Cirugía Ortopédica, Ortopedía, Polio
Fuente:Pixabay.

Rav Shlomo Aviner

Donacion de organos en el judaismo

Publicado por Majon meir

Pregunta¿Es una mitzvá donar órganos? ¿Acaso es apropiado llenar un formulario de donante?

Respuesta: Es cierto que la donación de órganos conlleva ciertos problemas halájicos. Entre otros: la mitzvá de enterrar esos órganos, el respeto al muerto, la prohibición de desfigurar el muerto cortando su carne, etc.

A pesar de esto, el transplante de órganos es una cuestión de vida o muerte, el precepto denominado “pikuaj nefesh”. A través de un transplante, se puede salvar la vida de una persona o disminuir un enorme dolor o sufrimiento, como en el caso de quien tiene un hígado artificial. El precepto de “pikuaj nefesh” supera dichas prohibiciones. A veces, una persona con su donación puede salvar a siete individuos: a uno le dona el corazón, a otro el hígado, a otro un pulmón, etc. – esa persona es más grande en la muerte que en su vida. El gran problema que se plantea es la posibilidad que el donante no esté realmente muerto. Incluso si alguien está moribundo, no podemos apresurar su muerte. Aún más, está prohibido asesinar a “A” para salvar a “B,” incluso si “A” está muriendo y parece no tener esperanza alguna de vivir. Mas existen varias respuestas a este problema:

1.   Los médicos no son asesinos sino buenas personas que dedican sus vidas a salvar al prójimo. Podemos suponer que no acelerarían la muerte de una persona. Son personas éticas, rectas, que no buscan violar las leyes, tanto las estipuladas por el Gran Rabinato de Israel como por el Ministerio de Salud Pública.

2.   Mismo si un médico es corrupto y para lograr la fama y el éxito está dispuesto a hacer tal injusticia – puesto que existen personas corruptas en toda profesión y en casi todo segmento de la sociedad – tampoco él se atrevería a arriesgarse, puesto que si lo descubren, pagará caro, él y todo el hospital. Esa transgresión sería el fin de su carrera.

3.   Incluso si un médico se atreve a hacer algo contrario a la halajá y a la ley, en ese caso no se trataría del pecado del donante sino del médico. Después de todo, ese pecado no es necesario para realizar la donación. A modo de ejemplo, imaginemos que alguien dona dinero un viernes con la intención de que sea distribuido a los pobres ese mismo día. Si quien lo recibe tomó el dinero y viajó con él durante el Shabat, distribuyendo el dinero entre los pobres, ¿acaso el contribuyente cometió algún pecado? No. El contribuyente hizo una mitzvá y quien lo distribuyó un pecado. Lo mismo sucede en nuestro caso: si el médico viola las reglas, el donante cumplió una mitzvá y el médico un pecado.

Es realmente un escándalo que las instituciones médicas no hayan aún establecido la supervisión rabínica para los transplantes, o una supervisión médica que represente a los rabinos. Esto detiene a muchos de donar órganos, tanto religiosos como seculares. Hay muchos judíos que llevan una vida secular, pero que en su muerte no quisieran hacer algo contra la religión.

Personalmente conozco de cerca casos de personas que murieron en accidentes y sus órganos salvaron a muchas personas. Es una gran mitzvá adquirir una tarjeta de donante y donar todos los órganos, incluyendo la retina del ojo. Yo personalmente tengo esa tarjeta. Esperemos que en el futuro exista una legislación apropiada y el número de donantes se extienda. Mientras tanto, empero, incluso en la realidad actual, es una gran mitzvá donar los órganos propios.

Obviamente, en el caso en que alguien no haya completado una tarjeta de donante durante la vida, su familia puede donar sus órganos después de la muerte, porque es una gran mitzvá.

Algunas personas temen que esos órganos falten de su cuerpo en el momento de la “Tjiat Hametim” (la Resurrección de los muertos). Pero ciertamente no faltarán. Lo mismo se aplica a quienes perdieron un órgano debido a una enfermedad o que fueron heridos en la guerra. Tendremos todos esos órganos y serán hasta mejores.

Mismo si alguien no logra donar sus órganos y vive hasta los 120, por el hecho de tener una tarjeta de donante en su bolsillo, es un gran santo.

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