sefaradim. 4- La costumbre de los ashkenazim: hombres, mujeres y niños. 5- Las bendiciones y el cántico “Ha nerot Halalu” (“estas velas que encendimos”). 6- La participación de los miembros de la familia en el cumplimiento del precepto. 7- Las velas. 8- Lámparas eléctricas. 9- El precepto del encendido. 10- La prohibición de sacar provecho de las velas. 11- La “janukiá” y el “shamash”. 12- El orden de colocación de las velas y su encendido. 13- De cara al encendido. 14- Encendido en la sinagoga. 15- Encendido de las velas de Januca en lugares públicos.
12- El encendido de las velas de Januca.
1- El precepto del encendido de las velas de Januca.
Nuestros sabios establecieron que encendamos velas los ocho días de Januca, días en los que el pueblo de Israel celebró y agradeció a D´s, Quien los ayudó a vencer a los griegos, liberar Jerusalém y purificar el Templo. Además, en estos días ardió milagrosamente el fuego en el candelabro del Santuario.
Si bien el encendido de las velas de Januca es un precepto rabínico recitamos la bendición: “Bendito eres Tú Señor Rey del Universo que nos consagraste con Tus preceptos y nos ordenaste el encendido de la vela de Januca”. Aparentemente cabría inquirir ¿por qué decimos que ‘nos ordenaste’ si el precepto no aparece en la Torá escrita, sino que se trata de un precepto instituído por los rabinos? La respuesta radica, en que la Torá confirió autoridad a los sabios para que legislen preceptos, tal como está escrito (Deuteronomio 17:11): “De acuerdo con la Toráh que te hayan de enseñar y según el juicio que ellos te digan habrás de hacer; no te apartes -de la sentencia que te habrán de aclarar- ni a derecha ni a izquierda”. Además está escrito (Deuteronomio 32:7): “Recuerda los días de antaño, comprended los años de generación y generación, pregunta a tu padre y él te habrá de narrar, a tus ancianos, y ellos te habrán de decir” (Tratado de Shabat 23(A)). A los efectos de recordar y publicitar el milagro que hizo Dios para nosotros en días del Segundo Templo, nuestros sabios establecieron que encendamos velas los ocho días de Januca.
Las mujeres deben cumplir con la mitzvá al igual que los hombres, y si bien se trata de un precepto positivo marcado por el tiempo, y las mujeres suelen estar exentas de este tipo de preceptos, de todos modos, por cuanto las mujeres estuvieron involucradas en el milagro, deben realizar el encendido (Tratado de Shabat 23(A), empero se acostumbra que una mujer casada cumple con el precepto mediante el encendido de su marido).
Todas las reglas relativas al lugar y al momento que fijaron nuestros sabios respecto del encendido de las velas de Januca, tienen por cometido difundir el milagro. Por lo tanto, ordenaron encender las velas frente a la puerta de entrada o contiguo a la ventana que da a la vía pública para que los transeúntes las vean (como se especificará más adelante en el capítulo 13 incisos 1-3). Además, las velas deben encenderse inmediatamente después de la caída del sol, pues es la hora en la que la mayoría de la gente se puede percatar de ellas, pues por un lado oscurece y facilita el contraste, y por otra parte a esa hora, las calles aún están colmadas de personas que retornan a sus hogares tras finalizar la jornada laboral (se verá más adelante en el capítulo 13 inciso 4). Empero el publicitar el milagro no impide cumplir el precepto del encendido, y por eso un judío que vive solo en un sitio desierto, debe encender las velas de Januca, para recordar él mismo el milagro acaecido.
Este precepto es tan importante que aún un indigente debe pedir limosna o bien vender una prenda para poder adquirir las velas de Januca. Si bien la obligación de pedir limosna o vender una prenda no aplican a los efectos del cumplimiento de otros preceptos, (ver Ramá Oraj Jaím 656:1) en el caso de las velas de Januca el deber es publicitar el milagro, y por lo tanto la obligación es mayor. Empero el pobre no está obligado a cumplir el precepto con excelencia, y por eso alcanza con que encienda una vela por día (Shulján Aruj 671(1), Mishná Berurá 3, Aruj Hashulján 3 y ver en el Ramá 656:1, Beur Halajá que inicia con la palabra אפילו).
2- El número de velas y la costumbre de cumplir con dos grados de excelencia (“mehadrín min hamehadrín”).
El precepto del encendido de velas de Januca, goza de un afecto popular especial. Normalmente existen dos niveles en el cumplimiento de mitzvot, el nivel básico y el cumplimiento con un nivel especial de excelencia (“lemehadrín”). Sin embargo, en el encendido de las velas de Januca, existen tres niveles de cumplimiento: 1) el básico, 2) el nivel con un grado de excelencia y 3) con dos grados de excelencia. Aun así, el Pueblo de Israel ha acostumbrado a cumplir el precepto en su nivel más alto.
El deber básico es, que en cada hogar se encienda cada día una vela para todos los miembros de la familia y mediante esta vela se recuerda y se publicita el milagro. Con un grado de excelencia (mehadrín) implica que se enciende en cada hogar cada día una vela por cada miembro adulto de la familia. Si el núcleo familiar cuenta con cuatro miembros adultos se encienden cada día cuatro velas y de esta manera se expresa la participación de todos y cada uno en el cumplimiento del precepto.
El segundo grado de excelencia en el cumplimiento (“mehadrín min hamehadrín”), implica que se encienden velas de acuerdo al número de días de la fiesta, suscitándose aquí una discusión famosa entre los discípulos de Hilel y los de Shamai. Los discípulos de Shamai opinaban que el primer día se debían encender ocho velas, y de aquí en adelante se reducía el número hasta que el último día se encendía solamente una vela. De acuerdo a este método, se encienden velas según el número de días de fiesta que restan por celebrar. Los discípulos de Hilel opinaban que el primer día había que encender una vela solamente y de ahí en más se iba agregando una cada día, de acuerdo al número de días festivos que ya pasaron. De esta manera el primer día se encendía una vela y el octavo ocho, expresando el aumento gradual de la intensidad en el milagro, pues cada día en que la menorá era encendida de esa pequeña jarra inicial de aceite el milagro era más notorio. Además, de esta manera se va aumentando en santidad de manera tal que el octavo día, se llega al grado más elevado con el encendido de ocho velas (Tratado de Shabat 21(B)). El pueblo de Israel todo acostumbró a encender con dos niveles de excelencia, “mehadrín min hamehadrín” según la opinión de los discípulos de Hilel (Shulján Aruj Oraj Jaím 671(2)).
En la práctica se enciende un total de treinta y seis velas en ocho días. Además, es costumbre encender todos los días una vela extra, el “shamash” o vela utilitaria, a los efectos de que si se necesita luz, se use esa vela, ya que está prohibido obtener provecho de las velas de Januca. Empero el “shamash” está separado del resto de las velas, ya que la lógica de cumplir el precepto con dos grados de excelencia, es que se note con claridad el número exacto de candelas que corresponde al día específico, pues así se expresa el carácter “in crescendo” del milagro (se verá más detalladamente en los incisos 10 y 11).
3- La costumbre de los sefaradim.
En la aplicación práctica del precepto con dos grados de excelencia se desarrollaron dos tradiciones diferentes. Según la tradición sefaradí el quid de la excelencia en el cumplimiento del precepto radica en que el número de velas equivalga al número de días y por lo tanto aunque en el hogar haya muchos hijos, solo un miembro de la familia enciende en la “janukiá” el número de velas correspondiente al número de días festivos pasados. El primer día enciende una vela, el segundo dos y así sucesivamente hasta que el octavo enciende ocho. Esto se debe a que el objetivo del encendido es comunicar el número de días que el milagro duró y de esta manera se torna más claro a quien ve la “janukiá” encendida. Según esta idea, si cada miembro de la familia encendiese sus velas contiguas a la puerta de entrada o la ventana, se verían muchas velas juntas y se dificultaría el conteo. Y como según esta tradición cada hogar enciende un solo juego de velas, corresponde que la persona mayor de la casa las encienda en representación de todos.
Si los niños quieren encender velas se les puede dar una “janukiá” propia para que lo hagan, siempre que haya separación entre ellas. En este caso, para la mayoría de los sefaradim no se deberá recitar la bendición por ser ésta innecesaria. Nuestro Maestro y Rabino Mordejai Eliahu de bendita memoria ordenó que los niños hasta la edad de “bar mitzvá” están autorizados a recitar la bendición. Según el Rabino Shalom Mashash de bendita memoria, también los mayores de trece años que quieran encender su propia “janukiá” y recitar las bendiciones correspondientes, al encender su padre las velas del hogar, tienen que poner la intención de no cumplir con el precepto y de esa manera pueden encender luego la suya propia recitando las bendiciones correspondientes (Yalkut Shamash Oraj Jaím 192).
4- La costumbre de los Ashkenazim: hombres, mujeres y niños.
Según la tradición ashkenazi para cumplir con el precepto del encendido de velas de Januca con dos grados de excelencia (“mehadrín min hamehadrín”), es menester que cada miembro de la familia encienda su propia “janukiá” y recite las bendiciones correspondientes, de tal manera que el primer día cada quien enciende una vela y el octavo día enciende ocho. Según esta tradición no se teme que se confunda el número de días, pues cada “janukiá” debe estar prudentemente separada de las otras.
Niños que alcanzaron la edad de seis años, edad en la que se les debe iniciar en la enseñanza del recitado de bendiciones (“jinuj”), encienden velas y recitan las bendiciones correspondientes, ya que pueden comprender la historia del milagro y la razón del encendido.
Las mujeres casadas acostumbraron a no encender velas, cumpliendo el precepto mediante el encendido de sus maridos, ya que se considera que “su mujer es como su propio cuerpo”, y por ende se puede considerar a los cónyuges como una misma persona. En muchos hogares se acostumbró también, a que niñas que llegaron a la edad de seis años y las adolescentes no enciendan velas. De todas maneras, si quieren encender, pueden hacerlo con el recitado correspondiente de bendiciones. Consideramos positivo incentivar a las niñas mayores de seis años, a encender velas de Januca por lo menos hasta la mayoría de edad (a los doce años), pues esto ayuda a conectarlas con la Torá y los preceptos. Si después de cumplidoa esta edad quieren seguir encendiendo, serán bendecidas. En el caso de una mujer casada cuyo marido enciende velas, si ella quiere además encender las suyas propias, a pesar de que la costumbre indica que ya cumple con las de su cónyuge, puede encender recitando las bendiciones.
5- Las bendiciones y el cántico “Hanerot Halalu” (“estas velas que encendimos”)
Nuestros sabios dispusieron que recitemos dos bendiciones previas al encendido de las velas de Januca para que nos concentremos en los dos elementos contenidos en el precepto. La primera bendición es por el precepto: “Bendito eres Tú Señor Rey del universo que nos consagraste con Tus preceptos y nos ordenaste el encendido de la vela de Januca” . La segunda bendición es un agradecimiento por los milagros que hizo D´s a nuestros ancestros en los días de Januca, y nuestros sabios dispusieron que se recite en el momento mismo del encendido, ya que las velas tienen por cometido recordar las maravillas acaecidas y su significado. La segunda bendición reza así: “Bendito eres Tú Señor Rey del universo que obró milagros a nuestros ancestros en aquellos días en este tiempo”. El primer día de Januca se agrega la bendición de “Shehejeianu”, con la que agradecemos a D´s que nos permitió llegar con vida al cumplimiento del precepto del encendido de las velas de Januca.
Inmediatamente después de concluído el recitado de las bendiciones, se procede a encender las velas y no puede haber interrupción entre el recitado y el encendido por lo que está prohibido hablar hasta que se terminó de encender. Tras el encendido de la primer vela se acostumbra a recitar “Hanerot halalu” (texto originado en el Tratado de Sofrim 20:6) y junto con el recitado se termina de prender el resto de ellas. Y si bien aún no se terminaron de encender todas el recitado de “Hanerot Halalu” no se considera una interrupción ya que vimos anteriormente que el precepto en sí se cumple con el encendido de una sola vela y las demás son para cumplir el precepto con mayor excelencia. Por lo tanto, si bien a priori está prohibido conversar hasta el final del encendido de todas las velas, “Hanerot Halalu” es un texto que explica la razón del precepto, por lo que corresponde recitarlo mientras se encienden. Empero a quien se le dificulte recitar y encender al mismo tiempo, puede posponer el recitado hasta el final del encendido (ver Mishná Berurá 676:8, Mishbetzot Zahav 5).
Además de las bendiciones previas y el recitado de “Hanerot Halalu” durante el encendido, hay quienes acostumbran a recitar la fórmula de los sabios de la Cabalá “Leshem Ijud”, previo a las bendiciones, para aumentar la intención y la concentración en el cumplimiento del precepto.
Es menester encender correctamente cada vela, hasta que el fuego arda establemente en la mayor parte de la mecha, evitando la práctica de aquellos que pasan a la vela siguiente cuando la primera aún no arde (Beur Halajá 673:2 en el párrafo que inicia con la palabra “hadlaká” הדלקה).
6- La participación de los miembros de la familia en el cumplimiento del precepto.
Se debe procurar que todos los miembros de la familia se reúnan para el encendido de las velas de Januca a los efectos de que escuchen el recitado de las bendiciones, respondan “Amén” y vean el encendido. Además de que la reunión familiar sirve al propósito de la publicitación del milagro y honrar el precepto, es necesaria para que puedan cumplir con el precepto quienes no recitan la bendición por su propia cuenta, como las mujeres que cumplen mediante el encendido del marido, o los niños mediante el encendido del padre. Esto se debe a que hay quienes opinan que quien cumple el precepto mediante el encendido de otra persona debe escuchar el recitado de la bendición para cumplir con el deber de agradecer a D´s por el milagro. De acuerdo a la opinión de Maimónides y Rashí si no escuchó las bendiciones, al ver las velas encendidas en su propia casa o en otro sitio, deberá recitar la segunda bendición “que hizo milagros a nuestros ancestros”. Según la opinión de Rashbá y de Ran dado que ya cumplieron con el precepto mediante el encendido del padre de familia, si bien no escucharon el recitado de las bendiciones no necesitan bendecir “que hizo milagros a nuestros ancestros” al ver las velas encendidas. En la práctica, como esto está bajo discusión no se recita la bendición (Shulján Aruj 676:3), pero en principio, a los efectos de cumplir con el precepto según la opinión de todos los juristas quien no enciende y recita las bendiciones por sí mismo debe de escucharlas y responder “Amén”.
Por lo tanto, toda persona que cumple con el precepto mediante el encendido de otra persona, como es el caso de la esposa que cumple con el encendido de su marido, o hijos que cumplen mediante el encendido del padre, deben estar presentes para oír las bendiciones y responder “Amén”. En caso de que no puedan estar presentes en sus hogares a la hora del encendido, deben procurar cumplir con el precepto de modo presencial en otro sitio, tal como un hogar de familia o la sinagoga.
7- Las velas.
Todos los aceites y todas las mechas son aptos para el encendido de las velas de Januca, incluídos aquellos que se descartan para el encendido de velas de Shabat. Esto se debe a que en el caso de las velas de Shabat, que tienen por objetivo iluminar el hogar, algunos aceites o mechas se prohíben por temor a que den una luz muy tenue que lleve a las personas a mover las velas para mejorar su iluminación y así profanar el Shabat. Pero en el caso de las velas de Januca no tenemos derecho a sacar provecho de las mismas, por lo que cualquier aceite y cualquier mecha que logren mantenerse encendidos por media hora son aptos para el cumplimiento del precepto.
Cuanto más y mejor ilumine la vela, mayor es la excelencia en el cumplimiento del precepto, pues el milagro se publicita más. Es así que muchos acostumbran a encender velas de sebo o parafina que dan una luz fuerte y bonita, mientras que muchos de los sabios de las últimas generaciones sostienen que es aún mejor encender velas con aceite de oliva, ya que su luz es diáfana y además recuerda el milagro del aceite.
Las velas de Januca precisan de material ígneo que asegure que se mantengan encendidas media hora ya que los sabios dispusieron que deban arder desde el final de la puesta del sol hasta que la gente deja de caminar por el mercado, y este lapso se calcula que es de una media hora. También cuando se encienden velas dentro de la casa, éstas deben arder por media hora y quien dispone de poco aceite o velas pequeñas que alcanzan para que ardan menos tiempo habrá de encenderlas sin recitar las bendiciones.
8- Lámparas eléctricas.
Tras el descubrimiento de la electricidad, surgió el interrogante de si es posible encender velas de Januca con focos eléctricos. De hecho, la opinión de la mayoría de los juristas, es que no se cumple con el precepto con lámparas eléctricas, ya que no se consideran velas y no tienen ni aceite ni mecha. Además, por cuanto que su luz es muy fuerte, pueden ser consideradas antorchas y no velas. El Rav Kuk -de bendita memoria- escribió que dado que la electricidad no se había aún descubierto en los días en que los sabios establecieron el precepto, no se puede considerar a los focos como uno de los aceites o mechas permitidos (Mitzvot Raiá Oraj Jaím 673).
Sin embargo, en lo referente a las velas de Shabat, la mayoría de los juristas opinan que en caso de necesidad, se puede cumplir con el precepto y recitar la bendición correspondiente, con el encendido de lámparas eléctricas, pues el cometido principal de las velas sabáticas es iluminar. Por el contrario, las velas de Januca tienen por cometido recordar el milagro y por lo tanto corresponde que sean similares a las que ardieron en el Templo. La lámpara eléctrica no se parece a una vela y por lo tanto no es apta para el encendido en Januca.
Sin embargo, en caso de que la persona carezca de una vela apta, puede encender un foco eléctrico sin recitar bendiciones y de esa manera recuerda el milagro, y según la opinión de algunos sabios inclusive cumple formalmente con el precepto.
Hay quienes acostumbran a emplazar “janukiot” grandes en sitios públicos y encienden lámparas eléctricas que se divisan desde lejos, y si bien no se cumple de esta manera con el precepto dispuesto por nuestros sabios, tiene la virtud de que publicita el milagro de Januca.
9- El precepto del encendido.
El precepto es encender y no que las velas estén encendidas y así es que nuestros sabios establecieron la letra de la bendición: “…que nos ordenaste encender la vela de Januca”. Por lo tanto si alguien encendió velas que pueden arder por media hora y por error son derribadas y se apagan antes de la media hora, no está obligado a volver a encenderlas pues ya cumplió con el precepto del encendido. Incluso si alguien prendió velas de un material de baja calidad que se sospecha puedan extinguirse antes de tiempo, por cuanto que normalmente arden media hora, cumplió con su deber. Sin embargo, los sabios de las últimas generaciones ordenaron que si las velas se apagan antes de tiempo es bueno volver a encenderlas para que ardan la media hora que dispusieron nuestros sabios (Shulján Aruj 673:2, Mishná Berurá 27).
Si encendió las velas en un sitio en el cual no van a poder mantenerse encendidas por media hora, como es el caso de un lugar ventoso, y efectivamente las encendió y se extinguieron antes de este lapso, se considera que no cumplió con el precepto del encendido, pues a priori, las velas estaban destinadas a arder menos del tiempo reglamentario. Según la mayoría de los juristas, debe volver a encenderlas recitando las bendiciones, aunque en la práctica las ha de volver a encender sin recitarlas pues se trata de un caso de duda y la regla general es que “en caso de duda en el recitado de bendiciones se aplica el criterio más flexible”.
Tal como dijimos, el precepto es el encendido de las velas y no el ponerlas en un lugar preestablecido, por lo tanto, en el caso de que una vela esté ardiendo desde antes del horario de encendido en un sitio apto para este, no se cumplió con el deber pues no se encendió para cumplir con el precepto. Incluso si se eleva el candelabro ya encendido, y se lo vuelve a colocar en su sitio con el propósito de cumplir la mitzvá, no ha cumplido con ello, sino más bien deberá apagar y volver a encender con la intención de cumplir y no hay necesidad de alzar el candelabro o moverlo de lugar (Tratado de Shabat 23(A), Shulján Aruj 675:1).
Se deben encender las velas en el sitio correcto, e incluso en el caso de un enfermo que no puede levantarse de la cama no se le permite encender las velas junto a ella para luego trasladarlas a su ubicación final. En un caso así el enfermo podrá recitar las bendiciones y otra persona encenderá las velas en su sitio correcto (Ben Ish Jai, Vaieshev 6). Si dejó el candelabro con las velas cerca de la ventana, pero se olvidó de acercarlas al vidrio previo al encendido, puede acercarlas una vez ardiendo, para que los transeúntes las puedan ver bien.
10- La prohibición de sacar provecho de las velas.
Está prohibido obtener beneficio de las velas de Januca tanto se trate de provecho en temas prosaicos, como contar monedas a la luz de la “janukiá”, como de provecho para temas de santidad, como usar su luz para estudiar. Esto se debe a que las velas están consagradas al precepto de Januca y así como estaba prohibido sacar provecho de las velas de la menorá en el Templo lo mismo aplica para las de esta festividad que se encienden en recuerdo de las del Templo. Además, las velas están destinadas a publicitar el milagro, y si se hace uso de su luz, parecería como que las encendió con otra finalidad (Shulján Aruj 673:1).
Está prohibido utilizar el sobrante del aceite que se empleó para el encendido de velas de Januca, pues estaba destinado al cumplimiento del precepto. La solución ideal es que pueda utilizar el resto en los días subsiguientes de Januca, y en caso de que el mismo sea inutilizable para el encendido o que la fiesta ya se acabó, deberá encender un fuego y quemarlo (Shulján Aruj 677:4, Mishná Berurá 18); o puede verterlo en la pileta de la cocina y las mechas sobrantes tirarlas a la basura. En el caso de velas que sobraron en el paquete o el aceite que sobró en la botella, son aptos para todo uso.
Si comenzó a encender las velas y la de ayuda o “shamash” se apagó, no puede volverlo a encender con la flama de una de las velas, puesto que se trata de una vela profana y no se puede encender a través de una vela de mitzvá. En el caso de que los fósforos se hayan acabado y no pudo encender el “shamash” y no podrá encender las velas restantes, podrá encender el “shamash” de una vela de Januca ya encendida.
Según la ley básica las velas deben permanecer encendidas solamente por media hora y si siguen ardiendo pasado este lapso se puede sacar provecho de su luz. Sin embargo, la costumbre es ser más rigurosos y no sacar provecho de las velas aunque ya haya pasado el plazo estipulado pues en el minuto treinta y uno se continúa publicitando el milagro y quien utiliza el fuego para otra función se ve como quien desprecia el precepto. Además, como las velas fueron colocadas para cumplir con un precepto y quien las colocó no tenía en mente aprovecharlas para otro uso pasada la media hora, hay quien opina que toda la vela quedó consagrada para uso preceptivo y está prohibido darle un uso profano.
11- La “janukiá” y el “shamash”
Es correcto encender las velas de Januca en un candelabro o “janukiá” bonita, cada quien según sus posibilidades, y hay quienes encienden las velas en candelabros de plata y oro. Quien carezca de “janukiá”, puede pegar las velas de sebo o parafina sobre una superficie plana y encenderlas, o tomar pequeñas copitas y verter en su interior aceite y colocar una mecha y encenderlas. No se debe encender las velas de Januca en recipientes desagradables como el caso de un utensilio que esté negro de hollín (Shulján Aruj 673:3, Mishná Berurá 28, Kaf HaJaím 60-62).
Se debe ser meticuloso en mantener un espacio entre vela y vela, para que cada una se vea por separado, y así se publicite el milagro. Además, si las velas están muy cercanas una a la otra se corre el riesgo de que las llamas se unan y en ese caso se trataría de una fogata y no de una vela. En el caso de las velas de sebo se suma un temor más y es que si se encienden muy cercanas una a la otra, se pueden fundir y de esa manera podrían extinguirse antes de pasada la media hora reglamentaria (Shulján Aruj 671:4 y sus comentaristas).
Desde el punto de vista estrictamente reglamentario, aunque las velas no estén colocadas a la misma altura pero si están separadas la una de la otra y quien se para frente a éstas puede contarlas y saber cuántos días de fiesta transcurrieron, se está cumpliendo con el precepto.
Asimismo si el candelabro tiene forma circular, por cuanto que cada vela está separada de la otra, está permitido encenderlas. Sin embargo, a priori, se deben colocar las velas en línea recta y a la misma altura, para que se puedan ver todas con claridad y contarlas, de modo de percatarse del número de días que han transcurrido del milagro (Ramá 671:4, Beur Halajá en el párrafo que ese inicia con la palabra ומותר-).
A los efectos de que una persona no cometa la trasgresión de sacar provecho de las velas de Januca, se acostumbra a encender una vela extra, el “Shamash”, que en caso de que se necesite de luz se pueda usar la suya. En una habitación que posee iluminación eléctrica no es reglamentariamente obligatorio que se encienda un “Shamash” empero muchos igual lo encienden para así resaltar la diferencia entre las velas que tienen como cometido único publicitar el milagro y el “Shamash” que puede ser empleado para otros menesteres.
De todas maneras a los efectos de que no nos equivoquemos en el número de velas a encender se acostumbra a colocar el “Shamash” a otra altura o distante del resto, para que quede clara la diferencia. Se acostumbra a colocar un poco más arriba, para que si se necesita usar de su luz, quede claro a quienes lo emplean que no se trata de la luz de las velas (Shulján Aruj y Ramá 673:1, Mishná Berurá 20).
12- El orden de colocación de las velas y su encendido.
Al preparar una “janukiá” para su encendido, nos enfrentamos a un dilema: dónde colocamos la primera vela y luego dónde agregamos las subsiguientes y de qué vela es preferible empezar a encender. Si bien hagamos lo que hagamos estaríamos cumpliendo con el precepto con dos grados de excelencia, la costumbre más aceptada es colocar la primera vela el primer día del lado derecho de la “janukiá” (lado derecho de quien está parado frente a ella y la enciende), ya que siempre se ha de preferir el lado derecho por sobre el izquierdo. El segundo día agregamos la segunda vela hacia la izquierda de la primera, y tras recitar la bendición, encendemos primero la vela que se agregó que es la vela del día y luego la que está a su derecha. Esto se debe a dos razones: a) Es preferible comenzar encendiendo la vela que se agregó, lo que expresa el aumento en la dimensión del milagro. b) Tras encender la vela que está a la izquierda, resulta que hay que ir hacia la derecha para continuar el encendido, y así se cumple lo que dijeron nuestros sabios en el Tratado de Yomá (15(B)) respecto de que siempre que hay que dirigirse hacia un sentido es preferible hacerlo hacia la derecha. De esta manera, cada día se enciende primero la vela del lado izquierdo y luego se va hacia la derecha para encender las velas restantes. Es bueno que durante el recitado de las bendiciones del encendido, nos paremos del lado izquierdo de la “Janukiá”, para que la vela que está más cerca de nosotros, sea la primera en ser encendida, y de esa manera no se considere que nos estemos salteando las otras velas (Shulján Aruj 676:5, Mishná Berurá 11).
13- De cara al encendido.
Está prohibido comenzar a comer media hora antes de la salida de las estrellas, que es el tiempo del encendido de las velas (como se verá en el capítulo 13 inciso 4). No se permite ni siquiera comenzar a ingerir una comida frugal, no sea cosa que ésta se prolongue y nos olvidemos del encendido de las velas. Asimismo está prohibido ingerir una bebida alcohólica, pero sí está permitido ingerir frutas o verduras sin limitación e incluso pan o alimentos que contienen harina, en una cantidad que no exceda los 56 gramos (“kabeitzá”). En esa media hora previa tenemos prohibido iniciar una labor que pueda extenderse más allá de este período y asimismo está prohibido irse a dormir. Sin embargo, si se le pide a un amigo que nos avise para encender las velas, se puede comer, comenzar una labor o ir a dormir. Aunque se hayan iniciado labores, se esté comiendo o durmiendo de manera permitida, al llegar el momento de la salida de las estrellas que es tiempo del encendido de las velas, se debe abandonar toda actividad para así cumplir con el precepto y no perdernos el momento justo del encendido que estipularon nuestros sabios (Mishná Berurá 672:10, Sha´ar HaTziún en el lugar, Pninei Halajá Tefilá capítulo 25 inciso 9).
Quien se encuentra en medio de su trabajo y no puede volver a su hogar para encender las velas al momento de salir las estrellas, puede continuar con su labor hasta finalizarla, pero ha de cuidarse de no comer hasta encenderlas. Si se trata de un trabajo que puede llevar varias horas al punto de que se pueda temer que al final se olvide de encender las velas, podrá continuar con éste a condición de que pida a un compañero que le recuerde el encendido al culminar la labor (ver más adelante capítulo 13 incisos 6 y 9).
Cuando llega el momento de encender las velas se debe proceder de inmediato a cumplir con el precepto y se le debe priorizar al grado de que el mismo estudio de Torá se prohíbe. Empero si se trata de una estudio fijo que de anularse o posponerse es difícil recuperarlo, es preferible primero terminar la clase y al final recordar a todos que hay que encender las velas (ver adelante capítulo 13 inciso 12).
14- Encendido en la sinagoga.
Se acostumbró a encender velas en la sinagoga y recitar todas las bendiciones correspondientes tal como en el hogar. Si bien, según lo dispuesto por nuestros sabios, la obligación del encendido es en la casa únicamente, se acostumbró encender también en la sinagoga, para difundir el milagro aún más. Se acostumbra a colocar las velas en la pared sur de la sinagoga, recreando la ubicación de la menorá en el Templo. Nadie cumple con el precepto de encender las velas de Januca con el encendido de la sinagoga, ni siquiera quien las encendió para el público recitando todas las bendiciones, por lo que debe ir a su casa y volver a encender velas, recitando nuevamente las bendiciones correspondientes (Shulján Aruj 671:7).
Se acostumbra a encender las velas en la sinagoga entre los servicios de Minjá y Arvit, pues es el momento de mayor concurrencia y el milagro se publicita mejor y además una vez terminado el servicio de Arvit, las personas están apresuradas en retornar a sus hogares para encender las velas.
En una sinagoga donde se rece Arvit mucho tiempo después de la salida de las estrellas, se deben encender las velas antes del servicio.
En la víspera de Shabat, en muchos sitios se acostumbra a rezar Minjá contiguo a la puesta del sol, por lo que no hay posibilidad de encender las velas después del servicio pues ya se tiene que recibir el Shabat y por lo tanto se han de encender las velas antes de Minjá.
En las sinagogas donde se acostumbre a rezar el servicio de Minjá del viernes bastante antes de la puesta del sol, se pueden encender las velas después de este servicio. En ese caso hay que cuidar de culminar el encendido por l menos cinco minutos antes de la puesta del sol, para poder recibir el Shabat antes del atardecer y de esa manera cumplir con el precepto de agregar tiempo profano al Shabat (Mishná Berurá 671:47). El sábado por la noche al concluir el Shabat, se encienden las velas después del servicio de Arvit, pues antes del rezo no salió aun el Shabat.
El motivo por el cual se encienden velas de Januca en la sinagoga, es el de difundir el milagro, por lo que es necesario que estén presentes por lo menos diez feligreses. En caso de que aún no se hayan reunido este número y no se puede posponer el encendido porque se trata por ejemplo de víspera de Shabat, hay quienes opinan que, como de hecho, más tarde habrá quórum en la sinagoga, se puede encender las velas con el recitado correspondiente de bendiciones (Maguén Abraham, Mishná Berurá 671:47 y Beur Halajá en el lugar). Hay quien opina que en ese caso se enciendan las velas sin recitar las bendiciones (Mor uKtziá, Kaf HaJaím 671:72).
15- Encendido de las velas de Januca en lugares públicos.
Muchos acostumbran a difundir el milagro, encendiendo velas en cada sitio donde se reúnen personas, como por ejemplo en una boda, Bar Mitzvá o reuniones con motivo de Januca o conferencias alusivas. La pregunta que surge es si se puede recitar las bendiciones en este tipo de eventos.
Según muchos de los rabinos de nuestra generación, no se deben recitar las bendiciones en estas circunstancias, pues la costumbre de encender en público y bendecir es en la sinagoga, y en nuestros días no tenemos la autoridad de innovar costumbres en esta materia, y por lo tanto quien recita la bendición pronuncia una bendición en vano. Además, parecería que la tradición de encender en la sinagoga está vinculada al hecho de que el milagro de la menorá fue en el Templo, y hoy la sinagoga actúa en carácter de “Santuario en miniatura”. Empero en otros sitios se deben omitir las bendiciones durante el encendido.
Sin embargo, según la opinión de algunos juristas, está permitido encender velas y recitar las bendiciones en todo sitio donde se reúna público, ya que el motivo por el cual se enciende en la sinagoga es el de publicitar el milagro. Por lo tanto deben encenderse las velas recitando las bendiciones correspondientes en todo sitio donde hayan aglomeraciones. Lo mejor es rezar en el sitio del encendido los servicios de Minjá y Arvit, o incluso sólo este último y entonces éste lar es considerado sinagoga y el encendido se hará con el recitado de las bendiciones conforme a la tradición.
En la práctica quien quiera apoyarse en quienes opinan que se puede encender y recitar las bendiciones puede hacerlo. Además, si en esa reunión hay judíos no observantes que quizás no encendieron velas en sus hogares el encendido público les recuerda el milagro y les enseña el modo correcto de cumplir el precepto. De ser posible es bueno invitar a alguien no observante a que encienda y recite las bendiciones y de esa manera se adhiera a la fe, la Torá y los preceptos que pertenecen a todo el pueblo de Israel, tanto observantes como seculares.

Leyes referentes a la ubicación de las velas y el horario de su encendido
1- El decreto de los sabios respecto al lugar del encendido. 2- Ubicación de las velas para quien habita en una casa privada. 3- Ubicación de las velas para quien vive en un departamento. 4- Horario y duración del encendido de las velas. 5- Horario de encendido de las velas en víspera de Shabat y el sábado por la noche. 6- En caso de necesidad se puede demorar el horario de encendido. 7- ¿Es necesario esperar a un miembro de la familia que se demora? 8- El encendido de las velas en casos de necesidad excepcionales: antes de la puesta del sol y tarde en la noche. 9- Una familia que se hospeda en Januca. 10- Una familia que se hospeda en Shabat. 11- Una persona casada que no está en su hogar. 12- Solteros independizados. 13- Estudiantes de Yeshivá, soldados y estudiantes universitarios. 14- En el hotel. 15- Pacientes en el hospital. 16- En el campo o en un medio de transporte.
13- Leyes referentes a la ubicación de las velas y el horario de su encendido.
1- El decreto de los sabios respecto al lugar del encendido.
Nuestros sabios dijeron que: “Las velas de Januca deben ser colocadas del lado exterior de la entrada de la casa. Quien vive en un piso alto que las coloque en la ventana que da al dominio público y en caso de peligro es suficiente que las coloque sobre la mesa” (Tratado de Shabat 21(B)).
En el pasado, la mayoría de las personas vivían en planta baja con una puerta que daba o a la vía pública o a un patio amurallado con un portón que daba a la calle. Los sabios dispusieron que se encendieran las velas en la entrada que daba a la calle, para así publicitar el milagro. Además, dispusieron que se colocasen las velas a la izquierda de la entrada para que quien entre se vea rodeado de preceptos, la “mezuzá” del lado derecho y las velas del lado izquierdo (Tratado de Shabat 22(A)).
A priori, las velas deben colocarse a una altura del suelo que va de los tres a los diez palmos (de 24 a 80 cm.) ya que si se colocan más alto, quienes las ven, pueden pensar que fueron encendidas como faroles para iluminar la entrada a la casa. Por otra parte si las velas se colocan a la altura del suelo, parece como que alguien las dejó allí por unos minutos, para luego llevarlas a que iluminen en otra parte. En cambio, si se colocan a una altura que va de los tres a los diez palmos, queda claro que están allí para cumplir con el precepto de publicitar el milagro. De todas maneras, a posteriori, si se las encendió por debajo de los tres palmos o por encima de los diez igualmente se cumplió con el precepto. Si se encendieron las velas a una gran altura, por encima de los veinte codos (9.6 mts.), no se cumplió con el precepto, pues las personas no acostumbran a mirar tan alto (Tratado de Shabat 21(B), Shulján Aruj Oraj Jaím 671:6).
En el caso de las personas que viven en un piso más alto que la planta baja, si encienden su “janukiá” en la puerta de entrada de abajo que está sobre la calle, no se distinguiría que se trata de sus velas y por eso los sabios les indicaron que enciendan junto a sus ventanas.
En épocas de peligro, en las que se teme que los gentiles puedan agredir a los judíos, los sabios dispusieron que se enciendan las velas dentro de la casa sobre la mesa y así se publicita el milagro para los integrantes del hogar.
2- Ubicación de las velas para quien habita en una casa privada.
De las disposiciones de los sabios se desprende que no temían que las velas se apaguen por corrientes fuertes de aire ya que en esos días las personas vivían en casas muy aglomeradas y muchas de las ciudades o patios estaban rodeados de muros, por lo que entre las casas no soplaban vientos fuertes. Por esta razón, se podían encender velas en las puertas de las casas y portones de los patios sin temor a que se apaguen. Hoy en día la única manera de encender velas de Januca fuera de la casa, es en cajas de vidrio.
Sin embargo en ninguna parte vemos que los sabios nos ordenaron comprar cajas de vidrio, por lo tanto quien no esté interesado en adquirir una puede encender las velas dentro de su propia casa. En este caso estará cumpliendo el precepto con excelencia en cuanto a la publicitación del milagro, empero no logra alcanzar un ulterior grado de excelencia que es el encender las velas del lado izquierdo de la puerta de entrada para que quien ingresa esté rodeado de preceptos, mezuzá del lado derecho y velas del lado izquierdo. Quienquiera cumplir con todos los grados posibles de excelencia (“hidur”), que compre una caja de vidrio y coloque las velas a la izquierda de la entrada a la casa, del lado de afuera. En el caso de una familia ashkenazi o algunas de origen sefaradí, que encienden varias “janukiot” (ver arriba capítulo 12 incisos 3 y 4), deben poner atención en colocarlas de tal manera que cada una se vea separada de las otras para que se pueda percibir el número de velas que se corresponden con los días. Se permite también colocar una “janukiá” en la entrada dentro de una caja de vidrio y que las demás sean colocadas en la ventana.
En el pasado era muy común vivir en casas que daban a patios rodeados de muros que tenían un portón que daba a la vía pública, por lo que el patio era considerado una extensión de la casa y por ende el sitio de encendido era del lado exterior del portón. Hoy día los patios no suelen estar rodeados de murallas, por lo que se colocan las velas en la puerta de entrada a la casa.
Cuando la puerta de entrada a la casa se encuentra en un lugar que no se divisa desde la vía pública, mientras que si colocan las velas en la ventana serán visibles, hay quienes dicen que es preferible encenderlas en la puerta de la casa, pues así lo dispusieron nuestros sabios en un comienzo, para que el que entre a la misma se encuentre rodeado de mitzvot. Otros opinan que es mejor hacerlo en la ventana, pues los sabios dispusieron que el milagro sea publicitado. Nos parece que en la práctica, es mejor encenderlas en la ventana, si bien hacerlo en la puerta tiene una virtud especial.
3- Ubicación de las velas para quien vive en un departamento.
La mayoría de las personas viven en la actualidad en edificios de apartamentos y por lo tanto la mejor ubicación para el encendido es sobre la ventana o el balcón que da a la calle, de manera que el milagro se publicite lo más posible. Quienes encienden al lado de la ventana deben poner cuidado en que tanto los miembros del hogar como las personas que están afuera puedan ver las velas, por lo que en este caso no se debe usar una “janukiá” que tenga “espalda”, o sea un pequeño tabique, que impida que quien está por detrás vea las velas encendidas.
En el caso de una ventana que da a la vía pública, que está a una altura mayor a los ochenta centímetros, igualmente se enciende en ésta, pues es más importante cumplir con la publicitación del milagro que con la especificación de la altura.
Hay quienes opinan que es preferible encender las velas en el pasillo que da a las escaleras o al elevador pues en ese caso quien entra a la casa está rodeado de preceptos, con la mezuzá del lado derecho y la “janukiá” del lado izquierdo. Si bien quien así hace cumple con el precepto es mejor encender las velas sobre la ventana que da a la vía pública para publicitar el milagro.
En el caso de quien habita un piso alto y la ventana está por encima de los veinte codos (9.6 mts.), siempre que los transeúntes puedan ver las velas desde la calle nos parece mejor encenderlas en la ventana para publicitar el milagro. De todas maneras quien así lo quiera, puede encenderlas en la puerta de entrada que da al pasillo de las escaleras y el elevador pues también allí se publicita algo el milagro. También quien enciende dentro de su casa cumple con el precepto.
4- Horario y duración del encendido de las velas.
Nuestros sabios dispusieron que se enciendan las velas en el momento en que el milagro logre su mayor difusión. En el pasado, las calles no estaban iluminadas por la noche y al anochecer éstas estaban atestadas de personas que retornaban a sus hogares y se recluían en sus casas.
Es así que nuestros sabios dispusieron, que el horario de encendido de las velas sea “desde que se pone el sol hasta que la gente regresa del mercado” (Tratado de Shabat 21(B)). Empero los sabios medievales debatieron respecto de si los sabios del Talmud se referían al momento de la puesta del sol o al final del atardecer, cuando ya se ven las estrellas. Por una parte, al momento de la puesta del sol, había más personas en la calle, mientras que como contraparte, por haber todavía luz natural, las velas no resaltan lo suficiente. Por lo tanto es preferible esperar hasta la salida de las estrellas y en la práctica, la costumbre más extendida es encender al salir las estrellas, que es unos veinte minutos después de la puesta del sol.
Los hombres tienen preceptuado rezar el servicio de Arvit y muchos acostumbran a hacerlo inmediatamente con la salida de las estrellas, por lo que deben anteponer la plegaria al encendido, dado que el rezo nocturno es más frecuente que Januca, y en él se cumple con el precepto de la Torá de recitar el “Shemá Israel” de la noche. Una vez finalizado el servicio de Arvit es menester apresurarse a retornar al hogar para hacer el encendido de velas lo más próximo al momento de la salida de las estrellas. En el caso de quienes acostumbran a rezar Arvit más tarde en la noche, deberán encender las velas al salir las estrellas y más tarde rezar Arvit en el horario que habitúan hacerlo.
Si bien para cumplir con el precepto alcanza con que la vela arda media hora, hay quienes dicen que es bueno cumplir con mayor excelencia, por lo que en nuestros tiempos, es bueno colocar velas que duran unas dos horas o más pues hoy día la gente acostumbra a caminar por la calle hasta altas horas de la noche y al verlas ardiendo, el milagro es publicitado.
5- Horario de encendido de las velas en víspera de Shabat y el sábado por la noche.
Tal como ya estudiamos, nuestros sabios dispusieron que se enciendan las velas de Januca después de la puesta del sol, ya que antes, la luminosidad exterior hace que no se distingan con claridad. Empero, en víspera de Shabat, es claro que no se puede encender después de la puesta del sol, pues con ésta el Shabat comienza y queda prohibido encender fuego. Tampoco se puede encender fuego sobre el horario de la puesta del sol, por cuanto que hay un precepto que es el agregar tiempo profano al sagrado, y por lo tanto recibimos el Shabat antes de la puesta del sol. En la práctica la mayoría de las comunidades acostumbra recibir el Shabat veinte minutos antes de la puesta del sol y este es el horario oficial de encendido de velas sabáticas que se publica semana a semana. En el Shabat de Januca, es necesario encender las velas festivas antes que las sabáticas.
Si bien se encienden velas de Januca antes de la puesta del sol, la publicitación del milagro se lleva a cabo principalmente en la noche y por eso es importante tener la precaución de colocar suficiente aceite en las velas, como para que éstas se mantengan encendidas media hora después de la salida de las estrellas.
Es bueno rezar Minjá con la comunidad antes del encendido de las velas de Januca, ya que este servicio pertenece al día viernes, mientras que el encendido de éstas corresponde al día sábado. De todas maneras si no es posible rezar Minjá con minian, no se ha de rezar individualmente (Shulján Aruj 679:1, Mishná Berurá 2, Kaf HaJaím 671:79).
El sábado por la noche se ha de rezar primeramente el servicio de Arvit y luego se encienden las velas de Januca. Muchos acostumbran a realizar primero la “havdalá”, ya que con ésta finaliza el sábado mientras que las velas de Januca corresponden al día domingo (Tur Zahav 681, Aruj Hashulján 2, Ben Ish Jai parashat Vaieshev 21). Otros acostumbran a encender primeramente las velas de Januca para poder hacerlo lo más cercano posible al horario de la salida de las estrellas y además es bueno demorar la havdalá para prolongar lo más posible la santidad del Shabat. De todas maneras se pueden encender las velas de Januca antes de la havdalá, a condición de que en Arvit se haya recitado “Atá Jonantanu” o la fórmula “Baruj hamavdil bein kodesh lejol” (Shulján Aruj Ramá 681:1). En la práctica ambas costumbres tienen asidero en la Halajá (Beur Hahalajá allí) y cada quien puede escoger cuál costumbre seguir.
6- En caso de necesidad se puede demorar el horario de encendido.
Tal como vimos, en días del Talmud la gente acostumbraba a volver a sus casas al oscurecer, por lo que el precepto se cumplía “a partir de la puesta del sol y hasta que la gente regresara del mercado”. El texto se refiere hasta que los pobres, que se quedaban después del cierre del mercado recogiendo las sobras, volviesen a sus hogares (Tratado de Shabat 21(B)) y esto implicaba como una media hora después del tiempo del encendido (Rif).
En nuestros días existe la luz eléctrica, por lo que la mayoría de las personas continúa trabajando algunas horas después que oscurece y por lo tanto vuelven a sus casas más tarde. De todas maneras el horario ideal de encendido sigue siendo el que fijaron nuestros sabios, desde la salida de las estrellas hasta media hora después.
En el caso de que a alguien se le dificulte volver a su casa a la hora de la salida de las estrellas podrá encender las velas más tarde pero de todas maneras habrá de intentar regresar lo antes posible para hacerlo lo más contiguo al horario estipulado por nuestros sabios. Es importante procurar encenderlas hasta las nueve de la noche (9:00 pm), que es en nuestros días una hora en la cual todavía es aceptado o común regresar de los quehaceres diarios y se cumple la estipulación talmúdica de “hasta que la gente regresa del mercado”. Se debe evitar ingerir una “comida fija” de an o artículos panificados (mezonot) que para la Halajá es la cantidad equivalente a un huevo (58 gramos), hasta después del encendido de las velas (Mishná Berurá 672:10, 431:6 y ver arriba capítulo 12 inciso 13).
En un sitio en el cual habitualmente tiene lugar una clase de Torá después del servicio de Arvit, y de irse la gente a su casa a encender velas el estudio se suspendería, es preferible primero estudiar y luego encender las velas, pues a nivel de preceptos, el estudio de Torá tiene preferencia por sobre el encendido de las velas de Januca en su horario indicado.
7- ¿Es necesario esperar a un miembro de la familia que se demora en regresar?
En muchas familias se presenta el dilema respecto de qué hacer en caso que el jefe de familia no puede regresar a la hora de la salida de las estrellas. ¿Es preferible que su esposa encienda las velas en tiempo o esperar a que el marido regrese?
Según el criterio básico de la Halajá, no es indispensable que ambos cónyuges estén presentes a la hora de encender las velas y cuando uno de ellos las enciende en la casa, el otro también cumple con el deber del encendido. Por lo tanto, parecería preferible que la esposa encienda en hora sin el marido. En la práctica, en la enorme mayoría de los casos es preferible esperar a que los dos cónyuges estén presentes. En términos generales, hay tres elementos a tener en cuenta para demorar el encendido hasta que el cónyuge ausente retorne.
El primero, cuando el marido no va a tener la posibilidad de escuchar el recitado de las bendiciones en la sinagoga o en otro sitio. Esto se debe a que con el encendido a distancia de su mujer cumple con el precepto de encender las velas, pero mientras no escuche el recitado de la bendición “que hizo milagros a nuestros ancestros” no cumple con el deber del agradecimiento a Dios y por lo tanto en ese caso es preferible esperarlo a que regrese a la casa (esta misma regla se aplica cuando es la mujer quien está ausente de la casa al salir las estrellas).
El segundo elemento a tener en cuenta es si el esposo o la esposa pueden ofenderse o acongojarse por el hecho que no les hayan esperado para el encendido.
El tercer elemento a sopesar es, si al no esperarlo la conexión del cónyuge ausente con el precepto de las velas de Januca pueda verse perjudicado. Esto adquiere especial trascendencia si el cónyuge por una cuestión de rutina laboral va a demorarse en regresar todos los días de la fiesta y entonces su vínculo con el precepto se puede ver afectado.
Este tercer y último factor a tener en cuenta, es muy significativo para la mayoría de los juristas sefaradim (ver arriba capítulo 12 inciso 3), según los cuales sólo uno de los miembros de la familia enciende la “janukiá” hogareña. En el caso en que los hijos o hijas se demoran en volver a la casa y si ésta se enciende en su ausencia, su conexión con el precepto se puede debilitar, por lo tanto es preferible esperarlos y encender más tarde.
Vemos pues que sólo en caso de que la demora sea excepcional y el demorado tuvo la posibilidad de escuchar el recitado de las bendiciones en la sinagoga o en otro sitio, de manera tal que no se alteran ni la relación familiar ni la conexión personal con el precepto, se preferirá encender las velas en tiempo, o a la hora de la salida de las estrellas. En todos los demás casos, es preferible esperar al regreso del cónyuge ausente y según los sefaradim, al regreso de todos los miembros de la familia. No obstante, no se debe demorar en encender las velas hasta después de las nueve de la noche y todos los miembros de la familia deben procurar abstenerse de ingerir una “comida fija”, desde media hora antes de la salida de las estrellas y hasta después de encendidas las velas (como se explicó en el capítulo 12 inciso 10).
8- El encendido de las velas en casos de necesidad excepcionales: antes de la puesta del sol y tarde en la noche.
Quien no alcanzó a encender velas de Januca hasta la hora nueve de la noche, puede hacerlo toda la noche hasta que despunta el alba y habrá de recitar las bendiciones sólo en caso de que sea altamente probable que un transeúnte vea las velas a esa hora o que haya en la casa otra persona, como ser el caso de su esposa o su hijo que habrán de verlas. Empero si todos los miembros del hogar ya se fueron a dormir, y les resultaría muy molesto ser despertados para el encendido y por la calle ya no pasa nadie, encenderá las velas sin recitar las bendiciones.
Quien no encendió las velas durante toda la noche, se perdió el cumplimiento del precepto de ese día, pero al día siguiente encenderá velas al igual que todos (Ramá 672:29).
Si bien vimos que en víspera de Shabat se encienden las velas de Januca antes de la puesta del sol, en días de semana ésto no se debe hacer. Únicamente en caso de que no haya alternativa alguna, se puede encender velas a partir del horario halájico de “plag haminjá” (cuarenta minutos antes de la puesta del sol). Este podría ser el caso de quien tiene que salir de su casa antes de la puesta del sol y no regresará sino hasta muy tarde en la noche, a una hora en la que nadie vería ya sus velas, y además en la casa no hay quien pueda encenderlas en su lugar. Dado que no tiene alternativa, que encienda las velas desde “plag haminjá”, o sea cuarenta minutos antes de la puesta del sol y en la opinión de la mayoría de los juristas este encendido incluye la recitación de las bendiciones. En caso de que necesite salir de su casa aún más temprano, puede adelantar el encendido hasta una hora antes de la puesta del sol empero no recitará las bendiciones.
9- Una familia que se hospeda en Januca.
Una familia que viaja a visitar amigos cercanos o a miembros de su familia y a la hora del encendido de las velas están todavía en lo de sus huéspedes, aunque cenen allí no se considera que es su casa y por lo tanto no cumplen con el precepto. En ese caso, si es posible, es bueno que un miembro de la familia visitante, a la hora de la salida de las estrellas, vuelva a la casa y encienda la “janukiá” y de esa manera haga cumplir con el precepto a todo el núcleo familiar. Asimismo, los huéspedes que se quedaron, deben poner atención en observar las velas y en escuchar el recitado de las bendiciones de sus anfitriones, para así participar del precepto de agradecer a Dios por el milagro. En caso de que los visitantes estén lejos de su hogar y no sea factible mandar a un miembro de la familia a encender las luminarias, deberán hacerlo al regresar, recitando las bendiciones, y si quieren comer en lo de sus anfitriones, deberán ponerse de acuerdo que cada quien le recordará al otro encender las velas cuando regresen.
Si los huéspedes tienen la intención de cenar y quedarse a dormir en lo de sus anfitriones, la casa donde se hospedan se transforma en la suya propia a los efectos del encendido de las velas de ese día, y por lo tanto cumplen con el precepto con el encendido del dueño de casa. En ese caso es importante que intenten participar del precepto, aunque sea colaborando con unos centavos para la compra de las velas o que el anfitrión les regale parte de la vela haciendo el huésped posesión del presente, al tomar la vela en cuestión en sus manos y elevarla.
Según la tradición ashkenazi, para cumplir el precepto en su mayor grado de excelencia, se acostumbra que cada miembro de la familia encienda velas y recite las bendiciones, por lo que el huésped habrá de encender su propia “janukiá” y recitará las bendiciones.
Si los huéspedes recibieron de sus anfitriones un apartamento separado donde pernoctar, según todas las tradiciones, allí es donde deben encender velas y recitar las bendiciones. En ese caso, deberán poner atención en encenderlas en un sitio que los transeúntes las puedan divisar, para así publicitar el milagro.
10- Una familia que se hospeda en Shabat.
Una familia que se hospeda todo el Shabat, de manera tal que su casa pasa a ser la de su anfitrión,en víspera de Shabat le da unas monedas a los dueños de casa para así participar del precepto del encendido, cumpliendo así con su deber. Según la tradición ashkenazi es preferible que los huéspedes enciendan velas y reciten las bendiciones, y si recibieron un apartamento separado en el cual pernoctar, según toda las tradiciones, allí es donde deberán de hacerlo.
Si el sábado por la noche tienen la intención de regresar de inmediato a su hogar, es mejor que las enciendan allí. En caso de que los huéspedes planeen volver más tarde, a una hora en la que ya no hay transeúntes por la vía pública, es mejor que cumplan con el precepto en lo de sus anfitriones, de la misma manera que lo hicieron el día viernes. En caso de que se regresen a una hora intermedia, ni de inmediato ni muy tarde en la noche, pueden decidir dónde prefieren encender las velas, puesto que desde la perspectiva del día anterior, pueden hacerlo en lo de sus anfitriones y desde la perspectiva de dónde habrán de pernoctar esa noche, pueden hacerlo en su propio hogar, por lo que tienen la posibilidad de escoger.
11- Una persona casada que no está en su hogar.
Un hombre casado que viajó solo en los días de Januca y se hospeda en lo de amigos o familiares, cumple con su deber mediante el encendido de su esposa, que se quedó en la casa. Si bien cumple con el encendido de su mujer, hay quienes opinan que no cumple con los preceptos de publicitar el milagro y contemplar las velas, por lo que debe escuchar el recitado de las bendiciones y ver las velas en lo de sus anfitriones o en la sinagoga, para participar del agradecimiento por el milagro (ver arriba capítulo 12 inciso 6).
Según la tradición ashkenazí si el viajero en cuestión quiere encender velas puede hacerlo incluso con recitado de bendiciones y es bueno que intente hacerlo antes que su mujer las encienda en su casa. Según la tradición sefaradí el viajero no habrá de encender.
Si el viajero se hospeda en un apartamento vacío o en una habitación de hotel, a pesar de que su esposa enciende en la casa, él mismo deberá encender velas donde pernocta. En este caso, según la tradición ashkenazí encenderá recitando las bendiciones mientras que según la tradición sefaradí, si se encuentra en el país encenderá las luminarias sin recitar las bendiciones mientras que si está en el exterior habrá de recitarlas.
En el caso de un soldado casado que está en su servicio de reservista no necesita encender velas pues su esposa lo hace por los dos en la casa y deberá escuchar el recitado de las bendiciones de boca del soldado que está encendiendo las velas. Si en el campamento militar no hay quien encienda velas, que lo haga él mismo. Si en la base militar no hay quien encienda velas deberá hacerlo en el comedor recitando las bendiciones pues aunque se conduzca según la tradición sefaradí es mitzvá encenderlas para el resto de los soldados que son solteros. En caso de que todos los soldados sean casados y observantes por lo que en sus respectivos hogares se encienden velas para ellos, si llegan a ser diez en número habrán de encender y recitar las bendiciones en la sinagoga.
Lo que vimos anteriormente que el casado cumple con el encendido de su mujer, es a condición que ella se quede en la casa y no se esté hospedando en otro sitio, pero si ella por ejemplo, está pernoctando en la casa de sus padres, la obligación del encendido vuelve a recaer sobre el marido y en ese caso según todas las tradiciones debe encender velas allí donde esté recitando las bendiciones.
Asimismo en el caso de una mujer que viajó, cumple con su deber mediante el encendido de su marido en la casa y deberá procurar estar presente durante el encendido en la casa de sus anfitriones. En caso de que pernocte sola en un hotel habrá de encender velas ella misma, según la tradición ashkenazi recitará las bendiciones y según la tradición sefaradí no habrá de hacerlo.
12- Solteros independizados.
En términos generales sobre los solteros independizados recaen las mismas reglas que sobre las familias constituidas (ver arriba inciso 9). Por lo tanto, muchachos o chicas que viven en sus propias casas, tanto sean estas propias o alquiladas, deben encender allí las velas. Si están de visita en casas de amigos o familiares a la hora del encendido de velas y no pernoctarán allí, deberán encender velas al regresar a sus casas (ver arriba incisos 6-8 cuándo es el horario de encendido de velas a priori y a posteriori).
En caso de que un soltero independizado se hospede por la noche en casa ajena, deberá darles unos centavos (“prutá”) a sus anfitriones o éstos habrán de adjudicarle parte de la vela para cumplir con el precepto del encendido. Según la tradición ashkenazi, es bueno que encienda sus propias velas recitando las bendiciones, para así cumplir con dos grados de excelencia (“mehadrín min hamehadrín”). En el caso de que los anfitriones lo hospeden en un apartamento separado, según todas las tradiciones allí es donde deberán encender velas.
13- Estudiantes de Yeshivá, soldados y estudiantes universitarios.
Los estudiantes de Yeshivá que pernoctan en sus habitaciones y comen en el comedor de la institución, deben encender velas en sus habitaciones, pues allí pasan más tiempo y es su espacio particular. En el caso de que en sus habitaciones haya una ventana que da a la vía pública, deberán encender las velas allí para publicitar el milagro. En caso contrario, deberán encender en la habitación y de ser posible del lado izquierdo de la puerta, para que así queden la mezuzá del lado derecho y la “janukiá” del lado izquierdo.
Respecto de la tradición sefaradí, en esta circunstancia se nos presenta una pregunta interesante, ya que para esta costumbre quien enciende es el mayor de la casa y mediante su encendido hace cumplir a todos los demás. En el caso del estudiante de Yeshivá, muchos juristas entienden que si bien el muchacho vive en la institución, su hogar es la casa de sus padres y ahí es donde siempre regresa e incluso cuando se enferma convalece en la casa de sus padres, por lo que cumple el precepto mediante el encendido de su padre en el hogar aunque no esté presente.
Por otra parte, hay quienes opinan que por cuanto que el estudiante reside en la Yeshivá la mayor parte del año, se le puede considerar como un soltero independizado que tiene residencia propia y por lo tanto debe encender velas y recitar las bendiciones. Según la tradición sefaradí, un compañero de la habitación debe encender por todos y es menester que los demás sean partícipes o mediante dinero para adquisición de las velas o mediante la apropiación simbólica (“kinián”), que implica tomar la “janukiá” con las manos y elevarla (en público) para luego devolverla a su sitio.
La normativa vigente para el estudiante de Yeshivá, es la misma que se aplica para soldados o estudiantes universitarios. Según la tradición ashkenazí y parte de la sefaradí, deben encender velas y recitar las bendiciones en sus habitaciones. Según la tradición de muchos de los sefaradim, los soldados o estudiantes universitarios pueden cumplir mediante el encendido de sus padres en el hogar, y si allí no hay quien encienda, pueden encender en sus habitaciones sin recitar la bendición.
La misma regla se aplica para las chicas que estudian en una midrashá, college o universidad y viven en los dormitorios estudiantiles o en apartamentos alquilados. Según la costumbre ashkenazí y parte de las comunidades sefaradíes deberán encender velas y recitar las bendiciones, mientras que según la tradición de muchos de los sefaradíes cumplen mediante el encendido en la casa de sus padres. En caso de que en casa de sus padres no haya quien encienda habrán de hacerlo ellas mismas sin recitar las bendiciones.
14- En el hotel.
Quienes se hospedan en un hotel deben encender allí velas de Januca. Repasemos brevemente lo que vimos en incisos anteriores: si se trata de una familia o de un soltero independiente deben encender y recitar las bendiciones. Si tienen un cónyuge que enciende en la casa o si la pareja se halla en lo de sus padres, que encienden en su casa, según la tradición Sefaradí han de encender sin recitar las bendiciones y según la tradición ashkenazí habrán de recitarlas.
Lo correcto es encender las velas en la habitación del hotel porque es su sitio particular, comparado con el comedor del hotel que es un espacio público. Si en la habitación hay una ventana que da a la vía pública corresponde encenderla ahí. Una vez encendidas las velas es menester quedarse por media hora en la habitación y si luego se quiere salir se deben apagar para evitar un incendio. En el caso que los dueños del hotel no permitan encender velas en la habitación se pueden encender en el salón comedor.
15- Pacientes en el hospital.
Pacientes internados en el hospital deben encender velas. Si están casados, cumplen mediante el encendido del cónyuge en el hogar. Si son jóvenes y viven en lo de sus padres, cumplen mediante el encendido de sus padres en la casa.
Según la tradición ashkenazí, si bien los pacientes quedan eximidos con el encendido de sus familiares en la casa, si quieren cumplir con mayor excelencia pueden encender velas y recitar las bendiciones (tal como se vio en el inciso 11). Según la tradición mayoritaria de los sefaradim los pacientes no deben encender (ver arriba capítulo 12 inciso 3).
Quienes encienden en el hospital, es mejor que lo hagan en su habitación que es su sitio particular, y si encienden en el comedor, cumplen con el precepto, pues a éste se lo puede considerar como parte de su hogar durante los días de estancia en el nosocomio.
De todas maneras, también pacientes exentos de la necesidad de encender velas en el hospital, pues cumplen mediante el encendido de la familia en la casa, deben intentar ver las velas encendidas y escuchar el recitado de las bendiciones durante el encendido. Esto se debe a que hay quienes opinan que si bien cumplen con el precepto del encendido mediante sus parientes en el hogar, de todas maneras no cumplen con el precepto del agradecimiento por el milagro (ver arriba capítulo 12 inciso 6). Por lo tanto deben procurar a alguien que deba encender y recitar las bendiciones, o un ashkenazí que enciende y recita bendiciones para así escucharlas. En este caso, el paciente debe poner intención de cumplir con el deber del agradecimiento, escuchando la bendición de “Al Hanisim” (por los milagros) y en la primera noche de Januca, también con la bendición de “Shehejeianu”.
16- En el campo o en un medio de transporte.
Los juristas debatieron respecto de si el encendido de las velas de Januca, está o no ligado al hogar. Hay quienes opinan que el decreto rabínico original establece que, quien tiene una casa, debe encender las velas de Januca, mientras que quien habita en la calle, no lo debe hacer. Así también, en el caso de salir de paseo y dormir en campo abierto, o un soldado que pernocta en una pequeña tienda de campaña inferior al tamaño mínimo de un hogar, que es dos metros por dos metros, no pueden cumplir con el precepto. Otros opinan que también quien carece de casa, debe encender velas allí donde esté.
Dado que esta duda ha perdurado, quien carece de casa debe encender sin recitar las bendiciones. Por ejemplo, quien sale en Januca a un paseo campestre o un soldado que duerme en una trinchera o una pequeña tienda, habrá de encender sin recitar la bendición. En cambio, un paseante o un soldado que duermen en una tienda de campaña grande, por cuanto que por sus dimensiones la tienda adquiere el carácter de casa, deben encender velas a la entrada de la misma recitando las bendiciones.
Quienes viajan durante toda la noche en avión, tren o barco, que tienen compartimentos individuales o camarotes, si bien están en movimiento, deben encender allí las velas y recitar las bendiciones, pues estos espacios se consideran su hogar a los efectos del precepto. Sin embargo, a veces por cuestiones de seguridad, no se permite encender velas y si se le da autorización a un viajante a encender la “janukiá”, con ese encendido cumplen todos los demás.

El mes de Adar
1- Cuando comienza el mes de Adar aumenta la alegría. 2- Las cuatro porciones de lectura de la Torá. 3- Año embolismal y primer mes de Adar. 4- Tres preceptos vinculados a la eliminación de Amalek. 5- El precepto de eliminar a Amalek. 6- La porción de lectura de “Zajor”. 7- Las mujeres y la obligatoriedad del precepto. 8- ¿Puede un amalecita salvar su vida mediante conversión al judaísmo? 9- El ayuno de Esther. 10 Recordatorio del medio siclo de plata.
Capítulo 14- El mes de Adar.
1- Cuando comienza el mes de Adar aumenta la alegría.
Dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Ta´anit 29(A)): “Cuando comienza el mes de Av disminuye la alegría” mientras que “Cuando comienza el mes de Adar aumenta la alegría”. Con esto, nos enseñaron nuestros sabios que no hay casualidades en el mundo y que cada tiempo tiene sus propias características. Si la destrucción del primer y segundo Templo acaeció el 9 de Av, se trata de una señal en cuanto a que los inicios del mes de Av están más propensos a eventualidades desgraciadas. Por otra parte, el hecho de que el milagro de la salvación de Purim haya acontecido a mitad del mes de Adar indica que este mes encierra el potencial de transformación de lo negativo en positivo. Usualmente, la alegría surge a causa de las cosas buenas que hay en el mundo, empero ésta no es completa en virtud de que en el mundo, junto a ese bien, coexisten el mal y el dolor. Sin embargo, una vez que el mal se da un vuelco y se transforma en bien la alegría se torna intensa y completa. Esto es lo que aconteció en el caso de Purim, cuando Dios transformó el mal en bien salvando así al pueblo de Israel. De aquí aprendemos que todo lo que hay en el mundo, incluido el mal, llegado el día se transformará para bien. Así, cuanto mayor sea nuestro apego y confianza en la Torá, acercaremos más la redención, el mal se transformará en bien y abundará la alegría en el mundo. Dado que el mes de Adar posee el potencial de transformación de lo negativo en positivo, al iniciarse, aumenta la alegría.
Asimismo, nuestros sabios recomendaron (Tratado de Ta´anit 29(B)) que un judío que tiene un pleito judicial con un no judío procure evitarlo en el mes de Av porque en ese mes su suerte no es favorable y busque la manera de pasar la sesión de tribunales para el mes de Adar, que es cuando la fortuna de Israel prevalece.
2- Las cuatro porciones de lectura de la Torá.
Nuestros sabios dispusieron que leamos cuatro porciones de la Torá, a saber: “Shekalim” (Siclos), “Zajor” (Recuerda), “Pará” (Vaca Roja) y “Hajodesh” (El mes). Estas tres últimas son leídas durante los sábados del mes de Adar, mientras que la primera suele leerse el sábado previo al inicio de este mes (Adar).
En los sábados en cuestión, se retiran del arca de la sinagoga dos rollos de la Torá, en el primer Rollo se lee la porción semanal y siete personas son invitadas a esa lectura, mientras que en el segundo Rollo se lee a modo de “Maftir” (pasaje previo a la Haftará), una de las cuatro porciones ante mencionadas. Dado que la Haftará o pasaje de los profetas que se lee, debe estar relacionada temáticamente con el pasaje de la Torá que leyó el “Maftir”, en estos cuatro sábados el tema de la lectura de los profetas, está vinculado al de la porción especial de ese sábado, que se leyó en el segundo Sefer Torá y no a la porción semanal que se leyó en el primero.
En el primero de los cuatro sábados, se lee la porción de “Shekalim” (Éxodo 28:9-15). Esta lectura fue establecida a los efectos de recordar a la grey, el aporte o donación del medio siclo de plata anual, destinado a la adquisición de los animales necesarios para las ofrendas públicas, que tenían lugar en el Templo de Jerusalém. Dado que a partir del mes de Nisán la compra de animales debía efectuarse de los nuevos aportes, se dispuso la lectura de esta porción un mes antes, a fin de recordarle al público que traiga su donativo en fecha. Si bien hoy en día el Templo está destruido y no tenemos el mérito de efectuar en él ofrendas, leemos la porción de “Shekalim” como forma de preservar su recuerdo (ver Mishná Berurá 685:1, Mikraei Kodesh 3).
La segunda porción es la de “Zajor” (Deuteronomio 25:17-9). Al leerla cumplimos con el precepto de la Torá, de recordar lo que nos infligió el pueblo de Amalek. Nuestros sabios dispusieron leer este pasaje previo a Purim, pues en esta fiesta celebramos el cumplimiento del precepto de eliminar al malvado Hamán, quien era de descendencia amalecita.
La tercera porción es la de “Pará” (Números 19:1-22), en la que aprendemos el método de purificación de toda impureza, lo que habría de permitir ingresar al sagrado recinto del Santuario y elevar sacrificios. Nuestros sabios dispusieron que este pasaje se lea próximo al inicio del mes de Nisán, para que nos purifiquemos y preparemos para ofrendar el sacrificio de Pesaj. Si bien hoy no tenemos el Templo en pie, leemos esta porción para preservar su recuerdo.
La cuarta porción es la de “Hajodesh” (Éxodo 12:1-20), en la que se recuerdan los temas de la consagración del novilunio y leyes relativas a Pesaj. Esta porción se debe leer en vísperas del inicio del mes de Nisán, pues este es el primero del conteo de los meses del año y además, al leerla, estimula e incentiva nuestra preparación para cumplir con la fiesta de Pesaj y sus distintos preceptos.
Cuando Rosh Jodesh (el novilunio de) Adar o Nisán cae en Shabat, se retiran del arca de la sinagoga tres rollos de la Torá. En el primero se lee la porción de la semana, en el segundo se lee respecto de las leyes del novilunio (lectura especial de Rosh Jodesh) y en el tercero la porción especial, “Shekalim” en el novilunio de Adar y “Hajodesh” en el novilunio de Nisán.
Según la mayoría de los juristas, la lectura de “Zajor” es un precepto de la Torá y por lo tanto requiere de mayor esmero que las otras tres (tal como veremos más adelante en el inciso 6). Hay quienes opinan que también la lectura de la porción de “Pará” es precepto de la Torá, por lo que su lectura es también llevada a cabo con mayor meticulosidad.
3- Año embolismal y primer mes de Adar.
Es sabido que los meses del año judío se renuevan acorde al ciclo de la luna, mientras que los años dependen de las estaciones que están relacionadas al ciclo del sol. Esto se debe a que la fiesta de Pesaj debe caer siempre en la primavera, tal como está escrito (Deuteronomio 16:1): “Guardarás el mes de Aviv (Primavera / Nisán) y celebrarás la Pascua (Pesaj) al Eterno, porque en el mes de Aviv el Eterno te sacó de Egipto de noche”. Para acompasar los meses con el ciclo del año solar es necesario en determinados tiempos, agregar un treceavo mes. El que se habrá de “agregar” en un año embolismal, es el de Adar y de esa manera se pospone el inicio del mes de Nisán, para que caiga en la primavera. En el pasado, el tribunal (Bet Din) decidía si agregaba o no un treceavo mes en conformidad con la situación de la agricultura y el calendario, mientras que hoy día que carecemos de tribunal, nuestros sabios establecieron un ciclo fijo de diecinueve años en el cual doce son años corrientes y siete embolismales.
En un año embolismal se celebra la fiesta de Purim y se leen las cuatro porciones en el segundo mes de Adar para que la salvación de los días de Mordejai y Esther sea contigua a la salvación de la salida de Egipto. Las cuatro porciones de la Torá se leen en el segundo mes de Adar, puesto que la lectura de las porciones de “Shekalim”, “Pará” y “Hajodesh” fue dispuesta como preparación de cara al mes de Nisán. En el caso de la lectura de la porción de “Zajor”, ésta debe ser contigua a la fiesta de Purim, que es en el segundo mes de Adar (ver Tratado de Meguilá 6(B)).
Sin embargo, el primer mes de Adar también posee un determinado carácter festivo, por lo que se prohíbe ayunar, recitar sermones fúnebres o “Tajanún” los días catorce y quince de este mes. Además, es bueno comer en abundancia el día catorce del primer mes de Adar, que se denomina “Purim Katán (Purim menor)” (Shulján Aruj Ramá 697:1).
Asimismo, la máxima de nuestros sabios “Cuando comienza el mes de Adar aumenta la alegría” aplica también al primer mes de Adar (la fecha de Bar mitzvá o Aniversario de fallecimiento se aclaran en la nota al pie de página).
4- Tres preceptos vinculados a la eliminación de Amalek.
Hay tres preceptos en la Torá que se ocupan de Amalek. El primero se trata de un precepto positivo de recordar lo que nos infligió este pueblo, tal como está escrito (Deuteronomio 25:17):”Recuerda lo que te hizo Amalek en el camino, a la salida de Egipto”. El segundo es un precepto restrictivo de no olvidar lo que nos infligió tal como está escrito (ídem versículo 19): “No lo olvides”. El tercer precepto es positivo, y se trata de eliminar del mundo la simiente de Amalek, tal como está escrito (ídem ídem): “Y será que al conceder reposo el Eterno tu D’s, a ti, de todos tus enemigos de en derredor, en la tierra que HaShem tu D’s., te concede a ti por heredad para poseerla, habrás de borrar la mención de Amalek de bajo los cielos”.
Amalek expresa la raíz u origen del mal en el mundo, y es quien inició con el odio a los judíos en el orbe. El pueblo de Israel tiene un complejo enfrentamiento con el mundo. El mensaje tanto ideal como de fe que el Eterno destinó para ser difundido por el pueblo de Israel, genera fuertes antagonismos en el seno de los malvados del mundo entero, y los incita a declararnos la guerra. Ningún pueblo en la historia universal ha sido perseguido tanto como el judío, desde la destrucción del Templo vía las Cruzadas, la Inquisición, las matanzas de 1648-1649, hasta el terrible Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Todos estos eventos fueron propiciados por Amalek.
Ni bien salimos de Egipto y antes de que tuviéramos la oportunidad de consolidarnos y organizarnos, sin razón alguna vino Amalek y nos atacó. ¿Y a quién atacó? A los esclavos recientemente libertos tras una prolongada esclavitud a mano de los egipcios. Amalek es un pueblo que expresa, en su mera existencia, el odio al pueblo de Israel y por lo tanto a su Torá y a la idea ético monoteísta de mejorar el mundo mediante la generosidad y la verdad. Esta es la razón por la que a este respecto está escrito (Éxodo 17:16): “Dijo: Pues la Mano se alza en juramento sobre el trono de D’s: Guerra tendrá el Eterno contra Amalek, de generación en generación”. Este versículo es comentado por Rashi quien sostiene que “Dios juró que ni Su Nombre ni Su trono estarán completos hasta que sea borrado enteramente el nombre de Amalek”.
El judío es misericordioso y generoso por naturaleza, e inclusive diferentes preceptos de la Torá lo educan en ese sentido. El judío naturalmente tendería a perdonar a Amalek, empero la Torá le ordena recordar sus actos y eliminarlo. De esta manera recordaremos que existe el mal en el mundo y que es necesario luchar contra éste hasta el final sin concesiones. Sólo después podremos mejorar el mundo.
5- El precepto de eliminar a Amalek.
Básicamente, el precepto de eliminar a Amalek, recae sobre el pueblo de Israel. Nuestros sabios dijeron que hay tres preceptos, que la generalidad de la nación debe cumplir al ingresar a la tierra de Israel: primeramente coronar un rey, luego eliminar a la descendencia de Amalek y seguidamente construir el sagrado Templo (Tratado de Sanhedrín 20(B)).
Efectivamente, una vez que el pueblo de Israel se organizó en su tierra, nombraron al rey Saúl y su reino se consolidó. Entonces vino el profeta Samuel y le dijo a Saúl (Libro primero de Samuel 15:1-3):”El Eterno me mandó que te ungiera para ser rey sobre Su pueblo, sobre Israel. Por tanto, escucha ahora la voz de las palabras del Eterno. Así dice el Eterno de los ejércitos: Me acuerdo de lo que Amalek hizo a Israel, cómo se interpuso en el camino cuando (Israel) salió de Egipto. Ahora ve y hiere de muerte a Amalek, y destruye completamente todo lo que posean sin dejar nada. Eliminarás tanto a hombre como a mujer, a niño como lactante, a buey y oveja, camello y asno”.
Empero el rey Saúl no cumplió cabalmente con lo que el profeta le ordenara, y se apiadó de la vida de Agag rey de Amalek, así como de lo mejor de su ganado y rebaños. A raíz de esto el reino pasó a David. Sin embargo el daño que ya había sido provocado, fue nefasto. Por causa de la piedad de Saúl, quedaron muchos amalecitas con vida y continuaron acosando al pueblo de Israel. Algunos años más tarde, un contingente de amalecitas atacó a la localidad de Tziklag, que era donde las familias de David y sus soldados habitaban, quemó la ciudad y se llevó como prisioneros a las mujeres y los niños. Por obra de la Divina Providencia, David y sus hombres pudieron liberar a los secuestrados y vencer al contingente amalecita, pero por cuanto que David no era aún el rey y no disponía de un ejército regular, no pudo concluir la labor y unos cuatrocientos jóvenes amalecitas montados en sus camellos lograron darse a la fuga (Libro Primero de Samuel 30). A la postre resultó que otros grupos amalecitas, diseminados por el país quedaron con vida. Una vez que David fue formalmente coronado, si bien luchó contra éstos, no logró eliminarlos pues se encontraban muy dispersos. Nuestros sabios de bendita memoria, nos relatan que desde el momento en que Saúl se demoró en ejecutar a Agag rey de Amalek, su estirpe continuó y años más tarde nacería Hamán el Hagaguita, quien quiso matar y exterminar a todo el pueblo de Israel (Tratado de Meguilá 13(A)).
Si bien el precepto de eliminar a Amalek recae principalmente sobre la comunidad, de todas maneras, cada judío individualmente debe cumplirlo. En la medida en que se tope con un amalecita y esté a su alcance matarlo y no lo haga es como si hubiese descartado un precepto de la Torá (Sefer Hajinuj 604). Hoy día, se perdió el rastro de la descendencia de Amalek, empero si resulta claro que una persona determinada es amalecita y mantiene firme las milenarias convicciones antijudías, es preceptivo eliminarlo.
6- La porción de lectura de “Zajor”.
Nuestros sabios dispusieron que cumplamos con el precepto de la Torá de recordar lo que nos infligió Amalek, mediante la lectura de la porción de la Torá de “Zajor”, una vez al año. Cumplimos al recordar los hechos una vez al año, ya que sólo si transcurre este lapso sin mencionar el tema, se considera que cae en el olvido. Nuestros sabios dispusieron que se lea “Zajor” el sábado anterior a la fiesta de Purim, para unir el recuerdo de Amalek con el recuerdo de la eliminación de Hamán que era de su descendencia.
Según la Torá se debe expresar el recuerdo en forma oral, empero no es necesario de que cada uno lea la porción de “Zajor” por sí mismo, sino que basta con escuchar la lectura de otro para cumplir con el precepto.
Según algunos de los sabios medievales (Rishonim), el precepto se cumple leyendo del rollo mismo de la Torá, por lo que corresponde leer la porción en cuestión del rollo más bonito de la sinagoga, y quien lee, debe de hacerlo de la mejor y más exacta manera posible.
A priori, es bueno que cada quien escuche la lectura de “Zajor” con la entonación y la melodía a las que está acostumbrado a oír en su tradición familiar. Sin embargo, de acuerdo con la ley, los miembros de todas las etnias cumplen el precepto, oyendo la lectura según cualquiera de las tradiciones tanto ashkenazí, sefaradí como yemenita.
Quien se encuentra en una localidad en la que no hay minian (quórum de diez adultos para rezar), pero existe un rollo de la Torá, que lea la porción aunque sea solo. De no existir rollo de la Torá, puede leer la porción de un libro impreso (jumash o sidur).
Los preceptos requieren intención en su cumplimiento, por lo que al oír la lectura de la porción, es importante pensar en que se está cumpliendo con el precepto de la Torá de recordar lo que nos infligió Amalek. Es conveniente que antes de iniciar la lectura, los encargados de la sinagoga recuerden esto al público.
7- Las mujeres y la obligatoriedad del precepto.
Según la mayoría de los juristas, las mujeres no están obligadas a cumplir con el precepto de recordar a Amalek, pues éste está relacionado con el precepto de eliminarlo y las mujeres no están obligadas por la Torá a enrolarse en el ejército (Sefer Hajinuj 603).
Hay quienes opinan que las mujeres tienen conexión con el precepto de salir a la guerra, puesto que deben ayudar a los combatientes, por lo que también están preceptuadas de recordar lo que nos infligió Amalek. Si bien nuestros sabios estipularon un tiempo específico en el cual cumplir con el precepto, el sábado previo a Purim, en la Torá éste no tiene un tiempo determinado, por lo que no se considera precepto positivo que dependa de un tiempo fijo y de aquí que las mujeres no están exentas del mismo (Minjat Jinuj ídem).
En la práctica, las mujeres están exentas de oír la lectura de “Zajor”, sin embargo a priori, es bueno que lo hagan y así acostumbran a hacerlo muchas de ellas. Para quien se le dificulte de sobremanera asistir a la sinagoga y quiera cumplir con el precepto, puede leer la porción de un libro de Torá impreso, que en opinión de muchos, cumple con el deber de recordar. En las sinagogas en las que existen clases para señoras, se puede abrir un rollo de la Torá y leer para ellas la porción de “Zajor”. Aunque no haya allí minian, se está cumpliendo el precepto con excelencia, ya que las señoras oyen la porción de un rollo de Torá “kasher”.
8- ¿Puede un amalecita salvar su vida mediante conversión al judaísmo?
Si bien la Torá ordenó eliminar la descendencia de Amalek, en el caso en que un amalecita acepte cumplir con los siete preceptos universales de los hijos de Noé, pierde el carácter amalecita original y ya no es necesario eliminarlo. Los siete preceptos de los hijos de Noé son los siguientes: la prohibición de la idolatría, la prohibición de adulterio e incesto, la prohibición de derramamiento de sangre, la de robar, la de blasfemar, la de ingerir un trozo de un animal vivo y la obligación de nombrar jueces y establecer tribunales de justicia, que se ocupen de las relaciones del hombre para con su prójimo.
Más aún, aunque los amalecitas no hayan aceptado sobre sí los siete preceptos antemencionados, es nuestro deber ofrecerles un arreglo pacífico antes de salir al combate. Esto implica, ofrecerles cumplir los siete preceptos de los hijos de Noé, subyugarse al pueblo de Israel y pagarles tributo. Si aceptan las condiciones, no se va a la guerra contra ellos, mas si no las aceptan, se les combate hasta eliminarlos por completo. Aunque más tarde se retracten y acepten las condiciones, se les rechaza, por cuanto que la guerra ya se inició y por ende se continúa hasta el final (Maimónides Hiljot Melajim 6:1-4, Kesef Mishné ídem).
Los juristas debatieron respecto de si aceptar o no la conversión de un amalecita al judaísmo. Según Maimónides, un amalecita se puede convertir (Hiljot Isurei Biá 12:17) y nuestros sabios talmúdicos nos enseñaron que los descendientes del malvado Hamán, que era de la simiente de Amalek, enseñaron Torá en la ciudad de Bnei Brak (Tratado de Guitín 57(B), Sanhedrín 96(B)), por lo que vemos que se aceptaron conversos de ese pueblo.
Empero hay quienes opinan que no se deben aceptar conversos de Amalek, ya que según la opinión de Rabí Eliezer en la Mejilta (final de la porción de Beshalaj), D´s juró por Su trono que si un amalecita va a venir a convertirse al judaísmo no se le aceptará. Según esta opinión, lo que dijeron nuestros sabios -de bendita memoria- respecto de los descendientes de Hamán que enseñaron Torá en Bnei Brak, se trata de un error del tribunal de conversión, que ignoraba tener delante de sí a amalecitas y los aceptaron. Quizás también un amalecita descendiente de Hamán violó a una mujer judía, y el hijo resultante de la violación fue judío y de él descendieron los maestros de Torá de Bnei Brak (Resisei Laila 35:5).
9- El ayuno de Esther.
Es costumbre en el Pueblo de Israel desde los días de los Gueonitas, ayunar el día trece de Adar, en recuerdo de los días que ayunó Esther previo a su ingreso al palacio del Rey Asuero, intentando anular el decreto de exterminio que pendía sobre los judíos (Libro de Esther 4:16) y en recuerdo del ayuno que efectuó el Pueblo de Israel el día trece de Adar de ese año. El decreto del malvado Hamán prescribía que el día trece del mes de Adar, todos los judíos serían asesinados, destruidos y eliminados, desde niños, mujeres y hasta ancianos, y sus propiedades saqueadas. En virtud del milagro de Purim, el ahorcamiento de Hamán y el ascenso de Esther y Mordejai, el Rey Asuero envió una misiva real adicional a todo el imperio, en la cual permitía a los judíos defenderse de sus atacantes el día 13 de Adar y eliminar a sus perseguidores. Sin embargo, el primer decreto de exterminio estaba aún en pie, ya que todo edicto que tenía la firma y el sello del anillo real no se podía anular, por lo que los enemigos del Pueblo de Israel podían aún llevar a cabo sus planes. En resumen, el día trece de Adar era el día en que los enemigos de los judíos tenían permiso de atacar y exterminar a los judíos, al tiempo que los judíos tenían el permiso de defenderse de sus atacantes. A pesar de que para ese momento Mordejai ya era virrey, el peligro sobre los judíos aún acechaba y aún era necesario que D´s se apiade de nosotros para poder superar en el campo de batalla a nuestros enemigos. Por lo tanto, los judíos que no podían o no necesitaban combatir hicieron “teshuvá” y ayunaron todo el día trece de Adar, tal como indica la tradición, que en momentos de desgracias es menester retornar a D´s. No hay mejor “teshuvá” que la que va acompañada del ayuno, ya que éste refina la materialidad del hombre y le devuelve su espiritualidad al lugar central y esencial de su persona.
Es así que el pueblo de Israel acostumbra a ayunar el día trece de Adar, en recuerdo de aquel ayuno. Además, aún tenemos enemigos y perseguidores que procuran exterminarnos, por lo que estamos necesitados del ayuno y la “teshuvá” nuevamente cada año.
Desde un punto de vista ritual, el ayuno de Esther es más leve que los demás ayunos menores, ya que éstos últimos fueron decretados por los sabios mientras que el ayuno de Esther, es el resultado de la praxis popular a lo largo de los años. Sin embargo, a los efectos prácticos, casi no hay diferencias entre las reglas de los diferentes ayunos mencionados.
Los servicios religiosos y la lectura de la Torá del ayuno de Esther en Shajarit y Minjá son idénticos a los de los demás ayunos menores, empero por tratarse de víspera de Purim no se recita “Nefilat Apaim” en Minjá (Mishná Berurá 131:33). Según la tradición Ashkenazí que acostumbra a recitar la plegaria “Avinu Malkenu” en Shajarit y Minjá de los días de ayuno público, se omite en el caso de Minjá del Ayuno de Esther, por la cercanía con la fiesta de Purim. Cuando el trece de Adar cae en Shabat se adelanta el ayuno para el día jueves, por lo que no se realiza contiguo al día de Purim y por lo tanto el servicio de Minjá es similar al de los demás ayunos menores.
10- Recordatorio del medio siclo de plata.
Se acostumbra a dar “tzedaká” durante el mes de Adar, en recuerdo del medio siclo de plata que se donaba para la adquisición de ofrendas públicas para el Templo. El momento ideal para efectuar el aporte es previo al servicio de Minjá del ayuno de Esther, para que la “tzedaká” se sume al ayuno y juntos expíen por el Pueblo de Israel (Mishná Berurá 694:4, Kaf HaJaím 25).
Hay quienes acostumbraron a dar la mitad de la moneda de curso común en el país en cuestión, otros acostumbraron a dar tres medias monedas en curso que se corresponden con las tres veces que la Torá menciona la palabra “aporte” (“terumá”), en la porción de “Shekalim” (Ramá 694:1). Hoy día, la moneda de curso común en Israel es el Shekel, por lo que según esta costumbre se deben dar tres medios Shekel.
Otros acostumbran a donar el valor actual de medio siclo de plata, esto es, el valor de diez gramos de plata pura (Kaf HaJaím 694:20). Todas las costumbres son correctas y cuanto más “tzedaká” se dé, mayor es la bendición.
Hay quienes sostienen que esta costumbre debe aplicar para varones mayores de veinte años, que eran quienes según la Torá, debían aportar el medio siclo de plata (Ramá). Hay quienes opinan, que jóvenes desde la edad de trece años, deben cumplir con la costumbre (Tosfot Yom Tov). Otros consideran que se debe dar el medio siclo también por los niños pequeños (Mishná Berurá 694:5). Están los que opinan, que es bueno también que las mujeres den el medio siclo (Kaf HaJaím 694:27). Es así que hoy día se acostumbra a dar por lo menos medio Shekel (NIS) por cada miembro de la familia, inclusive por un feto en el vientre de su madre.
No se debe dar “tzedaká” de los dineros separados del diezmo, ya que no está permitido cumplir con preceptos y costumbres con el diezmo de los ingresos. Empero quien da “en recuerdo del medio siclo de plata”, esto es la suma del valor de diez gramos de plata pura, y se encuentra apremiado económicamente, puede aportar de su dinero, según la idea más flexible, medio Shekel por cada varón de la familia mayor de veinte años y el resto lo completa de los dineros del diezmo.

Purim y la lectura de la Meguilá (rollo del libro de Esther
1- El milagro de Purim. 2- La ratificación de la aceptación de la Torá. 3- La conmemoración de Purim por todas las generaciones. 4- Purim en ciudades con y sin murallas. 5- El precepto de leer la “Meguilá” y la publicitación del milagro. 6- horario de la lectura. 7- Las mujeres y la lectura de la Meguilá. 8 Niños. 9- La Meguilá. 10- El precepto de la lectura y qué ocurre cuando uno se pierde de escuchar una palabra. 11- Leyes relativas a la lectura de la Meguilá. 12- El recitado de las bendiciones y el orden de la lectura. 13- La venganza contra Hamán y sus diez hijos. 14- La plegaria de “Al Hanisim”, la lectura de la Torá, los sermones fúnebres y el “Tajanún”. 15- Labores en Purim.
Capítulo 15- Purim y la lectura de la Meguilá (rollo del libro de Esther).
1- El milagro de Purim.
La alegría de Purim expresa la eterna santidad del pueblo de Israel, que si bien a veces se oculta por efecto de las trasgresiones, de todas maneras se mantiene inamovible. Si bien los judíos a veces no se comportan debidamente, son igualmente denominados “hijos del Eterno” (“banim laMakom”) y el Eterno que rige el destino del universo, orienta el desenlace de los acontecimientos para favorecerlos, salvarlos y redimirlos.
En esos días, el pueblo de Israel se encontraba sumido en una situación muy comprometida. El primer Templo estaba destruido, los judíos habían salido al exilio y si bien Ciro, el rey de Persia, ya había publicado su edicto por efecto del cual instaba a los judíos a retornar a su tierra y reconstruir su santuario, muy pocos de los exiliados habían retornado efectivamente. El Imperio Persa estaba en su mayor esplendor y los judíos que habitaban a lo largo y ancho de sus provincias, se esforzaban por integrarse y mezclarse con los gentiles y conducirse como ellos, al punto que muchos estaban dispuestos a postrarse ante ídolos. En la ciudad capital, Shushan, los judíos participaron del banquete que ofreció el rey Asuero y vieron con sus propios ojos cómo los persas utilizaban los utensilios que fueron saqueados del sagrado Templo para usos profanos y sin embargo disfrutaban del festín. Parecía que el gran ideal para el que había sido elegido el pueblo de Israel, se extinguía poco a poco, tanto como la esperanza del retorno a Sion y como consecuencia los judíos ya no traerían el mensaje Divino a la tierra.
Entonces se despertó una fuerte acusación en la corte celestial contra el Pueblo de Israel, ya que a pesar de que D´s los había escogido de entre todas las naciones, les había entregado la Torá y había hecho reposar su Divina Presencia en su seno, los judíos se conducían como gentiles, se postraban ante ídolos y no retornaban a su patria para allí reconstruir el sagrado Templo. Como contraparte, se había alzado el malvado Hamán descendiente de Amalek y condujo al Imperio Persa hacia un terrible edicto que no tenía precedentes: “destruir, matar y exterminar a todos los judíos, jóvenes y viejos, niños y mujeres, en un mismo día, el día trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, y tomar sus despojos como botín”(Libro de Esther 3:13).
Hubo judíos que criticaron a Mordejai y le imputaron el haber provocado el edicto de exterminio con su obstinación al no postrarse ante el malvado Hamán, provocando así su furia contra el pueblo de Israel (Libro de Esther 3:2-6).
He aquí que el Eterno, la Causa de todas las causas, anticipó la medicina a la enfermedad, al hacer que Esther fuera llevada ante el rey Asuero para que junto a Mordejai pudiesen desbaratar el consejo de Hamán. Al final, todo resultó a la inversa, ya que en vez de que los enemigos del pueblo de Israel se salieran con la suya, los judíos mataron a sus perseguidores y a Hamán y a sus hijos los colgaron del árbol que estaba destinado a ahorcar a Mordejai. El pueblo de Israel fue salvado, su prestigio se difundió entre las naciones y se despertaron las voluntades para volver a Eretz Israel, a fin de habitarla y reconstruir el Segundo Templo.
2- La ratificación de la aceptación de la Torá.
Al observar con mayor profundidad, podremos notar que el decreto del malvado Hamán despertó al espíritu judío. Mediante el edicto de exterminio se demostró que el pueblo de Israel está apegado a su fe hasta la última consecuencia, ya que podían haberse asimilado entre las naciones y así salvarse de la matanza, y sin embargo no se apartaron de su destino judío. Por el contrario, en virtud del edicto, hicieron “teshuvá”, reforzando su fe y el cumplimiento de los preceptos de la Torá.
Ese momento histórico fue tan encumbrado, al punto de afirmar nuestros sabios, que en días del rey Asuero, el pueblo de Israel volvió a aceptar la Torá. Esta segunda aceptación fue en cierta manera más notable que la primera a los pies del Monte Sinaí, pues en los días de Moisés la Torá fue recibida de manera coercitiva, tal como está escrito (Éxodo 19:17): “y se pararon bajo la montaña”, lo cual fue interpretado por los sabios del Talmud (Tratado de Shabat 88(A)): “nos enseña que el Eterno les colocó el monte encima de sus cabezas y les dijo: ‘o aceptáis la Torá o aquí será vuestra sepultura’. Dijo Rav Aja Bar Yaakov: de aquí que la aceptación podría ser considerada nula, por cuanto fue obtenida por la fuerza. Dijo Raba: a pesar de ello, la aceptación fue ratificada en los días de Asuero, tal como está escrito (Libro de Esther 9:27): ‘los judíos cumplieron con lo que ya habían aceptado decidiendo que ellos, su simiente y todos los que se le unieran continuasen observando escrupulosamente…'”
Muchos interpretaron que la imposición de la aceptación de la Torá con un monte encima que amenaza con aplastar a los judíos, se trataba de una metáfora en el sentido espiritual, por cuanto que la secuencia tan impresionante de milagros que salvó a los hijos de Israel desde la salida de Egipto pasando por el cruce del Mar Rojo hasta las revelaciones de Sinaí, no permitía o no dejaba la posibilidad de declinar el ofrecimiento Divino. De todas maneras, quedaba en pie la pregunta, de si una vez que el pueblo de Israel se alejase de los eventos y las maravillas del desierto, seguirían apegados a D´s y Su Torá. Efectivamente este apego conoció altos y bajos, hasta que llegaron los días de Purim, en los que quedó totalmente claro que el vínculo del judío con su fe y con su Torá es absoluto. El edicto dejaba a las claras, que el apego a sus convicciones, habría de costarles a los israelitas el más alto de los precios, y sin embargo libres de toda presión o imposición, eligieron mantenerse adheridos a su fe, hacer “teshuvá” y clamar a D´s. No solamente volvieron a cumplir con los seiscientos trece preceptos, sino que tras la salvación agregaron nuevos preceptos y ordenanzas, las leyes de Purim.
En virtud de esta actitud, tuvimos el privilegio de merecer la construcción de nuestro Segundo Santuario en Jerusalém, y se abrieron las compuertas para el desarrollo de la Torá Oral, que fue la principal obra espiritual en los días del Segundo Templo.
3- La conmemoración de Purim p todas las generaciones.
Si bien la alegría por la salvación fue enorme, en un inicio no estaba claro cómo debía ser conmemorada. Esther le envió a los sabios un mensaje: “inscribidme por todas las generaciones”, esto es, le pidió que escriban un libro que relate las peripecias acaecidas y que lo incluyan en el canon bíblico. Esther también pidió a los sabios: “establecedme por todas las generaciones”, lo cual implica que Purim sea fijado como un día de fiesta y lectura del Libro de Esther, escrito en un rollo de pergamino (Meguilá), por todas las generaciones. En un comienzo los sabios dudaron qué hacer, pues por una parte temían por la reacción de los gentiles al ver que los judíos celebraban su derrota, y por otra parte dudaban de si era pertinente volver a escribir sobre la lucha contra Amalek en el Libro de los Libros. Finalmente, hallaron entre las alusiones de los versículos, que había lugar para volver a escribir en el Tanaj sobre la guerra contra Amalek y así los miembros de la Gran Asamblea (Kneset HaGuedolá), redactaron el Libro de Esther imbuidos de inspiración Divina, estableciendo la celebración de Purim para todas las generaciones (Tratado de Meguilá 2 (A), 7(A), Tratado de Baba Batra 15(A)).
Los miembros de la Gran Asamblea eran el Tribunal Supremo que fungía en los inicios de la época del Segundo Templo, y estaba conformado de ciento veinte sabios, entre ellos algunos profetas y eruditos tales como Hagai, Zejariáh, Malají, Daniel, Hananías, Mishael, Azarías, Esdrás el escriba, Nehemiá ben Hajaliiáh, Mordejai y Zerubabel ben Shealtiel. El Mordejai en cuestión es Mordejai el judío. El más importante de todos estos era Esdras el escriba, al punto que a veces la Gran Asamblea es denominada el Tribunal de Esdras el escriba. Este tribunal es el que estableció las primeras grandes disposiciones y decretos, que hoy conocemos como los preceptos emanados de los rabinos, de cuya autoridad se deriva la magna labor de los sabios de la Torá Oral.
El milagro de Purim es considerado el último que se pudo escribir en el Tanaj, y tal como dijeron nuestros sabios – de bendita memoria – (Tratado de Yomá 29(A)): “El de Esther es el último de los milagros” y con la redacción del Libro de Esther se sella prácticamente el Tanaj.
Purim es el eslabón que conecta a la Torá Escrita con la Torá Oral y ese es el status de los preceptos de esta fiesta que se cumplen “por tradición” (midivrei kabalá), que es un grado intermedio entre preceptos de la Torá y preceptos rabínicos. Por una parte, los preceptos de Purim carecen de la jerarquía de los que figuran en la Torá escrita, y por la otra no poseen el status de preceptos rabínicos, pues la Meguilá de Esther está incluida en las Sagradas Escrituras. Los sabios medievales debatieron respecto de qué ocurre en el caso de que surja una duda sobre un precepto de Purim, ¿acaso debería la Halajá ser más estricta como en caso de duda respecto de un precepto de la Torá, o más flexible como en caso de duda respecto de un precepto rabínico?
En Purim tenemos siete preceptos de los cuales cuatro son exclusivos de esta fiesta: a) Lectura de la Meguilá, b) Envío de comidas de una persona a su prójimo, c) Regalos para los pobres, d) Banquete y alegría. Otros tres preceptos se aplican también para otros días festivos y son: a) Lectura de la Torá (para hombres), b) Recordación del día mediante la recitación de “Al Hanisim” en los rezos y la bendición para después de la ingestión de alimentos, c) Prohibición de pronunciar sermones fúnebres y de ayunar.
4- Purim en ciudades con y sin murallas.
Una de las particularidades de Purim es que se celebra en dos fechas, en la mayoría de las localidades se celebra el día 14 de Adar, mientras que en las ciudades amuralladas desde los días de Iehoshúa bin Nun y en la ciudad de Shushan, se celebra Purim el 15 de Adar.
A los efectos de entender esta dualidad en la determinación de la fecha celebratoria, es necesario entender la sucesión de los hechos históricos que llevaron a ello. El decreto del malvado Hamán permitía a los enemigos del pueblo de Israel asesinar y exterminar a todos los judíos del mundo el día trece de Adar. Este edicto no se revocó ni siquiera tras el milagroso ascenso de Esther y Mordejai en la jerarquía imperial, pues según la ley persa, un edicto real sellado con el anillo del rey era irrevocable, de modo que lo único que se pudo hacer fue firmar otro decreto con idéntica rúbrica, que permitiese a los judíos defenderse y eliminar a sus perseguidores.
Por lo tanto, hasta el día trece de Adar no estaba ni claro ni definido cómo se desarrollarían los acontecimientos pues si bien los judíos ya tenían permiso de defenderse sin que los soldados del ejército persa se lo impidiesen, nadie garantizaba que la batalla sea definida a su favor. El día trece de Adar el pánico se apoderó de los perseguidores de los judíos de modo que los judíos lograron doblegarlos. Al día siguiente, el catorce de Adar, los judíos pudieron descansar tras la victoria en la batalla, haciendo de él un día de festín y alegría. Empero en la ciudad capital de Shushan, los enemigos eran muy numerosos, por lo que los judíos no alcanzaron a eliminarlos a todos el día trece. Entonces la reina Esther pidió al rey Asuero que se les permita a los judíos de Shushan vengarse de sus perseguidores una jornada más, y tras recibir el consentimiento real, los judíos continuaron batallando el día catorce de Adar y recién el día quince descansaron y celebraron.
Dado que desde el inicio, Purim se celebró en dos días diferentes, nuestros sabios dispusieron recordarlo de esta manera para todas las generaciones. Así es que se estipuló que en todas partes se celebre el día catorce de Adar, mientras que en la ciudad de Shushan donde el milagro había sido más notorio, se celebre el día quince, pues los judíos habían acosado a sus perseguidores por dos días enteros y donde además habían tenido lugar las maravillosas peripecias que relata el libro de Esther. Nuestros sabios fijaron que en todas las ciudades importantes como la de Shushan, se celebre el día quince. Cabe preguntarse: ¿Cuál ciudad es importante y cuál no? La respuesta es que aquellas que como Shushan estaban amuralladas se las consideraban importantes.
Empero en esos días, la Tierra de Israel estaba destruida y abandonada, y si hubieran establecido en esos tiempos los criterios de importancia mencionados, resultaría que ninguna ciudad de Eretz Israel celebraría el quince junto a las ciudades “importantes”. Es así que para preservar el honor de la Tierra de Israel, decretaron nuestros sabios que toda ciudad que estaba amurallada desde los días de Iehoshúa Bin Nun, si bien en ese momento estaban destruidas, habrían de celebrar el día quince, mientras que aquellas ciudades que no estaban amuralladas desde los días de dicho líder, celebrasen el día catorce salvo el caso de la ciudad de Shushan que si bien fue fundada después de los días de Iehoshúa, dado que fue el escenario de los acontecimientos milagrosos, celebre Purim el día quince.
Hoy en día Jerusalém es la única ciudad en la que se celebra Purim el día quince, ya que solo respecto de esta ciudad existe la tradición clara y documentada de que contaba con murallas desde los tiempos de Ieoshúa Bin Nun. Asimismo, subsiste la duda sobre algunas ciudades, acerca si tenían o no muralla y de hecho la duda se extiende a la misma ciudad de Shushan. Estos casos serán analizados en el capítulo 17.
5- El precepto de leer la “Meguilá” y la publicitación del milagro.
Todos deben de cumplir con el precepto de la lectura de la “Meguilá”, hombres mujeres y conversos. Quien oye la lectura de la Meguilá cumple con su obligación, con la condición que la oiga de quien tiene el deber de leerla. Empero quien la oye de boca de un niño, quien está eximido de los preceptos, no cumplió con su obligación (Shulján Aruj 689:1-2).
El objetivo principal de la lectura de la “Meguilá” es la publicitación del milagro y revelar que D´s es el rector y providente del mundo, dirigiendo todos los sucesos para bien, incluso aquellos eventos que en un inicio se perciben como terribles desgracias, al final tienen un giro positivo. Mediante la publicación del milagro, se refuerza nuestra confianza en D´s y nuestros corazones se ven impulsados a engrandecer Su revelación y mejorar el mundo bajo Su mandato.
Tan importante es la lectura de la Meguilá en público a los efectos de publicitar el milagro, al punto de que los sacerdotes en el Templo de Jerusalém, posponían la ejecución del sacrificio público diario (Tamid) matinal para escuchar la lectura de la “Meguilá” junto al público. Asimismo los sabios eruditos de la Torá, si bien podrían escuchar la lectura en sus casas de estudio, suspenden su actividad y concurren a las sinagogas para escucharla junto con el público en lecturas multitudinarias (Tratado de Meguilá 3(A)).
Tanto es así, que en una sinagoga en la que se acostumbra a realizar varios servicios religiosos al día, es menester procurar concentrar los “minianim” para que la lectura de la Meguilá sea multitudinaria. Empero, quien acostumbra a rezar en una sinagoga pequeña, aunque el número de participantes en el servicio sea pequeño, no debe alterar su rutina y asistir a una sinagoga de mayor envergadura, a condición de que en la lectura haya “minian” (Shulján Aruj 687:2, Jaiei Adam, Mishná Berurá 7, Shaar Hatziún 8:1).
Solamente en el caso en que no se pueda llevar a cabo una lectura con minian, a posteriori está permitido leer la Meguilá individualmente recitando las bendiciones correspondientes (Shulján Aruj y Ramá 690:18).
6- El Horario de la lectura.
Se debe leer la Meguilá por la noche y nuevamente de día. Esto se debe a que en los días del edicto de Hamán, los judíos le clamaban a D´s día y noche (Tratado de Meguilá 4 (A) Rashi ídem).
La lectura nocturna se puede realizar durante toda la noche, desde la salida de las estrellas hasta el despuntar del alba. La lectura diurna puede realizarse desde la salida del sol (aunque a posteriori lo puede hacer desde el despuntar del alba) hasta la puesta del sol. Las personas que son diligentes (“zerizím”) en el cumplimiento de los preceptos, efectúan la lectura nocturna de la “Meguilá”, inmediatamente finalizado el servicio de Arvit, y a la mañana ni bien concluye el servicio de Shajarit (Shulján Aruj 687:1, 693:1, 693:4).
Está prohibido comer o dormir antes de la lectura de la noche, empero está permitido estudiar Torá. A quien se le dificulte seguir en ayunas (ayuno de Esther) hasta que concluya la lectura, puede beber antes de la misma a condición de que no ingiera bebidas alcohólicas. Asimismo, quien esté hambriento puede comer pero no una comida formal (con pan), pudiendo ingerir todas las frutas que quiera y hasta 58 gramos de productos que contienen harinas (mezonot) (Shulján Aruj 232:3, Mishná Berurá 35, Ramá 692:4, Maguén Abraham 7, Mishná Berurá 14-15).
Las mismas excepciones alimentarias se aplican con anterioridad a la lectura de la Meguilá por la mañana, aunque como su horario optimal de lectura es inmediatamente posterior al servicio de Shajarit, de todas maneras aplican las restricciones de ingerir alimentos antes del rezo, que son más graves que las restricciones previas a la lectura de la Meguilá. Es así que quien ya rezó Shajarit y aún no leyó la Meguilá, no deberá comer hasta finalizada la lectura. En caso de que le urja, podrá ingerir una comida no formal antes de la lectura. Las mujeres tampoco pueden ingerir alimentos con anterioridad a la lectura y en caso de que les urja, pueden ingerir una comida no formal (“Arai”) (Mishná Berurá 692:15-16. En caso de gran necesidad puede pedir a alguien que le recuerde que aún no escuchó la lectura y sentarse a comer una comida formal (“Keva”)).
Según la opinión de muchos de los juristas medievales, la principal publicitación del milagro tiene lugar en la mañana, que es cuando se cumple con el resto de los preceptos de Purim, que tienen lugar de día. Por lo tanto es necesario ser muy cuidadosos con la lectura matinal y es bueno poner hincapié en que sea con asistencia multitudinaria, o por lo menos con minián.
7- Las mujeres y la lectura de la Meguilá
Según la opinión de Rashi y de Maimónides, las mujeres deben cumplir con el precepto de la lectura de la Meguilá al igual que los hombres, por lo que una mujer puede leerla para toda su familia y de esta manera hará cumplir a todos. Por el contrario, el autor del libro Halajot Guedolot y Rabenu Jananel consideran que el deber de la lectura se aplica sobre las mujeres de un modo diferente al de los hombres, ya que ellas están obligadas únicamente a escuchar y no a leerla. Según esta opinión una mujer no puede hacer cumplir a su marido con su lectura. En el libro de responsa Avnei Nezer (Oraj Jaím 511) se explica que la diferencia se origina en el hecho de que las mujeres deben escuchar la Meguilá para así publicitar el milagro, y es por eso que están ordenadas en escucharla solamente, mas no de leerla. Según esta idea los hombres están doblemente preceptuados, deben publicitar el milagro y además recordar lo que nos infligió Amalek para motivarse a eliminarlo, por lo que tienen que escuchar la Meguilá y además leerla.
Dado que esta ley es producto de un disenso de equivalente peso legal entre los juristas medievales, la mayoría de los sabios de las últimas generaciones establecieron que una mujer no puede leer la Meguilá para un hombre, y solo en caso de emergencia, cuando no existe la posibilidad de que un hombre la lea para sí o escuche la lectura de otro hombre, puede escuchar la lectura de una mujer y actuar según la opinión halájica de los que consideran que una lectura femenina puede hacer cumplir a un varón.
Una mujer puede leer para otras mujeres y hay quien opina que una mujer no puede hacer cumplir con la lectura a numerosas mujeres, pues en ese caso la norma sería similar a la de la lectura de la Torá, y así como una mujer no lee la Torá, tampoco podrá leer la Meguilá para un público femenino numeroso. Hay quien opina que cuando la lectura se efectúa para otras mujeres, no se recitan las bendiciones (Ben Ish Jai Tetzavé 1, Kaf HaJaím 689:19). La opinión mayoritaria de los juristas es que una mujer puede leer para otras mujeres, y recita al inicio de la lectura las bendiciones igual que en el caso de un hombre. Si hay diez mujeres en el público, recita al final de la lectura la bendición “Ha Rav et Ribenu”. De todas maneras, a priori es preferible que las mujeres escuchen la lectura de un hombre para así cumplir según todas las opiniones y lo mejor es en la sinagoga, para así publicitar el milagro con presencia multitudinaria.
Cuando un hombre lee para otras mujeres, se acostumbra que éste recita las bendiciones iniciales y si se trata de al menos diez mujeres, al finalizar recita “Ha Rav et Ribenu”. Hay quien acostumbra que una mujer recite la bendición por todas, y ambas costumbres son correctas.
8- Niños
Es preceptivo educar a los niños en los preceptos, y desde el momento que un niño o niña llegan a una edad en la que pueden entender la Meguilá y pueden seguir la lectura como corresponde hasta el final, se les debe inducir a que lo hagan. La cuestión no depende de la edad sino del desarrollo personal del niño o niña. Dado que la lectura es algo prolongada, se considera que la generalidad de los niños puede seguir la lectura en su totalidad, a partir de los nueve años de edad.
Es buena la costumbre de traer a la sinagoga niños aún más pequeños, de unos cinco o seis años de edad, y aunque todavía no llegaron a la edad en que se les debe enseñar a escuchar la Meguilá pues no pueden seguir la lectura en su totalidad, dado que entienden de qué se trata, es bueno traerlos. Empero niños aún más pequeños, que podrían perturbar la lectura, no deben ser traídos. Es importante que un padre no ponga hincapié en la educación religiosa de su hijo pequeño, a costa del cumplimiento colectivo del precepto de los demás miembros de la congregación.
A efectos de estimular la alegría y el interés por parte de los niños, el público acostumbra a leer cuatro versículos en voz alta (2:5, 8:15, 8:16, 10:3). Estos versículos son la parte fundamental del inicio y el fin del milagro. Una vez que el público los recita en voz alta, el oficiante que lee la Meguilá los repite (Ramá 690:17, Mishná Berurá 689:16 según el Mordeji y el Levush).
Parecería que la costumbre de hacer ruido con matracas, cada vez que se pronuncia el nombre de Hamán, está en gran medida destinada a mantener la atención de los niños durante la lectura. Empero es menester cuidar de no transformar lo secundario en principal, y tener la precaución de no perturbar con el ruido de las matracas la lectura de la Meguilá (Shulján Aruj 690:17, ver Mishná Berurá 59 y Beur Halajá).
9- La Meguilá
El de Esther es uno de los libros sagrados del canon bíblico, por lo que debe ser escrito tal como se escribe un rollo de la Torá, con tinta negra sobre pergamino. Si no la escribió con tinta, o la escribió sobre papel, no es apta para la lectura y si se la lee de ahí, no cumple con el precepto. El cuero debe ser curtido y procesado con la intención de que el pergamino resultante sea utilizado para escribir la Meguilá, y los distintos trozos de pergamino deben ser cosidos con tendones. Los renglones deben de ser trazados y marcados con anterioridad a la escritura, a los efectos de que ésta resulte derecha. La escritura debe ser a mano y con la intención manifiesta de que sirva a la santidad de la Meguilá.
Así como durante la escritura de un rollo de la Torá se pone hincapié que cada una de sus letras tenga la forma correcta, que no se toquen unas a otras y que además no falte ni sobre letra alguna, lo mismo ocurre con la escritura de una Meguilá. Empero a posteriori, existen diferencias entre las lecturas de la Torá y de la Meguilá. No se pueden recitar las bendiciones correspondientes sobre un rollo de la Torá que tenga un error, aunque solo sea en una única letra. En el caso de la Meguilá, de no tener a mano un rollo que esté en perfecto estado, se puede leer y recitar las bendiciones sobre una Meguilá a la que le falten algunas letras. Por ejemplo, si el “sofer” (escriba) se equivocó y a la Meguilá le faltan muchas letras o las escribió pero con errores, o al inicio las escribió correctamente pero con el tiempo algunas se borraron, mientras que la mayor parte de la Meguilá permanezca escrita se puede cumplir con el precepto de la lectura, recitando las bendiciones correspondientes. Esto se debe a que la Meguilá es llamada en el libro de Esther “epístola” (“igueret”) y de aquí que su cometido principal es relatar los hechos acaecidos en un escrito, mas no requiere tener la exactitud de un libro (de Torá). De esto aprendemos que mientras que el núcleo principal del relato esté correctamente escrito, alcanza para cumplir con el precepto, a condición de que se complete el faltante o leyendo de un libro impreso o recitándolo de memoria.
Según la ley se puede escribir una traducción de la Meguilá con tinta sobre un pergamino para uso de quien no entiende el idioma hebreo y al leerla se cumple con el precepto. A modo de ejemplo, para quien el inglés es su única lengua, puede leer una Meguilá escrita en ese idioma con tinta sobre pergamino y cumplir con el precepto (Shulján Aruj 690:8-11). En la práctica esto no se acostumbra ya que no sabemos traducir con exactitud cada una de las palabras por lo que al escuchar la Meguilá en hebreo, aunque la persona no entienda, por cuanto que al oír puso la intención de cumplir con el precepto de leer la Meguilá cumplió (Shulján Aruj 690:8, Mishná Berurá 690:32, Aruj Hashulján 15).
10- El precepto de la lectura y qué ocurre cuando uno se pierde de escuchar una palabra
El precepto de la lectura de la Meguilá se cumple al leer de un rollo apto, esto es de un pergamino escrito con tinta. Si se recita la Meguilá de memoria o se lee de un libro impreso no se cumple con el precepto (Shulján Aruj 690:3). Si la mayor parte la leyó de un rollo apto y el resto lo recitó de memoria o leyó de un libro impreso cumplió con el precepto siempre y cuando al final de cuentas haya leído la totalidad de la Meguilá sin omitir palabra alguna (tal como se vio en el inciso anterior).
En caso de que haya omitido o se haya equivocado en la lectura de alguna palabra, de manera tal que alteró su significado, la mayoría de los juristas opinan que no cumplió con el precepto y debe volver a leer toda la Meguilá correctamente.
Aun cuando quien lee la Meguilá lo hace correctamente, si aquél que escucha se perdió de oír una palabra, no cumplió con su obligación. Esta es en definitiva, la regla más importante en la lectura de la Meguilá, ya que en virtud de la numerosa asistencia de niños a la sinagoga en Purim abunda el ruido, y hay quienes se pierden de escuchar la lectura en su totalidad. Esto puede acontecer especialmente tras los ruidosos sonidos de matraca, cada vez que se pronuncia el nombre de Hamán, ya que a veces el barullo persiste cuando se continúa con la lectura y los que se sientan en las últimas filas de la sinagoga no oyen alguna palabra y de ese modo se pierden de cumplir con el precepto.
La solución práctica a este problema es que quien se pierda de escuchar una o varias palabras, deberá completarlas inmediatamente mediante la lectura desde un libro impreso, y si la lectura general prosigue, que avance en su libro hasta alcanzar al público. De todas maneras, por cuanto que la mayor parte de la Meguilá la escuchó de un rollo de pergamino escrito con tinta, cumple con el precepto, pudiendo completar los faltantes de un libro impreso. En el caso de quien escucha la lectura pública, no debe leer la Meguilá al mismo tiempo (en voz alta) de un libro impreso.
11- Leyes relativas a la lectura de la Meguilá
El pergamino debe estar enrollado desde el final hacia el comienzo, pero como se le considera “epístola”, se acostumbra a extenderlo y doblarlo hoja por hoja frente al público antes de la lectura, como forma de publicitar el milagro. Tras la culminación de la lectura, se enrolla nuevamente el pergamino del final al inicio, ya que no sería honroso para la Meguilá que quede abierta, y solo después de terminar de enrollarla el oficiante recita la bendición “Harav et Ribenu” (Shulján Aruj 690:17, Mishná Berurá 55-56, Kaf HaJaím 102-105).
El precepto de la lectura de la Meguilá se puede cumplir tanto de pie como sentado, y solo el oficiante debe estar de pie por respeto al público (Shulján Aruj 690:1). La mayoría de los judíos acostumbran a estar de pie durante el recitado de las bendiciones (Mishná Berurá 690:1, Ben Ish Jai Tetzavé 4, y ver Kaf HaJaím 2).
La Meguilá se lee con las entonaciones tradicionales y si no hay quien sepa leerla con éstas, se puede leer sin entonar (Shaaré Teshubá 690:1).
Se debe leer la Meguilá según el orden en el que está escrita, y si se lee desordenadamente, no se cumplió. Por ejemplo, quien no oyó una palabra o un versículo de la lectura del oficiante, no debe seguir escuchándola hasta el final para recién ahí completar el faltante, sino que debe hacerlo de inmediato para alcanzar al oficiante y continuar la lectura junto a toda la congregación.
Quien escuchó la lectura mientras estaba dormitando, no cumplió, pues con seguridad se perdió alguna palabra (Shulján Aruj 690:12). Tal como vimos arriba en el inciso 9, escuchar la Meguilá es preceptivo también para quien no entiende el idioma hebreo, y al escucharla cumple con su obligación. A priori se debe leer la Meguilá de continuo, pero si hubo interrupciones tanto silenciosas como ruidosas, no se perdió lo ya leído y se puede continuar desde el lugar en el cual se interrumpió (Shulján Aruj 690:5, y ver Mishná Berurá 18 y Shulján Aruj Oraj Jaím 65).
Quien escucha la lectura por medios eléctricos u electrónicos tales como teléfono, radio o parlantes, para la mayoría de los juristas no cumplió, pues estos artefactos captan las voces como señales eléctricas y luego las transforman en una nueva voz, por lo que se asemeja a escuchar la lectura de una grabación.
12- El recitado de las bendiciones y el orden de la lectura
Antes de la lectura de la Meguilá por la noche se recitan tres bendiciones: “Bendito seas Tu D´s nuestro Rey del universo, que nos consagraste con Tus preceptos y nos ordenaste la lectura de la Meguilá”. “Bendito seas Tu D´s nuestro Rey del universo, que hizo milagros para con nuestros antepasados en aquellos días en esta época”. “Bendito seas Tu D´s Rey del universo, que nos ha concedido vida, nos sostuvo y nos hizo posible llegar a esta ocasión”.
Las bendiciones son la preparación para el cumplimiento del precepto, ya que al recitarlas el oficiante y la congregación se concentran en entender su significado, que es recordar y publicitar el milagro que obró D´s con nuestros ancestros. De todas maneras, quien haya leído sin recitar las bendiciones, cumplió con el precepto siempre y cuando haya tenido la intención de hacerlo (Shulján Aruj 690:14).
Respecto de recitar la bendición de “Shehejeianu” por la mañana, las costumbres están divididas. Según la tradición sefaradí, no se recita “Shehejeianu” de día, ya que la que se recitó por la noche sigue vigente. Según la tradición ashkenazí, se debe recitar nuevamente “Shehejeianu” por la mañana, pues la lectura diurna se considera un precepto separado y más aún, se trata de la lectura principal, por lo que no se incluye junto con la nocturna (Shulján Aruj 692:1).
Al recitar “Shehejeianu” por la mañana, es oportuno poner intención de que ella recaiga también sobre los demás preceptos del día: el envío de comidas, presentes a los pobres y el banquete festivo. Los sefaradim ponen intención en el “Shehejeianu” de la noche y los ashkenazim en el de la mañana (Mishná Berurá 692:1).
Una vez finalizada la lectura y enrollado nuevamente el pergamino se acostumbra a recitar la bendición “Harav et Ribenu”, que es una bendición de alabanza y agradecimiento. Según la mayoría de los juristas esta bendición se recita si participaron de la lectura por lo menos diez hombres o diez mujeres, pero de haber menos participantes no se recita.
13- La venganza contra Hamán y sus diez hijos
Uno de los ejes centrales del relato de la Meguilá, es la ejecución de Hamán y sus diez hijos. Cobra especial valor el hecho de que se haya hecho justicia con aquellos que se levantaron para exterminar al pueblo de Israel, y que a la postre fueron castigados y eliminados. Todo aquél que se levanta contra el pueblo de Israel, la nación escogida por D´s, es como si se rebelara contra el Eterno Creador y Rector del universo y por lo tanto corresponde que sea ajusticiado. Algunas reglas de Purim expresan la relevancia de la eliminación de Hamán y sus hijos.
Primeramente, la eliminación de los diez hijos de Hamán se escribe en el pergamino bajo el formato de cántico. Empero este cántico es diferente a los demás que aparecen en diferentes libros del canon bíblico. A modo de ejemplo, en el cántico del cruce del Mar Rojo en el libro de Éxodo, la escritura y los espacios vacíos están intercalados, mientras que en la ejecución de los diez hijos de Hamán la escritura es más ordenada: a ambos extremos de cada renglón se escribe una palabra y en el medio se deja un espacio vacío, de modo tal que todos los nombres de los hijos ejecutados quedan en la columna derecha del cántico, mientras que la palabra “et” (y a) queda en el extremo izquierdo de cada renglón (Tratado de Meguilá 16(B), Shulján Aruj 691:3). La razón de esta manera peculiar de escritura radica en que, todos los cánticos, expresan el alivio que sintió el pueblo de Israel por lo que el cántico en su formato gráfico se expande con amplitud, mientras que en el caso del cántico por la ejecución de los diez hijos de Hamán, éste expresa la alegría por la recta justicia que se aplicó sobre éstos, por lo que se escribe en líneas rectas y cerradas (Maharal, Or Jadash 9:10).
Es menester esforzarse en leer todos los nombres de los hijos de Hamán de una sola vez sin respirar en el medio, para expresar de esta manera, el hecho de que los diez murieron juntos y al mismo tiempo, pero si no pudo leerlo de una vez, a posteriori, igual cumplió con el precepto de la lectura. La letra “vav” de la palabra ”ויזתא” se escribe erguida para enseñarnos que los diez fueron ahorcados juntos (Tratado de Meguilá 16(B), Shulján Aruj 690:15, 691:4). El fundamento de la fe del Pueblo de Israel es la unicidad de D´s y los amalecitas se oponen tenazmente a esta convicción, por lo que al ser castigados fueron ejecutados de una vez, ya que su muerte reveló la fe en la unicidad (Maharal Or Jadash 9: 10).
Tras finalizar la lectura se debe recitar la fórmula “Maldito sea Hamán, bendito sea Mordejai, maldita sea Zeresh, bendita sea Esther, malditos sean los malvados y benditos sean los justos y también Jarboná sea recordado para bien” (Tratado de Meguilá Talmud Jerosolimitano 3:7, Shulján Aruj 690:16).
Durante la Edad Media, se comenzó a propagar entre niños y hasta entre adultos la costumbre de hacer ruido al pronunciar el nombre de Hamán. Probablemente esta era una manera de expresar el odio a los malvados y la alegría por su caída. Si bien esta costumbre carece de origen o fundamento, el Ramá nos dice que “no se deben anular costumbres ni burlarse de éstas, pues no fueron establecidas en vano” (690:17). Empero, algunos de los sabios medievalistas no siguieron esta costumbre y algunos de los sabios de las últimas generaciones se opusieron a esta práctica, ya que puede causar que quienes escuchan la lectura no cumplan con el precepto (como se vio en el inciso 10). De hecho, se puede continuar con la tradición de hacer ruido al escuchar la palabra “Hamán”, pero se debe tener cuidado de que toda la congregación pueda oír con claridad toda la lectura.

14- La plegaria de “Al Hanisim”, la lectura de la Torá, los sermones fúnebres y el “Tajanún”

Nuestros sabios establecieron la plegaria de “Al Hanisim”, a los efectos de agradecerle a D´s por la salvación del pueblo de Israel en los días de Purim, y ésta se adiciona en la bendición número 18 de la “Amidá”, así como también en la segunda bendición del “Birkat Hamazón”, la plegaria por la ingestión de alimentos. En la bendición de “Me´ein Shalosh” no se menciona Purim.
Aquél que se olvidó y no agregó “Al Hanisim” en la “Amidá” o en el “Birkat Hamazón”, igual cumplió con sus plegarias. Si se acordó antes de terminar la bendición en la que se agrega “Al Hanisim”, regresa hacia atrás y lo recita. Empero en el caso en que ya pronunció el nombre de D´s que se encuentra al final de la bendición, no ha de volver. De todas maneras es bueno que recite “Al Hanisim” al finalizar el rezo, pues allí se pueden agregar súplicas sin límite. Quien se haya olvidado de agregar “Al Hanisim” en el “Birkat Hamazón”, es bueno que lo adicione al final junto con los agregados que comienzan con la fórmula “HaRajamán”, pues allí se permite adicionar agradecimientos libremente (Ramá 682:1, Mishná Berurá 4).
Si se inicia el banquete en Purim y se prolonga hasta bastante después de la salida de las estrellas, se recita “Al Hanisim” en el “Birkat Hamazón”, ya que la regla establece que solemos ir de acuerdo con el inicio (es decir, cuando comenzamos con esa bendición, ya que aún era Purim) (Shulján Aruj 695:3, ver Mishná Berurá 16).
Nuestros sabios establecieron que en Purim suban tres personas a leer la Torá en el pasaje “Y vino Amalek” (Éxodo 17:8-16), y si bien uno de los decretos de Esdras el escriba era que no se puede leer menos de diez versículos, en Purim se leen únicamente nueve pues en esos nueve versículos el tema llega a su conclusión. Hay quienes acostumbran a leer dos veces el último versículo para completar los diez (Shulján Aruj 693:4) y hay quien dice que no se debe repetir (Ramá ídem).
En esta cuestión, hay una insinuación muy interesante, en el sentido de que mientras que la memoria de Amalek no sea borrada el Nombre de D´s no se revela en el mundo de forma completa y por eso en la porción de “Y vino Amalek” se leen únicamente nueve versículos.
Si bien en Purim el pueblo de Israel experimentó una gran salvación, no se recita la plegaria del “Halel”, por tres distintas razones sugeridas en el Talmud (Tratado de Meguilá 14(A)). Según Rabí Itzjak no se recita “Halel” por milagros acaecidos fuera de la Tierra de Israel. Según Rava, no se recita “Halel” debido a que tras la salvación, continuamos siendo siervos del rey Asuero y sólo ha de recitarse por una salvación que nos transforma en hombres libres. En opinión de Rav Najman no se recita el “Halel”, porque la lectura de la Meguilá lo sustituye como cántico de agradecimiento.
En los días catorce y quince de Adar queda prohibido pronunciar sermones fúnebres y ayunar, tanto para quienes habitan ciudades con o sin muralla. Solo en el caso que fallezca un sabio de la Torá, se puede pronunciar un sermón fúnebre frente al fallecido durante el sepelio (Shulján Aruj Oraj Jaím 696:3, Ioré Deá 401:5).
No se recita ni “Tajanún” ni “Lamenatzeaj” durante los dos días de Purim (Shulján Aruj 693:3). Asimismo en el servicio de Minjá del ayuno de Esther que es contiguo al inicio de la fiesta se omite recitar el “Tajanún” (Mishná Berurá 131:33).
Se acostumbra a vestir ropa festiva o sabática tanto en la noche como en el día de Purim (Ramá 695:2, Kaf HaJaím 13).

15- Labores en Purim

En un inicio, Purim no fue establecido como día festivo (Iom Tov) en el cual se prohíbe la realización de labores. Empero con el correr de las generaciones, como forma de reverenciar la santidad del día, el pueblo de Israel acostumbró a no realizar labores y se trata de una costumbre que se tornó en norma. Más aún, dijeron nuestros sabios que “quien trabaja en Purim no ve bendición en su esfuerzo” (Beit Iosef, Shulján Aruj y Ramá 696:1).
Por lo tanto, está prohibido ir al trabajo habitual en Purim y en el caso de que la inasistencia le genere un daño económico severo, puede trabajar. También los pobres que no tienen para comer, pueden trabajar en este día (Shaar Hatziún 696:2-3).
Está permitido en Purim realizar una labor que conlleva alegría, como por ejemplo, preparar la casa para la boda de un hijo o plantar un árbol ornamental en el jardín. Asimismo, están permitidas las labores de mitzvá, como por ejemplo, escribir innovaciones surgidas del estudio de la Torá. Así también las labores livianas, como por ejemplo, escribir una misiva con la condición de que éstas no lleven a la persona a omitir tanto la alegría como el cumplimiento de los preceptos del día (Shulján Aruj 696:1, Mishná Berurá 6).
Está permitido cortarse las uñas en Purim pues se trata de una labor liviana, empero lavado y costura de ropa así como cortarse el pelo, está prohibido (Ben Ish Jai Tetzavé 21). Sin embargo, se pueden realizar labores significativas si tienen por objetivo cumplir con los preceptos de Purim y entre estas se incluyen el lavado y la costura de ropa así como el corte de cabello (Ramá 696:1).
Según la ley esencial, está permitido tener abierta una tienda en Purim, pues un buen negocio alegra de sobremanera. De todos modos es conveniente no abrirla, pues las ocupaciones comerciales pueden ir en detrimento de la alegría y el cumplimiento de los preceptos del día. Por lo tanto se deben abrir únicamente las tiendas que venden artículos para Purim (Mishná Berurá 696:3, Aruj Hashulján 2, Kaf HaJaím 5).
La prohibición de realizar labores recae únicamente sobre el día mismo de Purim. Si bien algunos de los sabios de las últimas generaciones pusieron hincapié en abstenerse de realizar labores también por la noche, el hecho de que exista discusión a este respecto nos indica claramente que no hay una tradición consensuada y por lo tanto no se prohíbe la realización de labores durante la noche de Purim (ver Beur Halajá 696:1).
Los habitantes de ciudades no amuralladas tienen permitido realizar labores el día que se celebra Purim en las ciudades amuralladas, y como contraparte, estos últimos tienen permitido realizar labores el día que se celebra Purim en las ciudades sin muralla (Shulján Aruj 696:2).

La alegría y la generosidad como preceptos
1- Alegría y generosidad. 2- La unidad del Pueblo Judío en Purim. 3- Presentes para los pobres. 4- Envío de porciones o comidas. 5- ¿Qué tipo de comidas permiten cumplir con el precepto? 6- ¿Quiénes están preceptuados de enviar comidas al prójimo y dar presentes a los pobres? 7- Horario de entrega de presentes y comidas y el uso de emisarios para su efectivización. 8- Diferencias entre el envío de comidas y la entrega de presentes. 9- Los preceptos de alegrarse y celebrar un banquete. 10 El precepto del banquete. 11- Continuación de las leyes referentes a la ingestión de bebidas alcohólicas. 12- El significado del precepto de la bebida. 13- El horario del banquete. 14- Leyes referentes al ebrio y al borracho respecto de la recitación de bendiciones y al servicio de Arvit. 15- Horario del banquete festivo cuando Purim cae en víspera de Shabat. 16- Los disfraces y la prohibición de la Torá de que un hombre vista ropa de mujer y viceversa.
16- La alegría y la generosidad como preceptos.
1- Alegría y generosidad
Los preceptos de Purim aparecen mencionados en el Libro de Esther (9:22): “un mes que se convirtió para ellos de pesadumbre a mes de júbilo, y de un tiempo de duelo a día festivo, día de enviarse porciones de comidas los unos a los otros y dádivas a los pobres”.
El alegrarse en Purim es un precepto muy singular y viene a manifestar los aspectos físicos y materiales de la vida. Así como el edicto de exterminio fue apuntado contra las almas y contra los cuerpos, de la misma manera la alegría festiva debe incluir a ambas áreas de la existencia, el cuerpo y el alma. Es así que además de la lectura de la Meguilá, que expresa el aspecto espiritual de la persona, existe el precepto de celebrar un banquete con comida y bebida en abundancia. Se pone especial énfasis en beber vino hasta perder algún grado de conciencia, para así expresar que el pueblo de Israel es santo y que incluso en estado de inconciencia los judíos se mantienen conectados y apegados a D´s.
La alegría debe ir acompañada de un incremento del amor y la unidad entre todos los miembros del pueblo Judío. Esa es en definitiva, la verdadera alegría que expresa el carácter expansivo y amplio del amor al prójimo. Por el contrario, quien come y bebe, solo es una persona limitada, concentrada únicamente en la satisfacción de sus propias pasiones y por lo tanto nunca va a poder conocer la verdadera alegría. Esta es la razón por la cual se nos ordenó el precepto de enviar porciones de comida unos a otros.
No se debe fomentar el amor solamente entre amigos, sino que es menester preocuparse también por los pobres que no tienen con qué alegrarse, y esa es la razón por la que se nos ordenó dar presentes o dádivas a los pobres, para que así también ellos puedan participar de la alegría festiva. Todo aquel que es indiferente al sufrimiento de los pobres, aunque le parezca que está pasando un momento alegre con sus amigos, no se trata sino de un libertino que no tiene la menor conexión con la vida real. Esto se debe a que necesita ignorar el dolor humano como condición para pasar un buen rato, empero la miseria no desaparecerá en virtud de que beba vino y se emborrache, y por lo tanto en su fuero íntimo siente que no merece ese buen momento y esto lo entristece. Por el contrario, quien se ocupa en alegrar a los pobres y a los desventurados, su vida adquiere valor y puede alegrarse verdadera y justificadamente. Por esta razón en Purim se nos ordenó el precepto de dar presentes a los pobres.
2- La unidad del pueblo judío en Purim
Purim es un día propicio para revelar la unidad en el seno del pueblo de Israel. El decreto del malvado Hamán estaba dirigido contra toda la nación sin diferenciar entre justos y trasgresores, pobres o ricos. A la luz del carácter general del decreto persecutorio, entendemos que la esencia israelita anida en todos y cada uno de los judíos, y por esta razón es que querían exterminarlos a todos. Empero D´s nos salvó a todos, transformando la aflicción en alegría y por esta razón el regocijo debe abarcar a toda la grey, tal como se nos ordenó, enviar platillos de comida al prójimo y dar presentes o dádivas a los pobres.
Más aún, Hamán pudo llevar adelante parcialmente su proyecto persecutorio en virtud de que en esos días el pueblo de Israel estaba dividido, tal como lo insinúa el texto de la Meguilá (3:8-9): “Hay un pueblo esparcido y disperso entre todos los pueblos de todas las provincias de tu reino… si al rey le parece bien, decrétese que sean destruidos”. Como contraparte, la anulación del decreto surge de la unión popular tal como le pide Esther a Mordejai (4:16): “Anda y reúne a todos los judíos que están en Shushán y ayunen vosotros por mí, y no comáis ni bebáis durante tres días, de noche y de día”. En virtud de la unión el edicto pudo ser anulado.
La unión es la condición previa para la recibir la Torá, tal como leemos (Éxodo 19:2): “y acampó Israel frente al Monte”. Nuestros sabios – de bendita memoria – explican que acamparon “como un solo hombre con un solo corazón” (Rashi), “para que se quieran unos a otros y puedan recibir la Torá” (Mejilta). Entonces dijo el Eterno: “Este es el momento de entregar la Torá a mis hijos” (Vaikrá Rabá 9:9). Así como un rollo del Pentateuco al que le falta una letra no es apto para ser leído, de haber faltado uno solo de los seiscientos mil judíos que acamparon en Sinaí, no habríamos podido recibir la Torá. Asimismo en Purim, el edicto de exterminio logró unir a toda la nación, y esta unidad pudo traer la salvación y hasta permitió que en los días de Asuero volvamos a recibir la Torá, pero esta vez por amor (Tratado de Shabat 88(A)). Es así que año tras año, en virtud de la unidad que se manifiesta en Purim, tenemos la oportunidad de volver a recibir la Torá con alegría.
3- Presentes para los pobres
Es deber de todo judío dar presentes a los pobres en Purim. Se cumple con el precepto dando un mínimo de dos presentes, uno a cada pobre, y quien pueda incrementar el número de presentes, será bendecido. El presente puede consistir en dinero o un comestible pero no ropa o libros, pues hay quienes opinan que el presente debe poder ser disfrutado en el banquete festivo y por lo tanto los primeros son más útiles. Si bien el presente debe consistir en algo que pueda ser utilizado en el banquete festivo, el pobre tiene la libertad de usarlo o no para esa comida específica (Shulján Aruj 694:1, Ramá 2, Mishná Berurá 2).
El valor de cada presente debe equivaler al costo de la adquisición de alimentos sencillos, que permitan preparar una comida frugal, como por ejemplo, un sándwich o una porción de falafel. Si dio un shekel por cada presente cumplió, pues con esta suma se puede comprar pan en cantidad equivalente al volumen de tres huevos (como unas tres rodajas) y esto puede calmar ajustadamente el apetito. Todo lo que se pueda incrementar en presentes para los pobres es elogiable (ver más adelante inciso 8).
Si dio dinero para presentes a los pobres, no se lo puede considerar parte del diezmo, pues está prohibido cumplir con una obligación mediante el dinero que uno debe dar de tzedaká. Empero está permitido poner el shekel de cada presente del bolsillo propio y el resto agregarlo de dinero del diezmo.
Un indigente es una persona pobre que carece de dinero para proveer los elementos básicos a los miembros de su familia. Todo es relativo al tiempo y al lugar, pues hubo épocas en las cuales quien tenía pan para comer y dos prendas de ropa, no se le consideraba pobre, mientras que hoy día, aún quien tiene cuatro prendas de ropa y puede comer pan y queso, es considerado pobre.
Se le puede dar el presente a un niño pobre con la condición que tenga la madurez mínima como para no perder el dinero. Quien da un presente doble a una pareja de pobres cumplió con el precepto, pues dio un presente a la esposa y otro al esposo. Asimismo, quien da un presente doble a una viuda y su hijo pequeño que depende de ella, cumplió con los dos presentes. Sin embargo quien da un presente doble a un mismo pobre, aunque haya entregado los presentes por separado, no cumplió con el precepto, pues se requiere dar a dos pobres distintos.
Quien no conozca a dos indigentes o se avergüence de entregar los presentes, puede confiárselos al encargado de repartir la tzedaká en la sinagoga para que él los entregue. Los encargados del reparto de la tzedaká deben procurar entregar los presentes a los pobres, a una hora que les permita disfrutarlos en el banquete festivo.
4- Envío de porciones o comidas
Es deber de todo judío enviarle al prójimo dos porciones de comida o dos platillos en Purim, para que de esa manera aumente la concordia entre las personas. La proliferación del amor y la concordia entre los judíos es la quintaesencia de Purim, pues en esta festividad se reveló la santidad del pueblo de Israel que está apegado a D´s y Su Torá y que una chispa de esa santidad anida en el interior de cada judío. Por esta razón es oportuno en Purim expresar ese amor en la práctica (ver arriba inciso 2).
Las porciones deben de ser alimentos, para así incrementar la alegría festiva, pues es sabido que cuando una persona ingiere un platillo sabroso preparado por alguno de sus amigos, la relación entre ambos se fortalece. Además, hay casos en los que el receptor no responde a la definición exacta de pobre o indigente, pudiendo proveerse a sí mismo de alimentos básicos con sus propios ingresos, pero sin embargo no está a su alcance adquirir productos para una comida festiva y mediante el envío de porciones se le puede hacer llegar, de una manera decorosa, alimentos de mejor calidad.
Para cumplir con el precepto es necesario enviarle a una persona dos porciones distintas. Nuestros sabios dispusieron un mínimo de dos porciones, para que el envío exprese amor, ya que con una porción sola podemos ayudar a que un amigo no pase hambre, pero con dos, estamos mostrando interés en que disfrute de la variedad. Cuantas más porciones se puede enviar con el objetivo de incrementar el amor y la armonía entre los judíos, mayor es el elogio para quien las envía.
5- ¿Qué tipo de comidas permiten cumplir con el precepto?
Las dos comidas deben ser diferentes entre sí, como por ejemplo pan y carne, arroz y carne, pescado y huevos o pasteles (tortas) y manzanas. Asimismo se puede enviar dos comidas diferentes de carne, como por ejemplo una comida de carne asada y otra de carne a la cacerola o dos cortes diferentes de carne, aunque estén hechas de la misma manera, como por ejemplo costillas y pecho asados, pues en ese caso se saborean dos gustos diferentes. También se puede enviar dos tipos de pastel (o torta), a condición de que sean diferentes en su sabor y su aspecto.
Si alguien le envía a su amigo una prenda de vestir o un libro, si bien alegran a quien los recibe y expresan el amor entre las personas, no se cumple con el precepto, pues las porciones deben de ser comestibles. Sin embargo, una vez que la persona ya cumplió con su deber religioso enviando dos platillos, puede, si quiere, agregar otros presentes al envío para incrementar así los sentimientos de cariño y fraternidad.
Si alguien le envía a su prójimo un pollo vivo, no cumple con el precepto, pues no es digno de ser consumido ya que primero hay que degollarlo, luego trozarlo, salarlo y enjuagarlo antes de que se pueda cocinar. Inclusive si se envía carne cruda casherizada y lista para ser cocinada, hay quien opina que no se cumple con el precepto, sino que es necesario enviar comidas listas para su consumo. Se pueden enviar latas de conservas pues es muy sencillo abrirlas y consumir su contenido.
Una botella de bebida alcohólica importante como vino, cerveza o un buen jugo son considerados por la mayoría de los juristas como una comida, y se puede cumplir con el precepto enviando dos de estas bebidas. Hay juristas más estrictos que consideran que una bebida no es una comida y si bien la Halajá va de acuerdo a la mayoría de los juristas, quien quiera cumplir según todas las opiniones, que haga al menos un envío que contenga dos porciones de comida.
Cada porción debe tener un tamaño mínimo, tal que pueda decorosamente ser servida a un invitado (Aruj Hashulján 695:15). Sin embargo una ciruela, no es una cantidad decorosa para servir, por lo tanto si se quiere hacer un envío de ciruelas, se deben incluir unas cuantas como para poder considerarlas una porción.
Hay juristas que opinan que cada comida debe tener una cantidad mínima equivalente al volumen de tres huevos, mientras que otros consideran que las porciones deben ser importantes y acordes al status de quien las envía y quien las recibe. Si se trata de personas acaudaladas, las comidas deben ser importantes, empero si resultan ser insignificantes para estos, no se ha cumplido con el precepto. A priori es importante que cada porción contenga un volumen mínimo de tres huevos y que sean importantes y honorables tanto para quien las envía como para quien las recibe.
6- ¿Quiénes están preceptuados de enviar comidas al prójimo y dar presentes a los pobres?
Todo judío debe enviar comidas al prójimo y dar presentes a los pobres en Purim. Y si bien las mujeres están exentas para con los preceptos positivos condicionados para su cumplimiento por un tiempo fijo, dado que ellas también participaron del milagro están obligadas a cumplir los preceptos de Purim. Por cuestiones de recato es importante cuidar que el envío de comidas sea entre personas del mismo sexo, empero en lo relativo a presentes a los pobres no aplica este criterio, pues la entrega de tzedaká no genera especial cercanía personal (Ramá 695:4, ahí se expresa la duda de si el envío de porciones puede implicar una consagración matrimonial).
Una mujer casada tiene también que cumplir con el precepto, por lo que un matrimonio tiene que hacer dos envíos de comidas, uno por la mujer y otro por el hombre. En cada uno de los envíos deben incluirse dos comidas. Si bien en el envío de comidas, lo más importante es el acercamiento entre el que envía y el que recibe, no es necesario aclarar en cada envío si es del marido o de la esposa, sino que alcanza que quienes envían dichas comidas, tengan conciencia que cada uno ha de cumplir con su respectivo envío. En este caso no hay problema de posibilidad de acercamiento entre personas de diferente sexo, ya que se trata de un matrimonio y es claro que el envío en cuestión pertenece a ambos, y el acercamiento es hacia la pareja como una unidad.
En cuanto a presentes para los pobres, un matrimonio tiene que entregar el equivalente a cuatro presentes, dos de la mujer y dos del marido. En este caso no es necesario que la mujer misma haga entrega de sus presentes, pudiendo el marido hacerlo en su lugar. Asimismo se pueden entregar los cuatro presentes a dos pobres, de tal manera que cada indigente reciba un presente del marido y uno de la mujer. La costumbre más extendida hoy día, es entregar los presentes mediante el encargado de la tzedaká en la comunidad, quien puede recibir el dinero equivalente a cuatro presentes y repartirlo en nombre de los donantes entre dos pobres.
Niños que llegaron a la edad de cumplir preceptos, si bien son mantenidos por sus padres, por cuanto que han arribado a la edad de mitzvot deben enviar porciones al prójimo y entregar presentes a los pobres. El envío de porciones de comida que está destinado a generar cercanía e incrementar el cariño lo deben efectuar bajo su propio nombre, mientras que los presentes para los pobres los pueden efectivizar sus padres en su nombre.
También en el caso de niños que llegaron a la edad de comenzar a ser instruidos en el cumplimiento de los preceptos (jinuj), hay quienes les hacen ser los emisarios del envío de las porciones, mientras que algunos padres les preparan porciones propias para que las entreguen a sus amigos. En el caso de la entrega de presentes a los pobres, algunos padres acostumbran a darle dinero a sus hijos, para que éstos se lo den a los pobres, mientras que otros entregan ellos mismos el dinero en nombre de sus hijos y al contárselos, es una forma de educarlos en el precepto.
Un indigente que vive de la tzedaká, debe enviar porciones al prójimo y entregar presentes a los pobres, y en caso de que no tenga más comida que para su propia ingestión, puede intercambiarla con un amigo de manera tal que ambos cumplen con el precepto. Lo mismo puede hacer con el precepto de entregar presentes a los pobres (Shulján Aruj 695:4, Mishná Berurá 694:1-2).
7- Horario de entrega de presentes y comidas y el uso de emisarios para su efectivización
El envío de porciones al prójimo y la entrega de presentes a los pobres, deben de realizarse durante el día de Purim, tal como está escrito (Libro de Esther 9:22): “día de enviarse presentes los unos a los otros y dádivas a los pobres”, por lo tanto si la entrega es por la noche no se cumple con el precepto.
En caso de que no se encuentre a pobres para entregarles los presentes en Purim, debe apartar el dinero y cuidarlo hasta que encuentre destinatarios y en el mero acto de la separación cumple con el precepto. Lo mismo aplica para un encargado de la tzedaká que no alcanzó a repartir el dinero recibido para los pobres en el día de Purim, puede hacerlo pasada la fiesta (Shulján Aruj 694:4).
Sin embargo, el envío de porciones al prójimo debe realizarse el mismo día de Purim, pues ese es el momento en que se debe cumplir con el precepto de incrementar el amor y la alegría entre amigos. Quien se halla solo en Purim, sin amigo al cual enviarle porciones, no puede completar el cumplimiento del precepto pasada la fiesta. Hoy en día que disponemos de teléfonos, se le puede pedir a un amigo que entregue en nuestro lugar las porciones, y de esa manera se cumple con el precepto.
Si alguien teme no encontrar pobres en Purim, puede entregarle la suma correspondiente al encargado de la tzedaká con anterioridad a la fecha festiva, empero debe acordar con éste que el dinero sigue siendo de su propiedad hasta el día de la fiesta, en que el encargado habrá de repartirlo en su nombre a dos indigentes. Asimismo quien se encuentre solo en Purim, puede preparar el envío de porciones y entregárselo a un amigo para que éste último sea su enviado y lo entregue en su nombre el día de Purim a otro amigo.
8- Diferencias entre el envío de comidas y la entrega de presentes
El envío de porciones tiene por finalidad incrementar el amor y la fraternidad entre las personas y por lo tanto quien lo hace en el anonimato no cumplió con el precepto. Sin embargo, la entrega de presentes es considerada como tzedaká, y tiene por finalidad ayudar al bienestar del necesitado de la mejor forma. Por lo tanto, siempre que se pueda, es preferible entregar los presentes a los pobres en el anonimato.
Aquél que invita a su amigo al banquete festivo, puede de esta manera cumplir con el precepto del envío de porciones o con el de entrega de presentes. Si quiere cumplir con el envío de porciones, deberá servirle a su amigo dos platillos diferentes de una sola vez y decirle que ese es su envío de porciones (Kaf HaJaím 695:42).
Si mediante la invitación al banquete festivo, el anfitrión quiere cumplir con el precepto de entrega de presentes, es mejor no decírselo al pobre, para que éste reciba el regalo de una manera más honrosa con alegría y amor. Este es un modo muy notable de cumplir con el precepto. Se le puede entregar anónimamente al pobre, un envío de porciones que contenga alimentos de alta calidad, y de esta manera el pobre no se avergüenza y pensará que se le entregó el envío con amor y como muestra de aprecio a su persona, y no en virtud de su situación económica.
Dice el Rambám (Rabi Moshe ben Maimón) (Hiljot Meguilá 2:17): “Es mejor poner énfasis en entregar presentes para los pobres que en enviar porciones al prójimo o en la preparación del banquete festivo, pues no hay alegría grande y excelsa como la de alegrar los corazones de los pobres, los huérfanos, las viudas y los extranjeros, pues quien los alegra se comporta como la Divina Presencia (Shejiná), tal como está escrito (Isaías 57:15): “para vivificar el espíritu de los humildes y vivificar el corazón de los contritos”.
Esto significa que desde el punto estrictamente halájico, uno tiene el derecho de decidir en qué precepto prefiere poner especial énfasis, si en el envío de porciones, en su banquete festivo o en entregar presentes a los pobres. Sin embargo a priori, quien quiere cumplir con el precepto de acuerdo con las indicaciones de los sabios, es bueno que abunde especialmente en presentes para los pobres. A esos efectos se puede sacar la cuenta de cuánto dinero le habrán de costar los envíos de porciones y la preparación del banquete, y destinar a los presentes para los pobres una suma mayor. Quien destina mensualmente una décima parte de sus ingresos para ayudar a los pobres o a los estudiosos de la Torá, puede incluir estos dineros en la cuenta antes mencionada, de tal manera que si sus presentes a los pobres sumado a su diezmo corriente son mayores que los gastos de los otros dos preceptos, se considera que cumplió con la entrega de presentes a los indigentes de manera excelente y de acuerdo a las directivas de nuestros sabios, haciéndose merecedor de una alegría grande y esplendorosa.
9- Los preceptos de alegrarse y celebrar un banquete
Es preceptivo que el día de Purim se celebre un banquete y abunde la alegría. Sin bien el precepto de alegrarse recae tanto durante la noche como el día, este llega a su punto culminante con la celebración del banquete festivo, pues la comida buena y en abundancia sumada a la bebida, son la manera más clara de expresar el regocijo. Por lo tanto, es preceptivo en Purim fijar una comida festiva durante el día. Si realizó el banquete durante la noche, no cumplió con el precepto, ya que está escrito (Libro de Esther 9:22, Tratado de Meguilá 7(2)): “días de banquete y alegría”.
Si bien la obligación es preparar una comida festiva durante el día, también durante la noche tenemos el precepto de tener una comida con alimentos y bebidas en abundancia. Hay quienes acostumbran a comer semillas o pepitas, amén de legumbres en la noche de Purim, en recuerdo de lo que comieron Esther, Daniel y sus amigos cuando habitaron en el palacio real, ya que no disponían de comida kasher y no se querían impurificar con alimentos prohibidos.
Es precepto abundar en alegría tanto por la noche como durante el día, y cuanto más se alegra uno, con mayor excelencia cumple. Por lo tanto, es costumbre en el pueblo de Israel pasar la fiesta cantando, bailando, en compañía de amigos, estudiando Torá que llena de júbilo al alma, comiendo platillos sabrosos e ingiriendo bebidas que alegran.
Es preceptivo alegrarse durante los dos días de Purim, tal como reza el versículo (ídem): “días de banquete y alegría”. Es así que quien vive en Jerusalém, debe incrementar un poco su alegría también el día catorce de Adar, y quienes habitan en el resto de las ciudades, deben de hacerlo el día quince de Adar (Ramá 695:2).
Volviendo al tema de las leyes referentes al banquete, es necesario preparar carne de res pues para la mayoría de las personas su ingestión produce alegría. A quien se le dificulte digerir carne de res que intente comer carne de ave pues su ingestión también alegra. Si tampoco el pollo lo digiere bien o no le apetece, que prepare otros alimentos sabrosos y que los acompañe bebiendo vino.
Es necesario acompañar el banquete con pan, pues según muchos de los grandes juristas sin éste la comida no adquiere el carácter de importante.
Se debe comer el banquete en compañía de otras personas, tanto se trate de familia como de amigos, para aumentar la alegría, ya que cuando una persona come en soledad no puede alegrarse como corresponde (Shlá, Mishná Berurá 695:9).
10- El precepto del banquete.
El precepto de alegrarse en Purim es muy particular y excede en importancia al precepto de alegrarse en los demás días festivos, pues en el caso de Sucot, Pesaj y Shavuot, la Torá nos ordena (Deuteronomio 16:14): “te alegrarás en tu fiesta” y dado que en la práctica, la mayoría de las personas se alegran al beber vino, es preceptivo en todas las fiestas beberlo, empero en Purim existe el precepto especial de beber en abundancia (Shulján Aruj Oraj Jaím 529:1-3). Más aún, la esencia de los días de Purim es ser “días de banquete y alegría” (Libro de Esther 9:22), por lo que nuestros sabios dijeron (Tratado de Meguilá 7(B)): “Debe una persona embriagarse en Purim hasta no poder diferenciar entre ‘maldito Hamán y bendito Mordejai’”.
Empero, respecto del precepto de ingerir bebidas alcohólicas, se formularon diferentes opiniones y se las puede dividir en dos ideas diferenciadas. Hay quienes interpretan las palabras de nuestros sabios en su sentido literal, por lo que una persona debe embriagarse hasta que realmente no logre diferenciar entre “el maldito Hamán y el bendito Mordejai” (Rabí Itzjak Alfasi, Rosh), al punto que todo le parezca bueno y para bien, ya que la naturaleza del borracho es la de no poder entrar en detalles y diferencias. El problema con esta visión, es que por efecto del alcohol un individuo puede llegar a cometer trasgresiones o actos desagradables, por lo que es importante abstenerse de llegar al grado de embriaguez absoluta. Por lo tanto tienen la opción más moderada, de beber hasta que les dé sueño, y al dormirse, no diferenciará a Hamán de Mordejai.
Por otra parte, están los que opinan que el precepto es beber más que lo habitual, hasta llegar a la embriaguez pero no a la borrachera, estado que lo exponga a conducirse de manera impropia. Esto se debe al hecho que en la práctica, la Halajá no acepta la idea de que una persona deba beber “hasta no diferenciar” (Rabí Efraim), o la aceptan pero la interpretan como un grado de embriaguez en el cual la persona ya no pueda ser del todo cuidadosa o detallista en lo que dice, de manera tal que si debe repetir varias veces la fórmula “maldito Hamán y bendito Mordejai”, se confundirá algunas de las veces (Tosafot y Ran).
En la práctica cada persona debe escoger la manera que le permita beber y alegrarse en pos del cumplimiento del precepto. Dado que las personas son diferentes entre sí, existen ideas diferentes respecto de cómo cumplir con el banquete y alegrarse.
11- Continuación de las leyes referentes a la ingestión de bebidas alcohólicas
Se cumple con el deber de beber alcohol en Purim con cualquier bebida embriagante, si bien es preferible que sea con vino, pues el milagro original fue con esta bebida. Quien se alegre más con otra bebida que la beba, ya que el deber principal es alegrarse y si el vino lo alegra en algo, que comience con vino, en recuerdo del milagro.
Las mujeres también están preceptuadas de alegrarse con vino, pero deben cuidar de no embriagarse, ya que la borrachera es más desagradable en una mujer que en un hombre y además rompe con las reglas del recato en las que las mujeres se distinguen más que los hombres.
Quien por experiencia ya sabe que al beber se pone melancólico, llora o le duele la cabeza, es mejor que beba solo un poco más de lo que bebe comúnmente y de esa manera cumple, ya que el precepto es alegrarse y si por efecto de la bebida se entristece, está anulando el cumplimiento del precepto. Solo si la persona al llorar lo hace de alegría, como por ejemplo, si le alegra poder llorar por cuestiones trascendentes como el caso de la situación del pueblo de Israel o las ansias de reconstrucción del Templo, o por no haber podido aún retornar a D´s con total plenitud, puede entonces beber “hasta no diferenciar”.
Quien ya sabe por sí mismo, que en estado etílico su conducta puede ser desenfrenada, pudiendo agredir a otras personas o pudiendo acabar vomitado y al borde de la inconsciencia, humillándose así en público, mejor que solamente beba un poco más de lo que acostumbra normalmente y que no se angustie por no poder beber “hasta no diferenciar”. Y si bien dijeron nuestros sabios que (Tratado de Eruvín 65(A)): “Al entrar el vino sale el secreto” de modo que, aparentemente se devela un aspecto que anida en el interior del ser que tiende a la violencia o la animalidad, por otra parte aseveraron nuestros sabios que “la recompensa es proporcional al esfuerzo”, y dado que en la práctica esta persona ha logrado controlar sus fuerzas, de hecho ha obrado ya una enorme corrección en su ser.
A los efectos de poder cumplir cabalmente con el precepto de alegrarse, es menester saber que el alcohol ejerce su pleno efecto a los veinte minutos después de su ingestión. Algunas personas erradamente beben una copa de vino o un vaso de aguardiente y como a los cinco minutos no sienten efecto alguno, beben más copas para asegurarse de que lograrán llegar al grado de “hasta no diferenciar”, y entonces a los veinte minutos comienzan a hacer efecto acumulativo todas las copas bebidas y de repente la persona queda sumida en una profunda embriaguez que los lleva a conductas bestiales y a vomitar, humillándose así ante los presentes. Por esta razón es necesario saber cómo beber y cómo alegrarse, esperar entre copa y copa una media hora y combinar la bebida con la ingestión de alimentos, para así poder alegrarse como lo indica la norma a lo largo del día de Purim.
12- El significado del precepto de la bebida
Aparentemente cabría preguntarse, si acaso no es cierto que el Tanaj y nuestros sabios – de bendita memoria – (Bamidbar Rabá 10, Vaikrá Rabá 12:1) nos explican que la embriaguez es censurable y puede además llevarnos a inconductas y por lo tanto, ¿cómo es que estamos preceptuados de embriagarnos en Purim? La respuesta es que todos los milagros que salvaron al pueblo de Israel en los días de Mordejai y Esther, tuvieron lugar mediante el vino. Vashti fue depuesta y reemplazada por Esther en virtud del banquete del vino. Asimismo el derrumbe de Hamán acaeció durante un banquete en el que se sirvió vino. Es de destacar que en términos generales, la embriaguez es condenable, sin embargo es innegable que tiene aspectos positivos, ya que mediante ésta aflora la alegría simple, aquella que expresa la felicidad material y liberada de preocupación, plena de vigor y vitalidad. Lo que ocurre es que a lo largo del año, la sombra de las desventajas de la embriaguez eclipsa sus virtudes. Empero en Purim, al beber y alegrarse por la salvación Divina y en recuerdo del milagro que ocurrió durante el banquete, se manifiestan los aspectos positivos de la ingesta del alcohol.
Existe otro significado aún más profundo, y es que en Purim se revela la santidad eterna del pueblo de Israel y se percibe que al final, todo lo que D´s obra con él termina siendo para bien, e inclusive aquello que en principio aparentaba ser negativo, finalmente se revierte positivamente. Mediante la ingestión preceptiva de alcohol, se revela un secreto oculto, y es que incluso la materialidad del pueblo de Israel en su interior está santificada. Y si bien el cuerpo y sus sentidos aparentemente estorban a la labor espiritual, en el nivel elevado de Purim es a la inversa, éstos ayudan mucho a la espiritualidad mediante la alegría y la vitalidad que manifiestan.
Yendo aún más en profundidad, sabemos por lo general que la Torá y la conciencia deben de regir los pasos del hombre en la vida, y éste al seguir el camino correcto se regocija; mas esta alegría queda limitada a su capacidad de percepción. Sin embargo mediante el grado espiritual de la fe que alcanzamos en Purim, sabemos que D´s guía el mundo con bien y aunque a veces Su Providencia nos resulta incomprensible, nosotros anulamos nuestro entendimiento y aceptamos sus actos con alegría. Este es el nivel de “hasta no diferenciar”, el apego a un grado espiritual que está por encima de cualquier comprensión humana y que está emparentado con la fe en la entrega total. Desde este grado elevado de fe que es la confianza del pueblo de Israel en la dirección del mundo a manos de D´s, se accede a una alegría ilimitada.
13- El horario del banquete
La costumbre más extendida es celebrar el banquete de Purim después del mediodía, una vez concluido el servicio de Minjá. Esto se debe a que hasta el mediodía, la gente está ocupada cumpliendo con los preceptos de envío de comidas al prójimo y entrega de presentes a los pobres, amén de abundar en expresiones de amistad y afecto hacia amigos y familiares. Al llegar el mediodía lo correcto es rezar Minjá antes del banquete, ya que de iniciarse éste antes, se teme que por efecto de la embriaguez el servicio no se pueda realizar.
Hay quienes acostumbran a demorar el banquete y lo inician sobre la hora de la puesta del sol, de modo tal que la mayor parte del banquete lo celebran en horas de la noche. Hay juristas que criticaron esta costumbre arguyendo que el banquete es preceptivo celebrarlo en Purim mientras que una vez que salen las estrellas, ya se considera un nuevo día. A esto hubo quienes respondieron que todo va según la hora del inicio, y por cuanto que el banquete se inició en Purim, la continuación del banquete en horas de la noche se considera también correspondiente a Purim. Lo mismo ocurre en lo referente a las leyes de la bendición después de la ingestión de alimentos, el “birkat ha Mazón”, ya que si se inició la comida durante el día y se concluyó tarde en la noche, se recita igualmente el agregado de “Al Hanisim”. Además, en el caso de las ciudades no amuralladas al concluir en éstas el día, está comenzando Purim en las amuralladas, por lo que corresponde igualmente alegrarse. De todas maneras a priori es mejor comenzar con el banquete en pleno día y en caso de que se prolongue hasta después de la salida de las estrellas no hay problema, ya que la principal parte del banquete la cumplieron de día.
Hay quienes dicen que es mejor apurarse y cumplir con el banquete en horas de la mañana, de modo tal que quien se embriaga tiene tiempo de despabilarse hasta el servicio de Minjá por la tarde, empero la costumbre más extendida es iniciar el banquete pasado el mediodía.
Es bueno dedicarse un rato al estudio de la Torá antes de iniciar el banquete, tal como está escrito en el Libro de Esther (8:16): “Para los judíos hubo luz y gran alegría” lo cual fue interpretado por nuestros sabios que la luz hace referencia a la Torá y en virtud del estudio de la Torá se puede alcanzar la alegría completa (Ramá 695:2).
Quien sepa que de embriagarse ya no podrá recitar el rezo de Minjá o de Arvit, según la opinión mayoritaria de los juristas no deberá embriagarse ( Jaiei Adam, Beur Halajá). Empero Maran, el Rav Kuk de bendita memoria, escribió que quien bebe en Purim cumple con un precepto y quien está ocupado cumpliendo con un precepto, está exento en ese momento de cumplir con otro (Oraj Mishpat Hashmatot 7).
14- Leyes referentes al ebrio y al borracho respecto de la recitación de bendiciones y al servicio de Arvit
Definimos como ebrio a quien si bien está afectado por el alcohol, le resulta difícil concentrarse y expresar su pensamiento, pero aun así, está en condiciones de estar en presencia de un rey, mientras que borracho es aquel que bebió tanto que no está en condiciones de presentarse ante un rey.
Ambos pueden recitar las bendiciones del disfrute y si bien a priori es conveniente que el borracho no bendiga, aquellas bendiciones que pasado el momento de pronunciarlas ya no se pueden recitar más tarde, tiene permitido hacerlo, por lo que en definitiva, un borracho podrá pronunciar las bendiciones del disfrute, “birkat hamazón” y la bendición posterior a la evacuación “asher iatzar”.
En cambio, las reglas referentes al rezo son más estrictas, por lo que una persona ebria o borracha no habrá de recitar Arvit hasta que se le pase el estado etílico y lo pueda hacer con sobriedad. En el caso en que haya un “minián” que empieza a rezar y de abstenerse de participar se quedaría sin posibilidad de rezar más tarde con quórum, un ebrio puede sumarse al servicio si lee del “sidur”, por cuanto que a posteriori su rezo es válido, pero en el caso del borracho no habrá de sumarse al servicio de ninguna manera, por cuanto tiene terminantemente prohibido rezar y su plegaria es considerada una abominación.
En el caso que quien bebió siente un profundo cansancio, al punto que si no reza en ese momento más tarde ya no lo podrá hacer, la persona ebria podrá recitar toda la “tefilá”, mientras que en el caso del borracho podrá recitar el “shemá” mas omitirá las bendiciones previas y la posterior y se abstendrá de recitar la “amidá”.
Aunque el borracho se duerma sin haber rezado, no carga con culpa alguna por cuanto que su estado etílico se debe al cumplimiento de un precepto, y quien cumple con un mandamiento en ese preciso momento está exento de cumplir con otro. A la mañana siguiente habrá de recitar la “amidá” dos veces, la primera será por el servicio de la mañana (shajarit) y la segunda como compensación por el Arvit que se perdió la noche anterior.
En caso de que una persona esté en la duda de si su estado es de ebriedad o borrachera, que rece Arvit con todos, ya que en Purim el rey tiende a ser “más condescendiente” con quien bebió, dado que éste es el precepto especial del día.
15- Horario del banquete festivo cuando Purim cae en víspera de Shabat
Cuando Purim cae viernes, se acostumbra a iniciar el banquete antes del mediodía por respeto al Shabat y quien no haya alcanzado a hacerlo, que lo inicie al menos tres horas antes de la puesta del sol. A posteriori, se puede empezar con el banquete hasta la puesta del sol, empero, si se sentó a comer con proximidad al horario de encendido de velas, que se cuide de comer poco para poder ingerir las comidas sabáticas con apetito.
Existe otra costumbre que es practicada por algunos de los grandes maestros y es la de unir el banquete de Purim con la comida de Shabat, pero algunos juristas dicen que esto debe ser hecho solo a posteriori. En la práctica, la costumbre se aplica de la siguiente manera: se reza Minjá de Purim antes de iniciar el banquete y se comienza a comer cuando todavía es de día. Media hora antes de la puesta del sol se encienden velas sabáticas, se coloca un mantel por sobre el pan y se recita “kidush” de Shabat con vino. Por cuanto que en el banquete de Purim ya se recitó la bendición inicial del vino, ésta se omitirá en el “kidush”. Una vez concluido el “kidush”, se continúa con el banquete y en esta nueva etapa del mismo se debe ingerir el equivalente a unos 58 gramos de pan y de ninguna manera menos de 29 gramos en honor a la comida de Shabat. Una vez concluido el banquete se recita “birkat hamazón” agregándose “retzé” en la tercera bendición como agregado sabático y “al hanisim” en los agradecimientos que figuran después de la cuarta bendición y que se inician con la fórmula “harajamán”, como adición por Purim. Tras la finalización del banquete se recita el servicio de Arvit.
16- Los disfraces y la prohibición de la Torá de que un hombre vista ropa de mujer y viceversa
Muchos acostumbran a disfrazarse en Purim, y si bien esta costumbre no tiene bases en el Talmud y no figura como deber festivo entre los sabios de las últimas generaciones, de todas maneras se le han dado diferentes explicaciones. La primera es que el disfrazarse, lleva a que la gente se ría y se incremente la alegría de Purim. Además, el hecho de que una persona se vista de una manera no habitual, le ayuda a manifestar su amor y su camaradería hacia los demás. Otra explicación sostiene que las diferentes vestimentas que nos cubren a diario, actúan como factor divisivo y separatista entre las personas, mientras que el disfrazarse en Purim contribuye a hacer caer las barreras interpersonales y así generar un sentimiento de unión. Otra idea es que mediante los disfraces, nos damos cuenta hasta qué punto estamos influidos por la exterioridad y ello contribuye a que contemplemos la interioridad que se revela en Purim. Otro de los mensajes que encierra el disfrazarse, es que un judío aunque esté vestido con ropajes gentiles, en su interioridad se mantiene completamente fiel a su origen, tal como aprendemos de la historia de Purim.
El Maharí Mintz en su respuesta número 16, sostiene que en Ashkenaz grandes rabinos y sus familias se disfrazaban, hombres con ropas de mujer y mujeres con ropa de hombre y recalca que no corresponde reprenderles por cuanto que la prohibición de la Torá, de que hombres y mujeres no intercambien atuendos, se aplica cuando la finalidad es licenciosa, empero en Purim la finalidad es cumplir con el precepto de alegrarse. El Ramá (696:8) confirma que tal es la costumbre aceptada.
De todas maneras, la mayoría de los juristas prohíbe que hombre se disfrace de mujer y viceversa (Bait Jadash Ioré Deá 182, Tur Zahav 4). En base a estas sentencias, muchos de los sabios de las últimas generaciones sostienen que se debe reprobar a quienes se disfracen con ropas del otro sexo y así es correcto proceder. Hay quien dice que si sólo se puso una prenda del sexo opuesto, mientras que los restantes ropajes permiten reconocer su género original, no se le debe prohibir (Prí Megadim).
Purim en ciudades con y sin murallas
1- ¿Qué es una ciudad amurallada? 2- Jerusalém y sus alrededores. 3- Sitios sobre los que existen dudas. 4- Los residentes de ciudades con y sin murallas. 5- Purim “triple”.
17- Purim en ciudades con y sin murallas.
1- ¿Qué es una ciudad amurallada?
Tal como ya vimos (capítulo 15 inciso 4) Purim tiene dos fechas. En todas partes se celebra el día catorce de Adar, salvo en las ciudades que están amuralladas desde los días de Iehoshúa y en Shushan la ciudad capital de la antigua Persia, en las que se celebra el día quince.
A los efectos de la fecha, no hay diferencia entre ciudades situadas en la Tierra de Israel y ciudades situadas en el extranjero. Toda ciudad que haya estado amurallada desde los días de Iehoshúa, aunque hoy día sus muros estén derruídos, se la considera amurallada. La única excepción es la ciudad de Shushan, que aunque en días de Iehoshúa bin Nun carecía de murallas, por cuanto que en ella ocurrió el milagro, se celebra Purim el día quince (Shulján Aruj 688:1).
La fiesta de Purim fue instituída en tiempos de los sabios de la Gran Asamblea, y en esos días había muchas ciudades en la Tierra de Israel que poseían tradiciones que indicaban que estuvieron amuralladas en días de Iehoshúa, por lo que en éstas se celebraba el día quince. Con el correr de los años, las ciudades fueron destruídas y la tradición se fue perdiendo, por lo que al día de hoy si bien sabemos que determinadas ciudades estaban amuralladas en días de Iehoshúa, no sabemos la ubicación exacta de la localidad en esos días y si coincide exactamente con el emplazamiento actual de la misma, o simplemente heredaron el nombre, como lo es el caso de la ciudad de Lod. Existen ciudades muy antiguas que fueron abandonadas por los judíos y por lo tanto se perdió la tradición respecto a si existían en los días de Iehoshúa. En otros casos se sabe que existían en esos días, mas no se sabe a ciencia cierta si estaban amuralladas, como en el caso de Hebrón. Solamente respecto de Jerusalém, tenemos la absoluta certeza de que contaba con murallas en los días de Iehoshúa y por lo tanto es la única en la que hoy día se celebra Purim el día quince de Adar. Pasaremos a explicar primeramente el status de Jerusalém y posteriormente el de las ciudades respecto de las cuales tenemos dudas hasta el día de hoy.
2- Jerusalém y sus alrededores
Dijeron nuestros sabios (Tratado de Meguilá 3(B)): “Una ciudad, sus alrededores y todos los sitios desde los cuales ésta se visualiza, tienen una misma ley”. Por lo tanto, Purim se celebra el quince de Adar no solamente en la ciudad vieja, sino en todos sus barrios o colonias contiguas a la misma. Si bien la ciudad se ha extendido notablemente, por cuanto que cada barrio es contiguo al siguiente, todos están conectados a la ciudad vieja y celebran el día quince.
Se presentó la duda de cuál debería ser la regla a aplicar, respecto de las colonias o barrios de Jerusalém que fueron construídos distantes del resto de la ciudad. Un ejemplo reciente de esta cuestión, se presentó respecto a los barrios de Ramot y Har Nof. Hay quienes opinan que sólo en barrios que están unidos por construcción ininterrumpida con la ciudad vieja se ha de celebrar el quince, mientras que si existe una separación entre barrio y barrio de más de ciento cuarenta y un codos y un tercio de codo (67.8 metros), se le ha de considerar una localidad diferente, por lo que estos juristas dispusieron que en estos barrios se celebre Purim el día catorce.
Otros juristas consideran que todos los barrios son parte integral de Jerusalém a los efectos de los impuestos municipales, y además están unidos por un mismo Eruv de Shabat, por lo que deben celebrar Purim el día quince. Esta fue la decisión de los rabinos jefes de Jerusalém Kulitz y Mashash, ambos de bendita memoria, y esta es la práctica aceptada. De todas maneras, estas discusiones se fueron resolviendo con el correr del tiempo, al extenderse más la ciudad de Jerusalém, al punto de que los barrios que antes estaban separados hoy ya están conurbados, y así hoy día resulta evidente que son parte integral de la ciudad.
3- Sitios sobre los que existen dudas.
Las ciudades respecto de las cuales existen dudas son: Tveria, Jevrón, Shjem, Iafo, Lod, Aza, Tzfat, Aco y Haifa. Hay quienes agregaron a la lista de las dudosas, a las localidades de Beit Shean, Ierijó, Beer Sheba y Ramle. Fuera de la Tierra de Israel existen dudas respecto de Tiro, Sidón, Damasco, Esmirna y Bagdad.
Nuestros sabios medievales debatieron respecto de qué debía hacerse con los sitios sobre los cuales existen dudas. Todos están de acuerdo que en estas localidades se debe leer la Meguilá el día catorce con el recitado de las bendiciones correspondientes, ya que incluso quien vive en Jerusalém, que debe a priori leer el día quince, si leyó la Meguilá el catorce que es la fecha para todo el mundo, a posteriori cumplió con el precepto. La pregunta que surge es, si en estas ciudades dudosas se debe volver a leer el día quince.
Hay juristas que opinan que en todas las localidades dudosas, se debe celebrar Purim únicamente el día catorce y no deben volver a leer la Meguilá el quince, y quienes deseen obrar con mayor rigurosidad (“Minhag Jasidut”) y leerla al día siguiente, deberán abstenerse de recitar las bendiciones previas y la posterior a la lectura (Najmánides, Rashbá, Ran y Ritbá).
Otros juristas opinan que se debe volver a leer la Meguilá el día quince, sin recitar las bendiciones, para que la duda no sea olvidada. Esta idea rinde de cierta manera homenaje a la Tierra de Israel, pero por cuanto que se trata de una duda, no se habrán de recitar las bendiciones (Maimónides 1:11, Meiri y Shibolei HaLeket y así sentenció el Shulján Aruj 688:4). Asimismo, los sabios debatieron respecto del resto de los preceptos de Purim, el envío de porciones de comida, la entrega de presentes a los pobres y el banquete. Algunos sostienen que se deben de cumplir únicamente el primer día que es Purim para todo el mundo (Peraj), y hay quienes opinan que se deben de cumplir también el segundo día (Riaz). Quienes viven en las cercanías de una ciudad que se duda acerca de su status, festejan Purim únicamente el día catorce, pues sólo quienes habitan en las cercanías de una ciudad en la que con seguridad se celebra el quince, se adhieren a ésta. Hay quienes aplicaron un criterio más estricto y extendieron la lectura del día quince a las localidades vecinas a ciudades de status dudoso.
En la práctica, en casi todas las localidades sobre las que recae la duda, se acostumbra a aplicar la idea más flexible, y se celebra Purim únicamente el día catorce. Sólo en ciudades respecto de las cuales la duda es muy patente, como en los casos de Tveria y Hebrón, muchos acostumbran a leer la Meguilá también el día quince y hay quienes acostumbran a cumplir en este día también el resto de los preceptos festivos.
4- Los residentes de ciudades con y sin murallas
Dado que Purim se celebra en las ciudades no amuralladas el día catorce, mientras que en Jerusalém el día quince, se despiertan interrogantes respecto de qué debe hacer quien viaja en estos días de Jerusalém a una ciudad sin muralla y viceversa, o sea, ¿cuándo debe festejar Purim? La regla general es la siguiente: el cumplimiento de los preceptos se determina por la ubicación de la persona en el día de la fiesta y no según su sitio habitual de residencia, de manera tal que quien sólo el día de Purim se encuentra en una ciudad sin murallas, se le considera como residente de la misma (residente de ciudad no amurallada por el día). El momento determinante a estos efectos, es dónde se encuentra la persona en cuestión al despuntar el alba (“alot hashajar”) del día catorce para las ciudades sin murallas y del día quince para las amuralladas, pues este es el horario a partir del cual se debe comenzar la lectura matinal de la Meguilá.
Un jerosolimitano que quiere celebrar el Purim de las ciudades no amuralladas el día catorce, debe llegar a una de estas ciudades en la noche del catorce y permanecer en esta hasta que despunta el alba y así según todas las opiniones, recaen sobre él todos los preceptos de Purim el catorce. Y aunque regrese a Jerusalém temprano en la mañana, antes de haber alcanzado a leer la Meguilá, sigue recayendo sobre él la obligación de leerla en Jerusalém el catorce, y debe designar un enviado o representante que entregue envíos al prójimo y presentes a los pobres en su nombre en la ciudad no amurallada. Por el contrario, si un jerosolimitano llega a una ciudad no amurallada en la noche del catorce y su intención es regresar a Jerusalém antes de que despunte el alba, o si llegó a una ciudad no amurallada después de que amaneció en la mañana del catorce y luego regresa a Jerusalém, celebra Purim como un jerosolimitano el día quince. El momento decisivo es el despuntar del alba del día catorce.
Un residente de una ciudad no amurallada que celebra Purim el día catorce y quiere celebrar también el día quince en Jerusalém, debe llegar a esta ciudad en la noche del quince y pernoctar en la misma hasta que despunte el alba, y de esa manera se le considera ya jerosolimitano y debe cumplir en ese día con todos los preceptos de Purim. En este caso debe cuidar de oír las bendiciones de la lectura de la Meguilá de otra persona y si la lee para sí mismo se abstendrá de recitarlas, ya que hay opiniones que sostienen que como ya festejó Purim el día catorce, no precisa cumplir el día quince (según el Rosh). Si bien la halajá es que debe cumplir con todos los preceptos del día, respecto del recitado de las bendiciones tomamos en consideración la opinión de quienes eximen de cumplir Purim por segunda vez. Si la persona se encuentra en Jerusalém desde la noche del catorce hasta la mañana del quince festejará solo en Jerusalém el quince, y allí cumplirá con todos los preceptos y puede recitar las bendiciones de la Meguilá según la opinión de todos los juristas.
En el caso en que alguien planificó estar al despuntar el alba en una ciudad determinada con o sin muralla y en la práctica no lo hizo, los juristas medievales están divididos respecto de la pregunta de cómo debe festejar. Hay quienes opinan que debe actuarse según lo planificado (Rif y Najmánides), mientras que otros sostienen que todo depende de lo que la persona hizo en la práctica (Rashi y HaMaor). Según los que sostienen que se debe actuar conforme a lo planificado, hay quienes opinan que esto se aplica cuando la persona viajaba hacia el sitio en cuestión (Mishná Berurá), mientras que otros opinan que lo que define la situación, es su plan al iniciarse la noche de Purim (Rav Frank). De todas maneras, en caso de duda se debe consultar a una autoridad rabínica y generalmente la respuesta es de cumplir con los preceptos sin recitar las bendiciones.
5- Purim “triple”
A veces el día quince de Adar que es cuando se festeja Purim en las ciudades amuralladas, cae en Shabat, empero el día catorce de Adar jamás cae en día sábado. Cuando el quince de Adar cae en Shabat, nos encontramos ante un “Purim triple”, ya que los preceptos de Purim se cumplen en tres días diferentes. ¿Por qué no se festeja Purim en Shabat? Esto se debe a que nuestros sabios decretaron que no se lea la Meguilá en Shabat, por temor a que el rollo sea transportado en el dominio público. Tampoco el banquete se lleva a cabo en Shabat pues está escrito (Libro de Esther 9:22): “días de banquete y alegría”, esto implica que el festín debe ser por causa de la fiesta y no por causa del Shabat (Purim depende de la decisión del tribunal que declara el novilunio, mientras que Shabat es fijo y se cumple cada séptimo día desde la misma creación del mundo).
Por lo tanto en caso de estar ante un Purim triple, el viernes se lee la Meguilá y se entregan presentes a los pobres, ya que éstos esperan ansiosamente dicha lectura y se lamentan si no reciben sus presentes ese día. Es necesario tratar de leer la Meguilá con quórum de diez personas, pues hay quienes opinan que esa lectura no se realiza en tiempo por lo que resulta imprescindible leerla ante diez hombres o mujeres (Mishná Berurá 690:61). De todas maneras, cuando no hay quórum de diez, se lee igualmente la Meguilá el viernes y se recitan las bendiciones correspondientes (Tzitz Eliezer 13:73, Iabía Omer 6:46).
El día sábado que es Purim de las ciudades amuralladas, se recita “Al Hanisim” en la “Amidá” y en el “Birkat Hamazón” y se lee en la Torá la porción de Purim. Se retiran del arca dos rollos de la Torá, en el primero se lee la porción de lectura semanal, y en el segundo se lee la porción de Purim “Y vino Amalek”.
El domingo se lleva a cabo el banquete de Purim y se envían las porciones de comida al prójimo, pues el envío de éstas está íntimamente vinculado con el banquete.
¿Por qué razón se adelanta la lectura de la Meguilá para antes de Shabat, mientras que el banquete se pospone para después? Esto se debe a que en primer lugar, corresponde leer la Meguilá para así publicitar el milagro, y no se puede postergar la lectura para una fecha posterior a la del acontecimiento del milagro, ya que está escrito “y no pasará (de su fecha establecida)”. Por otra parte el banquete se puede llevar a cabo solamente después de acontecido el milagro, que es el día quince que cae en Shabat, y como no se celebra el banquete el sábado, se pospone para el domingo.
Es bueno abundar en consumo de carne y vino en Shabat, pues hay quienes opinan que el banquete debería realizarse el mismo sábado. De ser posible, es bueno enviar discretamente porciones de comida al prójimo en Shabat con la condición de que exista “Eruv”.

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